UNA FOTO, UNA PROFECIA AUTOCUMPLIDORA
Textos:
MARIANA
ENRIQUEZ
Y ROQUE CASCIERO
Hom
bres G
Nirvana
y la saga
El
disparo con el que Kurt Cobain se quitó la vida en 1994 también
le puso fin a una era. Y para los otros dos Nirvana debió pasar
un tiempo prudencial antes de volver a la actividad. El bajista Krist
Novoselic intentó hacer sus primeros palotes en la política
y más tarde (en 1997) publicó el álbum debut de Sweet
75, la banda que compartía con una ignota cantante venezolana,
Yva Las Vegas. Entre canciones tradicionales de la tierra del joropo y
algunas viñetas grunge, el disco pasó inadvertido. A Dave
Grohl le fue mejor: grabó todos los instrumentos para el primer
disco de Foo Fighters y ante el suceso de This is a call tal
vez el último gran hit G debió armar la banda propiamente
dicha. El guitarrista Pat Smear (ex Germs y última etapa de Nirvana)
participó por un tiempo, pero se fue después de apoyar a
la ex esposa de Grohl durante un sonado caso de divorcio. Con una nueva
formación, publicaron There is nothing left to lose, que estuvo
a punto de traerlos a Sudamérica, para un par de shows en Brasil
durante marzo de este año. En Australia, Dave fue encarcelado por
conducir alcoholizado, aunque sólo había tomado un par de
cervezas. ¿Queda algo por decir de Nirvana? Más bien, queda
por escuchar: para el año próximo está planeada la
salida de una caja, que contendrá los hits (¿por qué
no escuchar nuevamente Smells like teen spirit?) y algo de
material inédito. Hay especulaciones al respecto: estaría,
si Courtney quiere, Know your rights, la última canción
(muy G, dicen) grabada por la banda. También podrían aparecer
los demos de los tres temas finales de Cobain (Talk to me,
Opinion y uno sin título). Grohl ha dicho que la mayor
parte de las grabaciones hechas por Nirvana con él como baterista
ya han sido escuchadas y que lo más interesante será encontrar
aquellas previas a su participación. Habrá que esperar.
Los
días felices.
Aunque luego Cobain lo trató despectivamente con el calificativo
limpio en referencia al sonido, cortesía de Butch
Vig, Nevermind provocó la explosión del grunge (y,
por arrastre, de todo el rock alternativo). La canción Smells
like teen spirit, que el cantante describía como un
afano a los Pixies, se convirtió en un auténtico himno
generacional... que Kurt se negó a tocar en Buenos Aires, enojado
por el maltrato del público a las teloneras Calamity Jane.
Pearl
Jam
Eddie
Vedder fue, probablemente, el modelo G más acabado. Si Cobain encarnó
al único héroe-mártir de la camada, Vedder exhibía
de un modo casi obsceno los traumas de su niñez (Jeremy spoken
class today... ¿te acordás?) y los cantaba sin descuidar
el corte de pelo y los detalles de vestimenta. Cobain explotó después
de In Utero (el útero materno fue lugar del mundo donde mejor la
pasó), en cambio Eddie vivió para contarlo en la Spin y
seguir editando discos al frente de Pearl Jam. En Estados Unidos muchos
se cansaron de sus sospechadamente falsos conflictos de infancia (la Rolling
Stone publicó una investigación de tapa en la que se revelaba
su verdadera y feliz niñez y adolescencia) y los tiempos de Ten
quedaron enterrados junto al cajón de ya saben quién. A
Eddie se lo empezó a ver con trajes de neoprén y tablas
de surf en playas de California, pero mantuvo el discurso crítico
contra la industria y libró una quijotesca batalla contra la todopoderosa
Ticketmaster. Mientras grababan Binaural -el nuevo disco que está
a punto editarse en Argentina, los Pearl Jam vieron cómo
una revuelta provocada por grupos opositores al capitalismo globalizador
sacudía a su Seattle (30 de noviembre de 1999). Conscientemente
o no, las canciones de los últimos sobrevivientes del género
(¿género?) que atormentó los charts del mundo en
el primer lustro de los noventa, se volvieron menos solipsistas que en
los días de esplendor. Como escribió el inglés John
Mulvey en New Musical Express, en estos años Seattle se convirtió
en un paraíso para los cyber-yuppies, las rentas subieron,
y a los grunges pronto se los podrá ver en el museo de la ciudad.
Pearl Jam, entretanto, se inscribe como poderoso orador de la furia contra
el sistema (its the evolution, baby) desde dentro del sistema. Y
lo hace con (muy buenas) canciones, que nunca cambiarán el destino
de la música.
