Misteriosas criaturas esfumadas
Para sus adoradores, los discos de Carlos Gardel no son sólo esas placas negras que giran vertiginosamente, sino también los misterios que los rodean. El inexplicable hueco dejado por registros esfumados, la búsqueda obsesiva de los coleccionistas (que el azar recompensa en forma inesperada o burla para siempre), los títulos inéditos y los discos inhallables, son algunos de los desvelos y desafíos que aquí se abordan. Por Carlos José Fakih En los cientos de libros que se han editado desde su trágica desaparición parece estar todo dicho sobre la vida y la obra de Carlos Gardel. Aun así, subsisten las controversias: nacionalidad, edad, causas del accidente, para citar sólo algunas. La lista podría seguir hasta el infinito. Sin ir más lejos, aún no se ha explorado en forma exhaustiva la vasta (y por ahora caótica) discografía gardeliana, con más de novecientos títulos conocidos y otras muchas incógnitas. En el año 1913, cuando era apenas un joven cultor del repertorio nativo, Gardel fue contratado por el sello Columbia para realizar una serie de discos dobles de 78 rpm, cuya cantidad se torna un tanto difícil de precisar. De acuerdo a lo que se conoce, habrían sido catorce temas en siete placas, pero existe una obra no identificada �probablemente el estilo �A Eduardo Newbery�� que constituiría la grabación número quince. De existir ésta, para completar el octavo disco debería existir otro tema. Sin embargo, el mayor coleccionista de discos gardelianos en la Argentina, Enrique Ruiz Daudet, ya fallecido, afirmaba en mayo de 1952 en la revista Discomanía que Gardel había registrado muchos más: 44 temas, en 22 discos. Entre los títulos inéditos citaba como ejemplos �Mi techo de estrellas�, �Glorioso centenario�, �La tísica� y �El prisionero�, y hacía alusión a la escasa venta de esas grabaciones. A tal punto que, años más tarde, al cerrar sus puertas definitivamente la casa Taggini, encargada de la distribución de esos discos, las comentadas placas se encontraban apiladas en gran cantidad y en completo estado de abandono. En 1955 se reconstruyeron técnicamente cuatro matrices de esta serie: los estilos �Pobre Madre�, �Mi china cabrera (Palanganeando)�, �La mañanita� y la cifra �Yo sé hacer�, suplantando la primitiva guitarra de Gardel por la de Roberto Grela. Pero de acuerdo al número de matriz (56.748/1), el primer registro de aquel contrato corresponde al estilo �Sos mi tirador plateado� (que en 1917 Gardel grabaría nuevamente como �Sos el tirador plateado� y, finalmente, el 6 de noviembre de 1933 como �El tirador plateado�). En aquel registro inicial, el cantor se acompaña en guitarra y la carátula reza: �Carlos Gardel, Tenor y Guitarra, Artista del Teatro Nacional�. Cuatro años transcurrirían antes de que el cantor retornara a la grabación, luego de esa primera experiencia. Constituido el dúo Gardel-Razzano, ambos son contratados por el sello Nacional-Odeón, y en 1917 comienzan a grabar. El sistema, denominado acústico o mecánico, consistía en dos grandes bocinas frente a las cuales se instalaban cantor y acompañantes, en tanto los sonidos se imprimían sobre cera virgen. De este comienzo se conoce sólo el año de grabación, aunque algunos historiadores citan el día 9 de abril como fecha cierta, y ambientan la escena en una vieja casona propiedad de Max Glücksmann, representante del sello, ubicada en la entonces calle Cangallo, casi esquina Callao. Con el acompañamiento en guitarra de un moreno concertista de nombre José Ricardo, el dúo registra (con el número de matriz 28) la canción de Angel Villoldo �Cantar eterno� (que, por raro designio, es la última que compone aquel verdadero padre del tango y autor de �El choclo�). En el reverso de aquel disco, Razzano entonaba como solista la cifra �Entre colores�. Vuelve a ser Razzano el solista en la segunda placa, el estilo �A mi morocha�, acoplándose Gardel para que el dúo cante �El Sol del 25�. Recién en la tercera entrega aparece Gardel sin su compañero: �El pangaré�, de Alcides de María, es la pieza elegida por el cantor para iniciar