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el Kiosco de Página/12

Carta abierta de los Palotinos a Eduardo Kimel, periodista
por P. Jeremías Murphy

Estimado Eduardo:
Grande fue la tristeza que sentimos al leer en los diarios la noticia de la confirmación de la condena en tu contra. Los que respetan y valoran la ley se sienten mal cuando deben comparecer ante la Justicia y más todavía cuando son juzgados culpables y son condenados a cumplir una pena que tiene como finalidad rectificar el daño causado. Nosotros, miembros de la Comunidad Palotina, te compadecemos en este tiempo luego de la confirmación por la Corte Suprema de la sentencia condenatoria dictada por la Sala IV de la Cámara del Crimen. Como comunidad valoramos tu labor periodística y tu interés por la causa de nuestros hermanos muertos el 4 de julio de 1976 y por la difusión de los tristes hechos en tu libro.
La memoria en un ser humano es una facultad que contribuye enormemente a la calidad de vida. En la memoria se almacenan hasta los aprendizajes más elementales, además de los conocimientos que la cultura y la ciencia nos brindan. El placer que produce recordar hechos significativos de la vida de uno reafirma el sentido de identidad y fortalece la voluntad para actuar y hacer como colaborador de la obra creativa de Dios, artífice de este mundo. La amnesia es una condición humana muy triste. Olvidarse de nombres, de hechos significativos, del pasado, llega hasta el olvido de la propia identidad. Nosotros no olvidamos.
El 4 de julio de 1976 marcó con fuego a nuestra comunidad dejando una herida indeleble en nuestros corazones y mentes. Es difícil expresar lo que se siente cuando cinco miembros de una pequeña comunidad religiosa como es la nuestra son acribillados salvajemente en su propio hogar. Es más difícil aún cuando no se sabe “por qué” y “por quiénes”. El dolor se vivió en carne viva en 1976. La carne sigue siendo viva, el corazón sigue latiendo, el dolor se siente todavía.
Agradecemos a Dios por las muestras constantes de su misericordia y de su perdón, así se torna llevadero el sentido de culpabilidad que cargamos los seres humanos marcados por la fragilidad. Confiamos que la misericordia de Dios se haya extendido a los autores de ese crimen horroroso. La misericordia es una necesidad. Pero, humanamente, nos haría bien que se esclareciera el crimen.
Las personas se esfuerzan por entender los misterios de la existencia, el crimen de San Patricio sigue envuelto en un manto de misterio. La Justicia, tan esencial y honorable institución en nuestra sociedad argentina, no ha podido hasta hoy esclarecer la autoría y el porqué del asesinato.
Vos vas a entender muy bien que nuestro anhelo es que aquellos que perpetraron ese homicidio múltiple con una crueldad empedrada no queden impunes y que comparezcan ante la Justicia.
Tus colegas de los medios han escrito bien, “Para Kimel, el fallo es ‘horroroso’ y significa la consagración de la impunidad, porque el único condenado por la masacre de los palotinos es justamente quien la investigó”.
Queremos que sepas que contás con nuestro afectuoso apoyo.

Comunidad Palotina de la
Delegación Irlandesa
P. Jeremías Murphy
Delegado Provincial

Nota de la R.: El 4 de julio de 1976 un grupo de tareas de la dictadura irrumpió en la parroquia de San Patricio y asesinó a tres sacerdotes y dos seminaristas de la Orden de los Palotinos. Fueron puestos de rodillas y acribillados a balazos. Como sucedía en aquel entonces, el hecho no fue investigado por las autoridades. El periodista Eduardo Kimel escribió el libro La masacre de San Patricio, que fue una de las primeras investigaciones periodísticas en publicarse sobre el terrorismo de Estado. En un párrafo señala: “La actuación de los jueces durante la dictadura fue, en general, condescendiente, cuando no cómplice de la represión dictatorial. En el caso de los Palotinos, el juez Rivarola cumplió con la mayoría de los requisitos formales de la investigación, aunque resulta ostensible que una serie de elementos decisivos para la elucidación del asesinato no fue tomada en cuenta. La evidencia de que la orden del crimen había partido de la entraña del poder militar paralizó la pesquisa...” El actual camarista Guillermo Rivarola, mencionado en ese párrafo, acusó a Kimel por injurias y la Corte condenó al periodista a un año de prisión en suspenso y a pagar una indemnización de 20 mil pesos. La UTPBA, SIP, el CELS y la asociación Periodistas protestaron por este fallo. Asimismo, el relator especial de la OEA para la libertad de expresión, Santiago Cantón, ha solicitado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que revise la decisión de la Corte.

 

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