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CUBA
Holguín y las playas de Guardalavaca y Esmeralda

Joyas orientales

El Cayo Saetía: Playas y una reserva natural de 42 kilómetros cuadrados.

Una típica ciudad del oriente cubano, atrapada entre un pasado colonial y la modernidad: Holguín. Muy cerca, cayos desiertos con animales salvajes y las famosas playas de Guardalavaca y Esmeralda sobre la costa atlántica.

Por Julián Varsavsky

El sol antillano ha desaparecido tras el Atlántico y pareciera que todo Holguín está en la calle. Al atardecer del sábado la gente luce su mejor vestimenta y sale a caminar con un rumbo fijo casi como en procesión. Se dirigen a las plazas a bailar; salsa para los jóvenes con el cuerpo en llamas, y son y bolero para los mayores con el corazón a pleno. “El cariño que te tengo no te lo puedo negar, se me sale la babita, yo no lo puedo evitar...”, le canta al oído un viejito a su mulata de pañuelo rojo en la cabeza –a quien abraza con la suavidad del baile–, parafraseando a Compay Segundo que suena en los altoparlantes. Escenas como ésta se repiten por doquier un fin de semana en cualquiera de los pulmones verdes de “La Ciudad de los Parques”.
Se dice que un cubano es incapaz de compartir un ascensor con otra persona sin entablar una conversación. Basta con acercarse hasta alguna de las numeras plazas de esta ciudad –cada una con su iglesia– para descubrir que aquí todos tienen ganas de hablar (y tiempo para hacerlo). En los parques, el cubano exterioriza su carácter bullanguero y conversador y no sería extraño que un turista seducido por ese rasgo de la personalidad del cubano se quede hasta el alba charlando con un grupo de jóvenes (botella de ron de por medio).
Holguín es una suerte de emblema de ciudad del oriente cubano, con puertas y ventanas abiertas a toda hora del día, atrapada entre el pasado y la modernidad. Algunos edificios altos conviven con casas coloniales con tejas rojas, recovas y columnas griegas al frente, y coches tirados a caballo (funcionan como taxi). Una construcción colonial de antología es La Periquera –en los alrededores de la plaza Calixto García–, un antiguo cuartel español que hoy alberga un museo histórico. Su nombre deriva de los colores rojo y verde –similares a los de los pericos– del uniforme de los soldados de la colonia.
El antiguo Centro Cívico fue diseñado durante la colonia y aún conserva algunas casas habitadas de los siglos XIX y XVIII que están en proceso de reconstrucción (al igual que los grandes edificios coloniales). Los trabajos ya están muy avanzados y se ha recuperado gran parte del ambiente colonial, apuntalado por la Catedral de San Isidro (1720), con su estilo barroco con arcadas de ladrillo sin revocar, que le dan un toque mudéjar.

Salsa y son cubanos a orillas del mar y en cualquier hora del dia y la noche.

El pueblo de Gibara En este pueblo pesquero, ubicado a una hora de Holguín, la arquitectura colonial perdura intacta. En sus callejuelas que van a morir al mar quedan viejas mansiones en decadencia, a la sombra de las palmeras, con antiguos llamadores en los gruesos portones de madera. El pueblo, que alguna vez estuvo amurallado, parece congelado en la historia. Entre las grandes construcciones coloniales se cuentan la Batería de Fernando VII -.cuyos cañones protegieron la bahía del asedio de los corsarios desde 1818–, la Iglesia Parroquial, el Teatro Colonial y el Casino Español. Pero lo curioso es que el mobiliario de las casas también es antiquísimo... al observar por las ventanas con rejas de hierro forjado se descubren viejos pianos cubiertos por manteles con grandes caracoles encima, bibliotecas de libros carcomidos, pisos de madera y grandes patios internos con sillas mecedoras y palmeras. Antes de abandonar el pueblo, unos pescadores nos convencen de probar las jaibas, unos suculentos cangrejos cocinados en su caparazón.

El mirador de Mayabe Una excursión que los holguineros muestran con todo su amor propio es la ascensión al mirador de Mayabe –una finca que recrea la cultura guajira o campesina–. Conviene hacerla cerca del mediodía pensando en el almuerzo. Al subir a pie por un camino de vegetación semiselvática aparece entre el verdor una espectacular piscina al frente de un restaurante a la sombra de un quincho. En el camino invitamos a un burrito llamado Pancho –toda una celebridad en Holguín– con una Mayabe, la mejor cerveza del país. Cabe aclarar que con tantos agasajos, la celebridad local ya se ha convertido en un bebedor profesional. Se estimaque su antecesor se tomó unas 50.000 cervezas en sus 29 años de vida –una longevidad considerable para la especie– y se espera que el joven Panchito llegue a romper ese record.
En lo alto de la colina, bajo el quincho, se sirve un banquete de comida campesina frente al espectacular panorama del valle con la ciudad al fondo. La música guajira en vivo –con los músicos entonados con ron– anima la velada. El plato por excelencia es el puerco asado casi sin grasa, acompañado de moros y cristianos (frijoles blancos y negros) y mariquitas (plátano verde frito en rodajas).

