La
trama secreta y no tan secreta del conflicto universitario mexicano, caso
testigo para la política educacional en Latinoamérica
>>Gloria
Trevi tiene razón
La
ocupación por la fuerza (policial) del predio de la Universidad
Nacional Autónoma terminó con más de diez meses de
toma estudiantil, en protesta por la intención gubernamental de
arancelar la matrícula universitaria. Detrás de eso, una
larga y compleja situación con infiltrados, asambleas, banqueros
generosos y más de 430 pibes detenidos. Entre ellos, cuatro argentinos
que hablaron con el No desde la cárcel.
Texto:MONICA
MARISTAIN
Desde México DF
El
domingo 6 de febrero amaneció soleado en el DF. No se comen los
ravioles ni el asado, pero la familia y los amigos se juntan para compartir,
a eso de las 3 de la tarde, un almuerzo con tamales, potzole (especie
de buseca) o guisados. Ese domingo fue distinto. La fecha de la Liguilla
de Fútbol de verano no consiguió llamar la atención
por sobre un tema que resultó excluyente en todos los hogares mexicanos:
la policía pública había entrado por la fuerza a
la Universidad Autónoma (UNAM), para recuperar las instalaciones
tomadas por los estudiantes unos diez meses atrás. La opinión
dividida de los mexicanos (las señoras en la peluquería
apoyaron el ingreso de los agentes, los jóvenes lo tomaron como
una derrota), no cambió el sabor amargo que dejó la imagen
de los uniformados, quebrando la autonomía universitaria. Además
de recuperar el lugar, detuvieron a quienes la joven jueza
María del Carmen Pérez Cervantes no dudó en calificar
luego como peligrosos delincuentes para la sociedad.
La recuperación de la UNAM se concretó el último
día de visita del presidente Jorge Zedillo a España. El
argumento de las autoridades universitarias, comandadas por el flamante
rector Juan Ramón de la Fuente, fue obedecer el resultado de un
plebiscito llevado a cabo el 3 de febrero y en el que la gran masa estudiantil
se había mostrado favorable a la reanudación de las clases.
Los cinco kilómetros a la redonda de la Universidad, cercados con
innumerables patrullas que cortaron el tráfico esa mañana,
y los 430 miembros del CGH (Consejo General de Huelga) que fueron detenidos,
y muchos de los cuales continúan hoy en prisión, testimoniaron
la magnitud del conflicto. Los paristas pedían por
la defensa de la educación gratuita, de la universidad pública
y de la democratización en la alta casa de estudios, promoviendo
un congreso que no excluya a ningún estamento universitario. El
cese de actividades, con las instalaciones tomadas a pleno por los dirigentes
estudiantiles, se prolongó en el tiempo. En su larga duración,
también puede leerse una maniobra política del poder reinante,
a pocos meses de celebrarse las elecciones presidenciales. Los analistas
políticos consideraron que el PRI, partido de gobierno desde hace
más de setenta años, fue el más beneficiado con el
tiempo que demandó la resolución del tema. Además
de mostrar, claro, una escasísima voluntad de diálogo. Lo
cierto es que cuando la Policía Federal entró, la situación
venía ya complicada: intelectuales como Carlos Monsiváis
y Elena Poniatowska habían reclamado a los dirigentes estudiantiles
una revisión en sus mecanismos de lucha para que pudieran abrirse
las puertas de la Universidad y seguir la discusión dentro de su
recinto. Muchos de esos intelectuales están hoy arrepentidos. No
es éste el momento de analizar el comportamiento de la dirigencia
del CGH. Es el momento de abrir las cárceles y suprimir, por anticonstitucionales,
los procesos. Me importó el plebiscito que el rector convocó
por compartir el fastidio ante una huelga tan prolongada y costosa, y
por eso también participé en un manifiesto de intelectuales,
guiado por una certeza: es mejor dialogar en la Universidad abierta y
evitar así la represión, sin modificar los derechos del
CGH, que respetamos. Si se quiere, y elijo muy destacadamente mi caso,
fue un aval para certificar la estupidez de mi reacción política
en ese momento, escribió Monsiváis el jueves 10.
