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analisis
de los discursos del mas exitoso lider neonazi de los ultimos tiempos
Austria, desde Freud a
Haider
Una psicoanalista examina los discursos del líder
neonazi austríaco Joerg Haider hasta establecer su relación con
textos de Adolf Hitler, no sólo por su contenido sino, especialmente,
�por el modo en que utiliza un lenguaje específico que fue matriz y
sostén de la matanza�.
Fremd: �La estrategia de Haider gira en
torno del término �Fremd�, que señala al extraño, al ajeno, al
despojado de toda semejanza, al eliminable�. |
Joerg Haider, titular
del Partido de la Libertad austríaco, habla.
�Los extraños son agresivos por naturaleza y asesinos de niños�,
dijo.
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Por Perla Sneh *
�Nunca se sabe adónde se irá por ese camino; primero, uno cede en
las palabras; después, poco a poco, en la cosa misma.� Sigmund Freud
En un ensayo llamado �An ihre Sprache sollt ihr sie erkennen: Die
Gleichschaltung� (�Por sus palabras los conoceréis: la
Gleichschaltung�), Hans Jakob habla de la violación del espíritu de la
lengua alemana al servicio de la prédica hitleriana. Jakob parodia el
versículo bíblico �por sus frutos los conoceréis� (Mateo, 7:16),
utilizado por Hitler en un sarcástico discurso contra la
socialdemocracia, y sostiene que hay que atender al lenguaje de Hitler y
sus seguidores para comprender sus verdaderos designios. El ensayo,
escrito en 1938, se muestra dolorosamente actual. Esa actualidad exige la
atención de quienes nos dedicamos a escuchar las palabras de la vida
cotidiana.
La raigambre nazi del FPö y de su líder, Joerg Haider, es indiscutible,
no sólo por la historia (que articula el triunfo electoral de Haider con
un proceso que se inició con la aceptación masiva del Anschluss
(anexión de Austria por la Alemania nazi), siguió por la pretensión de
Austria de ser la �primera víctima� y no un activo colaborador del
nazismo y continuó con la elección del ex oficial nazi Kurt Waldheim
como presidente) sino, y principalmente, por el modo en que utiliza un
lenguaje específico que fue matriz y sostén de la matanza. Ese modo
singular, esa novedad absoluta de la lengua como instrumento de
exterminio, resulta aún más evidente hoy, después de la Shoah, en boca
de un austríaco que considera como �deformación ideológica� la
separación de Austria de su tronco �étnicamente germánico�.
Los discursos de Haider (que cautivan a uno de cada cuatro austríacos)
abrevan en ese singular alemán en el que, al decir de Steiner, sonaba una
música muy diferente de la de Goethe o Mann, un alemán que acuñó
términos como Schprachregelung (utilización del idioma a los fines del
régimen, es decir, la eufemización), Gleichschaltung (�coordinación
política�, es decir, la anulación de las instituciones democráticas)
o Endlösung (solución final, es decir, el exterminio sistemático). Sus
dichos están plagados de guiños lingüísticos que remiten a una
prédica específica, la que Hitler destinaba no a los �extraños�,
los fremde, �sino a aquellos adheridos al corazón del movimiento�.
Ya el nombre del partido (Freiheitliche Partei österreichs) lleva esta
marca: el término �Libertad�, Freiheit, es tan vago e inatacable como
en su momento lo fue Völkisch (popular), que designaba el medio donde
floreció el nazismo y que no era sino un eufemismo por �antisemita�.
¿Quién puede oponerse a la libertad? Ciertamente no el Volk, al que
Haider halaga y convoca al decir: �Porque el pueblo habla en forma
simple y no de manera complicada como los autodenominados intelectuales�.
Es, específicamente, esa forma simple lo que debe ser puesto en
cuestión.
