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personajes - El eclecticismo creativo de Jorge Schussheim.

Big Papa

Fue y es músico, publicitario, chacarero, cocinero, libretista de Tato Bores, recordado cantautor, humorista judío. Sin embargo hasta ahora no había escrito un libro, cosa que acaba de concretar con la publicación de su misceláneo Todo al costo. La variedad de oficios y saberes que ejerce lo convierten en un excelente entrevistado. No sólo se puede hablar de todo un poco con él, sino que además cuenta los más sabrosos chistes de idishe mame (que muy a su pesar, son verídicos).

Por Laura Isola

Para los que, ya resignados, creyeron que la única posibilidad de leer algo de Jorge Schussheim era repasar una y otra vez la carta de Big Mamma (auténtica pieza literaria que sirve como presentación de los platos de su restaurante de cocina ítalojudíaargentinoneoyorquina) hay grandes novedades: se encuentra disponible su primer y único libro, Todo al costo. Su propia definición del libro es poco convencional: “Esto no es un libro sino decenas de sevilletitas de bar juntadas a lo largo de años”. Por razones varias (“Mi capacidad de concentración es más o menos la de un perro” o “No duro diez segundos en algo y hago muchas cosas porque me aburro inmediatamente” o “Soy, básicamente, muy fiaca y me cuesta mucho escribir porque soy muy lento”), las servilletitas tuvieron que esperar mucho tiempo para ser editadas. Es más, tuvo que mediar la insistencia y el interés de Daniel Divinsky para que Schussheim juntara el material y “con un esfuerzo ciclópeo, de una hora y media” le diera finalmente forma de libro.
En el prólogo de Todo al costo el autor se define como ecléctico; en la charla, como inconstante. Queda, entonces, la duda: ¿el eclecticismo es una salida elegante a la manifiesta falta de rigor de su temperamento o verdaderamente es todo un estilo? “Con tu intuición femenina has dado en el tecla: es una salida elegante”, contesta. Y, duda número dos: ¿la inconstancia es falsa modestia o es una auténtica limitación? “Mi falsa modestia es muy auténtica. Cuando Tato Bores me dijo que yo era un personaje me dio mucho pudor.”
Entonces Todo al costo es una compilación de canciones, relatos, recuerdos de recuerdos, recetas de cocina, reflexiones de mierda (sic), y de las otras, cultivadas desde la década del sesenta hasta hace pocos meses, escrita con el máximo de cuidado y de humor por un ecléctico e inconstante argentino-judío de pura cepa. De esta combinación no sólo se nutren su libro sino también su amplio currículum, que resulta casi un homenaje a la guía de los oficios terrestres: músico, publicista, restauranteur, piloto, chacarero, cantautor, asesor político y libretista. La inconstancia puede llegar a engrosar todavía más tamaña lista.
¿Recuerda con nostalgia a los sesenta?
–Yo soy un hombre de mi tiempo y me entiendo fácilmente con la nueva tecnología, pero tengo una nostalgia dulce. No extraño la juventud que se fue, la flor de la edad y todas esas cosas. Pero además de lo mítico, los sesenta fueron para todo el mundo, y en especial para Buenos Aires, una época de cambio y revolución. Buenos Aires era uno de los centros más importantes del cambio cultural.
En El fervoroso idiota Julio Llinás describe su casona de Belgrano como un típico reducto de los 60, y usted hace otro tanto con la del músico Julio Kacs. ¿Cómo eran esos ambientes?
–Efectivamente son contemporáneas, pero la casa de Julio Llinás era más transgresora y más marihuanesca. En cambio la de Julio Kacs era más ortodoxa: literatura, música, cosas muy sesudas. También había gente que iba a levantarse minas y minas que iban a levantarse tipos. En lo de Julio Llinás todo esto era mucho más franco. Era más orgiástico. Lo otro tenía una pátina intelectual pero el tema era el mismo. Lo que pasa es que en lo de Kacs, no pasaba nada. Llinás tiene una mirada cínica sobre su rol, sus creencias y sobre el precio que tuvo que pagar. Yo creo que lo que hace es echar una mirada crítica sobre su entrada a la frivolidad, de la que reniega. Estoy muy de acuerdo con esta posición. Además El fervoroso idiota es un libro maravillosamente escrito. El, que fue el mejor poeta surrealista de la Argentina de su tiempo, luego pasó a ser un publicitario exitoso. Nos habíamos subido a un caballo y nos la creímos.
Teniendo en cuenta su trayectoria y la de tantos de su generación ¿de la publicidad salen artistas o viceversa?
–Creo que viceversa. Del arte salieron muchísimos publicitarios y de la publicidad ningún artista. Después está el éxito y el fracaso: muchos artistas fracasaron como publicitarios. La publicidad no es arte y ademáslos objetivos son distintos. La publicidad es una herramienta comercial con fines de lucro que usa al arte. El arte no tiene fines comerciales, algunos artistas sí, de la misma manera que algunos publicitarios persiguen premios. Y creo que están equivocados.
Esperé mucho tiempo para hacerle esta pregunta: ¿la canción “Mi personaje inolvidable” (aquella famosa de “había una vez un general que se llamaba Duvall”) está dedicada a Perón?
–El poema de Duvall no está dedicado a Perón. Esto fue siempre una confusión porque la historia de la canción sale de un cuento corto de Hans Arp. Mejor dicho, lo leí en A partir de cero, una revista surrealista de la década del 50. Me gustó y lo robé.
¿La confusión entonces se debe a su gorilismo?
–En los años 40 y 50 no existía la palabra gorilismo y la gente progresista era antiperonista. Yo sigo siendo progresista y fui educado con los ideales del socialismo democrático, un poco más socialista que democrático, y creo que “lo gorila” define a lo reaccionario. Ni yo ni nadie de mi familia fuimos gorilas; sí fuimos no peronistas. Mi idea sobre Perón está en la canción Hasta nunca, Juan. Una persona que no fue grata para mí, no lo extraño y fue una despedida definitiva. No me gusta que me identifiquen con el gorilismo. Gorila es Alsogaray y en ese sentido soy antigorila, zurdo y partisano.

