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El riesgo de que la vaca loca llegue en importados

Un científico de la UBA reclama que se prohíba la importación de todo producto con grasa animal. El Senasa no está de acuerdo.

Por Pedro Lipcovich

¿Estará loco ese budincito que viene de Europa? ¿Y esa galletita y ese jamoncito español? Un prestigioso investigador sostiene que sí, que pueden estar afectados por el mal de la “vaca loca”, que en los seres humanos causa una enfermedad mortal. Las autoridades sanitarias responden que “no hay que prohibir todas las importaciones, sino las que conllevan riesgo”, entre las cuales no estarían las galletitas ni el jamón serrano, pero sí “carne y derivados de varios países europeos”. Así viene a instalarse un debate que en Europa –donde hay más de 90 casos en humanos, todos mortales– toma ribetes de pánico. Aquí la discusión se centra en lo importado ya que los animales argentinos, alimentados en forma pastoril, permanecen libres del mal, que se trasmite por suplementos dietarios a base de harinas animales. En los próximos días, el Ministerio de Salud podría establecer pautas más estrictas de importación.
Luis Quesada Allué, director del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, afirma: “No deberían importarse alimentos provenientes de mamíferos europeos, como jamones españoles e italianos o quesos franceses; nada que tenga grasas animales, como galletitas y dulces, ni alimentos balanceados para animales, ni vacunas y sueros ni cremas cosméticas. También habría que evitar las triangulaciones: cosas elaboradas en un país con materia prima de otro”. El investigador sostiene que “los últimos casos en Francia y, especialmente, uno en Sudáfrica, adonde no hay exportaciones de carne europea, sugieren esta vía de contaminación”. La alarma se funda en que “aunque la posibilidad sea remota, el peligro es enorme”.
Para entender la paradoja de un peligro remoto y enorme a la vez, hay que recordar que, contra la “vaca loca”, no hay defensas inmunitarias que valgan: la enfermedad es causada no por bacterias ni virus sino por priones, que son, para decirlo mal y rápido, proteínas podridas: basta con una para pudrir las del resto de la canasta, que es el sistema nervioso en su conjunto. La enfermedad se llama encefalopatía espongiforme bovina (BSE) y su incubación puede durar diez años, durante los cuales no hay manera de detectarla. Quien ingiera carne que incluya un solo prión, enfermará del mal de Creutzel-Jacob, que conduce invariablemente a la muerte. En Europa hay más de 90 casos confirmados, de los cuales unos 70 se registraron el año pasado: la mayoría en Gran Bretaña, tres en Francia y uno en Irlanda.
Ciento ochenta mil “vacas locas” se han registrado en Gran Bretaña y unas 1400 en el resto de Europa, casi todas en Francia, Irlanda, Portugal y Suiza. Según Carlos Van Gelderen –miembro de la Comisión de Prevención de la Encefalopatía Espongiforme de la Secretaría de Agricultura de la Nación–, “la Argentina está libre de BSE” y “nuestro sistema de vigilancia fue requerido por la OMS como modelo para utilizarlo en los demás países”.
Bueno, pero, ¿y las galletitas que vienen de Europa? Leonardo Mascitelli, director de tráfico internacional del Senasa (Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria), respondió a Página/12 que “no se trata de prohibir todos los productos, sino de considerar cada uno según su procedencia. Así, está prohibida la importación de carne y derivados de todos los países que tienen casos de BSE nativos”. Estos países son “Gran Bretaña, Francia, Portugal, Alemania, Dinamarca y Holanda” y la veda alcanza a “la carne fresca o congelada, preparados como albóndigas o derivados como el salame”. En cambio, “la prohibición no alcanza a los lácteos, chocolates o galletitas, porque no presentan un riesgo que justifique impedir el ingreso, excepto lácteos del Reino Unido”.
Ana María Laferriere, directora del Instituto Nacional de Alimentos -INAL, dependiente del Ministerio de Salud–, señaló que “en los productos que vienen de países europeos donde no hubo casos de ‘vaca loca’, de todos modos se pide una certificación de que hayan sido elaborados con materialibre de BSE”. En cuanto al ejemplo del jamón español, no está prohibido porque “ese país tuvo un solo caso de BSE, que se registró en un animal no nativo, y ningún caso de la enfermedad en humanos”, dijo la funcionaria y anticipó que, de todos modos, “en los próximos días volverá a reunirse la comisión que, en el Ministerio de Salud, clasifica a los países según su riesgo, para tomar en cuenta los nuevos datos procedentes de Europa”.
Los datos de Europa se vienen pareciendo al pánico. El 28 de diciembre se confirmó en Alemania el séptimo caso de BSE en animales; las autoridades admitieron fallas en el control de los alimentos para ganado y la Unión Europea pidió el retiro generalizado de productos elaborados en ese país. Los consumidores se retraen de la carne vacuna, pero la medida más impresionantes fue tomada en Francia, donde se prohibió la donación de sangre por parte de personas procedentes de Gran Bretaña.

 

 

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