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REFLEXIONES SOBRE LA
 PSICOPATOLOGIA DEL DUELO POR LA PERDIDA DEL EMPLEO
�Mi trabajo murió y yo estoy velándolo� 

El autor enfoca la desocupación como un duelo, como lo sería la pérdida de un ser querido. Destaca que, como todo duelo, su adecuada elaboración exige la presencia activa de la red familiar y social. Y la incluye en una teoría de la identidad y la innovación: �Reciclarse, repensarse, reinventarse�.

Exilio: �El desocupado, como el exiliado, se siente sancionado, desplazado, humillado, herido en su dignidad, avergonzado y echado de su país�.

Por Guillermo Ferchstut *

El trabajo no solamente produce los medios para obtener alimento y vestidos, casa y protección para la familia: además asegura los lazos que unen entre sí a las personas que forman el grupo familiar y los niveles jerárquicos en el adentro, como la pertenencia y la representatividad en el afuera.
Los apellidos patronímicos, muchas veces antiguas denominaciones profesionales de los portadores, explican la delimitación de rasgos de identidad que diferenciaban a los grupos y contribuían a desarrollar la red social de pertenencia, los factores que hacían al mutuo reconocimiento, y fue así en distintas culturas: Smith, Szchmitz: herrero; Bekerman: panadero; Taylor: sastre.
En el trabajo se halla involucrado el presente del individuo y su capacidad de pensarse a sí mismo en la actualidad, como la de reconocerse en el pasado y proyectarse en el futuro en tanto transformador, productor y modificador de sí mismo y de su entorno. Cualquier eventualidad que interfiera la relación del hombre con su trabajo amenazará esa relación, sea cual sea el equilibrio que previamente haya logrado. La pérdida desorganiza nuestra capacidad de encontrar sentido a la experiencia y el duelo representa la lucha por recuperar el sentido cuando las circunstancias han aturdido, confundido o traicionado.
La desocupación, como cambio brusco en la vida de un individuo �y de su entorno�, trae una crisis en su autoestima y en su sentimiento de identidad. Seguir siendo uno mismo, conservar la mismidad a través de las circunstancias, forma la base del sentido de la identidad, es responsable por la integración del yo e indirectamente mide la fuerza del yo. 
Al perderse el trabajo, se desvanece su función como elemento básico de integración social, y constitutivo de la identidad cultural, sin que se hayan desarrollado alternativas de reemplazo. De golpe, algo cambia, algo se pierde, como en el exilio: uno se siente sancionado, desplazado, humillado, herido en su dignidad, avergonzado y echado de su contexto, de su país, de su terreno, sin siquiera haberse movido. Se impone la pérdida y parece imposible recuperar lo perdido.
Lo sabían los griegos cuando crearon el exilio como el peor castigo posible, con el despojo de los elementos fundantes de la identidad de un individuo. Menos la vida, le quitaban todo: el contexto, el uso de su lengua, el sentimiento de ser reconocido y sentirse necesario para otro. 
El dolor, el rechazo, la desconfianza, la pena y la envidia, el sufrimiento ante la pérdida equiparan el desempleo y a sus consecuencias con el proceso que en psicoanálisis se denomina �duelo�. Semejante al exilio, la pérdida del trabajo trae consigo manifestaciones y ansiedades persecutorias y amenazantes frente a lo nuevo, la propia vida futura �¿y ahora qué?�, y ansiedades depresivas, dolorosas, que dan lugar a un duelo por los objetos abandonados y por las partes perdidas del self �ya nunca más�, así como ansiedades confusionales y despersonalización, por la pérdida de discriminación entre lo nuevo y lo viejo. El resultado es un sentimiento de desamparo, la sensación de estar excluido de sí mismo. Desempleo-exilio-desamparo-muerte civil.
Al estado de incertidumbre y de inseguridad le siguen síntomas muy variados: desde trastornos psicosomáticos hasta problemas de conducta que se extienden al medio que las rodea, como una mancha de aceite, ya que, en el sistema familiar, el cambio de una de las partes influye en el resto.
El individuo que sufre una prolongada cesantía, en especial si sobrevino bruscamente, cae en una especie de �montaña rusa� emocional: teme ser discriminado en su ámbito como lo fue en su trabajo, y padece las dificultades que surgen del hecho de sentirse inseguro, indefenso y de tener que pedir. El sentimiento de incertidumbre y de inseguridad por el futuro da lugar a conductas que van desde la más tajante de las negaciones hasta estados de desesperación aguda.
No es difícil percibir las consecuencias de tales estados en las personas afectadas y su medio: conflictos en la pareja, reproches, problemas sexuales, propensión a accidentes, separaciones. Se advierte entonces que el trabajo cumple una función de organizador del individuo y su ubicación en la sociedad, y de meta que asegura un horizonte al grupo familiar.
Pueden señalarse varias etapas, con oscilaciones entre: a) el shock, b) el optimismo, c) el pesimismo, y d) el fatalismo. Esta última representa la transición de la inactividad a la frustración, y de allí a un estado final de apatía, donde la persona alcanza su más bajo nivel de autoestima ��Me siento como un fantasma que camina��.
