Retornos
U2 vuelve a las raíces
Y
en el Jubileo resucitaron
Para
todos aquellos más o menos indiferentes al rap, dance, nü
metal o pop de gel y acné, hay buenas noticias en su disquería
amiga: U2 ha vuelto al rocanrol en su nuevo disco. Lejos de los trucos
electrónicos y escénicos de su última producción,
el cuarteto de Dublín ofrece un poderoso combo de potencia y
exquisitez en las doce canciones de All That You Cant Leave Behind,
el disco que realizaron en paralelo con la cruzada de Bono y el Jubileo
2000 para que la banca mundial condone parte de la deuda externa de
los países del Tercer Mundo.
Por
Roque Casciero
Confiá
en ellos. Volvieron para salvar al rocknroll. La frase
no es parte de una campaña publicitaria, sino que puede leerse
en la tapa del número de noviembre de la revista inglesa Q. Y
ellos son Bono, The Edge, Larry Mullen Jr. y Adam Clayton.
A juzgar por sus rostros en la fotografía, los cuatro irlandeses
parecen aceptar de buen grado el desafío de rescatar al viejo
(y querido) rocanrol de entre la maraña de rap, nü metal
y bandas de adolescentes carilindos en que se ha convertido el mercado
de la música. Al cantante, incluso, se lo ve con su puño
derecho en guardia, mientras el zurdo ya partió en un golpe demoledor:
si hay que dar pelea, ahí está U2.
Y su mejor arma siempre han sido las canciones. Canciones como Sunday
Bloody Sunday o With or Without You, capaces de desarmar
cualquier defensa y dejar a los contrincantes con la mirada perdida.
All That You Cant Leave Behind, el decimoprimer álbum en
la carrera del cuarteto, recupera el espíritu de aquellos temas.
Atrás quedaron los conceptos altisonantes (y bastante vacuos),
el exceso de máquinas y los trucos escénicos limones
que se abren, pantallas, arcos dorados para disfrazar las limitaciones.
Con canciones sólidas bajo el brazo, U2 se le anima a cualquiera.
Antes de seguir adelante, conviene aclarar que, con temas directos y
una instrumentación más cercana al tríptico guitarra-bajo-batería
que en cualquier otro álbum de U2 de la última década,
All That... no supone una vuelta al pasado para los Fab-Four de Dublín,
sino un nítido paso hacia adelante. En el nuevo disco convive
lo mejor de toda su carrera, los loops y teclados ocupan el lugar justo,
y Bono abandona casi por completo esos embarazosos falsetes a los que
había (mal)acostumbrado a su público.
¿Cuál fue la génesis de esta reinvención
del grupo? Aunque parezca mentira, tuvo mucho que ver en ella Howie
B, un maestro de la electrónica y ex productor de la banda. Durante
el PopMart Tour, llegamos a Washington antes de que arribaran nuestros
equipos y ensayamos sólo con guitarra, bajo y batería,
sin ninguno de los loops o samples que habíamos agregado a las
canciones, recuerda Bono. Howie entró en medio de
un ensayo y dijo: ¡Guau, qué sonido! ¿Quiénes
son? No podía creer que fuésemos nosotros, que así
es como suena U2 al desnudo. Creo que fue en ese momento cuando entendimos
que era tiempo de volver a la esencia de lo que somos. The Edge
también tiene presente aquel ensayo que cambió la perspectiva
del cuarteto: Howie viene del mundo del dance y no tiene mucha
idea del rock. Oír a unos músicos tocando a tan corta
distancia lo alucinó: era algo nuevo para él y nos insistió
que eso era lo que debíamos hacer para el próximo disco.
Y tenía razón. En el fondo, lo mejor de U2 es eso: cuatro
tipos tocando, con sus recursos y sus limitaciones. Yo diría
que esa vitalidad fue lo que nos gustó, esa sensación
de vida. Nos resultó excitante volver a escucharnos así.