En los discursos del líder de la FPö resuenan tanto la �infiltración
foránea� que requiere una �limpieza étnica�, como cuestiones que
requieren una �solución final�. (Con todo, Haider niega que su
partido sea descendiente directo del nacionalsocialismo, �si lo fuera
-.dice�, tendríamos una absoluta mayoría�.) Obviamente, no puede
dejar de tener en cuenta la llamada �corrección política�, de allí
que se desdiga .-en una negación que, como sabemos, no hace sino reforzar
sus dichos� de frases �en relación con el nacionalsocialismo que han
mostrado falta de sensibilidad o han causado malentendidos�. Sin
embargo, lo fundamental de sus declaraciones es la efectividad inmediata
de sus palabras (aun si luego las �retira�), que despiertan los ecos
de esa L.T.I. (Lingua Tertii Imperii, como la llamó irónicamente
Klemperer), ese lenguaje que durante más de una década sonó y resonó
en cada radio, en cada periódico, en cadadiscurso público, en cada
escuela y en cada vereda austríaca. De lo que se trata en las
declaraciones de Haider es de establecer claramente estas credenciales
aunque luego deba desdecirse.
En esta perspectiva debe ubicarse su prédica sobre la Uberfremdung
(sobreextranjerización), término que, si bien ha provocado polémicas,
no ha sido suficientemente criticado y debiera serlo en tanto transforma
en alternativa válida la supresión de un grupo como remedio a los
padecimientos sociales, y porque son precisamente palabras como ésta las
que convierten en políticamente tolerable esta idea. Esto entraña un
peligro que no puede ser trivializado como la debilidad circunstancial de
un supuesto �héroe antiestablishment� que lucha contra una coalición
anquilosada. Y este peligro asoma en cada uno de los términos con que
Haider pretende explicar lo inexplicable: cuando, por ejemplo, habla de
los campos de concentración como �campos correccionales�, no sólo
está negando el hecho mismo del exterminio, sino que además desliza la
idea de que quienes fueron llevados a esos campos tenían responsabilidad
en algún tipo de crimen que debía ser expiado.
Que su estrategia gire en torno del término Fremd no es casual. Ese
Fremd, cuya presencia siempre es excesiva, señala la consideración nazi
del otro, un otro radicalmente otro, despojado de todo rasgo de semejanza
y que, en tanto no pertenece a la comunidad (humana) puede ser eliminado.
Los judíos en el Tercer Reich no fueron exterminados en calidad de
enemigos políticos sino en calidad de alimañas. Este Fremd, extraño,
ajeno, que ocupa el mismo espacio que el Rassenfremd �extraño, ajeno a
la raza� ocupaba en el discurso de Hitler, es causa de enfermedades
sociales: desde el crimen y el abuso de drogas hasta el desempleo, es
causa de degradación y envenenamiento de (la pureza del) pueblo, porque
es �agresivo por naturaleza�, �asesino de nuestros niños�, y
portador de enfermedades como la tuberculosis.
Tampoco es casual la mención de esta enfermedad: Hitler la menciona como
símbolo paradigmático de un mal insidioso, considerándola más
peligrosa que la peste, puesto que �se desliza lentamente� e induce a
�una creciente indiferencia�. Por eso, dice, �el hombre doblegó a
la peste, mientras que la tuberculosis lo domina a él�. Y agrega
inmediatamente: �El fenómeno es el mismo al tratarse de fenómenos que
afectan el organismo de un pueblo�. Este lenguaje biológico apunta a lo
que llama �envenenamiento moral�, �envenenamiento colectivo de una
nación� que inevitablemente conlleva un �emponzoñamiento del alma�.
Cuando, en 1997, a causa de un caso de meningitis tuberculosa contraído
por un niño croata, Haider propuso rastrear los casos de tuberculosis
especialmente en las escuelas donde hay gran proporción de extranjeros,
no tenía en mente el bacilo de Koch sino este envenenamiento del alma
germánica.
Mencionemos un elemento más del lenguaje nazi: el recurso a la figura de
piloto de un navío, tan usual en Hitler (especialmente en el capítulo
final de Mein Kampf), para poner en perspectiva las palabras con que
Haider cierra el discurso pronunciado después del triunfo electoral: �El
navío del Estado austríaco debe ser nuevamente digno de navegar para
desafiar a las tormentas de los tiempos y establecer el rumbo hacia un
futuro radiante. Y si es necesario estamos dispuestos a tomar nuestro
lugar en el puente de mando�.
