Página/12
en Brasil
Por
Darío Pignotti
Desde San Pablo
Desde
ayer el Partido de los Trabajadores (PT) gobierna 187 municipios brasileños,
entre ellos San Pablo, lo que representa su mayor responsabilidad ejecutiva
en 20 años de historia. Con el primer día del siglo los
petistas iniciaron una estrategia de 22 meses que, según esperan,
debiera concluir en el gran salto: alcanzar la presidencia
de la nación en octubre del 2002. Pero el tamaño de la victoria
petista en las elecciones municipales de octubre pasado puede ser también
el de su frustración si la calidad de sus gestiones defrauda el
respaldo ciudadano. De allí que gran parte de la suerte del partido
dependerá de lo que suceda en San Pablo con la gestión de
Marta Suplicy. Su gobierno será un banco de pruebas sobre el que
oscilará buena parte de la política brasileña de
los próximos años. San Pablo va a dar el gran salto
hacia adelante, prometió Marta.
Para cumplir lo prometido, Suplicy deberá revertir un cuadro que
muestra a una ciudad de 10,5 millones de habitantes (18 con el área
metropolitana) con índices de violencia casi colombianos y una
corrupción estructural. El éxito de Marta tendrá
tantos seguidores como conspiradores, entre ellos las mafias organizadas
que hoy controlan al aparato municipal y han dejado el campo minado al
próximo gobierno con un presupuesto concebido para frustrar el
primer año de Suplicy. Los quince años de psicoanálisis
me dan la estabilidad de carácter para enfrentar tantas presiones
que, le digo, no imaginé que podían ser tantas, le
comentó Marta a Página/12 en sus oficinas de la Avenida
Brasil 173, donde trabajó su equipo de transición.
A las limitaciones sembradas por el gobierno saliente se añaden
las presupuestarias. La nueva intendente piensa batirlas con una nueva
ética y una nueva actitud que empieza por lavarle la cara a la
ciudad, resumió Marta a este diario. Para ello Marta ha convocado
a la hinchada del Corinthians (la mayor de San Pablo) a limpiar el estadio
del club, faena en que la propia alcaldesa se calzará guantes y
escoba, según prometió.
De los 8100 millones de reales (4000 millones de dólares) contemplados
como presupuesto municipal paulistano, unos 930 millones serán
destinados al pago de la deuda que el municipio mantiene con el gobierno
federal.
Esa realidad debiera afectar el gasto social, dijo el nuevo
secretario de Finanzas, Joao Saiad.
Es probable que las gestiones petistas exhiban las diferentes concepciones
que, a pesar de las desmentidas del caso, se advierten entre los bastidores
de la palabra oficial. Aunque no hay nada resuelto, la prefecta de San
Pablo admitió que pueden privatizarse algunos predios públicos
de alto valor simbólico como el Autódromo de Interlagos
o el Estadio Pacaembú. Desde el sur, Tarso Genro, quien desde ayer
es intendente de Porto Alegre, reiteró, en el órgano petista
Teoría y Debate, su convicción en favor de la intervención
estatal para promover y participar directamente de la actividad económica.
Ya el también petista Olivio Dutra, gobernador de Rio Grande do
Sul, ha rechazado cualquier hipótesis de privatización de
la banca estatal, algo que acaba de suceder con el Banco del Estado de
San Pablo.
A modo de contrapunto con sus compañeros gaúchos, Marta
Suplicy designó al frente de la Secretaría de Finanzas al
desarrollista Joao Sayad, quien en su momento rechazó la moratoria
de deuda del gobierno de José Sarney, del que fue alto funcionario.
Con esa designación la nueva intendente pretende ganar confiabilidad
en los mercados y reducir el riesgo PT, al que todavía
temen las elites financieras. La carrera presidencial se inició,
sin esperar banderilla de largada, apenas días después de
la victoria del 29 de octubre. El primero en alistarse fue el senador
Eduardo Suplicy, quien desde el triunfo de su esposa Marta optó
por el apodo de primer damo paulistano. El equipo Marta-Eduardo
ya viene actuando como coalición política de facto desde
hace tiempo y eso se hizo inocultable en la campaña electoral durante
la cual el senador no dejó palco ni set de televisión por
ocupar acompañando a su mujer. En rigor, Eduardo estaba preparando
el terreno para su lanzamiento, muy bien recibido por sectores afines
al aggiornamiento de la organización. Ganó el PT color de
rosa festejó en su tapa la revista Veja, cuando ganó Marta.