Pero el trabajo en el estudio no les resultó tan fácil.
En algunos sentidos, implicaba más presión, porque
no había dónde esconderse. Todo se reducía a: ¿cuál
es la mejor canción que podés escribir? ¿Y la mejor
guitarra que podés ponerle? ¿Esto es todo lo que podemos
dar tocando? Cuando decidimos que el material nuevo fuera así,
toda esa presión cayó sobre nuestros hombros. El final
del disco fue muy divertido, porque todo el trabajo ya había
sido hecho. No tratamos de crear durante la mezcla. Si te basás
en técnicas experimentales de estudio, usás el proceso
de grabación en sí mismo como una técnica; y los
temas en sí pasan a segundo plano. En este caso nos aseguramos
de que nada que no se basara en los temas entrara en el disco. Y, por
eso, al comienzo estábamos bajo gran presión: nos la generamos
nosotros intentando trabajar así. Pero creo que, de todos nuestros
discos, éste es el que terminamos con la menor sensación
de pánico, que es lo que sentimos normalmente cuando terminamos
algo.
Encerrados
con un solo juguete
Los problemas para U2 comenzaron mucho antes de entrar a grabar All
That... Los cuatro músicos se quedaron con la sensación
de que no habían terminado Pop de modo adecuado, porque la inminencia
del PopMart Tour los había apurado. En la gira no les fue mejor:
Subestimamos el tiempo que iba a tomarnos estar listos para el
show, afirma Mullen. Llegamos a Las Vegas (donde se lanzó
el tour) con menos ensayos que los necesarios. Fue una de las experiencias
más aterradoras de mi vida. Habíamos construido año
tras año una reputación como gran banda para ver en vivo
y de repente estábamos metidos en una situación en la
que no sabíamos si éramos capaces de tocar el material
que queríamos presentar. Clayton dice haber transpirado
tanto, cuando se sentó frente a su batería, que los palillos
se le escapaban de las manos. ¿Están el bajista y el baterista
hablando de los mismos shows que maravillaron a público y crítica
en Buenos Aires? Aparentemente, para la segunda parte de la gira las
cosas funcionaban mejor. Así lo explica Bono: Para mí,
el punto más bajo del tour fue Los Angeles. Nuestros mejores
conciertos han sido allí, pero esa vez sentimos que no conectábamos
con el público. Sentí que éramos sólo pochoclo...
Entretenimiento predigerido. Pero si miran el video del PopMart, que
fue grabado en México, verán el show que debimos hacer
toda la gira.
Con la presentación de Pop, la banda que en la época de
Rattle and Hum era criticada por ser demasiado seria se ocultaba detrás
de un concepto en apariencia demasiado light. A veces es difícil
traspasar el nivel superficial, afirma The Edge. No creo
que hayamos escrito canciones triviales, sino que usamos el humor y
la ironía para disfrazar los aspectos más profundos de
las canciones. Y a veces la gente no traspasó eso. Muchos pensaron
que el humor y la ironía eran todo lo que había.
Paul McGuinness, el manager del cuarteto, cree que a la banda se le
fue la mano con la ironía. Muchos fans del rock sienten
que hay integridad y nobleza en esa música, y no creo que aprecien
mucho cuando empezás convocando a conferencia de prensa en un
K-mart. Muchísimas personas, hojeando las noticias, pensaron
que el tour estaba auspiciado por K-mart. Y no era eso lo que querían
de U2.
Apenas terminado el PopMart Tour, en 1998, la banda se encerró
a grabar, pero los problemas no cesaron. Como las sesiones eran en Dublín,
además de la música, los cuatro miembros de la banda debían
lidiar con los problemas domésticos. Nueve meses des-pués,
hicieron una pausa para tomar aire. Y decidieron recomenzar desde cero.
Los últimos meses del 99 también fueron complicados: en
agosto nació Elijah Bob Patricius Guggi Q Hewson (el hijo menor
de Bono) y, dos meses más tarde, Levi Evans (el de The Edge).