CON LAS MUJERES NO HAY MANERA En el libro hay una pieza digna de encender las furias feministas: “‘Las mujeres (lamento-canción)’ es un tratado sobre la imposibilidad que tienen ciertos hombres de entender el mundo femenino... precisamente por culpa de ellas. Algunas dirán por falta de inteligencia de ellos. Schussheim, al borde de la misoginia humorística o del humor misógino, se lanza: “Lo escribí después de una terrible pelea con mi mujer en la que me di cuenta de que es imposible dialogar con una mujer y entenderla. Las puedo llegar a tolerar, como creo que las mujeres nos pueden tolerar a los hombres. Mis reacciones son más bien humorísticas. No son de odio. Simplemente las mujeres son un factor de perturbación muy grande. Hace mucho tiempo que creo, sin compartir para nada los postulados del feminismo, que los hombres como género hemos fracasado y este mundo es una evidencia”.
Su desilusión por el género masculino lo llevaría a proclamar “Mujeres al poder”?
–Sí, quisiera votar porque el poder lo tengan las mujeres. El mundo sería más duro y más cruel pero más justo y más inteligente. Esa clase de gente que son las mujeres es mucho menos corrupta que los hombres, y tienen mayor capacidad de manejo. Desde el escenario puedo ser humorísticamente descalificador pero en la vida real soy...
Un pollerudo...
–Bueno, no. Lo que pasa es que no nos corresponde a los hombres darles el poder. Les corresponde a las mujeres tomarlo. Aunque me asombró mucho que las mujeres hayan aceptado la ley del cupo femenino. Me genera muchas dudas.

