Por Juan Carlos Volnovich *
Pocas dudas caben acerca de un rasgo característico de nuestra cultura: asistimos a un período de la historia de la humanidad en que las mujeres están empezando a circular por la esfera pública como nunca antes había sucedido. Y el registro, la manera en que este fenómeno se inscribe, tiene complejos efectos en el imaginario social y en la constitución subjetiva de las niñas y de los niños.
Hace años que insisto en la importancia, para los chicos, de que los padres varones se involucren en la crianza desde los primeros momentos. La mayoría de los padres se autoexcluyen como modelo de identificación para sus hijas. Claro que, cuando los padres se ofrecen como modelo de identificación en base a valores tradicionalmente masculinos que correspondan a la independencia, la autonomía y la autoafirmación en el espacio público, las niñas pueden leer esta �generosidad� como la prueba flagrante de haberlos defraudado, interpretando una sociedad patriarcal en la que generalmente los hombres, y también las mujeres, prefieren tener hijos varones. Parecerían decir: �Mi padre no acepta mi condición de mujer y por eso me cría como si yo fuera el hijo varón que le hubiera gustado tener�. No obstante, nada impide pensar que aquellos padres que estimulan en sus hijas la adquisición de aspectos hasta ahora considerados �viriles� o �masculinos�, antes que padres patriarcales que no se resignan a haber tenido hijas mujeres son �además, o también� varones profeministas que no se resignan a tener hijas condenadas a la discapacidad, víctimas de la discriminación, por la sola condición de ser mujeres.
Aunque las niñas no duden de su talento, de su inteligencia y sus habilidades para desempeñarse en el espacio público, ellas saben que corren siempre el riesgo de quedar fijadas ante la mirada del hombre, como �ese oscuro objeto del deseo�. Como sostiene Emilce Dio Bleichmar, la sensación de ser miradas �que las acompaña permanentemente�, el temor a ser invadidas aun en la intimidad, la convicción de valer más por sus atributos que por sus talentos o habilidades, tienen profundas consecuencias en la vida psíquica de las mujeres.
En el caso de los varones, todo hace pensar que comienza a darse en los vínculos intersubjetivos una creciente disociación entre los aspectos instituidos, que tienden al reforzamiento de paradigmas patriarcales �cuando se trata de los vínculos conyugales� y aspectos instituyentes que tienden a la incorporación de nuevas formas de gerenciar las relaciones entre los géneros �cuando se trata de los vínculos filiales�. Esto equivale a afirmar la evidencia de padres varones que estimulan en sus hijas características de independencia y autonomía, las mismas que les cuesta aceptar en su esposa, madre de sus hijas.
Esto genera no pocos conflictos, porque son justamente esas madres dependientes y sometidas las que deberán reconocer a las hijas independientes y autónomas para garantizar su filiación.
Ahora bien, si las madres se rebelan a seguir siendo sólo objeto para sus hijos/as y van adquiriendo, aunque dificultosa y precariamente, lugar y reconocimiento como sujetos dignos de promover identificaciones menos devaluadas; si los padres varones destinan a sus hijas una oferta, un caudal identificatorio de valores de independencia y autonomía que permiten pensar nuevas formas de subjetivación para las mujeres, no sucede lo mismo con respecto a los hijos varones.
El rechazo y la denigración que la cultura patriarcal aún mantiene hacia los valores tradicionalmente considerados femeninos promueve en los niños la represión y el desprecio de aquellas cualidades que, en el imaginario social, siguen sostenidas como atributos de mujeres, al estilo de la ternura, la suavidad y la delicadeza. Esto priva a los varones de un amplio espectro de recursos afectivos y simbólicos; talentos que resignan �resignamos� en función de la fidelidad a una identidad masculina tradicional.
Llegamos así a un producto novedoso: niñas florecientes y varones en conflicto.
Las niñas, desde muy temprano, quieren ser como el papá; no sólo tenerlo heterosexualmente. Ese deseo de ser como el papá nada tiene que ver con algún tipo de predisposición lesbiana; ni siquiera alude al movimiento que las niñas emprenden con la intención de separarse de la madre en su proyecto de individuación. Las niñas acuden al padre �hago mal en llamarlo �padre� porque en realidad se trata de un �segundo adulto�, como señala Jessica Benjamin, que bien pudiera ser la pareja homosexual de la madre o el héroe que le aporta la televisión�, las niñas acuden al padre con la intención de ser iniciadas en el camino que les permitirá ocupar el lugar de sujetos deseantes, capaces de develar el enigma de su subjetividad. Lo que la niña busca en esa persona es el reconocimiento de su condición de igual. Ella espera que el papá le sugiera algo así como: �Sí, vos podés ser como yo�; �vos tenés derecho a saber y a hacer lo que quieras�.