Consideré
que las instalaciones deberían estar abiertas a la influencia de
estudiantes y profesores universitarios para que ellos dirimieran una
solución. De ninguna manera supusimos que las instalaciones serían
recuperadas por la Policía Federal Preventiva, declaró
la actriz y diputada María Rojo. Pero la analista Denisse Dresser,
desde la revista Proceso, no los perdona así nomás: Cuando
la crema y nata de la intelligentzia mexicana colocó su peso y
su prestigio en contra de la minoría intolerante, abrió
las puertas de las cárceles y entregó las llaves a quienes
han hecho de la intolerancia, manual de gobierno. Cuandolos intelectuales
pidieron la devolución de las instalaciones dieron a entender que
no importaba el método, sino la meta, escribió.
>>El
PRI, el PRD,la CGH y toda la bola
Si existe un partido político en México al que le interesaba
más que a otros la resolución en paz de este conflicto,
era sin duda el PRD, liderado por el izquierdista Cuahtemoc Cárdenas.
Si existe otra agrupación a la que la prolongación del conflicto
le resultaba más que favorable, esa es el PRI, partido de gobierno.
El cansancio social por una huelga dio como resultado que la policía
del Distrito Federal, cuyo gobierno está a cargo de la exitosa
Rosario Robles (PRD), tuviera que acatar la orden judicial que exigía
el uso de la fuerza pública. Y aunque los uniformados no llevaban
armas de fuego (al menos, visibles), nada tapa el hecho de que el partido
político que pretende mostrarse como una alternativa de poder realmente
democrática y progresista tuviera que estampar la firma para dar
cauce a la represión y a las detenciones. En esta disputa, por
error de visión histórica, por intereses personales (nunca
demostrados con pruebas), o por falta de generosidad política,
no estuvieron ajenos los dirigentes del CGH. Particularmente, Alejandro
Echavarría (el Mosh) y el profesor Manuel Benítez, quienes
con sus posiciones ultras consiguieron ser sospechados de dirigentes pagados
por el PRI, por gran parte de la sociedad y por muchos de los escritores,
profesores e intelectuales mexicanos.
La vida cotidiana en el transcurso de la huelga, muros adentro de la Universidad,
transcurrió entre peleas a golpes, maltratos a quienes no concordaban
con las posiciones de los paristas acérrimos y por la adopción
de protestas extra-universitarias, que dieron pretexto a la represión
estatal. Así fue el caso de los hechos violentos protagonizados
por algunos estudiantes a la puerta de la Embajada de los Estados Unidos,
en apoyo a las manifestaciones de protesta en Seattle. El tema es complejo,
porque en esta historia no faltaron los porros (no confundir,
aquí se llama así a los infiltrados) que así como
se encargaron de destruir gran parte de las instalaciones universitarias,
también parecen haber sido los responsables de haber generado la
máxima violencia en las puertas de la Embajada.
Si la represión se veía venir, como se encargaron de destacar
los propios dirigentes del CGH, ¿por qué no se replegó
la huelga para evitar la confrontación?. No tenía
ningún sentido advertir la proximidad de la represión si
el movimiento no se ocupaba políticamente de impedirla, escribió
el crítico de arte e investigador de la UNAM Cuauhtémoc
Medina.
Más allá de estos cuestionamientos, hay un logro del CGH
que pocos se atreven a negarle y es el de haber implantado el tema en
la sociedad. En los últimos meses, ni Labastida, ni Cárdenas
ni Fox (candidatos presidenciales) consiguieron llamar la atención
social. Todo fue UNAM por estos días en México.
>>>>>>Los
banqueros
generosos
En México,
de cada 100 graduados de la escuela primaria, sólo dos irán
a la universidad y sólo uno se recibirá. ¿Adónde
irán aquellos que no tienen cabida en el México globalizado,
integrado norteamericanizado?, se pregunta Dresser. La pregunta
hace centro en la verdadera raíz del conflicto universitario. Se
trata de repensar el concepto de educación pública, de revalorizarlo,
para definir, no sólo en México, sino en todo el continente,
qué tipo de sociedad se quiere establecer en el futuro.