Los
días felices.
Los tiempos de Ten, uno de los tomos básicos de la enciclopedia
grunge. Vendió nueve millones de copias y popularizó los
conflictos existenciales de Vedder. Además, tiene los mejores hits
de PJ: Jeremy, Alive, Evenflow y Black.
Alice
in Chains
Hace
mucho tiempo que Alice in Chains pelea por consagrarse la banda de rock
más inactiva del mundo. Y está a punto de lograrlo. Después
del buen Unplugged que grabaron en 1996, la banda de Layne Staley (voz)
y Jerry Cantrell (guitarra) sólo editó una caja de cuatro
cds que recopila lo sucedido desde su formación en 1989.
Music Bank (título que remite al sótano de Seattle en que
ensayaban en sus comienzos) se editó en la primavera pasada y sólo
incluye algunas canciones inéditas (Died, Fear
the voices, la encantadora I cant have you blues,
Lying Season, una vieja versión de demo de Rooster).
Las sesiones de grabación de esa caja fueron algo accidentadas
y la reputación heroinómana de Staley volvió a ocupar
las páginas de la prensa musical norteamericana. Alice in Chains
grababa durante las madrugadas, Staley a veces faltaba y, según
contó uno de los técnicos involucrados en el trabajo, se
negaba a cantar las letras que escribía Cantrell. También
se dijo que el cantante estaba pesando unos 40 kilos (¿les suena?)
y que se lo veía bastante pálido. Quién sabe. En
1998, Cantrell grabó su debut como solista, Boggy Depot, mientras
declaraba lo cool que era pertenecer a AIC, pero nunca fue
muy preciso respecto del futuro. Hay un momento en la vida de una
banda en que es tiempo de cambiar, de probar cosas nuevas, sugirió
alguna vez, antes de editar Music Bank. A pesar de que nunca presentaron
certificado de defunción, la pobre Alicia (con cadenas y todo)
debe estar pesando menos que Staley en su peor momento.
Los
días felices.
Dirt (1992) es otro de los pilares de la filosofía grunge
en el año de la fiebre. Los problemas de Layne con la heroína,
sus depresiones y paranoias en medio de una banda con mucho de glam-metal.
Esas oscuras canciones del dúo Staley-Cantrell, repartidas en un
par de discos, los llevaron a vender tres millones de copias.
Hole
Ella
está lejos de la atormentada y feroz chica punk que parecía
destinada a convertirse en una nueva Nancy Spungen. Cinco años
después del suicidio de su marido, Courtney se convirtió
en una celebridad: delgada, modelo de Versace y estrella de cine con nominaciones
al Globo de Oro y una lista de amistades que incluye a Jim Carrey, Drew
Barrymore y Edward Norton, dejó la heroína, se negó
a representar el papel de viuda trágica y se ganó el odio
de los fans de Nirvana que la acusan de ser la desencadenante de la depresión
de Kurt (cuando no la señalan directamente como la asesina de su
esposo, hipótesis que reafirmó el excesivamente inquieto
documentalista inglés Nick Broomfield en Kurt & Courtney).
Pero si la vida privada y la carrera de actriz de la diva promueve ríos
de tinta, no sucede lo mismo con su actividad musical. Desde julio del
año pasado, la banda está inactiva. Courtney se dedicó
a rodar Man on the Moon (El mundo de Andy, según la traducción
local), y en este momento se prepara a rodar con John Carpenter un film
de horror sobre fantasmas marcianos. Entretanto, la banda perdió
a la bella bajista Melissa Auf Der Maur, quien se unió a los Smashing
Pumpkins. Casualmente (o no), Billy Corgan había co-producido y
escrito algunas de las canciones de la última entrega, Celebrity
Skin, un disco pop con sonido bien LA, a años luz del grunge. Salvo
por un tema incluido en la banda de sonido de Un domingo cualquiera, de
Oliver Stone (Be A Man), la banda no editó un solo
simple desde Celebrity Skin y no hay rumores sobre disco nuevo. Lo que
sí se sabe es que Geffen Records prescindió de la banda
este año y les inició un juicio por incumplimiento: debían
entregar por lo menos 5 álbumes según estipulaba el contrato
de 7 años, y sólo grabaron dos (Live Through This y Celebrity
Skin). La gira del año pasado con Marilyn Manson resultó
un desastre (Courtney y el Reverendo se odian profundamente) y se terminó
antes de completar todas las fechas.
Los
días felices.(Bueno, felices-felices...)
