Herr WestBam, teórico de las bandejas, y una certeza:
Los Djs fueron
“Ya deberíamos ser reemplazados por otra cosa”, dice este alemán parte
de la primera cosecha del Love Parade, de paso por el sur del mundo. Resulta
ser que su ¿temeraria? afirmación se sostiene en una serie de artículos
que lo revelan como un pensador de la avanzada electrónica. Entonces,
pues, el hombre parece tener derecho a decir y opinar lo que quiera.
TEXTO:ROQUE
CASCIERO
Desde Punta del Este
Dj
WestBam pasó por Mar del Plata y Punta del Este como estrella de sendas
fiestas auspiciadas por un desodorante (!). No usó ni el típico bombo
saturado del house ni las clásicas sirenas, recursos facilistas para levantar
temperatura (y sudor) en la pista. A este pinchadiscos alemán de 35 años
no le hacen falta esos trucos: elige estructuras rítmicas más complejas,
mezcla en vivo, remixa sus propios temas y los de otros (Moby, por caso),
y es capaz de mantener a una multitud bailando sin descanso. “Es una cuestión
de energía”, dice, mientras pasa una mano sobre su cabeza rapada a la
Brujita Verón. En 1983, Maximiliam Lenz se convirtió en WestBam (el nombre
deriva de Westphalia, la zona alemana donde nació, y de Afrika Bambaataa,
nombre clave del “movimiento”). Bajo ese nombre fue Dj Domingo Faustino
Sarmiento –no faltó nunca– en cada Love Parade, desde aquel primero que
Dr. Motte organizó para 150 personas hasta el último, cuando la cifra
se multiplicó cien mil vez: un millón y medio de bailarines coparon las
calles de Berlín. Max, como lo llaman sus amigos, es el cofundador del
sello Low Spirit, se lo reconoce como una de las máximas figuras del dance
y, como si fuera poco, piensa: es una suerte de teórico del género que
ayudó a crear y cada tanto publica artículos con la clarividencia de un
Julio Verne de las bandejas. El propio Westbam admite que no es muy frecuente
que sus colegas reflexionen sobre su labor. Y supone que su caso es especial
por el medio ambiente que lo rodeó durante su crecimiento: sus padres
son profesores de arte. “Cuando empecé como Dj, enseguida me di cuenta
de que esto podía ir más allá de mezclar discos y mantener el beat, que
ésta era una nueva forma de producir música. No me parecía una idea inusual,
porque en el arte existe el collage desde hace un siglo. Incluso había
un manejo de los sonidos parecido en la avant garde: John Cage o la música
concreta usaban loops y componían ruidos, lo que guió a un nuevo entendimiento
de lo que podía ser la música. Para mí, convertirme en Dj fue una forma
de protesta contra mi formación artística, pero me doy cuenta de que al
final eso se metió dentro de mi modo de hacer música. Creo que era inevitable.”
En 1984, WestBam escribió un artículo para una revista de arte en el que
ya hablaba del abordaje musical de los Djs como “más radical que la avant
garde” y de cómo eso transformaría no sólo la concepción de los sonidos,
sino la cultura toda. “En esa época no había demasiados indicios de que
eso pudiera ocurrir realmente, así que fue una especie de predicción -recuerda–.
A fines de los ‘80, con el acid house, fue la primera vez que la gente
no sólo bailaba con una música sino que la consideraba como propia y la
hacía su estilo de vida. Era una cultura especial, aunque se mantenía
en el underground. En ese momento pensé que ésa era la next big thing,
que debía ir a los primeros lugares de los rankings, que debía entrar
en la televisión. Algo así estaba pasando a pequeña escala en Inglaterra,
pero allí cualquier cosa tiene sus quince minutos de fama. Y algo así
debía ir a lo grande”. Fue entonces que WestBam publicó un single llamado
“No more fuckin’ rock and roll”: creía que “algo debía reemplazar a la
música de los últimos treinta años”. Más predicciones. En 1989, en su
artículo titulado “La era del Dj”, anticipaba la explosión del dance (aunque
hoy reconoce que nunca imaginó las dimensiones que finalmente cobró en
países como el suyo). Siempre en su papel de teórico de las bandejas,
en 1994 –plena expansión de la marca Love Parade–, refutaba a aquellos
que deseaban que el género permaneciera en el under y hablaba de una “sociedad
ravera”. “Hubo quienes salieron a decir: ‘Oh, esto ya no es más lo que
era’. Lo que en parte es cierto, pero... ¿a quién le importa? Cuando se
hizo Woodstock, estoy seguro de que no todos sabían qué buenos eran los
Grateful Dead o qué cuerdas usaba Hendrix: estaban ahí porque había una
gran celebración y querían pasarla bien. Ese es el objeto de esta cultura.
Y el hecho de que a mediados de los ‘90 se diera una explosión popular
era precisamente el paso adelante de la música dance”, afirma. WestBam
no piensa en escribir artículos al respecto, pero cree que la música de
Djs “ya debería ser reemplazada por algo completamente nuevo”. “Supongo
que debería venir algo en la tradición de los Djs pero que, al mismo tiempo,
cortara con esa tradición. Todavía no lo veo suceder, a pesar de que mantengo
los ojos abiertos. Igual, no es mi objetivo inventar esa música nueva
sino tratar de desarrollar lo mío: mis cosas más revolucionarias las hice
cuando tenía 19 años y nadie me conocía.” Y ve como “fundamental” para
la evolución del dance la “sangre nueva” que aportan los Djs de remotos
parajes como la Argentina: “Los Djs hemos globalizado la música antes
de que se empezara a hablar de globalización. En el caso del rock, las
bandas siempre salen de Estados Unidos y de Inglaterra: las alemanas siempre
han sido una copia de los Beatles, los Stones o los Sex Pistols. El tecno
es la primera música en la que da igual que venga de Alemania, Argentina
o Islandia. Ya no estamos en un momento del tecno similar a lo que fueron
los ‘50 para el rock, pero sí hay lugar para la invención, para aparecer
con cosas nuevas. Siguiendo con la analogía con el rock, todavía pueden
aparecer unos Sex Pistols del dance para reinventarlo todo. Y nada indica
que tengan que salir de Europa”.
Mi
generación
–¿En
qué estado están las personas que fueron a aquel primer Love Parade? Las
drogas habrán hecho algunos estragos...
–Bueno, hay otras cosa que puedo decir, de acuerdo con mi experiencia
como Dj: cada cuatro años cambia la gente de la vida nocturna. En Alemania,
la gente empieza a salir a los 17 y durante los dos años siguientes está
en todos lados, va a los clubes, experimenta con todo y todo es nuevo,
la música es fantástica, la energía está al máximo nivel, algunos toman
drogas. Pero cuando esa gente tiene 21, empieza a ver que está rodeada
de chicos de 17, la energía ya no le parece igual, la música no le parece
tan buena como la de su momento. Y es un juego que se repite cada cuatro
años. Hay alguna gente que se mantiene por más tiempo, como yo, pero es
porque es su vida, su trabajo.
–¿Cómo hacés para conectar musicalmente con chicos que tienen la mitad
de tu edad?
–Funciona bien, porque nunca tuve problemas de actitud con los chicos
jóvenes. La generación joven es siempre sangre fresca y lo que sea que
suceda, para ella es nuevo. Puedo conectar mejor con esa gente que con
esos que tienen 23 y dicen: “Oh, ahora son todos jóvenes, ya no es lo
de antes”, porque ellos ya no tienen 17. Encima, dicen que todo está llenándose
de chicos, en lugar de reconocer que son ellos quienes están poniéndose
más viejos.
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