Las medidas del Banco Mundial para el área son claras al respecto:
descartan de base la gratuidad de la educación y proponen un modelo
social en el que sólo pueden destacarse las minorías privilegiadas.
De cómo seresuelva el conflicto de la UNAM, depende en gran medida
de cómo va a resolverse el tema de la educación en todo
el continente.
El reglamento general de pago que quiso imponer el ex Rector Barnés,
preveía un aumento por diez de los aranceles universitarios. La
medida alcanzaba también a los estudiantes extranjeros, que debían
pagar 600 dólares semestrales sólo por la matrícula
y sumarle a ello el costo (siempre en dólares) de los exámenes
extraordinarios. Sólo atendiendo esta situación puede comprenderse
la lucha de los estudiantes y el apoyo de sus padres. Vine al mundo
para algo, algo que no es artificial, algo que no es material. Y si puedo
ayudar a la gente, lo voy a hacer. A veces es muy triste cuando la gente
nos rechaza, no aceptan los volantes en el metro y uno dice: ¿cómo
es posible, si nuestra lucha es por los hijos de todos ustedes?,
le dijo Ximena al No, con 18 años y un amparo judicial en su haber.
Cuando las puertas de la Universidad se abrieron y la televisión
mostró bancos rotos, computadoras destrozadas, paredes con alto
deterioro, la Asociación de Banqueros de México convocó
a una Cruzada Nacional para la restauración de las instalaciones:
abrió ocho cuentas en igual número de bancos. Muchos vieron
en este acto de generosidad espontánea, un cargo de culpa.
>>>Los
medios
No veas Televisa, porque te idiotiza. No veas TV Azteca, porque
te apendeja, fue la arenga de la mayoría de los asistentes
a una protesta en la puerta del Reclusorio Norte, donde continúan
detenidos más de 260 estudiantes. El cántico no hace más
que destacar lo que toda conciencia pensante ha considerado en México,
lisa y llanamente, como la manipulación cómplice del big
brother televisivo. Días antes, durante y después de la
recuperación, la bajada de línea por parte de
los comunicadores televisivos, fue ostensible favorable a la posición
gubernamental.
En sus bocas, la palabra parista comenzó a ser sinónimo
de delincuente. Hoy suena cómico que, en medio de la represión
policial, la televisión haya destacado las ocho plantas de marihuana
que encontró adentro de la Universidad. Pero en su momento, el
detalle generó una ola de indignación entre ciudadanos que
estaban hartos de la huelga. La labor de los medios motivó la queja
del presidente de la Academia Mexicana de Derechos Humanos, Oscar González,
quien envió una carta a los presidentes de las televisoras, acusándolos
de haberse asumido como jueces de la conducta de los actores involucrados
en el conflicto que no siempre proporcionaron información objetiva,
la cual se llegó a contaminar con sesgos informativos, opiniones
y juicios de valor que eventualmente pudieron modificar la percepción
de este conflicto.
>Lo
que queda
Peligrosos sociales. Así fueron llamados por la Justicia los más
de 260 estudiantes que, al cierre de esta edición, permanecen detenidos
en el Reclusorio Norte, esperando una solución para este fin de
semana. Hay denuncias de que los detenidos fueron torturados. Se recuerda
la marcha multitudinaria por las calles del DF, a una semana de los hechos
en C.U. (Ciudad Universitaria) y aún se evoca con dolor la violencia
que dejó heridos y contusos a cargo de porros que quisieron
recuperar por la fuerza la Prepa 3, unos días antes de que la policía
hiciera lo propio en la Universidad, ya amparados por la ley.
El plebiscito, los chicos que vociferaban con alegría y convicción
sus posiciones en el transporte público, los afiches, los murales,
las ganas de reiniciar las clases y la promesa del rector De La Fuente
de llamar a un Congreso Universitario en el mes próximo (que carecerá
de toda representatividad si continúan presos los principales dirigentes).
