Hacia el oeste, el fuego. Ayer las llamas que amenazan pueblos, campos,
animales en Mendoza y en varios puntos de la provincia de La Pampa se
descontrolaron: llegaron a su pico máximo desde que se encendieron
a comienzos de diciembre, arrasando ya casi un millón de hectáreas
en las llanuras que rodean Santa Rosa y amenazando un pueblo en Cuyo.
La capital pampeana se había convertido ayer en una ciudad de aires
rancios, cruzada por la humareda más grande que se haya visto en
la zona. Para colmo, los pronósticos meteorológicos indican
que habrá un persistente clima seco y tórrido durante todo
el verano y que los vientos no cesarán de avivar los fuegos. La
posibilidad de que los incendios forestales aumenten durante el resto
de la temporada fue admitida ayer por el director del Plan Nacional de
Manejo del Fuego (PNMF), Daniel Bosco.
A partir de la tarde del 6 de diciembre no hubo en La Pampa un solo día
en que no haya estado encendido el fuego. Cada verano, especialmente los
últimos tres, las llamas consumen una porción de las tierras
ubicadas al oeste, llenas de pastizales que brotaron con las lluvias húmedas
de hace unos cinco años. La sequía afectó ese mismo
colchón verde convirtiéndolo en una superficie fácil
de prender con los calores crecientes y los rayos de las tormentas eléctricas.
El gobierno provincial tiene en sus estadísticas el año
1976 como el más catastrófico de todos: se consumieron 1.200.000
hectáreas aquellos meses ardidos. Pero el 2001 viene con un potencial
que podría dejar pequeñas esas cifras. Ya van 900 mil hectáreas
arrasadas y las previsiones negativas hacen sospechar que será
fácil que se cruce el triste record del año del golpe.
Tres son los focos que asuelan La Pampa. Uno avanza descontroladamente
en la zona de Santa Isabel, 300 kilómetros al noroeste de Santa
Rosa. A pesar de la distancia del incendio, la ciudad capital ya siente
hace días la presencia del humo. Ayer saturaba la atmósfera
en un radio de 500 kilómetros. El sol parecía un disco rojo
en el horizonte, absolutamente opacado, como el cielo que viró
a un gris oscuro. El humo parece la niebla de una ciudad del norte europeo
y ha causado graves problemas en el tránsito, ya que en algunos
caminos la visibilidad ha disminuido a tres metros. La estación
local del Servicio Meteorológico informó ayer que semejante
nivel de humo en el ambiente se debe a un fenómeno conocido
como inversión térmica.
Los otros dos focos pampeanos son el que se extiende en el sur de Santa
Rosa, en el departamento de Puelén, cerca de Casa de Piedra, y
el que comenzó ayer al sur del paraje de Limay Mahuida. En Puelén,
el lugar en el que las llamas están más fuera de control,
ya fueron afectados 23 lotes de 10 kilómetros cuadrados cada uno.
Allí fueron alcanzados por el incendio una decena de caballos,
con lo que en la provincia los animales muertos desde el 6 de diciembre
ya suman 300. Son tres los hombres que se han quemado intentando apagar
los incendios: uno de ellos es el concejal del pueblo de La Humada Ramón
Morales. Morales peleaba contra el fuego en un campo cercano a la localidad,
cuando lo alcanzaron las llamas. En Mendoza, la situación empeoró
de súbito ayer con un temporal de viento. El fuego cruzó
el río Diamante y llegó a las puertas del pueblo de Monte
Comán, a escasos kilómetros de San Rafael. En General Alvear,
los incendios llegaban a siete. Y el fuego también avanzaba hacia
la planta reguladora del gasoducto TGM, en las cercanías de Real
del Padre.
Un
émulo de Fendrich
El tesorero de
la sucursal San Miguel del Banco Francés, donde el 7 de diciembre
tres ladrones robaron 800 mil pesos, fue detenido acusado de ser coautor
del delito de robo calificado por el uso de arma de fuego. Osvaldo
Raggi, de 27 años, quedó preso después de ser indagado
por el fiscal de San Martín, Mario Marini.
Las principales pruebas que obtuvo el fiscal Marini contra el acusado
fueron obtenidas a partir de acciones poco claras que realizó el
tesorero en el momento del robo. Según las investigaciones, apoyadas
por las declaraciones de un testigo de identidad reservada, Raggi
abrió la puerta de entrada al banco a los delincuentes después
del horario de atención al público, ordenó al policía
apostado en una garita del banco que cambiara la cinta de video de circuito
cerrado y, a pesar de que su vida no estaba comprometida, no le hizo señas
para advertirlo del asalto.
La fiscalía estableció también que Raggi tipeó
la clave real del tesoro y no una ficticia que permitía activar
la alarma sin despertar la sospecha de los ladrones, y además salió
del banco con ellos, con lo que les facilitó la huida porque los
custodios de la sucursal no se percataron del asalto.
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