Un estudio canadiense dice: �Perder el empleo puede provocar un lento proceso de muerte�. Hay, incluso, alguna evidencia de que la acumulación de cambios personales, aun los deseados, puede provocar una quiebra en la salud. Tanto más si se trata de cambios no deseados.
En el duelo por la pérdida de un familiar, la importancia de los ritos personales, familiares y sociales de despedida surge del hecho de que expresan la pérdida. Son ceremonias que van reforzando la seguridad y evitan impactos en sus condiciones de salud. Los ritos del duelo sirven para reiniciar la red de vínculos, alivian la carga del dolor y articulan los procesos que expresan relaciones sentidas como quebradas o perdidas. �Te acompaño en el sentimiento, no estás solo, nosotros seguimos con vos.� Son marcas que delimitan tiempos y pasos, ceremoniosamente cumplidos.
Del mismo modo, para el que pierde su empleo hacen falta ritos de despedida, de limitación, de consenso, que le aseguren la continuidad de su pertenencia al grupo. El acompañar al doliente lo sostiene en su dolor, porque él también había perdido el sentimiento de ser necesario para otro. Así se logra mantener la cohesión de las partes separadas, sin perder la relación entre ellas y con el yo, recuperando la confianza en la vida. 
Wilfred Bion mostró cómo el cambio catastrófico puede desembocar en una catástrofe verdadera o, por el contrario, en una evolución exitosa y creativa. También el desempleo puede adquirir el significado de un fracaso o derivar hacia un renacimiento. Ayudar a reorganizar, adaptar, aceptar, conseguir elementos a través de los cuales el yo reconozca la realidad de la estructura existente, y evitar con ello la desorganización. Recuperar la regularidad de los hechos de la vida y la estabilidad que reposa en la continuidad de su sentido. El antivideoclip.
La continuidad de sentido va acompañada por la identidad y las experiencias a través de las cuales nuestras necesidades emocionales adquirieron el hábito. No podemos sobrevivir sin un sistema en el que exista algún tipo de predicción sobre el curso de los hechos. Y no importa si el sistema es falso o no. No podríamos sobrevivir ni siquiera un día si nuestro contexto físico no fuese predecible: cada día tenemos que reconocernos a nosotros mismos, de manera tal que nuestra identidad, el l �quiénes somos, cómo son nuestros sentimientos�, se conserve más allá de los cambios, internos y externos. Desde la primera infancia aprendemos a otorgar sentido a las cosas y a la gente, y a transferir y aplicar a situaciones nuevas, las experiencias asimiladas, colocándolas en los contextos de una confiable y familiar construcción de la realidad.
El origen de la innovación y su propósito esencial puede ser una forma de elaborar la reorganización, proceso fundamentalmente similar a la pérdida y a la elaboración del duelo. Enfrentados con una disrupción drástica, de alguna manera los sobrevivientes se agrupan y siguen adelante. Como sea, la continuidad del pasado y del presente tiene que ser mantenida. 
Un hombre hambriento no sufrirá mientras pueda asirse a la idea de que va a encontrar alivio, aun cuando gaste lo último de su energía. Pero una persona en duelo no tiene un sustituto aceptable. Ni siquiera las otras personas, o los parientes, o la seguridad, sirven para tapar la pérdida, que parece irremediable porque no tiene reemplazo ni equivalente. �Yo sé que ahora vendrán caras extrañas...� El duelo, con sus vicisitudes, sería una lucha para reparar el esencial rasgo de la continuidad, cuya resolución sigue mostrando una profunda ambivalencia.
La desocupación es un proceso, no una situación estática, ya que se extiende desde el instante en que se vive la pérdida del empleo hasta el momento de un eventual reingreso como fuerza de trabajo. Es un pasaje de una situación a otra, que exhibe similitudes con otros acontecimientos vitales como el divorcio, las muertes cercanas, la enfermedad, los fracasos personales. El hecho de que comprender la naturaleza de lo que perdimos pueda disminuir el dolor del duelo no aparece inmediatamente. Percibir la diferencia y comprenderla, no sólo para llorarla sino también para evaluarla y cambiar las perspectivas, es lo que duele del duelo. Y lleva tiempo. Y no siempre el resultado es exitoso.
Cualquier tipo de trabajo, incluso el trabajo de conseguir trabajo, es la alternativa. Porque hay subproductos del trabajo tan importantes como la remuneración �la organización personal y familiar mediante un horario de la cotidianidad, los contactos sociales, la claridad sobre metas y propósitos, la definición de identidades y el impulso hacia la actividad� que peligran al perderse el puesto de trabajo. Y hay personas que requieren un reordenamiento interdisciplinario �reciclarse, repensarse, reinventarse� de su ubicación en el desgarro de las redes, ya que de enredados y productivos pasaron a engalletados y rotos.
Entonces, conviene distinguir entre desocupación y pérdida de empleo. Desocupación es también bajar los brazos.

* Miembro didacta de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA). Texto extractado del trabajo incluido en la compilación La cuestión de la cura. Direcciones y límites, de la cátedra Psicoterapia I de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Plata, a cargo de Carlos Brück.

