Alberto
Muñoz
Le
veo cara conocida
Integró
el legendario grupo MIA (Músicos Independientes Asociados) junto
a Liliana y Lito Vitale, entre muchos otros. Creó Magazine For
Fai junto a Mex Urtizberea. Fue poeta, dramaturgo, actor y psicólogo.
Hoy, Alberto Muñoz intenta que la gente vuelva a sentarse a escuchar
la radio con su nuevo objeto: La panadería, el arte
de las masas, que puede disfrutarse todos los domingos, de 0 a1 por
Radio Nacional.
Por
Laura Isola
Alguien,
creo que fue Camus, dijo que cada uno tiene la cara que se merece. Y
los rostros no son solamente la expresión del alma. Son la expresión
de la existencia en su totalidad. Entonces, tanto los grandes trágicos
como los grandes comediantes llevan el arte en los rasgos y yo soy un
gran catalizador de rasgos. Por eso, yo elijo por la cara. Pero esto
es tan pero tan arbitrario, que uno no puede hacer una teoría
al respecto. Aunque en realidad, me parece que no me equivoqué
casi nunca al elegir a los artistas por sus caras. Fue por portación
de cara que Alberto Muñoz compró el primer disco de Frank
Zappa, que leyó a Baudelaire, que recitó a Pound y que
conoció a Beckett. Y haciendo uso extensivo de semejante arbitrariedad,
podría afirmarse que el rostro de Alberto Muñoz es más
que elocuente: tiene cara de juglar, con su larguísima barba
que, a fuerza de taparle la boca, le da un cierto misterio a su voz.
Y lo de juglar no es sólo por su aspecto físico, sino
también por su inveterada costumbre de contar historias y hacer
canciones, que vuelve con su flamante programa de radio, La panadería,
el arte de las masas. Allí, cada noche de domingo cuenta las
historias que más le gustan, lee los poemas que lo emocionan
y pasa la música que lo deleita. Es muy lindo que vaya
a las doce de la noche. Lo mejor que nos podría pasar, aunque
suene a chiste, es que la gente se duerma escuchando el programa.
MUSICA
M.I.A. Ahora que hace radio, Alberto Muñoz suma otra actividad
artística a su dispersión vocacional: músico,
poeta, dramaturgo, guionista para televisión y actor al mismo
tiempo. Estudió la carrera de psicología y, más
tarde, ejerció durante años. Sin embargo, la formación
de M.I.A (Músicos Independientes Asociados) continúa siendo
un de los mayores hitos de su carrera: El recuerdo de los comienzos
con la música prefiero instalarlos en el proyecto MIA. Me parece
tan lejano que es como si fuera de una vida anterior. En el principio,
lo formaban los padres de los Vitale, Lito, Liliana y yo. Me gusta decir
y sentir que mis comienzos, en la canción y la música,
están ligados al dúo que hicimos con Liliana Vitale. Luego
se fue ampliando la propuesta y se armaron subgrupos, que componían
un tipo de música diferente cada uno. A los que pertenecemos
a la generación de las utopías nos puede resultar significativo
que lograr lo que buscamos hacer con un proyecto. Con todo lo paradójico
que pueda parecer, hicimos realidad una utopía.
¿Cree que hoy resultaría imposible llevar a la práctica
un proyecto de esa naturaleza?
M.I.A fue una estrategia musical y creo que cualquier artista debe tener
una estrategia para poder concretar su arte. Me parece interesante no
seguir postulando las mismas ideas desde hace veinte años. Uno
tiene que tratar de comprender de qué se tratan las cuatro o
cinco cosas de esta época. Intentar entrar como la humedad uno
nunca sabe muy bien por dónde-, para producir los objetos artísticos
que uno quiere producir. Y esperar hasta que aclare. Es una cuestión
de cintura.
Otro comienzo musical, anterior a MIA y bastante menos fructífero,
fue sus lecciones de violín: Era un pésimo instrumentista,
y lo sigo siendo. Mi profesor y yo llegamos a un acuerdo y coincidimos
en que ese instrumento no era para mí. Él creía
que lo que no era para mí era la música. No obstante su
juicio, desde muy chico fui un constructor de melodías y me he
dedicado a trabajar con todas las posibilidades que ofrecen, como si
estuviera en un laboratorio. Por eso trabajo con instrumentistas como
los del grupo Destino y con arregladores como Omar Gianmarco. Son como
hermanos musicales: comprenden ese mundo melódico y lo pueden
desarrollar.
HISTORIA
MAL ENTENDIDA La trayectoria de Alberto Muñoz puede resumirse
en el encuentro entre la música y la palabra, pero él
prefiereconsiderarlo un desencuentro: Cuando era chico tocaba
piezas de Kurt Weill sin saber quién era. Lo supe a los veinticinco
años. Mi formación fue producto de malos entendidos. Pero
al final las melodías me eligieron a mí. Al que
verdaderamente no entendió fue a Baudelaire: Me encontré
con un libro de poemas de Baudelaire a los quince años y aunque
no entendía una palabra de lo que decía, me fascinó.
