Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

KIOSCO12

OPINION+

Peligro de extinción

Por James Neilson

Todo organismo viviente, trátese de una célula protoplasmática o de un estamento integrado por millones de personas, está programado para perpetuarse, empresa que puede resultarle difícil en épocas como la actual en que especies biológicas y sociales enteras corren peligro de desaparecer. Así las cosas, puede entenderse el desconcierto que se ha apoderado de la clase política criolla la cual, a juzgar por la capacidad de sus miembros de enriquecerse y colmarse de privilegios en circunstancias nada favorables, debería figurar entre las más exitosas de la Tierra. Sin embargo, todo hace pensar que, como sucedió con ciertos animales ya extintos, las habilidades que le han permitido prosperar en un período determinado le resultarán contraproducentes en el siguiente que, mal que le pese, ya ha comenzado. No es ningún secreto que muchos políticos profesionales deben su buena fortuna a la corrupción o, cuando menos, a su voluntad de aprovechar su poder en su propio interés y en aquél de sus familiares, amigos y simpatizantes. ¿Podrán continuar operando así mucho más? Casi nadie lo cree.
Para alarma de los jefes de la corporación política, ya ha caído uno de sus muros defensivos más imponentes, el supuesto por el dogma de que criticarla en bloque equivale a atentar contra la democracia y está bajo ataque otro, el conformado por la presunta obligación de todos de tener “fe en la Justicia”. Durante años el temor al regreso al terrorismo castrense sirvió para que los indignados por la corrupción pasaran por alto la conducta de la mayoría de los políticos, pero ocurre que no se sienten tan cohibidos como antes. En cuanto a la “fe en la Justicia”, los únicos que aluden a ella son “dirigentes” resueltos a impedir, cueste lo que costare, que los jueces actúen con mayor autonomía.
Aunque algunos nos advierten sobre los riesgos a su entender implícitos en su propio desprestigio colectivo, la verdad es que se trata de un fenómeno muy positivo. En términos políticos, el país está evolucionando con cierta rapidez. Acaso por primera vez, la ciudadanía está exigiendo a los “dirigentes” algo más que discursos y promesas. Ya que no podrán hacer milagros, por lo menos pueden ajustarse lo mismo que los demás. ¿Es mucho pedir? Claro que sí: para muchos “dirigentes” tener que conformarse con ingresos comparables con los que percibirían sus homólogos del Primer Mundo en circunstancias similares sería una tragedia personal sin atenuantes y, para el conjunto, significaría la desaparición de un estilo de vida que sin duda fascinará a los historiadores futuros.


 

PRINCIPAL