En las primeras etapas de la vida, el padre es fundamental para las niñas justamente por lo que no es para ellas: pareja heterosexual que compensará la desilusión sufrida por la niña en el vínculo con la mamá ofreciéndose como premio consuelo para aportarle la sagrada ecuación: pene-hijos.
El padre es fundamental para las niñas como compañero de aventuras; sujeto que las reconoce dignas de ser su cómplice; elegidas como compinches. El padre es fundamental como el espejo en el que la niña pueda verse queriendo y actuando en consecuencia para lograr lo que quiere; espejo que legitime sus anhelos y que registre su tránsito por el excitante mundo exterior.
Entonces, antes que envidia fálica, se trata de la frustración �y el odio que la frustración supone� cuando el papá no es capaz de descifrar el pedido que la hija le dirige. Si, frente a la solicitud de reconocimiento, el papá la ignora por el solo hecho de ser niña �mientras se luce orgulloso con su hijo varón�; si la mira sólo como a una muñequita, como objeto a ser cuidado, como discapacitada a ser atendida, como cuerpo erótico a ser servido; si ante el pedido de reconocimiento el papá la mira y no la toca �o la toca como no debería tocarla�, todo un dispositivo que la lleva a la depresión, al sometimiento, al masoquismo y a la dependencia afectiva se instala para confirmar los prejuicios de género que caracterizan al patriarcado y que componen esa imagen costumbrista de mujeres circulando por el espacio público como versiones apenas aggiornadas y occidentalizadas de las mujeres talibanes.
Con esto intento salir al cruce de esas interpretaciones psicoanalíticas que atribuyen intenciones de seducción a las mujeres que se acercan a los varones cuando, en realidad, sólo buscan valores de independencia. Intento desmontar esas afirmaciones sobre una supuesta envidia fálica allí donde existe el reconocimiento de que los varones tenemos ciertos privilegios que les están vedados a las mujeres y que ellas, legítimamente, reclaman para sí.
El reconocimiento de los padres hacia sus hijas, la aceptación de que ellas pueden ser como él, identificarse con él y, antes que objeto, llegar a sostenerse como sujetos de deseo, es condición fundamental para la autoafirmación de las mujeres.
De esta manera, es probable que una niña que haya sido reconocida por su padre como sujeto deseante pueda elegir, una vez adulta, amar en los hombres la masculinidad que quiso tener para sí. Pero ese amor será, en este caso, un amor menos contaminado con el sometimiento, la envidia y la culpa. Es probable que las niñas que en su infancia no hayan sido defraudadas ni frustradas en su reclamo de ser reconocidas como sujetos deseantes puedan concebir el amor como un fin en sí mismo y no sólo como un medio para envidiar o robar la independencia y la autonomía.
* Psicoanalista.
ANIVERSARIO DE UN MANIFIESTO SOBRE PSICODRAMA
�Expresamos una identidad cultural�
Por Fidel Moccio, Carlos Martínez Bouquet y Eduardo Pavlovsky
En 1970 los autores de esta nota �junto con otros compañeros que habían recibido formación psicodramática� fundamos el Centro Experimental Psicodramático Latinoamericano. Dicho grupo intentaba diferenciar nuestra silueta cultural de otras aplicaciones del psicodrama y la psicoterapia que, pensábamos, contribuían a la adaptación del individuo al pensamiento hegemónico dominante.
Habíamos participado en Buenos Aires de experiencias coordinadas por terapeutas norteamericanos invitados y nos parecía que la utilización de los procedimientos y métodos grupales por ellos aplicados facilitaban la �liberación sexual� como instrumento de �curación�. Sesiones de 10 horas y de 16 horas como integrantes de estos laboratorios nos señalaban que la �promiscuidad sexual� parecía ser el objeto final de dichos eventos. Percibíamos también que los coordinadores intentaban �controlar� todo tipo de manifestación agresiva entre los miembros del grupo �de una manera clara y definida� durante los laboratorios.
