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SEXO Por qué usan Viagra los jóvenes

Levántate y anda

Los treintañeros dicen recuperar la potencia de los quince y sus mujeres lo corroboran; los directores porno afirman que ahora pueden convertir a cualquiera en una estrella; y los dealers lo incluyen dentro de sus combos más pedidos. A 300 dólares el frasco de 20 pastillas (que se consigue vía internet o en farmacias bajo receta) el Viagra desplazó al éxtasis y se convirtió en el mejor amigo del hombre.

POR DANIEL KUNITZ, DESDE NUEVA YORK

Estábamos comiendo en un restaurante de TriBeCa cuando una de las chicas en la mesa empezó a hablar de las proezas sexuales de su novio de 33 años. La primera vez que durmieron juntos, nos dijo, tuvieron sexo seis veces a lo largo de la noche. La anécdota despertó sonrisas de asombro entre las mujeres y muecas de sospecha entre los hombres. Meses más tarde, siguió contando la involucrada, descubrió una pastillita azul en la mesa de luz de su novio y le preguntó qué era. “Viagra”, contestó él. “¿Y no se te ocurrió pensar que había tomado una aquella primera noche?”, le preguntó uno de nosotros. Ella respondió que no, que incluso él mismo se lo había confirmado. Pero nadie la oyó, estábamos demasiado ocupados riéndonos: excepto a los dieciséis, nadie puede echarse seis en una noche sin una ayudita de sus amigos.
Lo cierto es que desde que el Viagra llegó al mercado, existen miles de mujeres que gozan de sus beneficios sin saberlo. Novios y maridos ingieren secretamente la milagrosa píldora azul para jactarse frente a sus mujeres de una potencia digna de la adolescencia más furiosa. Sólo en Estados Unidos, los médicos recetan 200 mil frascos por semana, cuatro millones de norteamericanos la consumen regularmente y, aunque todavía no existen estadísticas sobre el uso entre los jóvenes, ya está claro que el Viagra no es un recurso privativo del abuelo.
Ron Jeremy, actor porno devenido en director y presidente de la productora Metro Global Media, afirma que “el Viagra está cambiando la cara del porno”. Los raps de Eminem describen las largas sesiones de masturbación bajo los efectos de un frasco entero del producto. En un episodio de Sex and the City, Samantha conoce a un médico que traga viagras como si fueran caramelos: “Es un viaje directo al centro de tu sistema solar”, le explica. “Se traga una píldora, se esperan unos pocos minutos y uno ya está listo”, me explica un usuario habitual. “Uno nunca quiere fallar, y el Viagra garantiza erecciones duras como un roble”, dice mientras me muestra el frasco que lleva siempre en su maletín.
Para ahuyentar dudas, yo mismo incurrí en el uso de la píldora. Y ahora puedo confirmarlo: las erecciones del Viagra son asombrosas, con una recuperación casi inmediata. Y los efectos no son sólo físicos: para bien o para mal, saber que uno va a estar a la altura de las circunstancias produce una calma absoluta: uno se siente invencible. Antes de probar, pensaba que el Viagra significaba sexo intenso pero insensibilizado. Esa noche no le dije nada a mi novia de entonces. Tomé la pastilla cuarenta y cinco minutos antes de que llegara. No sentí nada hasta que ella entró a casa. En cuanto cerró la puerta, mis pantalones se tensaron. Esa noche senté un peligroso precedente, atendiendo a mi dama tres largas veces seguidas, sin más que cinco minutos de entreacto. No tuve efectos colaterales. Ningún dolor de cabeza; sólo un leve palpitar en los oídos al final, como si hubiese corrido durante una hora. La mañana siguiente, me desperté con la resaca del Viagra: una terrible erección, así que seguimos donde habíamos dejado.
Desde aquella primera vez, descubrí que formo parte de una revolución sexual subterránea. En las fiestas se usa el Viagra para contrarrestar los efectos de la cocaína y del éxtasis. Muchos dealers han sumado la píldora a su oferta, creando un combo de Viagra y cocaína a treinta dólares la dosis. “Pocos lo piden mientras la noche es joven”, me dice uno que vende casi cincuenta píldoras por semana, “pero cuando llega la madrugada, no paran de llamar”. Los dealers no son los únicos en beneficiarse. Dennis Hof, dueño del Bunny Ranch, en Nevada, el prostíbulo más grande de Estados Unidos, dice: “La gente me pregunta por qué lo tomo. Por la misma razón que algunos autos vienen con turbo”. Su empresa cuenta con una guardia médica a la que clientes de todo el país escriben o llaman exponiendo su situación. A la mañana siguiente reciben su receta vía Federal Express. “La mayoría de los jóvenes se sobreexcita y acaba demasiado rápido”,explica Hof. “Con el Viagra, recargan más rápido y están listos para disparar de nuevo.”
Ron Jeremy es un poco más nostálgico: añora la época en la que las estrellas del porno lucían sus encantos naturales y no vigas impostadas. “Con el Viagra, cualquiera puede ser una estrella porno”, dice. “Es cierto que estábamos acostumbrados a ver siempre las mismas caras, porque no es un trabajo sencillo desvestirse frente a un grupo de filmación y tener sexo. Yo me mantuve en el mercado gracias a mi mano derecha y a mi imaginación. Pero ahora aparecieron todos estos novatos llenos de músculos que filman a fuerza de Viagra y encima no lo admiten.” Aunque abiertamente pro-Viagra, la directora porno Jane Hamilton (también conocida como Veronica Heart) niega haber utilizado la pastilla en el set: “Si mis actores la quieren usar, bienvenida. Hace las cosas mucho más fáciles. Algunos se enorgullecen de alzarse solos, sin pastillas ni cremas, pero a veces eso puede crear inconvenientes, porque si ellos tienen un problema, todos tenemos un problema”.
Entre los aficionados, el Viagra no siempre satisface las expectativas. Un amigo diseñador que lo tomó junto a su esposa me confesó después: “Es cierto que pasamos una noche agitada, pero no sé cuánto tuvo que ver el Viagra. Es cierto que tuve una erección particularmente sostenida y mi pene estaba más ancho que de costumbre, pero la verdad es que esperaba coger varias veces esa noche, cosa que lamentablemente no sucedió”. Aunque muchos temen convertirse en “psicológicamente dependientes” de la pastilla, no existen pruebas científicas al respecto. Lo que hay, sí, son algunos efectos secundarios: acaloramientos, jaquecas, dolores musculares, congestiones nasales. Una sobredosis rara vez manda a alguien al hospital, pero se conoce el caso de Billy McNamara, protagonista de la serie Beggars and Choosers, quien terminó internado por su pulso extramadamente acelerado y “unas manchas azules” en su campo de visión.
Otro tema que desalienta a los usuarios es la mala opinión que parecen tener las mujeres de los hombres que ingieren la pastilla. “Si él toma Viagra”, confesó la mayoría de las consultadas, “es o bien porque quiere tener sexo, no importa con quién, o porque necesita algo adicional para calentarse. En ambos casos, prefiero dejar pasar esa clase de compañero de cama”. Precisamente por eso yo escondí mi botella en el placard, debajo de una pila de medias viejas. Hasta que una noche me encontré con dos envidiables mujeres en mi living dispuestas a entregarse a los placeres de un ménage à trois. Para casi cualquier hombre, dejar satisfechas a dos mujeres como ésas sería todo un desafío. Cincuenta miligramos más tarde, yo estaba listo para intentarlo. Como dice Ron Jeremy, cualquiera puede ser una estrella porno con una ayudita de tío Viagra.

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