cine: Se estrena Recursos humanos, de Laurent Cantet
Tiempos
modernos
Ganadora
del Festival de Cine independiente de Buenos Aires y del premio a la
ópera prima del de San Sebastián,
la película del joven director Laurent Cantet hace foco sobre
la flexibilización laboral en una fábrica metalúrgica.
Y, logrando una de las obras más sólidas y coherentes
del nuevo cine social francés, retrata las miserias que acarrean
los ajustes y la globalización.
Pocas películas han tenido un estreno tan oportuno como Recursos
humanos y, a la vez, pocas películas han necesitado menos la
ayuda de la realidad argentina para lograr algún mérito.
La ópera prima de Laurent Cantet, ganadora del Festival de Cine
Independiente de este año, habla de la desocupación, de
sindicalistas perdidos o maniatados, de la flexibilización laboral.
Del capitalismo salvaje, teniendo muy en claro que lo de salvaje
siempre es redundante. Y de recursos humanos que no son, claro, los
que discuten las revistas de marketing. La película de Laurent
Cantet se anima a hablar de los de arriba y los de abajo, de padres
e hijos con una postura altamente impopular por estos tiempos: la convicción
de que hay ideales por los que luchar y causas por las que comprometerse.
Lo que se discute, a primera vista, es la cuestión de la flexibilización
laboral en Francia, donde se intenta implementar la reducción
de la jornada de trabajo a 35 horas. Frente a esta cuestión (la
solución francesa al problema del desempleo) existen
dentro de Recursos humanos dos miradas inevitablemente contrapuestas:
la de Franck (Jalil Espert), un joven estudiante de Administración
de empresas en París que llega a una fábrica a hacer una
pasantía, y la de un obrero metalúrgico (Jean Claude Vallod)
que trabaja allí desde hace treinta años. El primero mira
la cuestión como una oportunidad para aplicar en la práctica
situaciones y casos estudiados en la facultad; el segundo se limita
a sacudir la cabeza con resignación y seguir poniendo piezas
en la soldadora. Esto podría ser un buen comienzo para un análisis
de la situación de la clase obrera, pero Laurent Cantet decide
abrir el juego: el proyecto de patrón es el hijo del obrero.
A partir de ahí, lo que sucede en Recursos humanos es algo mucho
más valioso e infrecuente que un sesudo análisis: una
ópera prima notablemente madura que busca encontrar la verdad
que anida en los pliegues del rol que cada uno juega en el esquema de
las cosas, en las relaciones entre la familia, la sociedad y la política,
en la parte que nos toca a cada uno para que el mundo deje de ser algo
ancho y ajeno.
En el principio, entonces, todos los personajes son lo que hacen: el
padre es obrero; la delegada es una sindicalista de la vieja escuela;
el patrón es capitalista y Franck por sus estudios, por
su preparación parece estar destinado a convertirse en
la mano derecha del gerente de personal. Pero de pronto nos damos cuenta
de que la ecuación es inversa, que hacen lo que son, que la política
(en el sentido más pertinente del término) es inseparable
de la realidad social. El conflicto que presenta Recursos humanos dista
de ser maniqueo, precisamente porque utiliza como hilo conductor a alguien
como Franck, que no puede hacer pie en el drama que se llevará
a cabo cuando se descubra que sus intentos por poner en práctica
alguna solución intermedia servirán como cortina de humo
para que los ejecutivos sigan su propia agenda. El dilema de Franck
de no pertenecer a la patronal ni a los obreros, de ver sus lealtades
divididas por querer progresar en su profesión, pero también
por ser hijo de un trabajador, finalmente confluye en algo que Cantet
muestra de muchas maneras: el compromiso.
Explica Cantet: Usamos la expresión recursos humanos sin
pensar lo que estamos diciendo. Esa expresión, muy de moda en
la administración, habla de personas como si fueran energía
o dinero. El título de la película tiene que ver con que
la historia les permite revelar qué es lo que está oculto
detrás de los de arriba y los de abajo, qué es lo verdaderamente
humano. Así que quizá se refiere a los recursos de la
humanidad en general.
Pocas películas enroladas en este nuevo resurgimiento del cine
social francés (con Un amor en Marsella de Robert Guédiguian
y el último Tavernier, Todo comienza hoy, como ejemplos más
recientes) han decidido tomar el toro por las astas de manera tan contundente
y dotar a estaescena de la lucha de clases de una dimensión emocional
y política, individual y social, cinematográfica y humana,
tan lograda como la que puede observarse en Recursos humanos, que no
teme hacer decir al dueño de la fábrica: Estos comunistas
parecen unos payasos, pero son peligrosos en serio; y a la delegada
sindical retrucarle: Ah, bueno, ahora que lo dice, mejor me hago
capitalista.
La credibilidad dramática a toda prueba que pone en escena cada
uno de los personajes de Cantet tiene mucho que ver con que, salvo el
protagonista, el reparto de Recursos humanos está formado íntegramente
por actores no profesionales. Dice el director: A los actores
los encontré en las colas del seguro de desempleo. Por eso la
mayoría de ellos tiene la vida de sus personajes: Danielle Melador,
que interpreta a la delegada sindical que encabeza la huelga, es una
activista desempleada que vio su participación como una manera
de difundir su labor. Jean Claude Vallod, que hace del padre de Franck,
es obrero metalúrgico desde los catorce años, haciendo
exactamente el mismo trabajo que le vemos hacer en la película.
Y los elegí porque amo la manera en que actúan. Quizá
no es tan sutil y pulida como la de los actores profesionales, pero
es más auténtica: la manera en que Vallod se para frente
a su máquina es algo que nadie podría simular.
Hubiera sido muy sencillo utilizar el hecho de que quienes están
actuando esos personajes han vivido las cosas que interpretan para lograr
un chantaje emocional, pero Cantet no permite que sus convicciones sucumban
a los golpes bajos, sabiendo que los medios son tan importantes como
los fines a la hora de contar esta historia. Al principio no tenía
muy claro qué era lo que estaba escribiendo, porque no sabía
nada de la vida en una fábrica. Necesitaba que estos obreros
me aconsejaran y me dijeran cuándo avanzar y cuándo callarme.
Me preocupaba particularmente la escena en el que el viejo obrero es
humillado por su jefe en presencia de su hijo. Tenía miedo de
convertir al personaje de Vallod en una especie de caricatura. Y lo
que mis actores me dijeron fue: No hay problema en hacer eso. Las humillaciones
son mucho peores en la realidad.
A pesar de las diferencias de la situación que se plantea en
la película en lo que toca a las relaciones entre empresarios,
trabajadores y sindicatos con la que se vive actualmente en Argentina,
Recursos humanos levanta banderas y refleja el punto de inflexión
que se vive en muchos lugares del mundo precisamente porque pone en
escena una épica compuesta de engranajes sólidos, pulidos
y resistentes como los que se pone a soldar el padre de Franck. Dice
Cantet: Creo que aunque la nueva generación de ejecutivos
globalizados quiera convencernos de que los conflictos de clase ya no
existen, es obvio que siguen vigentes, que el esquema del poder no ha
cambiado y que las relaciones de clase siguen explicando cómo
se maneja el mundo.
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