Partes de una historia que todavía no tiene fin. Y en medio de
todo, el humor. Un afiche que muestra a una sensual Gloria Trevi diciendo:
Zedillo viola la Autonomía Universitaria, La P.G.R. (Procuraduría
General de la República) viola los derechos de los estudiantes,
De la Fuente viola los acuerdos del 10 de diciembre. Y todavía
dicen que Sergio (por Andrade, su representante, detenido con ella en
Brasil) es el violador.
Historias
Argentinas
Christian
Castillo, Cecilia Brenda Rossi y Leandro Aníbal Rodríguez,
no vinieron a México para visitar las playas de Cancún.
Claro que tampoco estaba entre sus planes pasar las vacaciones
adentro de las celdas del Reclusorio Norte, pero lo cierto es
que junto a la estudiante María Cecilia Feijóo,
que reside desde hace dos años en el DF, están tras
las rejas acusados de dormir en la Universidad y convertirse ipso
facto en parte de los peligrosos sociales, inhabilitados
para merecer una libertad bajo caución.
Con 32 años y un título de sociólogo en la
UBA, en donde da clases, el militante del Partido de Trabajadores
Socialistas Christian Castillo, comanda un movimiento de Acción
de Solidaridad con el Movimiento Estudiantil Mexicano. Compartimos
con los chicos de la UNAM el objetivo de luchar por la educación
gratuita, le dijo al No desde la prisión.
La vida en el penal, cuenta, es bastante tranquila. Juega al fútbol
con el Mosh y Benítez, a quienes no considera los líderes
del movimiento (puesto que todos somos compañeros,
no hay líderes aquí, declara) y come la comida
que le traen los amigos desde afuera o la que puede comprar en
la cantina del Reclusorio. Según Castillo, El CGH
tiene una significación que trasciende el plano mexicano,
y está seguro de que si los medios argentinos ahora se
interesan por el tema es por la presión que están
ejerciendo los estudiantes argentinos. En general son todos los
medios iguales, trabajan para el poder.
Castillo está convencido de que lo que pasa en la UNAM,
cuyo movimiento alaba porque no se han vendido y con el
tiempo irán logrando más reconocimiento social,
es una enorme advertencia para todos los ministros de educación
del continente que comulguen con la concepción privatizadora.
Si Menem tantas veces intentó privatizar nuestra Universidad,
y fue una de las pocas cosas que no pudo lograr, por algo será,
concluye. Leandro Rodríguez, estudiante de sociología
de 24 años, oriundo de Neuquén y residente en el
partido bonaerense de San Martín, milita en un grupo político
independiente. Fue detenido, al igual que el resto de sus compatriotas,
mientras se estaba llevando a cabo una asamblea. Había
ido a escuchar a y a ver de cerca la lucha de los estudiantes
mexicanos. De ninguna manera vinimos a bajar línea.
Para nosotros es muy importante conocer, aprender y compartir,
dice. Cecilia Rossi, en cambio, fue por curiosidad a la asamblea.
El clima era tranquilo. Yo no entendía mucho y por
momentos me dormía, confiesa. Tiene 24 años
y está impresionada por la belleza de la Ciudad Universitaria
Mexicana. En la Argentina no tenemos nada igual.
Durante la primera semana de detención, la embajada argentina
se desentendió de ellos y los exhortó a que
se las arreglaran solos. La presión ejercida por
sus compañeros en Buenos Aires revirtió la situación
y ahora tienen abogado y al personal diplomático trabajando
para ellos. Los cuatro argentinos detenidos están bajo
el cargo de despojo. La ley les permite salir bajo fianza, pero
la jueza antepuso el agravante de peligrosidad social por
pernoctar una noche en la Universidad para evitar su salida
de la cárcel. Todos dicen haber sido bien tratados, estar
de buen ánimo y acordar con los principios de la educación
pública y gratuita. A quienes están haciendo una
huelga de hambre frente a la embajada mexicana en Buenos Aires,
el mensaje es claro. Aguante.
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