Live through this salió cuatro días después del suicidio
de Kurt Cobain y dos meses más tarde el bajista Kristen Pfaff moría
de una sobredosis de heroína. Aunque sólo llegó a
la certificación de oro, fue elegido mejor disco de 1994 por medios
como el Village Voice, Spin y Rolling Stone.
Soundgarden
Tras
la separación de Soundgarden en 1997, y con (¿o a pesar?)
el éxito comercial de Down on the Upside, Cornell parecía
destinado a una prometedora carrera solista. No sólo porque los
temas más famosos de la banda llevaban su firma sino por su carisma
y una de las voces más privilegiadas de la década. Ya en
la banda de sonido de Singles, Cornell había metido un tema acústico
muy Jeff Buckley, titulado Seasons. Y fue la muerte de Buckley,
su íntimo amigo, lo que lo decidió a escribir su primer
disco, editado el año pasado y titulado significativamente Euphoria
Morning. Lo acompañaba una banda de Seattle llamada Eleven, que
supo contar entre sus filas con Jack Irons (Red Hot Chilli Peppers, Pearl
Jam), y grabó un álbum (Thunk) con la producción
de Matt Cameron, justamente baterista de Soundgarden. Por cierto que Euphoria...
está bastante lejos del hard rock a la Black Sabbath de Soundgarden,
y en algún punto es una decepción: la estupenda voz de Cornell
brilla como siempre, pero las canciones una serie de baladas bastante
convencionales no están a la altura de la expectativas. Aun
a pesar de la evidente influencia a nivel compositivo ejercidas por las
complejas melodías del finadito Buckley. Lanzado hacia su destino
de estrella cuasi-pop, su próximo paso tiene que ver con la edición
de un tema para la banda de sonido de la súper promocionada Misión
Imposible 2, que con suma originalidad se titula Mission 2000.
Los
días felices.
Superunknown debutó en el número 1 en 1994, vendió
tres millones de copias, en gran parte de la mano del irresistible Black
Hole Sun, acompañado por un celebradísimo video que
rotó y rotó por MTV. Ese mismo año ganaron dos Grammy.
Soundgarden fue la primera banda de Seattle en firmar con un sello multinacional
(A&M). Antes de eso había tenido también el privilegio
de ser una de las primeras de la patria chica G en grabar en el mítico
Sub Pop, en un lejano 1987.
Stone
Temple Pilots
Heroína
es la palabra clave. La carrera del cuarteto, generalmente descalificado
por los críticos como simples imitadores de Pearl Jam,
fue barranca abajo al tiempo que el cantante Scott Weiland aumentaba su
consumo de drogas. En 1995 cayó preso por posesión de heroína
y cocaína, y fue sentenciado a seguir un programa de rehabilitación.
Cuando salió, se fue derecho al estudio a terminar el tercer álbum
de los STP, Tiny music... Songs from the Vatican giftshop. El disco no
tuvo el éxito de sus predecesores (Core y Purple, ambos triple
platino): los tiempos habían cambiado pero, además, la banda
no podía salir de gira porque él se había internado
en una clínica. Todos dieron por hecho que los Stone Temple Pilots
no existían más cuando Weiland publicó su glamoroso
(ay, taaaaaan Bowie...) debut solista, 12 bar blues. Al poco tiempo, los
tres miembros restantes reclutaron un cantante y formaron Talk Show, que
publicó un trabajo epónimo de escasa repercusión.
Encima, el 1º de junio de 1998 Weiland volvió a perder, y
por posesión de heroína otra vez. Finalmente salió
bajo probation y, cuando nadie daba un centavo por ellos, se reunieron
para grabar Nº 4. Pero el muchacho loco violó la libertad
condicional y fue a parar de nuevo tras las rejas, lo que postergó
la gira de presentación del disco. Leí mucho y me
masturbé mucho, declaró hace poco Weiland sobre sus
días en la celda (infestada de cucarachas) que compartía
con el actor Robert Downey Jr. Ahora, el vocalista recuperó la
libertad y los Pilots harán una gira como teloneros de los Red
Hot Chili Peppers... si el bueno de Scott no vuelve a las andadas.
Los
días felices.
El primer álbum de los STP (antes llamados Stone Temple Pussies)
encontró rápida respuesta entre la generación G,
debido a su single Creep y a un sonido remitente a Pearl Jam,
Soundgarden y Alice in Chains. El disco llegó al número
3 del chart norteamericano y vendió más de tres millones
de copias.