El navío en cuestión es el que flota en el mar de los eufemismos de la
matanza. El navío sostenido por lo que D. Grieswelle definió como
Hammerschlag Taktik, táctica de martilleo, un navío hecho de �palabras
que, como golpes de martillo, pueden abrir el camino al corazón de la
gente�. El navío construido con lo que Karl Krauss llama Politische
Phrasenvernebelung, es decir �niebla producida por frases políticas�
y que se ampara en la densa cortina de humo de un lenguaje que convierte
al semejante en alimaña, a su supresión en solución y al asesino en
salvador.Es el navío que flota en una Nebel que oculta la Nacht que
acecha en su seno. (Nacht un Nebel Erlass, �Orden Noche y Niebla�, se
llamó la directiva de Hitler que en 1941 estableció los procedimientos
para sofocar la resistencia en los países bajo su dominio). Este es el
navío que, con su forma simple de hablar, pretende pilotear Haider. Y sus
palabras, desmentidas o no, muestran a las claras el rumbo de navegación.
* Psicoanalista. Integrante del comité organizador del coloquio �Deseo
de ley�. Las citas de Haider están tomadas principalmente de su
discurso �El estado de la república y la situación del FPö�;
también de un informe de la Anti Defamation League y de la prensa en
general.
UN "MAS ALLA" DEL
ALCOHOLISMO
La responsabilidad de los
bebedores
Por Daniel Altomare *
El 10 de setiembre de 1998, en Página/12, escribí unas líneas donde
oponía alcoholismo y subjetividad. Creí tener razones de peso para
sostener esa hipótesis. Una de ellas estaba vinculada con la
imposibilidad de apelar a la responsabilidad subjetiva en el estado de
toxicidad que representa el alcoholismo. Otro motivo de peso estaba dado
por el hecho comprobable de que no en todos los casos, ni mucho menos, el
alcoholismo podía considerarse un síntoma. Por ello hablamos de
afección, cuestión esta última que invita a pensar el compromiso
corporal puesto en juego en al alcoholismo. La llamada afección toma
distancia de la noción de síntoma. Del síntoma sabemos que constituye
uno de los pliegues de la dimensión subjetiva.
Ahora bien, a poco de escribir a favor de estas formulaciones llamó mi
atención un costado oscuro en el trabajo con algunos pacientes acusados
por esta afección. En un momento determinado del tratamiento en el que
alcanzaron abstenerse de beber alcohol, sin otro instrumento que el de la
contención, se producía una configuración clínica nueva; no bebían,
pero tampoco se sentían compelidos a beber; no se hallaban en situación
alguna que hiciera pensar en un síndrome de abstinencia, pero tampoco
hablaban de la bebida. Ese estado alcanzado no les sugería absolutamente
nada, aunque el estado anterior, conocido vulgarmente como �estar en
carrera�, tampoco. A este último se refieren en tiempo pasado sin que
los reclame comentario, reflexión o asociación de ningún tipo. Del �logro�
terapéutico ponderan el restablecimiento físico que les genera el no
beber. Detalles más, detalles menos, las cosas suceden de esta manera.
Pero hay algo aún más sorprendente. Es el extraño efecto que genera en
ellos volver a beber: toman alcohol, pero también toman la palabra,
aunque con una dudosa eficacia, toman la palabra. Hablan menos del alcohol
que de su partenaire, las relaciones vinculares empiezan a tornarse
sensiblemente conflictivas, aparece la protesta, la queja... y la demanda.
Surge toda una corriente afectiva, lejos de la indiferencia en la que
parecían haberse zambullido al abandonar la bebida. Alguien podría
apreciar en estas observaciones los primeros indicios de un diagnóstico
diferencial. Pero no es ésa la vertiente por donde pretendo leer esta
manifestación clínica. Entiendo que, en rigor, este peculiar fenómeno
no obedece de manera exclusiva a un dato de estructura.
