Por Ewen MacAskill
y Martin Kettle *
Desde Jerusalén y Washington
El primer ministro israelí
se preparaba anoche para enviar a Washington un equipo de negociadores
dirigidos por Shlomo Ben Ami para reunirse con la delegación palestina,
dejando así una puerta abierta para un tratado de paz de Medio
Oriente de último minuto. Antes, el líder palestino Yasser
Arafat dio una aceptación altamente condicionada a nuevas negociaciones
durante una reunión con Bill Clinton en Washington, según
dijeron ayer fuentes palestinas y de la Casa Blanca. El líder palestino
partió ayer de Washington para Egipto después de dos sesiones
con Clinton el martes. Debe reunirse con líderes árabes
en una cumbre en El Cairo hoy para discutir las últimas propuestas
de Estados Unidos.
Es importante impulsar hacia adelante el proceso de paz, le
dijo Arafat a un reportero de la CNN cuando entraba a su automóvil
para dirigirse a la base Andrews de la Fuerza Aérea. Un funcionario
del Departamento de Estado dijo que eran cautelosamente optimistas, pero
con el énfasis en cautelosamente. Barak, después de
hablar con Clinton, convocó anoche a una reunión de los
miembros de su gabinete directamente involucrados en las negociaciones
de paz. Pero una fuente de la oficina del primer ministro dijo que la
evaluación de Barak era inmodificable: que casi no había
posibilidades de acuerdo antes de que Clinton deje sus funciones el 20
de enero o antes de la elección israelí del 6 de febrero.
Barak, que pensaba hablar con Clinton nuevamente después de la
reunión de gabinete, no tenía planes para ir a Washington
él mismo, dijo la fuente, añadiendo que el gobierno israelí
no sabía si la aceptación de Arafat era táctica o
real, aunque sospechaba que era la primera. El ministro de Justicia, Yossi
Beilin, dio una opinión más optimista: Creo que habrá
una posibilidad de reanudar las conversaciones entre nosotros y los palestinos.
Sin embargo, rechazó de cuajo una concesión sobre uno de
los principales motivos de preocupación de los palestinos, el derecho
de los refugiados palestinos a regresar a Israel. Ben Ami, el principal
negociador, dijo que era humanamente imposible lograr un acuerdo antes
que Clinton cesara en sus funciones, pero tenemos el deber moral
de hacer el esfuerzo.
Arafat, que está bajo enorme presión de todo tipo de opinión
palestina para rechazar el plan de Estados Unidos, le dijo a Clinton que
él daría una aceptación condicional aunque tenía
sus reservas sobre las propuestas, en especial sobre el futuro de Jerusalén
y el de los 3,7 millones de refugiados palestinos. No podemos vivir
con estas ideas (norteamericanas). Se deben cambiar, dijo un importante
funcionario palestino. Tanto el grupo islámico Hamas como la propia
agrupación de Arafat, Fatah, le advirtieron en los últimos
días que no aceptara los planes de Estados Unidos.
A pesar de su respuesta a Clinton, Arafat ya abrió algunos canales
con George W. Bush, a través de la embajada saudita en Washington.
El personal saudita tiene fuertes lazos con el equipo de Bush que fueron
forjados durante la Guerra del Golfo, y en especial con el próximo
secretario de Estado, Colin Powell.
Barak, que está muy por debajo de Ariel Sharon en las encuestas
de opinión, había esperado lograr un acuerdo de paz para
presentar al electorado israelí. El martes cambió de táctica,
expresando pesimismo sobre el tratado de paz. El subsecretario de Defensa,
Ephraim Sneh, dijo ayer que Israel continuará con su política
de asesinar a los palestinos sospechosos de estar involucrados en ataques
a israelíes. Barak culpó a miembros de la Autoridad Palestina
de estar detrás de los ataques. Si alguien cometió
o planea llevar a cabo actos terroristas, será atacado, le
dijo Sneh a la radio israelí del ejército, añadiendo
que nadie era inmune. Mientras Barak adoptaba una retórica de halcón,
Sharon, de la línea dura, trató de suavizar su imagen para
captar los votos del centro. Pero dijo ayer que, si resultaba electo,
mantendría las fuerzas israelíes en el valle del Jordán,
aunque la propuesta de Estados Unidos postula una retirada en etapas.