Así, redactamos el Manifiesto del Grupo Experimental Psicodramático Latinoamericano, como primer intento de diferenciarnos de esos procedimientos terapéuticos. Nuestra intención era que funcionara como intervención institucional en el Congreso Internacional de Psicodrama y Sociodrama realizado en Amsterdam en agosto de 1971. Transcribimos algunos de sus párrafos:
�Proponemos el uso de las técnicas dramáticas grupales con los objetivos de: 1) poner en evidencia los sistemas represivos y las conductas que éstos fomentan; 2) detectar y enfrentar situaciones de injusticia social y otras conductas en los grupos relacionadas con todo tipo de diferencias sociales; 3) investigar las conductas autoritarias dentro y fuera de las instituciones; 4) revisar y analizar los roles sociales y detectar los �emisores de normas�, que en defensa de sus propios intereses imponen roles no relacionados con el interés de la comunidad.�
�Creemos que bajo toda situación terapéutica habitualmente subyace una situación autoritaria a pesquisar: el psicoterapeuta posee siempre la verdad y el paciente es aquel que debe ser reformado.� �El terapeuta representa en el grupo muchas veces el rol de la clase dominante y es transmisor de normas que la clase dominante impone a la subordinada.�
�¿Qué hacer con nuestro poder terapéutico?�: así finalizaba el Manifiesto, que se leyó en Amsterdam en una sección que se denominó �Psicodrama: conversación o cambio� y reunió a muchos asistentes franceses, alemanes, ingleses y holandeses. Un grupo de jóvenes psicólogos holandeses apoyaron fuertemente nuestros cuestionamientos oponiéndose a las técnicas de laboratorio, sobre todo norteamericanas provenientes de California. El Manifiesto intentaba expresar nuestra identidad cultural; ése fue su motivo y su sentido.
posdata |
Pareja. Jornada �Actualizaciones en psicoanálisis de pareja�, el 16 de 9 a 13 en la Asociación de Psicología y Psicoterapia de Grupo. 4774-6465.
Orgasmo. �La función del orgasmo. Introducción a la obra de Wilhelm Reich�, por Carlos Liendro en Facu de Psico, desde el 18 a las 21. Independencia 3065. Gratuito.
Nudos. �Los nudos del amor�, por María Isabel de Espinosa en el ciclo Literatura-Psicoanálisis. Fundación Discurso Freudiano. El 18 de 19 a 20.30. 4772-8997. Gratuito.
Lacan. �Recepción de Jacques Lacan en la Argentina�, por Germán García. Hoy a las 20 en Vicente López 2220. Gratuito.
Bordes. �Psicoanálisis en los bordes�, por Silvia Detchesari a las 18.30 y José Zuberman a las 20.30, el 19 en Centro Dos. 4961-8072. Gratuito.
Café. �Café psicológico�, charla abierta sobre temas psi, jueves de 20 a 22 en el bar de Serrano 1505.
Varones. Presentación del libro Varones. Género y subjetividad masculina, de Mabel Burin e Irene Meler. Con Norberto Inda y Juan C. Volnovich, hoy a las 20 en Armenia 1322.
Psicomotricidad. Congreso �50 años de psicomotricidad en América del Sur�, del 22 al 24. Federación Argentina de Educción Psicomotriz. 4771-4600.
Peritajes. Seminario de actualización en peritajes psicológicos (violencia doméstica, abuso) con G. González, C. Miranda, A. Pancer y E. Spano en Fundación Alicia Moreau de Justo, desde el 16. 4924-2660.
Malestar. Jornada �La salud mental, un bien público. El malestar cotidiano�, el 30 de 9 a 15. Consejo Multisectorial de Organizaciones Sociales de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires. Talleres: �Personas en situación límite�; �Salud mental y Estado�; �Desmanicomialización�; �Sistema actual de salud�. Inscripción hasta el 22: 4338-4900 int. 7557/58/59. Gratuito.
Integración. Seminario �Técnicas de integración grupal�, con Silvina Waisman en la Escuela de Psicodrama del Hospital Borda. Jueves de 8.30 a 11.30 desde el 21. 4674-3631. Gratuito.
Niños. �Jornadas del Psicoanalista de Niños� en Círculo Psicoanalítico Freudiano, el 16 de 9 a 17.30. 4866-3443.
Soledad. �La soledad después de los 60�, taller abierto a la comunidad, con Susana Wortman en Sociedad de Terapia Familiar. 4962-4306.
Infertilidad. Jornada �Impsi� de Prevención de la Infertilidad, el 28 desde las 9 en el Centro Cultural Recoleta. Coordinación: Luisa Barón. Instituto para la Investigación Médico-Psicológica. 4334-0033.
Violencia. Jornada �Violencia familiar y social�, con Carlos Sluzki, el 23 de 9 a 16 en Cefyp. 4801-3485.
Y violencia. Seminario �Sujetos en situaciones de violencia�, por Roxana Yattah en el Ameghino, los miércoles de 13.30 a 15. 4702-7489. |
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