 


 

EL PSICOANALISIS Y LAS MARCAS DE LA EPOCA
Caída de las categorías sexuales

Por Alicia Azubel *

El modo en que se teoriza la diferencia sexual, tanto como lo que podría llamarse la �filosofía espontánea� del analista en cuanto a la caracterización de lo masculino-femenino, tiene especial incidencia en cuanto a la manera de llevar adelante el tratamiento de los pacientes varones o mujeres.
Y es oportuno preguntarse por la relación de la escucha analítica con los tiempos. Los tiempos no sólo inciden en ciertos modos de escuchar, sino que también delimitan un cierto margen de posibilidades e imposibilidades en los modos posibles de realización subjetiva. Preguntarse qué de la cultura, de los tiempos que corren, marca la producción teórica psicoanalítica, obturando la escucha alrededor de ciertos prejuicios. 
Por ejemplo, alguien puede quejarse de lo injusta y adversa que es la vida: de todas las insuficiencias de la vida sexual-social-intelectual- económica; del tiempo que pasa sin pedir permiso. Y, como telón de fondo de la queja, la convicción de un Todo posible, vedado para la persona que se queja, pero no para ciertos otros/otras, de los que ella estaría excluida. Un discurso atravesado por el Todo/Nada. En esta versión, el obstáculo no está discursivamente situado en ser mujer o varón sino en la convicción de que la completitud es posible, tanto para el hombre como para la mujer. No sería sólo el hombre el predestinado para una ambición de realización subjetiva marcada por una elección. Esta es una marca de época. 
Claro que esto mismo puede escucharse desde la escena freudiana de principio de siglo, y ello no es sin consecuencias en los análisis. Sin embargo, es una marca de época que la potencial completitud no se construya solamente sobre la figura del varón o sobre el imaginario de lo masculino, y tampoco exclusivamente en referencia a la vertiente de la maternidad, la equivalencia mujer plena = madre. 
Es muy interesante constatar que, en una época caracterizada por cierto furor categorizador, las categorías masculino-femenino han perdido consistencia. Y esto no deja de palparse en la clínica: consultas de hombres en un orden de demandas que se dirían más del lado de lo femenino; consultas en mujeres del lado de las que tradicionalmente eran consultas de varones. Un analista, hace poco, bromeaba al decir que, hace unos años, las mujeres consultaban porque no podían acabar, o porque el orgasmo clitoridiano era vivido como culposo, o no verdadero, o insuficiente. Hoy, en cambio, consultan porque no pueden escribir o ganar dinero. Las mujeres desean ser más activas sin que ello se deslice necesariamente a una identificación con el sexo masculino. La pregunta que así abren es por qué, existiendo la opción que no identifica ya mujer con madre, algo en su subjetividad, en su capacidad de goce y de trabajo, queda inhibido. 

* Fragmento del trabajo �Versiones de la diferencia�, presentado en las Jornadas de Psicoanálisis �Las marcas de la época�, Seminario Lacaniano, Buenos Aires, junio de 1999.

 

 

POSDATA

Transferencia. �Deseo y saber en la transferencia�, por Norberto Ferreyra, el 24 a las 20.30 en Palestina 1021. 4861-6008. Gratuito.
Y transferencia. �La transferencia�, ateneo con Bettina Quiroga y Marcelo Hekier en Nuevo Centro, el 23 a las 19.45. 4953-4326. Gratuito.
Atencional. �El déficit atencional: cómo reconocerlo y tratarlo�, el 20 de 9 a 13 con S. Solzi de Rofman, M. Valin y B. de Soifer en Fundación ADIP. 4855-5968. 
Aborto. �Interrupción de un embarazo: mujeres y varones frente al aborto�, con J. C. Volnovich y M. Rosenberg, hoy a las 20. Av. de Mayo 950. Gratuito.
Revistas. Zona Erógena, con �El polémico �avance� de los psicofármcos� y otros temas; Actualidad Psicológica sobre �Psicoanálisis y neurociencia�. 
Repetición. �Repetición�, por Manuel Rubio, en el seminario �Conceptos fundamentales�, el 23 a las 20 en el Cultural San Martín, Sarmiento 1551. Gratuito.
Maltrato. �Maltrato y abuso infantojuvenil: su prevención�, con M. I. Sambusini y M. Nudelman, el 24 a las 19.30 en Biblioteca del Congreso, 4371-7072. Ateneo Psicoanalítico.
Diversidad. �Diversidades familiares�, jornada en Cefyp, el 20 de 9.30 a 14. 4801-3485.
Psicofármacos. Curso de neuropsicofarmacología en la Asociación Gremial de Psiquiatras: 2 y 3 de junio. 4334-1730.
Convivencia. Seminarios de formación de �agentes de convivencia�, de la Facu de Sociales de la UBA y la Fundación Artistas Discapacitados, sábados de 10 a 13. 4941-2323. 
Canto. �Terapia del canto y de los vientos�, con Alberto Kuselman en Centro Cultural Recoleta, sala 26, el 20 a las 14.30. 4583-8585.

Mail de estas páginas: [email protected] . Fax: 4334-2330.


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