Testimonios de la época colonial en la ciudad de Holguín.

El Cayo Saetía A una hora y media de viaje desde Holguín, hay un cayo con 12 playas vírgenes y un mar que parece una pacífica laguna donde el oleaje es apenas una caricia. La tupida vegetación llega casi hasta la arena de la playa tan fina como talco, dando la imagen de un oasis perdido en medio de un mar azulísimo. El Cayo Saetía es una reserva natural de 42 kilómetros cuadrados donde viven en absoluta libertad numerosos antílopes, avestruces, cebras, jabalíes, pavos reales y pájaros exóticos. Para verlos de cerca se organizan safaris en jeep que permiten una amplia visibilidad del verdor de las praderas y la nutrida fauna.
Todos saben que Colón llegó a Cuba a fines de octubre de 1492, pero pocos recuerdan que fue justamente en las costas de Holguín donde pisó tierra y lanzó al viento su famosa frase: “ésta es la tierra más hermosa que ojos humanos han visto”. Quinientos ocho años después, los cocoteros de las playas que fascinaron al Almirante genovés se mueven con la misma parsimonia de aquel entonces y las olas continúan acariciando unas arenas tan blancas como antaño.

Playa Esmeralda: La nueva joya de las playas cubanas que recién ahora está siendo conocida en el mercado argentino.

Guardalavaca... que llegan los piratas

A lo largo de los 40 kilómetros de litoral holguinero se alinean 41 playas entre las cuales Guardalavaca es la más famosa. Cada semana arriban al aeropuerto Frank País de Holguín varios vuelos charter directamente desde Europa y Canadá con turistas que vienen a instalarse en alguno de los tres hoteles que están justo detrás de la playa.
Una tupida vegetación ofrece su generosa sombra a lo largo de 1300 metros de playa con arenas inmaculadas. Un pelícano vuela a ras del agua cortando el viento, mientras un conjunto de músicos de jazz recorre la playa ofreciendo un repertorio de Tom Jobim. En Cuba la música nos sigue a todas partes y, por la noche, se arman varias fiestas con grupos de salsa distribuidos en distintos escenarios del hotel.
Antes de partir, todos preguntan algo sobre el nombre de la playa. Las versiones son variadas, pero la preferida de los lugareños –no por eso la más creíble– afirma que, gracias a la barrera de coral que protege la playa, ésta era una zona resguardada de los ataques piratas. Por eso, cada vez que asomaba en el horizonte un mástil con bandera negra danzando al viento, los campesinos escondían aquí sus vacas para salvarlas del saqueo.

Atardecer con música y ron en el oriente de Cuba.

Una joya caribeña: playa esmeralda

Estero Ciego es el oscuro nombre que denominaba hasta hace poco a esta colorida playa que por razones comerciales pasó a llamarse Playa Esmeralda (nombre mucho más ajustado al brillo del paisaje). Esta es la nueva joya de las playas cubanas que recién ahora está siendo conocida en el mercado argentino (se han reacondicionado tres hoteles en los últimos años, dos de cuatro estrellas y uno de cinco estrellas con el sistema all inclusive, que incluye en una sola tarifa la totalidad de los gastos del turista).
Los árboles de uva caleta cubren parte de los 900 metros de playa con arenas de oro y los hoteles están ocultos tras una vegetación donde sobresale la esbelta palma real. En los hoteles no falta la animación deesculturales mulatas que dan clase de salsa al borde de la piscina, ni las sofisticadas salas de juego y toda clase de deportes náuticos donde despuntan el buceo y el snork.

 

Cómo realizar la visita

Cómo llegar: Cubana de Aviación vuela a La Habana por alrededor de 800 pesos en temporada alta. Sin embargo, si la idea es instalarse una semana en algunos de los lujosos hoteles de las playas de Guardalavaca o Esmeralda, resulta mucho más conveniente comprar un paquete en una agencia de turismo (oscilan entre los 900 y 1200 pesos por persona).
Dónde alojarse: Hotel Brisas Guardalavaca (cuatro estrellas). Tel.: 53-243021, e-mail:
reserva@ deltabsa.gvc.cyt.cu Hacienda Cayo Saetía: 10 cabañas (entre ellas una suite) climatizadas, con TV color y heladera. Tel.: 53-24-425350. Fax: 53-7-335571 Meliá Río de Oro (Playa Esmeralda). Cinco estrellas y sistema all inclusive. Tel.: 53-24-30095, e-mail: [email protected]
Dónde comer: En la ciudad de Holguín, La Taberna de Pancho es una rústica taberna al estilo de los bodegones españoles, con sillas de madera labrada y cuero. La especialidad son los mariscos y una langosta entera cuesta 8 dólares. El puerco asado o ahumado sazonado con ajo es uno de los platos más preciados (5 dólares). Queda justo delante de la Plaza de la Revolución.
Dónde informarse: Oficina de Turismo de Cuba en Buenos Aires: Marcelo T. de Alvear 928, piso 4. Tel.: 4326-7810/7995,
e-mail: [email protected]
www.cubaturismo.com.ar
www.cubanacan.cu