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MISIONES
Cataratas del Iguazu

La gran garganta

Unos 740 mil turistas nacionales y extranjeros llegan cada año a Misiones para conocer las Cataratas, una de las mayores maravillas naturales del mundo. Son 270 saltos gigantescos entre los que se destaca la famosa Garganta del Diablo. Pequeños botes para verlos desde abajo o avionetas y helicópteros para sobrevolarlos. Y, como siempre, el asombro y la admiración ante el prodigio acuático.

Por Mariano Blejman

“Sabía usted que la palabra yate proviene del guaraní, y quiere decir `lo que flota’”, explica un guía que no es guaraní, pero que conoce el lugar desde hace ya muchos años. Lo dice sobre un bote, que flota, en el medio de un río con el marco de las Cataratas del Iguazú. El bote se suspende en el agua, y detrás se sucede una catarata de acontecimientos, como si se tratara de un tren de agua que cae. Miles de toneladas de la masa acuosa sacuden al más valiente mientras que, en el corazón, un grupo de turistas se menea alrededor de la Garganta del Diablo... pero gritan excitados con la suya propia.
Las Cataratas del Iguazú cuentan con aproximadamente 270 saltos, cuyo río bautizaron sus verdaderos descubridores: los guaraníes. Y le pusieron Guazú. La I quiere decir río en el idioma oriundo. En cambio, otra tribu llamada los caigangue optó por llamar a las cascadas como “el lugar donde nacen las nubes”, por la constante nubosidad que forman los 14 millones de litros de agua que caen allí por segundo.
Pero en ese lecho, no hay descanso para la caída del agua. Estas tan sólo se detienen cuando los cinco diques que regulan el afluente del lado brasileño se ponen de acuerdo para hacer bajar los niveles de agua. Recién entonces los turistas recuerdan que el río cuenta con 500 kilómetros de largo y que viene a confluir a metros de la Argentina, a unos cuantos kilómetros del Paraguay. Y que su caudal depende del Brasil.

Desde una avioneta, vista de la profunda Garganta del Diablo.

Un parque lleno de chorros Las Cataratas del Iguazú se encuentran en el Parque Nacional Iguazú, que tiene una superficie de 67.000 hectáreas y fue creado en 1934. El inmenso chorro de agua es Patrimonio Mundial de la Humanidad, según lo dictaminó la Unesco en 1984 y representa tan sólo el 1 % del parque que protege la selva paranaense. Aproximadamente 750.000 turistas llegan por año para ver la gigantesca caída de agua. Muchos de los viajeros también utilizan los hoteles de la zona como centros de reuniones de negocio, de empresarios que quieren cambiar, cada tanto, de fondo de pantalla.
Hoy, los botes andan por la base de las cataratas y arremeten contra las paredes de agua llevando a grupos de turistas que miran embelesados las portentosas cortinas líquidas.

La respuesta de la ciencia Muchos se preguntaron durante cientos de años por qué esas inmensas planicies tenían tremendos desniveles que facilitaron la creación de las Cataratas. La respuesta de la ciencia, que a veces tarda pero llega, es que durante millones de años, coladas hirvientes de basalto se fueron derramando según la inclinación del continente hasta formar una gran planicie estable. El basalto era denso, buscaba las mejores pendientes y rellenaba todas las superficies que encontraba alrededor.
Hace tan sólo 100.000 años unas primeras gotitas de agua hicieron su salto inicial hacia la Garganta del Diablo, la mayor atracción del accidente geográfico en cuestión. Luego, todo desembocó en un complejo sistema de cascadas que permite al río Iguazú desembocar en el Paraná. Este río, ubicado en una gran falla geológica, elevó su costa occidental 30 metros por encima de su costa oriental, socavó su lecho y formó una depresión. Pero no estaba triste, tan sólo se estaba hundiendo unos 80 metros más.

El arco iris ilumina las incalculables gotitas de agua que impregnan el aire.

Garganta profunda La famosa garganta cuenta con una cascada principal que tiende a captar los mayores volúmenes de masa líquida. Según los analistas, esta cascada se tragará el caudal de sus cascadas vecinas, produciendo “sequía” en el resto de las cascadas, sin que disminuya el caudal del río. Se estima que este proceso demorará unos cien años, lapso en el cual la garganta irá ocupando todos los saltos y brazos del Iguazú, como si se tratara de un agujero negro que se traga todo. Muchos lugareños piensan que las sequías se agudizarán en los próximos años. Y comoconsecuencia de la tala indiscriminada de los bosques en el Brasil, el proceso se acelerará mucho más. Entonces, ya no habrá yate que pueda recorrer la garganta de cerca. Una garganta cada vez más profunda.