Semanas después la misma publicación, la más influyente
del mercado editorial, concedía su nota central a Eduardo para
que explicara los motivos de su ambición presidencial. Desde el
otro espectro periodístico, la revista independiente Caros Amigos,
expresiva de la izquierda política, concedía a su tapa a
Luiz Inácio Lula Da Silva para que, sin perder las formas, le hiciera
saber a Suplicy y al partido que no hay tres sin cuatro: y que aún
piensa en intentar la presidencia de la nación a pesar de haber
sido derrotado tres veces en el intento, la primera de ellas en 1989 cuando
el slogan petista proponía votar al PT sin miedo de ser feliz.
Diez años después, un Lula más canoso y menos lírico
sigue gozando de alta popularidad. En reciente encuesta publicada por
el diario Folha de S. Paulo, el líder petista marcha al frente
de las intenciones de voto presidenciales con el 30 por ciento, lejos
de sus seguidores. A pesar de gozar de un alto piso como caudal propio,
la realidad electoral ha demostrado el alto rechazo que aún concita
la imagen de Lula. Eso no ocurre con Eduardo ni Marta, quienes a pesar
de no tener un alto caudal propio presentan bajo índice de rechazo.
Los resultados de las elecciones municipales del 1º y 29 de octubre
pasados dejaron una nueva geografía partidaria. En ese mapa queda
ilustrada la expansión petista sobre territorios donde su presencia
ha sido débil, como el norte, nordeste y centro brasileños.
Hasta los comicios de octubre, y a pesar de algunas excepciones, el PT
seguía siendo una formación basada en las grandes concentraciones
urbanas e industriales del sudeste y sur. Desde ayer ese partido controla
las prefecturas de la amazónica Belém, capital
de Pará en el norte, Recife (Pernambuco) y Aracajú (Sergipe),
en el nordeste, y Goiana (Goias) en el centro.
Este dato cuantitativo encierra algunas incertidumbres cualitativas.
¿Podrá el PT homologar su modo de gobernar entre
realidades tan distantes y diversas como las de Porto Alegre y Recife?
En la dirección del partido saben que sin una coherencia nacional
de las administraciones petistas será difícil llegar con
aspiraciones al 2002. Para garantizar la marca registrada
de ese estilo que ya ha tenido éxito en varias administraciones
crearán una coordinación que procure preservar la línea
partidaria.
�Una
batalla contra la ética neoliberal�
Por
D. P.
Porto
Alegre, detrás de San Pablo, será la otra gran vidriera
que exhibirá el éxito o el fracaso del modo petista
de gobernar. El nuevo prefecto, Tarso Genro, será el cuarto
petista consecutivo que gobierna la capital gaúcha. El propio
Genro ya cumplió esa función entre 1993 y 1996. Con
él dialogó Página/12 antes y después
de su victoria. En la Universidad de San Pablo el profesor Genro
conceptualizó las grandes ciudades son hoy un escenario
de los problemas globales, en la actualidad lo municipal ya no es
sólo lo local. En consecuencia, los gobiernos municipales
deben pensar cómo dar respuestas a problemas que al mismo
tiempo pueden ser vecinales, nacionales o globales.
¿Los municipios están en condiciones de dar
respuestas al modelo neoliberal?
Esa tarea debería ser en primer lugar una responsabilidad
de los estados nacionales, pero los subestados como lo son
los municipios deben orientar todas sus políticas específicas
a la lucha contra la exclusión originada en la economía
global.
¿Qué programas ofrece el PT para ello?
El PT debe actuar desde sus municipios con un plan de conceptos
comunes y así quedó planteado en la Conferencia Nacional
de Prefectos del PT. Vamos a trabajar con pautas de calidad y democratización
del poder. Hay ya una gran experiencia acumulada en programas aplicados
exitosamente como el Presupuesto Participativo, las becas escolares,
el salario mínimo, etcétera.
¿Qué esperan construir con esa estrategia a
través de 187 municipios?
Desde las intendencias del PT debemos presentar una batalla
política y cultural contra la ética neoliberal y desde
esa estrategia construir una nueva hegemonía.
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