Seguí sin entenderlos y seguí leyéndolos hasta
que me transformé en un poeta maldito. Usaba moño e iba
a la panadería del barrio para pedir, con mi mejor mirada de
poeta maldito, un kilo de pan. Después empecé a usar palabras
que no sabía que querían decir en cualquier contexto:
esto es una carroña o la panadera voluptuosa o genuflexión.
Si bien el escenario seguía siendo el mismo -la panadería,
a esta altura acostumbrada al hijo de los Muñoz y sus excentricidades,
el cambio de colegio trajo un nuevo personaje: Estaba fascinado
con ese mundo baudeleriano en el que no encajaban ni mi realidad y ni
mi entorno, así que me convertí en un desubicado. En cuarto
año, me encontré con que un compañero leía
a un señor llamado Nietzche. Empecé a leerlo, tampoco
entendí nada, pero me convertí en un filósofo alemán.
DE
LO NUESTRO CON HUMOR Una de las particularidades de Alberto Muñoz
es su sentido del humor. Sobre todo porque no se considera un gracioso.
Como habrán notado, soy un copiador. Mi humor es el cruce
de mi modesta capacidad de observación con la herencia de mi
abuela andaluza, que tenía mucha gracia y le sabía dar
un toque tragicómico a todo. El barniz de mi humor es algo grotesco
y bastante expresionista, ligado al radioteatro y el circo criollo.
Me considero una especie de reescritor de esos géneros vernáculos.
De chico me llevaron al campo y vi una función de circo criollo,
una de las últimas. Me dormí y soñé. En
realidad, debo reconocer que mi reescritura le debe más a lo
que soñé que a lo que vi.
Durante un breve período, Muñoz escribió los libretos
de Cha Cha Cha, género en el que ha vuelto a incursionar con
otro ciclo televisivo, Chabonas. Pero muchos consideran que su gran
aporte al medio fue la creación del mundo del legendario Magazine
For Fai, que expandió en igual medida que el programa de Alfredo
Casero las formas en las que se hacía humor en la TV: El
lenguaje de la televisión está muy poco explorado, porque
depende mucho de otros lenguajes, como el del cine o el de la radio.
El desafío es encontrar las verdaderas posibilidades del lenguaje
televisivo, aunque debo reconocer que todavía no sé muy
bien en qué consiste. En cuanto a Magazine For Fai, nos costó
mucho a Mex Urtizberea y a mí hacer entrar ese tipo de humor
naïf en la TV, porque los argentinos tenemos un paladar que no
admite matices. Nos gusta lo muy salado o lo muy dulce y para ese tipo
de humor se necesita un paladar neutro.
IMAGEN
DE RADIO La diferencia entre un programa de radio y La panadería:
el arte de las masas reside en el detalle que éste último,
para su responsable, no es ni siquiera un programa de radio. Explica
Muñoz: Construimos un objeto radial y no un programa de
radio. Tratamos de nivelar para arriba, hacer que la gente lo escuche
en lugar de tenerlo de telón de fondo. Presentamos a un invitado
cada domingo e intentamos demostrar lo que puede producir la poesía
en boca de buenos poetas, la música en el arte de buenos músicos
y cantantes, y el relato de una buena historia, no importa si es más
o menos cierta, más o menos incierta.
¿No cree que es necesaria cierta competenciapara escuchar
su programa?
Lo importante no es lo que sale de la radio ni lo que está en
la cabeza del que oyente, sino el reflujo entre las dos cosas. Felizmente,
ellos no escuchan lo que decimos y nosotros no recibimos una respuesta.
Pero esto es bueno: el arte se basa en este malentendido. Lo que la
gente necesita es dormir, pero que la despierten de vez en cuando. Es
muy poca la genteque se sienta a escuchar música: en general
siempre están haciendo otra cosa. Quizás es que hago cosas
muy antiguas.
Sin embargo, por lo que dice, habría conceptos de la vanguardia...
Yo hago retroguardia. Nunca estuve adelante en nada. Las vanguardias
han sido y son muy importantes porque tienen un modo muy repulsivo de
despertar a la gente. Pero yo soy un autor de la Edad Media.
Se lo ubica como un personaje de culto...
Nunca supe muy bien que querían decir con eso. Sé que
soy un poco inasible y no entro en los casilleros. Cuando era muy chico
encontré en la vidriera de una librería tres tomos de
la colección Billiken: Los grandes sabios, Los grandes poetas
y Los grandes científicos. Y me dije: voy a ser alguno de esos
tres. Pero lo que terminé haciendo fue tomar a esos hombres importantes
y hacer canciones sobre ellos. Todo lo que hice se lo debo a esos libritos,
porque soy uno de los que cree que tuvo que interrumpir su educación
para entrar a la primaria. En ninguna de las tres instancias de mi formación
educativa encontré a los sabios, ni a los poetas, ni a los científicos.
¿Cómo le gustaría que lo reconozcan?
Yo sería el hombre más feliz de la Tierra si pudiera escribir
un gran poema. Todo lo que hago en el plano de lo artístico tiene
como fin último escribir ese gran poema y pasar por este mundo
como un poeta. Y por supuesto, para que me incluyan en ese libro de
Billiken. Con dibujito y todo.
arriba