Encima, el cantante perdió la laptop en la que tenía las
letras de las nuevas canciones. Enseguida se la devolvieron, pero parecía
que los perseguía una maldición.
Super
Bono contra la Banca
Como si todas esas dificultades fueran pocas y eso que todavía
nadie le había encargado la misión de salvar al rock,
Bono dedicó buena parte de los últimos dos años
al proyecto Jubileo 2000, que propone condonar un porcentaje muy importante
de la deuda externa de países del Tercer Mundo (la Argentina
no está incluida: ¿será que Carlos tenía
razón y somos un país del Primer Mundo?). Me atraparon
al hacerme ver las raíces bíblicas del proyecto: el capítulo
25 del Levítico (Será para vosotros un jubileo: cada uno
recobrará su propiedad y cada cual regresará a su familia.
Si vendéis algo a vuestro prójimo o le compráis
algo, ved que nadie dañe a su hermano). De golpe me encontré
en medio de una coalición donde caben grupos religiosos y asociaciones
conservadoras, sindicalistas de derecha y ONGs radicales: compañeros
de ruta bastante heterogéneos para un cantante de rock. Pero
U2 ya se implicó en 1985 en el Live Aid, que recaudó 200
millones de dólares para paliar el hambre en Africa. Como aquello
lo había organizado Bob Geldof, otro tonto irlandés, lo
llamé para pedirle consejo sobre Jubileo. Él me mandó
a la mierda: me dijo que lo dejara en manos de expertos. Pero al final
él también se anotó, igual que David Bowie y Jovanotti.
A mí me encomendaron la tarea de hablar con los líderes
mundiales (ya se sabe que tengo fama de buen conversador). El argumento
de Jubileo 2000 para convencerme fue que los actuales líderes
políticos pertenecen a la generación del rock y que van
a escucharnos, aunque lo que digamos no les agrade. Pero en Downing
Street tuve que cortar a Tony Blair, diciéndole que no había
ido a hablar de mis discos. Cuando ellos te dicen que la política
es el arte de lo posible, hay que recordarles que, con su poder, no
hay muchas cosas imposibles.
Además de reunirse con el primer ministro británico, Bono
tuvo un encuentro con Bill Clinton en el Salón Oval de la Casa
Blanca. Él se había contactado con nosotros en una
de sus campañas presidenciales, así que nos debía
una. Aceptó reunirse conmigo y me escuchó hasta cuando
me puse agresivo. Por supuesto, me respondió muy políticamente,
sin comprometerse a nada. Así que me aseguré de que Hillary
se pusiera de nuestro lado. Tal vez por insistencia de la primera
dama, el gobierno norteamericano envió al Congreso poco después
un proyecto de reducción de deuda de 435 millones de dólares.
Los argumentos que usó Bono (aprendidos en un curso acelerado
de economía con Jeffrey Sachs) fueron los siguientes: Esos
préstamos se hicieron por motivos bastardos, en el contexto de
la Guerra Fría, cuando era políticamente aceptable ganarse
a dictadores (que se aprovecharon de aquel dinero fácil, en vez
de usarlo para el bien de su país). La ironía es que esos
personajes hoy ya no están en el poder, y los ciudadanos de esos
países, además de haber sufrido a esos déspotas,
ahora tienen que pagar su deuda. Cada día mueren 19 mil niños
por culpa del subdesarrollo que en buena parte se debe a la sangría
que significa pagar esa deuda. Se me ocurrió una comparación
que los puso verdaderamente incómodos. Les dije: Ustedes son
como los dealers, que introducen gratis a los incautos en la heroína
y, cuando ya son adictos, les quitan el suministro y encima les recriminan
haber aceptado el regalo. Otros políticos que recibieron
la visita de Super Bono fueron Kofi Annan (secretario general de las
Naciones Unidas), Massimo DAlema (primer ministro italiano), Gerhard
Schröder (premier alemán) y Jack Lang (el ex superministro
de Cultura francés). Según el New Yorker, la presentación
del problema del Tercer Mundo hecha por el cantante puso al borde de
las lágrimas al cavernario Jesse Helms, jefe del Comité
de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos. Los logros
de Jubileo 2000 no han sido los que la organización pretendía,
pero hasta el momento han conseguido que varios países reciban
recortes en sus deudas, y ayuda financiera para campañas de vacunación
infantil y construcción de escuelas. No es poco, si se piensa
cómo se agarran a sus billetes los señores de traje del
FMI.
