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SOBRE
LA TRANSMISION DEL
PSICOANALISIS Y SU PRACTICA COTIDIANA
El parche de seda y el saco
zaparrastroso
La discordancia entre la práctica psicoanalítica
y las inquietudes sociales puede generar, según el autor de este
trabajo, un �remordimiento erotizado�, a menos que se �revalorice
el pensamiento como instrumento creador�. |
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Por Luis Hornstein *
No hay práctica sin proyecto. ¿Qué porvenir imaginamos para el
psicoanálisis? El análisis debe aportar herramientas conceptuales que
intenten responder a los requerimientos en salud mental, siendo ése uno
de los sentidos estratégicos del compromiso teórico. Ello en oposición
a convertirnos en custodios de no se sabe qué inmaculada pureza del
análisis.
Para lo cual es preciso revalorizar al pensamiento como instrumento
crítico-creador en lugar de que la discordancia entre las inquietudes
sociales y nuestra práctica específica genere un remordimiento
erotizado. El psicoanálisis tiene, como todo dominio científico,
autonomía relativa; pero si no se establecen fecundos intercambios con
aportes procedentes de otras disciplinas, esa autonomía corre el peligro
de convertirse en autismo.
Toda organización que no pueda ser perturbada por ruidos nuevos conduce a
una clausura y a su extinción según el principio de entropía. Esto
sucede tanto en sociedades como instituciones replegadas sobre ellas
mismas que se empobrecen y desaparecen (o también en teorías incapaces
de abrirse a las nuevas adquisiciones de conocimiento).
¿Como confrontar el Zeitgeist de Freud con el de nuestra época? Desde el
exterior desvelan al psicoanálisis, entre otras cuestiones: el
determinismo, el azar, la complejidad, los sistemas abiertos, la
autoorganización. Pero ¿qué teoría no es perturbada desde el exterior?
Claro, si bien la inmersión en lo nuevo violentará nuestras rutinas nos
aportará metáforas fértiles. Las metáforas valen por su poder de
evocación y de ilustración. Permiten atravesar clausuras disciplinarias
y representar de otra manera los procesos psíquicos, si sabemos evitar
los isomorfismos (es decir: conjunto de relaciones comunes en el seno de
entidades diferentes) entre disciplinas.
Confrontar al psicoanálisis con nuevas formas de pensamiento es, a un
siglo de su descubrimiento, insistir con su desafío fundacional. Actitud
algo más que legítima, imprescindible. El psicoanálisis nació de la
confrontación con las disciplinas de su época.
Mi convicción, apenas lo adelanto, es que sólo situándonos en los
bordes de la clínica y de la teoría lograremos un psicoanálisis apto
para afrontar el nuevo siglo.
El psicoanálisis es un saber instituido, lo instituido obstaculiza lo
instituyente. ¿Lo pensado potencia o avasalla lo pensante?
El primer conflicto del niño es pensar desde su propio cuerpo (teorías
sexuales infantiles), enfrentándose al discurso de los adultos, el de los
psicoanalistas, desde su propia experiencia, sin someterse a los discursos
oficiales. Es lo que posibilita la autonomía, tanto en los niños como en
los analistas. ¿Existen instituciones que promueven la autonomía?
¿Cómo estimular el pensamiento soslayando la prótesis del dogma o la
pertenencia a una institución burocratizada? Peligros complementarios y
solidarios. Cada uno se justifica mediante la denuncia del otro y los dos
coinciden en la malversación del psicoanálisis. La �subversión�
lacaniana no tendría gran cosa para subvertir sin las instituciones
oficiales, las cuales se ven confortadas en su burocratismo por la
fetichización del lacanismo (Castoriadis).
�Así nuevamente se demuestra cuán poco inteligente es coserle un solo
parche de seda a un saco zaparrastroso, cuán imposible llevar adelante
una reforma aislada sin modificar las bases del sistema.� (Freud, S.
1907)
Un psicoanalista hereda una tradición. El núcleo de ella es una
identificación con Freud. ¿De qué identificación se trata? Recordemos
al Freud (1897) que abandona la teoría traumática. �No creo más en mi
neurótica.� Porque no cree, puede crear. El no creer, el no quedar
fijado a lo ya dicho-ya escrito, le permite crear, fantasear, teorizar.
Freud y su obra deben constituir una identificación fundante que remite a
una filiación simbólica. Sólo desde esta apropiación se torna
factiblepensar a partir de Freud (más lejos o más cerca de Freud). Hay
cierta tendencia a transformar el estudio de los textos �sean de Freud,
sean de los autores posfreudianos� en un meticuloso estudio de sus
detalles, sin poner jamás en tela de juicio los principios. Pero si
retornamos sobre los fundamentos para problematizarlos y renovarlos, si
dejamos que repercutan sobre la praxis y que ésta impregne el abordaje de
los fundamentos, el riesgo de una escolástica se atenúa, si no
desaparece.
Un analista resulta de una trayectoria, ésta designa un itinerario y
condensa sus debates con la clínica, con los textos, con su propio
análisis, con las mil facetas de su vida. Supone un trabajo histórico de
la diferencia, se nutre del conflicto entre textos, entre autores, entre
prácticas. Es lo opuesto al afiliarse a una línea (un alinearse que
deviene �muchas veces� alienarse). Mientras una línea se aplica,
desde una trayectoria se puede pensar la praxis.
