El Club Palahniuk
Chucky,
el muñeco
maldito
La
adaptación al cine de su primer libro lo puso en el centro de la polémica:
los treintañeros de El club de la pelea dispuestos a boxearse con cualquier
desconocido fueron acusados de neonazis y terroristas de pacotilla.
Con sus dos novelas siguientes (Survivor e Invisible Monsters), Chuck
Palahniuk se terminó de convertir en un escritor de culto. Pero pocos
saben que El club de la pelea realmente existió y que lo fundó él mismo,
a la cabeza de un grupo de egresados en Filosofía, Arte y Periodismo,
obligados a cargar nafta y a trabajar de mozos.
POR
RODRIGO FRESAN
En
las avenidas más oscuras de Internet City sus seguidores se refieren
a él como �Chucky�, �Chucky P.�, �Big Chuck�, �The P. Man� o �Palahniuk�.
La primera regla del Club Palahniuk es que no se habla sobre el Club
Palahniuk. La segunda regla sobre del Club Palahniuk es que no se habla
sobre el Club Palahniuk. Son, por supuesto, reglas hechas para romperse.
Todo el mundo habla sobre el Club Palahniuk. Y está bien, muy bien,
que así sea.
ESTO
ES VERDAD (1)
Chuck Palahniuk parece un tipo bastante normal en sus fotos y nació
hace treinta y ocho años en una pequeña granja en el desierto de un
pueblo �del que nadie oyó hablar� llamado Burbank. Población: 600 habitantes.
Después se fue a Portland (Oregon), y ahí vive desde que salió del college.
Tiempos difíciles, gente desesperada, amigos volviéndose locos en cámara
lenta y a toda velocidad. Conversaciones terribles y Chucky con una
libreta en mano anotando todo lo que se dice. Frases como puñales, como
oraciones de sus novelas. Dice Chucky: �Estábamos todos muy deprimidos.
Éramos personas con un excelente nivel de educación y sin embargo nos
resultaba imposible conseguir trabajo. Yo me ganaba la vida como mecánico
junto con otros dos egresados de Periodismo. No te enseñan a soldar
en la universidad, viejo. Amigos con licenciaturas en Arte cargaban
nafta en estaciones de servicio, amigos con licenciaturas en Filosofía
atendían mesas en restaurantes. Entonces empecé a escribir un libro
donde estuvieran mis amigos, yo y nuestra furia. La verdad, toda la
verdad y nada más que la verdad. Y a medida que avanzaba estaba cada
vez más furioso. Así fue como empecé a agarrarme a golpes con desconocidos
en el trabajo. Los provocaba sin motivos, me tiraba encima de ellos,
me sentía bien pegándole a alguien y que ese alguien me pegara. La vida
tenía un sentido y mi libro tenía un tema. Era lo más parecido a una
experiencia religiosa. La felicidad luego de un poco de caos controlado.
Yo no soy un tipo muy fuerte y estas peleas tenían mucho de esas peleas
de recreo en la primaria: locas, nada practicado con anterioridad, pura
improvisación. La clave residía en que uno no atacaba a nadie por un
motivo en particular; uno estaba conversando con alguien igualmente
frustrado y con ganas de que pase algo. Y siempre se puede encontrar
a alguien buscando problemas en un bar. Era fácil: a veces eran peleas
de borrachos en los bares y otras, peleas sobrias en el trabajo. En
esos casos, yo volvía a casa pensando: Ya está, mañana me echan. Pero
no, a mis jefes les encantaba. Y la vida seguía y yo sonreía sabiendo
que esas noches, entre las 12 y las 12.15, yo protagonizaría una breve
pero increíble pelea. Yo con mis amigos. Como en una de esas misas donde
la gente grita y aúlla y habla en lenguas. Fue por esa época en que
empecé a asistir a esas reuniones de enfermos terminales...�.
GOLPES
Gracias a la muy divertida y por momentos brillante El club de la pelea
�polémico film de David Fincher con Edward Norton y Brad Pitt y un excelente
guión de Jim Uhls a la hora de traducir la particular textura de lo
novela al celuloide� todos saben que Chuck Palahniuk siguió escribiendo
su libro golpe a golpe y no paró hasta dejarlo knock-out. Fight Club
�publicado en 1996 y traducido al español en 1999 por Muchnick Editores
como El club de la lucha� es uno de esos libros que, más apropiada que
nunca la comparación, funcionan como un perfecto cross a la mandíbula
del lector y lo hacen ver y oír estrellas, espirales, canarios. Fight
Club es un pequeño gran libro y es un libro peligroso, porque, sin desatender
las obligaciones de una trama contundente, funciona también como manual
nihilista y llamado a las armas. Fight Club como una mezcla detexto
sacro o tratado ideológico con manual de primeros auxilios y conversación
de amigo que empieza con un �A que no sabés lo que pasó la otra noche...�.