Bono también se reunió con Juan Pablo II, quien le regaló
un rosario. El cantante todavía lo lleva colgado al cuello. Fuimos
a su residencia de verano en Castelgandolfo. Geldof y yo íbamos
bromeando para disimular nuestra turbación, nos sentíamos
como monaguillos colándose en la casa del cura. Quincy Jones
miraba la decoración y decía que los raperos como Puff
Daddy darían millones por contratar al decorador. Cuando apareció
el Papa, nos quedamos aplastados... Emite una tremenda dosis de carisma,
bondad, inteligencia. Nos presentó a un arzobispo irlandés,
monseñor Martin. De repente me di cuenta de que sus acompañantes
me miraban con desa-probación: seguramente era la primera vez
que Juan Pablo II recibía a alguien que llevaba lentes oscuros
en su presencia. Así que le dije que lo admiraba por dos razones:
por ser un hombre santo que se comprometía con los pobres de
la Tierra y por ser un gran hombre del espectáculo, algo de lo
que sé un poco. Y aproveché para darle un libro de poemas
de Seamus Heaney (el poeta irlandés que ganó el Nobel)...
y mis lentes, que él procedió a ponerse en nuestra presencia.
Hoy
puede ser un gran día
En el tiempo libre que le dejaba su lucha quijotesca, Bono escribía
las canciones para el nuevo álbum de U2. El 2000, se ha dicho,
le sentó bien al cuarteto: primero apareció The Million
Dollar Hotel, la banda sonora de la película homónima
dirigida por Wim Wenders sobre un guión de Bono. El film no fue
un éxito ni nada parecido, pero la banda quedó conforme
con las canciones que aportó al disco: además de tres
temas de U2 en pleno, el resto del disco contaba con los cuatro músicos
en diversas combinaciones.
La primera mitad del año resultó provechosa dentro del
estudio. El día que The Edge tocó el riff de guitarra
de Beautiful Day (primer single del disco, que ya llegó
al número uno de los charts), el cuarteto se reencontró
con su sonido. Bono se asustó: le sonaba demasiado U2.
El guitarrista, en cambio, confió en su instinto: Necesitábamos
retornar a nuestro centro. No sé si hemos hecho un gran disco
o no, pero somos nosotros, ahí parados, desnudos. Te guste o
no, los primeros singles suelen usarse como vara para juzgar todo el
disco. Y a nosotros nos resulta muy difícil encontrar una canción
que pueda dar esa pauta, pero creo que Beautiful Day cumple con esa
premisa en este disco. En los últimos dos álbumes no tuvimos
una canción así. Con una letra que habla, según
Bono, de un hombre que lo ha perdido todo y se siente mejor,
el single es un anticipo perfecto para All That...: sus guitarras gancheras,
sus sintetizadores y su explosión en el estribillo recuerdan
al U2 de The Joshua Tree (¿el mejor U2 de todos?).
No sorprendería demasiado si la banda eligiera Elevation
como segundo corte de difusión, porque tiene ese ritmo vertiginoso
que hizo de The Fly un éxito. ¿Querían
rock? Ahí tienen, parecen decir Bono y compañía.
Pero no todo es palo y a la bolsa: el álbum también tiene
melodías impecables, como la semiacústica Wild Honey
o Stuck in a Moment You Cant Get Out Of. The Edge
asegura que él y sus compañeros esta vez se permitieron
escribir y grabar canciones así: Tenemos temas intensos
y dramáticos, como Peace on Earth y When I Look at the World.