Entonces, con anterioridad había formulado que el alcoholismo se opone a
la subjetividad; quisiera ahora introducirme por otra vía al problema que
nos presenta el alcoholismo, sobre todo en aquellos casos que parecieran
contradecir aquella hipótesis y muy especialmente en aquellos casos en
donde el alcoholismo constituye un síntoma, con todas las implicancias
que tiene para el psicoanálisis la noción de síntoma. Cuando hablamos
de síntoma nos acercamos al problema de la subjetividad, demarcamos un
área, señalizamos un camino en la dirección de la cura. Pero enseguida
nos hacemos una primera objeción: hay que demostrar fundadamente que se
está frente a un síntoma, lo cual para el caso de la adicción al
alcohol no es nada sencillo. El alcoholismo oculta bien sus trampas, y en
ellas no sólo caen los alcohólicos sino también los imprudentes, los
que no se sorprenden nunca, los que persiguen con desesperación la
abstinencia como horizonte de la cura, los resultadistas, los que
renuncian por ideología al éxito terapéutico.
Un más allá del alcoholismo no excluye los peligros que acarrea la
práctica diaria con alcoholistas, sino que, más bien, propone virar el
punto cardinal que orienta nuestra clínica. Más allá del alcoholismo
supone transferir la orientación de la escucha a un orden distinto al del
abstencionismo. Pero, ¿qué sucede cuando ello no es posible? Pues bien,
eso hay que comprobarlo en cada caso. La demanda social impone un
régimenpoco conveniente para evaluar los progresos subjetivos habidos en
el interior de un tratamiento. Una cosa es el estado de cosas cuando nos
referimos a los embates del alcohol sobre el cuerpo y otra cosa es el
orden de los efectos al cual nos referimos subrayando las implicancias
subjetivas ínsitas en la llamada dependencia al alcohol.
Otra objeción a la hipótesis que opone alcoholismo y subjetividad es que
permanece encerrada en la formulación misma de esta proposición. En el
preciso instante en que nombramos el alcoholismo predicamos sobre el ser,
pero no avanzamos sobre la subjetividad. Y esta vía también nos propone
un salto de registro en la práctica.
Bien podemos preguntarnos las cosas de este modo: ¿hay sujeto en el
alcoholismo? ¿Por qué no habría de haber sujeto? Lo que oculta dicha
pregunta es la anteposición que caracteriza a una persona nombrándola
como alcohólica en perjuicio de la subjetividad. ¿Acaso no puede estar
jugándose allí la subjetividad, al menos en ciertos casos? ¿No es
posible pensar que justamente allí se alojan las condiciones de
posibilidad para la emergencia del sujeto? A propósito de esta
expresión, advertimos que no sólo por el alcoholismo hay emergencias: la
subjetividad también puede ponernos en �estado de emergencia�.
Entonces, sólo en algunos casos podemos plantear alcoholismo y
subjetividad en oposición: en otros, puede considerarse como nociones
solidarias, por ejemplo en los casos en que el alcoholismo constituya un
síntoma.
Otra perspectiva es la que tenemos al considerar el alcoholismo como
afección y no como una estructura, y sin embargo, por momentos, la
afección resulta estructurante: estructurante de la subjetividad. Cuando
nos referimos a la estructura, ¿no abonamos el terreno para pensar la
subjetividad? Es conveniente plantear las consideraciones sobre el
alcoholismo como función auxiliar de la subjetividad que se juega en cada
quien, vale decir, del orden de la posición subjetiva mas allá de la
estructura clínica de la cual se trate, y no solamente más allá de la
afección con la cual tratamos.
* Psicoanalista. Docente en la Universidad Nacional de Quilmes.
POSDATA
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Institucional. �Dramática
institucional. Organizaciones: de la memoria al proyecto�, con
Gustavo Aruguete en Sociedad Argentina de Psicodrama, el 23 a las 20.
4854-8742.
Acompañamiento. �Acompañamiento terapéutico�, cuatro
clases desde el 2 de marzo en la Liga Israelita. 4582-0421.
Clínica. �Lo simbólico, lo imaginario y lo real en la
clínica�, por María E. Troncoso y María de Musolino, jueves a las
19 desde el 21 en Mayéutica. 4961-0405.
Divorcio. Seminario �El divorcio: salida o encierro�, 24 y
25 de 9 a 12 en Cefyp, 4801-3485.
Concurso. Para una beca de investigación sobre redes sociales,
en Fundared. 4963-4642, www.fundared.org.ar.
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Mail de estas páginas: [email protected]
. Fax: 4334-2330.
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