A partir de la película, sordos rumores y audibles alaridos se alzaron
condenando su supuesto contenido nazi a la hora de promover un nuevo
orden o un flamante desorden. Pero las diferencias entre el club de
la lucha de Chucky y mi lucha de Adolfito son muchas. Igualmente impertinentes
son las comparaciones con La naranja mecánica de Anthony Burguess o
Crash de J.G. Ballard (escritor con quien más se compara a Palahniuk)
o American Psycho de Bret Easton Ellis. La diferencia �atendible� es
que, respecto de los antes mencionados, Palahniuk no suena a un turista
accidental de la transgresión sino a un experto residente y ciudadano
ilustre, alguien que sabe demasiado bien de lo que está hablando. Fight
Club �celebrada con justicia por gente como Robert Stone, Sven Birkerts
y Bret Easton Ellis, así como por los boxeadores de la crítica peso-pesada�
es una notable comedia de horrores presentes y no un deseo o una advertencia
acerca de lo que vendrá. Fight Club no predice ni predica, no es futurología
sino crónica periodística roja cubriendo con humor negro los asesinatos
que cometemos día a día adentro de nuestras cabezas en ese país donde
la pasiva Generación X se convierte en activa Generación Z y le muerde
el culo a la Generación Y de Yuppie. Fight Club habla acerca de algo
que ya está aquí aunque no lo veamos y entonces arroja sobre ese tumor
colectivo a un individuo con ganas usar los puños. Ya saben: El Apocalipsis
Ahora según San Tyler Durden. Fight Club no aboga por la llegada de
un superhombre marca Zaratustra sino por la supervivencia del humilde
mortal. La fama del infame con una swiftiana y modesta proposición escrita
en un tono seco, conciso y muy gracioso que a menudo recuerda esa dicción
mecánica y sabia de la filosofía existencial de Andy Warhol. En el futuro,
ahora mismo, todos seremos y somos miembros del Fight Club por quince
minutos, por el tiempo que duraba una pelea de Chuck Palahniuk. Todos
decimos Tyler Durden c�est moi, literalmente, como Edward Norton en
la película.
ESTO
ES VERDAD (2)
Dice Chucky: �Mi vida no tenía ningún sentido, así que me presenté como
voluntario en un hospital. Mi trabajo era llevar a los pacientes terminales
a ver el mar por última vez. Ahí estaba yo, sintiéndome fuera de lugar,
pero muy feliz: estas personas eran increíblemente honestas, divertidas,
valientes y sensibles. Y ellos me querían, me aceptaban. Al principio
era un poco deprimente porque resultaba inevitable pensar: Todos vamos
a terminar así tarde o temprano. Pero la verdad es que cuando volvía
a casa podía cagar sin problemas y mis problemas no eran nada comparados
con los suyos. ¡Sentía que mi vida era algo magnífico! Pero también
comprendí que no todos viven hasta los sesenta y cinco años, así que
nunca consideré esa idea del tipo: Voy a escribir cuando me jubile.
Entonces empecé a escribir en serio. En el auto, en el gimnasio, mientras
comía. Desarrollé un nuevo oído. Una forma de capturar en el aire lo
que luego iba a poner en mis libros. Mi hermano, un ingeniero que vive
en Sudáfrica, me pasó todas las recetas para fabricar los explosivos
que aparecen en la novela. En la editorial me pidieron que las altere
por cuestiones legales. Lo que es ridículo porque todo eso y mucho más
aparece en sites de Internet, como ese que se llama The Golden Book
of Revenge (�El libro de oro de la venganza�). Escribí Fight Club en
tres meses. Después di gracias al Señor, o a quien corresponda�.
PLEGARIAS
Donde
Fight Club se mete con el mundo corporativo, Survivor -Palahniuk Opus
2 publicado a finales de 1998� combate la insensata estupidez de la
religión organizada. Otra vez, personalidades múltiples.Otra vez esa
mirada ácida de Kurt Vonnegut sin esperanza y de Don DeLillo sin solemnidad
y de David Foster Wallace sin notas al pie y de Thomas Pynchon sin las
oraciones largas y de Douglas Coupland sin mantras generacionales y
de William Gibson sin la tecnología cyberpunk. Otra vez el flashback
como estética y modo de vida. Si Fight Club estaba contada desde el
cañón de un revólver dentro de una boca y, a partir de entonces, marcha
atrás antes de que el dedo presione el gatillo (conviene aclarar que
la novela tiene un final bastante distinto que la película), Survivor
lleva las cosas todavía más lejos. Survivor es la transcripción del
contenido de la caja negra de un avión que se estrelló en el desierto
australiano. Survivor �como Fight Club antes e Invisible Monsters después�
empieza por el cataclísmico final del capítulo 47. Para Palahniuk, el
final siempre justifica los medios. Todos. Para Tender Branson �nuevo
héroe, pariente más que cercano de Tyler Durden y autor de las memorias
orales y de la confesión grabada en las tripas de un 747 en piloto automático�,
también. Branson es una especie de magnate-mesías arruinado. Branson
es el único sobreviviente de una masacre à la Waco donde las fuerzas
del FBI provocan uno de esos �suicidios en masa� de una secta amish-lisérgica
conocida como el Creedish Death Cult. Aquellos que consiguen escapar
al cerco adoptan la insana costumbre de suicidarse, y así Branson se
hace famoso como eslabón espiritual perdido, teleevangelista, consumidor
compulsivo de esteroides, millonario al reclamar todas las propiedades
alguna vez pertenecientes a sus mayores que en paz descansen y autor
del best-seller autobiográfico Saved from Salvation (�Salvado de la
salvación�) y el todavía más vendedor Book of Very Common Prayer, versión
personal de la Biblia protestante donde se incluye la plegaria para
retrasar el orgasmo, la plegaria para evitar la caída del pelo, la plegaria
para silenciar las alarmas de automóviles. Branson predicará que �la
única diferencia entre el suicidio y el martirologio es la cobertura
de la prensa� y negará toda conexión con el �Ted Branson Sensitive Material
Landfill�: veinte mil acres donde depositar toda la pornografía pasada
de moda. El problema es que muchos de los suicidios de entonces comienzan
a ser reclasificados como asesinatos. ¿Será obra de Adam Branson, el
hermano gemelo de Tender Branson que quizá también haya sobrevivido
al holocausto Creedish? ¿O será Tender Branson un asesino serial con
mala memoria? ¿Ser o no ser, ésa es la cuestión? Los derechos de Survivor
ya han sido adquiridos para su conversión al cine o, quién sabe, al
capítulo más demencial de E! True Hollywood Story. Mientras tanto y
hasta entonces, hay bailes en morgues, viajes temporales, chicas que
pueden ver el futuro y falsos operadores de líneas de atención al suicida
que incitan al Just Do It.