Así que, si vas a tener esa clase de dureza y amargura, es bueno
ser capaz de balancearla con algo que es simple y melódico. Wild
Honey es eso.
Peace on Earth surgió como respuesta a los atentados
del IRA en Omagh (Irlanda del Norte), en que murieron 25 personas. Esa
Navidad había olor a podrido en el aire, en Dublín y Belfast,
recuerda Bono. Los coros de chicos cantaban en la calle sobre
la paz en la Tierra, pero todo sonaba como desafinado. El cantante
no se guarda su opinión sobre el IRA: Tienen lavado el
cerebro e ignoran la historia que no encaja con su visión del
mundo. En Irlanda mataron incluso a antiguos militantes, que fueron
héroes de la guerra contra los ingleses.
Los cuatro U2 todavía residen en Dublín, donde les fue
otorgado hace poco el título de Hombres Libres de la Ciudad,
el más alto honor civil que ofrenda la ciudad a sus habitantes
ilustres. Es un título medieval, que incluye privilegios
como el derecho a llevar tus ovejas a pastar en los parques de la ciudad,
explica Bono. Los U2 no desaprovecharon la ocasión: Nos
prestaron unas ovejas e hicimos de pastores durante un rato. Si no sos
capaz de reírte de lo absurdo de la fama, estás perdido.
Si, en Pop, U2 se tomaba en broma a Miami, en All That... homenajea
a Nueva York en un tema que lleva ese nombre. La canción
es una suerte de guiño reverente a dos colegas y amigos: Frank
Sinatra y Lou Reed, que verdaderamente le han puesto música a
esa ciudad, dice Bono. ¿Y qué es ese verso sobre
la crisis de la mitad de la vida? No es autobiográfico, clama
el cantante, que cumplió los cuarenta el pasado 10 de mayo. En
cierto sentido, es todo lo contrario: ya pasé por ese período
y estoy de vuelta. Los primeros cuarenta años de mi vida han
sido tan extraordinarios que acepto tranquilamente lo que venga en la
segunda parte. Quizás ahora soy menos pródigo con mis
energías. Sé que no soy un veinteañero, y de eso
se habla en el disco: la indignación que me producen los prejuicios
del rock acerca de la edad. Eso de que es una profesión exclusiva
para jóvenes. Un escritor, un cineasta o un pintor alcanzan la
madurez creativa a los cuarenta, a los cincuenta... ¡o más
tarde aún! Lo que uno sí nota es que crecen sus hijos,
que se preparan para echar a volar fuera de casa y... la verdad que
no me cae bien eso, tal como queda reflejado en alguna de las nuevas
canciones.
Aunque parezca una obviedad remarcarlo, todos los U2 han crecido. Mullen,
por ejemplo, que pasaba los días sumergido en alcohol y yendo
de una fiesta a otra con Naomi Campbell, dejó la bebida y está
más tranquilo. Hasta se permite una humorada sobre sus años
salvajes: Es el clisé del músico de rock y la modelo.
Cuando me tocó desempeñar ese papel, lo hice maravillosamente.
Sin embargo, los U2 saben que hoy viven tiempos diferentes, en opinión
del bajista de la banda. Oh, Dios, somos adultos, ¿qué
vamos a hacer al respecto? ¿Teñirnos el pelo (o, mejor
dicho, las canas)? Hablo en serio, eh: estamos ahí, peleando
por lo nuestro, porque no queremos que la gente diga Uh, estos ancianos....
Lo cierto es que los años pasan y U2 permanece. El guitarrista
dice que la banda seguirá mientras continúe teniendo hambre
de música. Si perdemos el interés o el corazón,
será el fin. No creo que sigamos en esto como excusa para salir
de casa o para ganar unos billetes. Bono cumple y The Edge dignifica.
¿Quiénes más que ellos podrían salvar al
rock`nroll?
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