EL HUMOR JUDIO
¿Cómo convive con su parte judía y su parte argentina?
–Lo judío y lo argentino se cruzan en el punto del escepticismo. Que está repartido en parte iguales para los dos. Lo cual no quita que me sienta terriblemente judío y argentino. Aunque no tuve ni formación argentina ni judía. Mis padres no quisieron dármela. Supongo que porque nací en pleno nazismo y porque mi padre, que era un gran germanófilo e iba a Alemania permanentemente, cuando descubrió lo que estaba pasando en Alemania creo que sintió que no era bueno ser judío en esa época. Pero no incide en la pertenencia: uno se siente lo que es.
A propósito de humor judío, uno de los platos fuertes del libro es una receta magistral: “Cómo preparar una idishe mame”, secreto hasta ahoracelosamente guardado por Jorge Schussheim. La receta roza la perfección culinaria porque todos los sabores están presentes: la amargura del sufrimiento y la culpa; el salado de las lágrimas; la acidez de las quejas y el dulzor de los tantos y buenos recuerdos presentes en fotos y en canciones. Todo esto hay que hacerlo evitando que la mezcla se enfríe (“porque si se enfría ella sufre”). Sin embargo, no se arriesgue con esta receta si no cuenta con buenas materias primas. En el caso de nuestro cocinero, su suegra Minie y su propia mame son las que le dieron ese sabor tan especial.
“Cuando mi suegra Minie cumplió ochenta y tantos años, y después de haber enterrado a su segundo marido, le comunicó a mi mujer que estaba saliendo con un carpintero ebanista ‘un poquitito menor’. Mi mujer se puso como loca: ‘¿por qué? y ¿para qué?’, fueron sus preguntas. Ella se defendió diciendo que era muy triste estar sola. ‘Pero, mamá, ¿para qué querés un hombre en tu cama si siempre tuviste problemas sexuales?’. A lo que mi suegra contestó de una manera formidable: ‘¿qué problemas sexuales, Léiale, si yo siempre fui frígida’?”
Toda la osadía de Minie fue la que le faltó a su madre –cuenta Schussheim– cuando, enterada de que su hijo había hecho un curso de piloto de aviación, le dijo: “Ya sé que no te puedo pedir que no vueles”. “Por supuesto que no, mamá”. “Bueno pero no lo hagas tan alto”. Con estas dos mujeres tan judías pero tan distintas, él compartió sus viajes por la Panamericana a Baradero donde tenía una chacra: “Por razones de edad se sentaban adelante. Cuando iba con mi mamá era insoportable porque me pedía que fuera más despacio aunque estuviéramos yendo a ochenta. Un par de semanas después voy con mi suegra y me dice: ‘¿A cuánto va este auto?’. Le contesté: ‘A doscientos diez kilómetros’. Entonces ella, desconfiada, se abalanzó sobre el cuenta kilómetros diciendo ¿a ver?”.

CUESTIONES DE GUSTO Como a Jorge Schussheim los abstemios siempre le dieron cierta conmiseración, decidió preparar una exhaustiva guía de bebidas ingenuas para que por lo menos tengan el consuelo de saber que los mariscos azules van bien con Sprite y que las carnes rojas sólo se acompañan con Coca Cola. Parece, sin embargo, que para los vegetarianos no hay remedio. “El vegetarianismo es una perversión como cualquier otra. En realidad los antropoides somos omnívoros. Con los vegetarianos me pasa lo mismo que con las mujeres: no los entiendo pero los tolero.”
La cocina que él pone en práctica en su restaurante Big Mamma, tiene su verdadero origen en los recuerdos más candentes de la infancia: “Cuando vivíamos en casa de mis abuelos, mi madre rusa le ponía sal al pescado y mi abuela polaca le ponía azúcar. Así se iban saboteando mutuamente hasta que el pescado quedaba como una pieza de museo. En homenaje a esto inventé el guefilte fish de la frontera ruso-polaca”.

¿Por qué en la Argentina, donde hay una gran colectividad judía, no hay una tradición gastronómica judía como en Nueva York?
–Nueva York es una singularidad porque en ningún lugar del mundo hay una cultura gastronómica pública judía. Creo que esto es culpa de la idishe mame porque es muy difícil que un judío coma una comida mejor que la que le hacía su mamá. Lo más paradójico es que en el mismo Israel no se puede comer comida judía y cuando la comés te parece inevitablemente mala. Tampoco los restaurantes judíos de Nueva York son buenos y creo que la gente los detesta.
Pero eso pasa también en la gastronómica italiana: como se come en lo de la mamma no se come en ningún otro lado. Y sin embargo la cultura gastronómica pública italiana es fortísima.
–Pero Italia es un país difusor y conquistador con millones de inmigrantes en el mundo. Los judíos siempre fuimos más bien los conquistados. Jamás vivimos en lugares con acceso al mar y siempre fuimos poquititos. Hoy en día debe haber trece millones de judíos en el mundo. Esun pueblo que expandió otras cosas: fue a través de las ideas y no de los platos. Además agrego una razón importante: la comida italiana es notablemente superior.
¡No le gusta la comida judía!
–La comida judía europea es una porquería porque se usaban despojos: era comida de pobres. Sólo la comida judía del norte de Africa es elaborada y deliciosa, pero fueron culturas que quedaron encerradas. Si pongo un restaurante judío, Dios no me lo perdonaría nunca. Si yo no fuera judío me gustaría ser italiano.

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