A las grandes esperanzas que abrió la aceptación condicionada
de Yasser Arafat al plan de paz de Bill Clinton siguieron desde ayer los
tiempos difíciles del escepticismo de los países árabes.
En El Cairo, en una sesión extraordinaria, la Liga Arabe calificó
de sagrado el derecho al retorno de los refugiados palestinos, en lo que
implica un rechazo de la propuesta de compromiso en Cercano Oriente realizada
por el presidente de Estados Unidos. Parece ahora aún menos probable
que palestinos e israelíes alcancen un acuerdo en las negociaciones
que en principio están planeadas para la semana próxima
en Washington.
El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat,
que acababa de regresar de Washington, había acudido ayer a la
reunión de El Cairo en busca de apoyo a su aceptación condicional
de las propuestas realizadas por el mandatario estadounidense saliente,
Bill Clinton. Las propuestas presentadas por Clinton la semana pasada,
después de una ronda negociadora en Washington, tocan los puntos
más conflictivos en las conversaciones palestino-israelíes,
que por supuesto incluyen en primer lugar el derecho al retorno de los
refugiados palestinos o la soberanía sobre los lugares santos en
Jerusalén.
Apoyamos por completo la posición palestina sobre Jerusalén
y el derecho de los refugiados de volver a sus casas, dijo el ministro
egipcio de Relaciones Exteriores, Amr Mussa. Además, los responsables
árabes se mantuvieron firmes en su reclamo de que los palestinos
deben obtener la soberanía plena de los lugares sagrados musulmanes
en la Ciudad Vieja de Jerusalén, algo que Israel rechaza tan rotundamente
como que los más de 3,5 millones de refugiados palestinos puedan
volver. De acuerdo con el deseo de Siria, las conversaciones de paz de
los palestinos con los israelíes no deben ser desligadas de las
llevadas a cabo con los sirios y los libaneses.
Tras su arribo a Gaza procedente de la capital egipcia, Arafat expresó
hoy su anhelo de que palestinos e israelíes logren alcanzar un
acuerdo de paz antes de que finalice el mandato de Clinton, aunque no
dijo si acepta o no plenamente las propuestas de éste. Hoy debería
pronunciarse clara y ampliamente. Espero que se alcance un acuerdo
palestino-israelí en los próximos 12 días (el 20
de enero Clinton abandona la Casa Blanca), dijo. Más prudente,
el ministro palestino de Información, Yasser Abed Rabbo, afirmó
a los periodistas que no puede predecir cuándo se alcanzará
un acuerdo final.
La oficina del primer ministro israelí, Ehud Barak, dijo hoy que
mientras no estén claras las intenciones de los dirigentes palestinos,
no tiene sentido que se reanuden las negociaciones para lograr un acuerdo
de paz duradero. Pese a todo, Barak envió hoy a su asesor personal
y jefe de oficina, Gilad Sher, quien llegó ayer a Washington y
se reunirá formalmente hoy con el enviado especial estadounidense
a Medio Oriente, Dennis Ross, y su adjunto, Aaron Miller. Por su parte,
el ministro del Exterior israelí, Shlomo Ben-Ami, que se encuentra
de visita en Berlín, Alemania, sostuvo que todavía existe
una posibilidad para llegar a un acuerdo con los palestinos este mes.
En caso de no llegar a un acuerdo, Ben-Ami manifestó que es posible
que ambas partes al menos firmen una declaración de principios.
Informes de prensa no confirmados señalan que expertos en seguridad
israelíes y palestinos se reunirán el domingo en El Cairo
para discutir medidas con el fin de terminar con la violencia en la región.
En el encuentro participaría también el jefe de la Agencia
Central de Inteligencia (CIA) estadounidense, George Tenet, según
el diario palestino Al Ayyam. Por el contrario, la radio israelí
había informado anteriormente que el jefe de las fuerzas de seguridad
palestinas en la Franja de Gaza, Mohammed Dachlan, había descartado
en principio la reanudación de la cooperación en materia
de seguridad con Israel.
