Por Diego Fischerman
Hay obras en las que el valor
simbólico termina siendo más fuerte que la música
misma. Y tal vez haya, en ese sentido, una sola capaz de rivalizar (y
hasta de superar) a la novena sinfonía de Beethoven: la Pasión
según San Mateo de Johann Sebastian Bach. Nacida como obra ritual,
destinada al culto, la historia hizo un pequeño desplazamiento
y la colocó en el lugar de objeto del culto. Desde la resurrección
propiciada por Mendelssohn hasta la utilización de Tarkovski de
su aria para alto con violín obligado (Erbarme dich)
en El sacrificio, el camino trazado por esta narración musical
de la muerte y resurrección de Cristo es el que va de lo funcional,
de lo ligado a usos sociales y contextos definidos, a lo absoluto. La
Pasión según San Mateo, una composición destinada
a avivar la fe de los fieles, pensada para ser interpretada en la iglesia
y en una situación en particular la Pascua, fue entronizada
por las lecturas posteriores en símbolo máximo (y ejemplo
más perfecto) de la música pura. El 2000, 250º aniversario
de la muerte de Bach, fue utilizado hasta el hartazgo para grabar de nuevo,
vender, tocar en conciertos y programar sus obras en diversas instituciones.
Tres sellos distintos, por ejemplo, previeron ediciones integrales de
sus más de doscientas cantatas. Erato (a cargo de Ton Koopman),
Bis (por el Collegium Musicum de Japón que dirige Suzuki) y Hänssler
(conducida por Rilling) llevan adelante, todavía, el proyecto.
Archiv, que había promocionado otra más, dirigida por John
Eliot Gardiner, redujo sus planes a unos pocos discos (algunos de ellos
reediciones de material que ya había sido publicado con anterioridad).
Entre tanta producción, el belga Philippe Herreweghe, que dirige
el grupo historicista Collegium Vocale Gent, volvió a grabar la
Pasión... (que ya había registrado hace un poco más
de una década). La remake podría parecer un signo de frivolidad
o de mero oportunismo. La profundización del concepto acerca de
la obra que se hace notable al comparar ambas versiones, la calidad de
la grabación y el nuevo elenco (en el que se destacan el genial
contratenor Andreas Scholl, el tenor Ian Bostridge como un Evangelista
tan preciso en su fraseo y afinación como conmovedor en el aspecto
expresivo, el barítono Werner Güra y la soprano Sibylla Rubens)
demuestran que esta nueva interpretación no sólo tenía
sentido sino que resultaba imprescindible.
Dentro de un panorama en el que hay varias interpretaciones de primer
nivel (Leonhardt, Gardiner), la de Herreweghe conjuga dos virtudes generalmente
contradictorias entre sí: estilismo y emoción. Con tiempos
en general más veloces (y una idea de la obra menos monolítica)
que Leonhardt y con un compromiso algo mayor con el texto (además
de que Scholl, en el aria Erbarme dich, es infinitamente superior
a Michael Chance) que Gardiner. En esta última versión,
por otra parte, la voz de alto aparecía alternada por Chance y
Von Otter, mientras que en la dirigida por Herreweghe es Scholl quien
se hace cargo de la totalidad de la parte. El tamaño del coro es
otro de los elementos polémicos. Algunas investigaciones indican
que Bach no tenía a su disposición un coro sino que escribía
estas partes para el conjunto de los solistas. De hecho, nunca se encontró
más que una particella (la partitura individual) por cada voz.
Herreweghe toma una solución intermedia. Ni el radicalismo de Rifkin
o Parrott ni el mastodontismo de la vieja escuela: dos coros de quince
personas más un ripieno (la Scola Cantorum Cantate Domino que dirige
Michaël Ghljs). Y en cuanto al tema de las voces femeninas (que no
podían cantar en las iglesias), Herreweghe prefiere mujeres entrenadas
en un modo estilista de canto (poco vibrato, emisión lo más
transparente posible) que niños (tal como hace Leonhardt) por entender
que ningún niño actual posee una técnica comparable
a la de los del 1700, que no hacían otra cosa en su vida que estudiar
música y cantar en la iglesia. Pero esta versión tiene un
atractivo más y es el CD-Rom que acompaña la edición.
Un análisis impecable de la obra, el libreto desglosado y una completabiografía
de Johann Sebastian Bach son algunos de los atractivos de este viaje interactivo
(así aparece publicitado), diseñado de manera soberbia.
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