Hubo violentos incidentes ayer a lo largo de la frontera israelí-libanesa.
La policía israelí también reveló que hace
dos semanas había descubierto una célula del grupo militante
islámico Jihad, que estaba planeando ataques con coches bombas
dentro de Israel.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
LO
QUE LA OLP OBJETA AL PROYECTO DE EE.UU.
A cuatro pasos de Palestina
El proceso de paz
depende de la capacidad del presidente Bill Clinton de superar las objeciones
palestinas a su plan global. La naturaleza exacta de estas objeciones
fueron siempre un misterio ya que los palestinos sólo pedían
clarificaciones. Pero ayer sus negociadores en Washington
las explicaron al fin, y con lujo de detalle: desplegando mapas, cifras
y precedentes históricos para justificar su renuencia ante el plan
Clinton.
1 Jerusalén. El plan norteamericano
afirma que lo que es árabe debería ir a los árabes
y lo que es judío debería ir a los judíos.
Parece muy simple. La división entre Jerusalén Occidental,
predominantemente judía, y Jerusalén Oriental, predominantemente
árabe, es inconfundible. El problema es la Ciudad Vieja dentro
de Jerusalén Oriental. Además de los problemas que surgen
de la división de un área de menos de un kilómetro
cuadrado con cuatro grupos distintos dentro (judíos, árabes,
armenios y cristianos), la principal disputa se centra en la Explanada
de las Mezquitas. Los palestinos exigen su totalidad, pero los israelíes
también la quieren, por el Muro de los Lamentos. Clinton sugirió
que los palestinos reciban la parte superior y los israelíes la
inferior, donde se encuentra el Muro.
2 Territorio. Clinton propuso que Israel
ceda el 95 por ciento de Cisjordania y toda la Franja de Gaza. A cambio
de anexar tres bloques de asentamientos judíos en Cisjordania,
Israel ofreció ceder tierra en Gaza o en el desierto de Negev.
Los palestinos se quejan de que la proporción de Cisjordania que
recibirán es en realidad del 90 por ciento, ya que se incluyó
al Mar Muerto y a Jerusalén en el cálculo. Segundo, los
tres bloques de colonias en Cisjordania harían difícil la
existencia de un Estado viable. Tercero, Israel se quedaría con
muchos asentamientos al este de Jerusalén, lo que prácticamente
aislaría a Jerusalén Oriental del resto del Estado palestino.
3 Refugiados. El problema más delicado
lo presentan los 3,7 millones de refugiados palestinos en Jordania, Líbano,
Siria, Cisjordania y Gaza. Clinton aspira a que limiten su derecho
de retorno al territorio del nuevo Estado palestino. Israel permitiría
la entrada de 100.000, y compensaría a más por asentarse
en otro lado. Finalmente, el territorio en Gaza y el desierto del Negev
que cederá Israel podrá usarse para asentar a la mayoría
de los refugiados. Pero los palestinos insisten en que el derecho al retorno
debe sostenerse, aun si los interesados no planean ejercitarlo.
4 Seguridad. La Casa Blanca prevé
el despliegue de una fuerza internacional luego de un tratado de paz.
Israel tendrá tres años para replegarse del territorio palestino.
Pero podrá mantener fuerzas en ciertas localidades en el Valle
del Jordán (en la frontera con Jordania) por otros tres años,
y tres puestos de observación por 10 años. Los palestinos
quieren detalles sobre exactamente donde estarán las unidades israelíes
y cuál será su tamaño. El equipo de negociación
subrayó que Israel no explicó para qué necesita
una fuerza en el valle si ya se desplegará una fuerza internacional
en el área.
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