ESTO
ES VERDAD (3)
Dice Chucky: �Mi padre fue asesinado en mayo del año pasado, y la policía
no quiere ni puede contarme el porqué ni el cómo simplemente porque
la investigación todavía está abierta. Yo no tengo nada que ver, aclaro.
Pero el asunto tiene su gracia porque es como si la vida de mi padre
hubiera completado un ciclo natural. Hace mucho, cuando él era chico,
mi abuelo se volvió loco, mató a mi abuela y persiguió a mi padre, quien
se escondió bajo una cama, se salvó y fue testigo privilegiado de cómo
mi abuelo se voló la tapa de los sesos. Así que la vida de mi padre
se reduce a haber conseguido escapar de una bala para después ser atrapado
por otra�.
CICATRICES
Una bala perdida encuentra y desfigura para siempre a la modelo Shannon
McFarland, heroína de Invisible Monsters, tercera novela de Palahniuk
publicada a fines de 1999. La belleza visible se convierte en un monstruo
invisible que nadie quiere ver, que todos prefieren ignorar. Su novio
y su mejor amiga modelo, entre ellos. La venganza está servida y con
la ayuda del drag-queen Brandy Alexander (el Tyler Durden de la ecuación)
se lanzarán a una road-novel desenfrenada y cambiarán de personalidades
y de historias �con el mismo cansancio que debe sentir el sida al verse
obligado a mutar constantemente�. Alguien la definió �con mucha gracia�
como �una mezcla entre Drugstore Cowboy y Yentl: rostros falsos y química
en pastillas. Balas (algunas) y Demerol (muchísimos) y por el camino
conocen a Sean, a quien no demoran en llenar de hormonas femeninas sin
que el pobre chico se dé cuenta, hasta que, claro, ya es demasiado tarde.
Otra vez comenzar por el final y saltar caprichosamente por el espacio
y el tiempo �los flashbacks al hospital son especialmente deliciosos
con esa monja celestina que intenta emparejar a sus pacientes desfigurados�,
ayudados por indicaciones cinematográficas y un ritmo endiablado hasta
conseguir la emisión más anfetamínica de Fashion Attack jamás modelada.
El tema aquí es lo verdadero y lo falso, lo auténtico y lo mentiroso,
el mundo en que vivimos; por lo tanto, es el menos revolucionario de
los libros de Palahniuk porque aquí no se trata de una revolución mundial
sino, apenas, de una reivindicación íntima. No importa. La historia
continúa y entonces aparece la distintiva impresión de que �hasta ahora�
cada una de las novelas de la bestia funciona como un capítulo de una
incontenible picaresca no sobre el fin del mundo que vendrá sino sobre
el fin del mundo tal como lo conocemos. Y nos sentimos bien. Muy bien.
Tan inexplicablemente bien como cuando nos detenemos a mirar un incendio,
un accidente de tránsito, el cuerpito sin vida de nuestro hamster, algo
que salió mal. Muy mal.
ESTO
ES VERDAD (4)
Dice Chucky: �Mi mensaje, creo, está bien claro. Lo que intento inspirar
con mis libros es un cierto sentido de mortalidad, hacerles comprender
a los jóvenes que no van a estar aquí para siempre. Si consigo eso,
seré feliz. Decirles: Adelante y haz de tu vida lo que quieras. Pero
hazlo hoy y no mañana. Hasta ahora he conseguido que lo hagan un oficinista
insomne, un líder religioso mediático y una modelo con el rostro destrozado.
No es mucho, pero es un principio. Voy cubriendo territorios. Quién
sabe qué es lo próximo que escribiré. Tal vez una novela protagonizada
por un animal. Un perro que habla. O algo así�.
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