Se puede diferenciar entre un psicoanálisis en expansión que avanza
sobre nuevos territorios. Es un psicoanálisis de frontera. De un
psicoanálisis �puro� dedicado a administrar y legislar sobre todo
campo que se considere conquistado.
El psicoanálisis de frontera extiende el campo del análisis, modificando
el encuadre y el estilo interpretativo para adecuarse al paciente. Y sin
recurrir a denominaciones gratas a las corporaciones oficiales como �psicoterapia
analítica�, es decir sin recurrir al desgastado comodín de la
oposición oro-cobre.
El progreso de la praxis siempre dependió de aquellos que pudieron seguir
el juego con los analizandos que �no juegan el juego�. Los
considerados inanalizables por sus beneficios secundarios, por sus
modalidades transferenciales, por su ausencia de vida fantasmática, por
su tendencia a la actuación y a la somatización.
Estamos en los �estados límites� de la analizabilidad. En ellos se le
solicita al analista algo más que su disponibilidad afectiva y su
escucha: se solicita su potencialidad simbolizante. Potencialidad que no
sólo apunta a recuperar lo existente sino a producir lo que nunca estuvo.
La actitud técnica del analista debe ser modificada. No está escuchando
la �buena y leal� neurosis.
El psicoanálisis �puro� suele ser definido como el análisis
clásico, garante de la ortodoxia. En mi opinión es mera �idealización�
retrospectiva. En vano se le buscará asidero en los escritos de Freud y
menos en su práctica. El análisis �clásico� propició la
identificación a ciertos aspectos de Freud: al cirujano más que al
combatiente, al espejo indiferente más que el arqueólogo apasionado, al
metapsicólogo riguroso más que al militante de la cultura que escribió
�Moisés...� y �El porvenir de una ilusión�.
Lo propio de un ideal tal radica, precisamente, en la imposibilidad de su
realización integral. A pesar de ese ideal, las prácticas reales siempre
presentaron sus diferencias. Pero esas diferencias se pensaban como
deficiencias. La hegemonía del ideal del psicoanálisis �puro� u �ortodoxo�
o �clásico� siempre impidió pensar estas �debilidades� como
cualidades propias e irreductibles.
¿Qué hacer con la desnudez de las prácticas cotidianas ante su ideal?
Dos posibilidades se esbozan: O bien se asume ese desfasaje entre ideal y
práctica efectiva como punto de inflexión para la elaboración de
parámetros que sustenten otro tipo de racionalidad; o bien se continúa
asumiéndolo como debilidad. Asumir el desfasaje es comprometerse a
teorizar cada experiencia y reflexionar sobre las operaciones teóricas y
metodológicas puestas en juego en la producción de una situación
clínica. No para relatarlas, ni para hacer su crónica sino para
pensarlas: transformar un recorrido práctico en experiencia teórica. En
vez de practicar teorías, teorizar las diversas prácticas en que estamos
implicados. (Lewkowicz.) Más que improvisarse sociólogo, se trata de
reflexionar sobre la inserción social del psicoanálisis. Nadie es
etnólogo en su propia sociedad; hay demasiados intereses compartidos,
demasiadas complicidades creadas, pero es fundamental dilucidar la lógica
de difusión del psicoanálisis y sus funciones en relación con el
conjunto de prácticas que con él coexisten dentro del mismo campo
social.
El desafío actual es trascender el burocratismo institucional eludiendo
su atrapamiento en una visión tan pura como estéril. Sólo un
psicoanálisis que preserve capacidad de implicación logrará inscribirse
productivamente en el conjunto de las prácticas.
* Fragmento de un libro de próxima aparición (Narcisismo: sujeto y
devenir, Paidós, 2000).
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Humo. Curso para dejar de fumar en el servicio de
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Psicodrama. Encuentro Nacional de Psicodrama, 11, 12 y 13 de
mayo. Sociedad Argentina de Psicodrama, 4854-8742.
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Fundación Huésped. 4981-2071.
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al sistema comprehensivo de Exner y otros en la Mutual de
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Andersen, del 3 al 5 de abril. Fundación Interfaz y Centro de
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Difíciles. �Tratamientos de inicios difíciles�:
seminario por Sergio Rodríguez. 4774-0205.
Grafo. �El grafo del deseo�, por Blanca Lorenzo en
Mayéutica. Viernes a las 19 desde el 10. Gratuito. 4961-0405.
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Grupos. Programa de especialización en Instituto de
Investigaciones Grupales de Graciela Jasiner. 4833-7808.
Posgrado. En la Escuela de Psicoanálisis del Centro Sigmund Freud.
48239450.
Psiquiatría. Congreso Argentino de Psiquiatría y Salud
Mental, de la Asociación de Psiquiatras Argentinos, del 30 al 2 de
abril en Mar del Plata. 4326-2844. www.apsa.org.ar
Cuerpo. Posgrado en la Facultad de Medicina de UBA: �Cuerpo
y psicoanálisis: clínica psicosomática�. Director: Jorge Ulnik.
4773-0683.
Radio. Temas de psicología y psicoanálisis en el programa
�El navegante� de FM Freeway (zona Oeste), con Paula Guerra y
Pablo Méndez.
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Sexual. Congreso Latinoamericano de Salud Sexual y Reproductiva, del
14 al 16 de abril en el Centro Cultural San Martín. www.sexosalud.
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hasta el 24 de marzo de 9 a 12 en Montes de Oca 40. 4307-6590.
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