Vivir
cuesta vida
Son dos libros
emblemáticos de la época: Generación
X, de Douglas Coupland, y Nación Prozac, de Elizabeth Wurtzel.
Generación... fue calificado por la crítica como
una guía para entender a la generación de los 90,
gracias a unas simpáticas apostillas que acompañaban
los capítulos, a modo de definiciones irónicas sobre
situaciones de la vida cotidiana. Pero en realidad se trataba
de la historia de un grupo de amigos que decidían abandonar
sus bien pagos trabajos en la ciudad, para retirarse al desierto
y abandonar la competitiva sociedad norteamericana. Nación...,
publicado en 1995, es la autobiografía de Elizabeth Wurtzel.
Una exitosa periodista, académica y escritora que, a pesar
de su envidiable currículum, promedio y cuenta bancaria,
sufría una profunda depresión que la llevó
a automutilarse e intentar suicidarse. El libro pretende retratar
a la generación cuyos i9conos son el antidepresivo Prozac
y Kurt Cobain (exitoso, talentoso y desesperado). Tal como apareció
publicado: si alguien se pregunta cómo se sentía
Cobain, siendo genial, joven pero inmerso en la tristeza, este
libro es la respuesta.
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Costumbres
argentinas
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Mataderos
está muy lejos de Seattle, pero... ¿En algún
momento no pensaste que el Chizo se parecía? Y, ya que estamos
con la fruta (mandando). ¿No es "El revelde" una
versión agreste de "Smells like teen spirit"? Bueno,
no se rían... |
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El
joven Aldana, natural de Temperley, importó algo del sonido
y la furia electrocutada con se suele identificar el sonido Seattle.
Incluso con aquellos arranques de existencialismo visceral. Hoy, aquello
parece lejano, pero fue... Fue. |
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Bueno,
qué decir... Que salió en la tapa del gran diario argentino
porque se había teñido en homenaje al reciente difunto.
No pasó del gesto, claro, pero al menos llevó a Cobain
a la consideración de millones de argentinos comunes y corrientes. |
Hate (Odio),
de Peter Bagge, fue el comic. La historia de Buddy Bradley, un joven
inútil que por supuesto vive en Seattle, toma cerveza y se queja
todo el día, se convirtió en una sátira de la vida
en la ciudad y del aburrimiento y la alienación de la generación
alternativa. El autor fundó Phantagraphics, una editorial de
comics en la que también firmaba Daniel Clowes y toda una generación
de artistas que, con su ironía para el under de los 90,
hicieron lo mismo que el gran Robert Crumb para la contracultura hippie.
¿Me
filmás acá?
Divertida
y casi paródica, Singles (1992) de Cameron Crowe es EL
film grunge, con cameos de Jeff Amment, Eddie Vedder y Stone
Gossard de Pearl Jam los músicos de una banda liderada
por un imbécil Matt Dillon y la participación,
en vivo, de una versión precámbrica de Soundgarden
(Cornell con su larga cabellera liberada). La banda de sonido
ofrecía una buena recopilación de la escena:
los de siempre, más Mudhoney, el proto grunge Paul Westerberg,
Smashing Pumpkins, Mother Love Bone, Screaming Trees y... Jimi
Hendrix, nativo de Seattle. Rodada allí precisamente,
la película es una comedia romántica donde desfilan
estereotípicos hombre G: los músicos con pose
torturada, los universitarios sensibles que no saben qué
hacer con su vida, los cineastas independientes y pretenciosos
(el mismísimo Tim Burton aparece por ahí) y las
chicas feministas e inteligentes. Hablando de todo eso... Reality
Bites (Generación X, según la interesada traducción
local) resultó también una postal fílmica
de la época. Estrenada en 1994, y dirigida
por Ben Stiller, tiene a Winona Ryder (¿la musa grunge?)
como Lelaina Pierce, una chica que quiere filmar un documental
acerca de la vida cotidiana de sus amigos. Allí aparece
el personaje del director, un yuppie inescrupuloso a quien no
le preocupan demasiado las sensibilidades de chicas culposas
y honestas. Lelaina debe elegir entre él y Ethan Hawke
(Troy Dyer), un bohemio y ético poeta G (con barba candado
y todo). Un chico con los mismos problemas por la fama, el dinero
y el éxito que Eddie Vedder. En definitiva, una lucha
entre la decisión de transar a la manera
de los 80, o mantener la independencia merced a los ideales
de alternativos de los 90. El film tienen
todos los clichés del indie way of life norteamericano.
Y aunque no lo hagan explícito, seguro que son fans de
R.E.M. y concurren cada año al festival de cine de Sundance.
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