aquella serie de grabaciones que se extendería durante dieciséis años. A ese tema se le acopla �Brisas� (que Gardel ya había registrado para Columbia con el título �Brisas de la tarde�), en versión a dúo con Razzano. �Mi noche triste� es el primer tango que Gardel registra en disco, acompañado para su venta por el estilo �Puntana�, ejecutado por el dúo (matriz número 89). Ya más afianzado en el tango, Gardel llevaría al disco una mayoría de letras de Pascual Contursi. En 1921 sobreviene otro hito en su carrera discográfica, al incorporar al guitarrista Guillermo Desiderio Barbieri para complementar la labor del moreno Ricardo. También se suma a la troupe gardeliana un periodista platense, Juan Andrés Caruso (letrista a quien Gardel le grabó más que a ningún otro: 38 temas): la relación se inicia con �Los indios�, cuya segunda parte tiene la peculiaridad de ser interpretada por el Morocho... en guaraní. Caruso escribirá junto con Canaro �La brisa�, en tiempo de tango, pero de sugestiva similitud en su música a los antes citados �Brisas de la tarde� y �Brisas�. Existe una prueba de ese tango �Gardel hacía hasta seis versiones de cada tema antes de quedar satisfecho� en la que interrumpe la tarea para decirle al guitarrista Ricardo: �Che, Negro, bajá el pulgar; va de nuevo�. En el año 1926 se retoma la serie interrumpida a causa de una decisión de la casa grabadora: que Gardel experimentara con el acompañamiento de las orquestas de Francisco Canaro y Osvaldo Fresedo. El emprendimiento no tuvo éxito (las placas llevan los números de serie 18.200 y 18.201). Con el 18.203 recomienzan las grabaciones del dúo Gardel-Razzano, conteniendo los tangos �Abuelito� y �Barrio reo�. ¿Y el 18.202? Se supone, casi con certeza, que pudo corresponder a �Ladrillo� y �Justicia criolla�, pero el disco es inhallable. ¡Cuántos coleccionistas soñarán con poseer la placa 18.177, que encierra en una faz el tango �Mocosita� y en su reverso el estilo �El lazo�! Gardel lo grabó a principios de 1926 (matrices 4131 y 4131/1), ¿pero cómo pudo evaporarse? Las dos grabadoras de aquellos años, Nacional-Odeón y Víctor, habían suscripto contratos de exclusividad con diferentes cantores: los temas que alguno de ellos grababa en un sello pasaban a ser exclusivos de éste. Rosita Quiroga había grabado para la Víctor el citado tango, y se ignora si el hecho pasó inadvertido para Gardel. Lo cierto es que él también lo grabó, pero al advertirse la violación del contrato se impartió la orden de no distribuir ese disco y destruir las copias existentes. Igual se sospecha que llegaron a venderse algunos, aunque hasta hoy no ha aparecido ningún ejemplar (si se lo conoció en la Argentina luego de 36 años fue merced a la matriz oportunamente enviada a España). También hubo lugar para una marcha patriótica en el repertorio gardeliano. Es la titulada �Adelante�, de Emilio Antonio Iribarne y José César Barros. La versión es de 1925 y no se difundió, careciendo asimismo la casa grabadora de las respectivas matrices (números 2811 y 2811/1), actualmente en poder de un coleccionista como un verdadero tesoro. Algo similar sucede con la zamba de Carlos Vicente Geroni Flores y Benjamín Tagle Lara, �Por el camino�. El 2 de agosto de 1928, el cantor la llevó a la cera en dos tomas (matrices 2967 y 2967/1), pero no se comercializó ni la una ni la otra. Se las daba por perdidas hasta que en 1972 sucedió lo inaudito: en un comercio de discos antiguos en el barrio de Flores apareció la versión de �muestra� �toda una joya discográfica�, sin que el comerciante, erudito en la materia, lo advirtiera, porque la confundió con un tango homónimo. Para no despertar sospechas, el coleccionista que la había descubierto adquirió el lote completo de discos. Como curiosidad final de esta primera etapa discográfica, vale citar lo que pasó en 1926, cuando Gardel registró la milonga �Soy una fiera�. Al advertir que se había equivocado en un parlamento (decía: �Tengo que ir a abrir a ayudar el portón�), vuelve a grabarla en forma correcta... Pero la versión que salió a la venta fue la errónea. |