En la situación actual, un enemigo adicional del acuerdo es el
tiempo. Las dos partes están apremiadas por el cambio presidencial
en la CasaBlanca y las elecciones israelíes del 6 de febrero. El
premier renunciante israelí Ehud Barak advirtió ayer sobre
el riesgo de una confrontación global con los países
árabes si no se llega a un acuerdo de paz con los palestinos. Barak
insistió en que para evitar convertirse en un Estado de apartheid
sólo queda la opción de separarse de los palestinos.
ENTRE
EL FRACASO DE BARAK Y LA VIOLENCIA PALESTINA
Crisis en el pacifismo israelí
Por Ewen MacAskill
y Khaled Dawoud *
Desde Jerusalén y El Cairo
Los partidarios de la paz en
Israel están diciendo que el levantamiento palestino postergará
la resolución del conflicto de Medio Oriente otros 10 o 20 años.
El campo de la paz, que en una época fue apoyado por al menos la
mitad de la población israelí, está profundamente
dividido y asombrado como resultado de la violencia de los últimos
tres meses. Muchos de los que hacen campaña, que incluyen a prominentes
académicos, escritores y políticos, acusan al primer ministro
Ehud Barak, quien fuera en otra época su gran esperanza, de no
haber hecho suficientes concesiones a los palestinos para asegurar la
paz. Pero otros, irritados por la escalada de la violencia palestina,
culpan a los palestinos e insisten en que la oferta que está sobre
la mesa es lo mejor que su líder, Yasser Arafat, puede esperar.
La parálisis de la izquierda israelí llega en un momento
en que la línea dura de la derecha se ha vuelto extremadamente
crítica, realizando una serie de manifestaciones ayer en Jerusalén
para mostrar su apoyo a los colonos judíos en Cisjordania y rechazar
cualquier compromiso con los palestinos. Arafat regresó ayer a
Gaza después de reunirse con los líderes árabes en
El Cairo para preparar el camino para una cumbre con Barak y el presidente
egipcio, Hosni Mubarak, dentro de pocos días (ver nota arriba).
Se espera que le diga formalmente al presidente Bill Clinton dentro de
las próximas 24 horas, que aceptará condicionalmente sus
propuestas de paz.
Dos temas han ensombrecido el campo de paz israelí. Uno es que
muchos rechazan sin vueltas la perspectiva de que 3,7 millones de refugiados
palestinos obtengan el derecho a regresar a Israel, temiendo que puedan
desbordar a la población judía. El otro es el temor de que
el levantamiento muestra que la derecha puede tener razón al opinar
que los palestinos y los árabes no se detendrán hasta que
los judíos sean empujados al mar. Gershon Baskin, copresidente
del Centro IsraeloPalestino de Investigación e Información,
admitió ayer que el campo de paz estaba dividido. Describió
la Intifada como un desastre de la izquierda. Muchos
de la izquierda ya no saben qué decir dijo. Algunos
dicen que los palestinos no están listos para la paz. Esto es lo
que los palestinos dicen sobre los israelíes. A diferencia
de mucha gente de izquierda, Baskin dijo que él votará para
darle a Barak un segundo período el 6 de febrero, porque la
alternativa es terrible. Pero lo hará sin entusiasmo. Barak
nos ha quitado la esperanza. Hasta ahora existía una sensación
de que estábamos cerca de la paz. La gente cree que la oportunidad
se postergará por 10 o 20 años si (Ariel) Sharon (el líder
del Likud) toma el mando.
Janet Aviad, que fundó Paz Ahora con Amos Oz, un importante novelista
e intelectual israelí, estuvo de acuerdo con su cofundador que
el paquete de Barak era una muy buena oferta, pero añadió:
En este momento nuestro pueblo está muy afectado por el recurso
a la violencia por parte de los palestinos. Se preguntó si
el campo de paz israelí estaba internamente dividido, pero añadió:
Por primera vez en 20 años no está de acuerdo con
el campo de paz palestino. Eso no quiere decir que debamos dejarlos de
lado. Debemos considerar sus puntos de vista sobre los asentamientos y
Jerusalén y ellos deben considerar ver nuestro punto de vista sobre
el derecho a regresar. La aflicción del campo de paz es que la
paz parecía estar tan cerca, pero ahora está tan lejos.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère
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