Por Horacio Cecchi
y Mariana Carbajal
Para algunos es un castigo divino. Para otros, un negocio fabuloso. Hay quienes culpan a los políticos, o quienes prefieren abstenerse en el anonimato. Pero todos, absolutamente todos, ayer tuvieron como tema de conversación el calor. Calor al sol o en la sombra, sedientos o bebiendo, calor en las paredes y las puertas, calor de infierno en el subte o al salir del shopping. Cada porteño puso en juego su propia estrategia de supervivencia: sentarse en una butaca de cine, sumergirse en una fuente, regar colchones, comer helado y hasta hubo quien descubrió que colocando rolitos en su slip bajaba notable y placenteramente la sensación térmica corporal. Helados, gaseosas, ventiladores y equipos split fueron las vedettes del día quinto del tercer milenio, que por ahora se recordará como el más caluroso del verano: 46 grados de sensación térmica. Mientras los cortes de luz aparecieron como un fantasma de lo que puede venir, el Servicio Meteorológico emitió para hoy un alerta por las tormentas que hasta podrían incluir granizo, pero no una baja sustancial de la temperatura: los termómetros sólo aportarán un mezquino descenso.
�¿Y ésa de qué se trata?�, preguntó la morena, solera, sandalias y anteojos oscuros como vincha, a la expendedora de entradas del complejo de cines del Village Recoleta. �Con sólo mirarte�, respondió la boletera. �¿Es de miedo o de suspenso?� La morena se llama María del Carmen y, obviamente, �pasaba por el cine y me dio ganas de pasarme una hora y media al frío�, confesó a
Página/12, antes de elegir La celda, porque �me dijo que es de miedo y quiero salir temblando�.
A las cinco de la tarde, el informe meteorológico indicó 36,3, la mayor temperatura en lo que va del año y del verano. A las 18, hora en que la morena decidió ver cine para temblar, el termómetro había bajado un grado pero la sensación térmica permanecía clavada en los 42.
Cuatro horas antes, a las 14, los porteños pasaron por la experiencia del spiedo, cuando la sensación térmica llegó a la imposible cifra de 46 grados. La temperatura real era de 35,6. �A mí no me vengan con números�, dijo María M., escritora. �Me gustan mucho las plantas, tengo una regadera enorme y estos días la uso para regar el colchón antes de dormir. El fresquito dura dos minutos, pero es mejor que nada.�
Francisco T., soltero, de 39 años, propietario de un laboratorio de análisis químico de la Capital, a la 1 del jueves, desesperado dejó el dormitorio de su departamento de Barrio Norte, donde �el ventilador sólo mandaba aire caliente�, y salió a dar vueltas en su aire acondicionado con ruedas y volante. �Salí sin rumbo, enloquecido de calor, hasta que se me ocurrió ir a un hotel.� Eligió el Plaza Francia, detrás del Palais de Glace. �Dormí como un duque, con aire acondicionado, y me desperté como un ser humano. Fueron los 120 pesos mejor gastados de los últimos tiempos. Ahora estoy yendo a comprar un equipo para no volverme loco.�
Este diario no pudo confirmar si Francisco T. logró su cometido porque si algo escaseó ayer en las casas de artículos del hogar fueron los únicos artículos del hogar que interesaban: equipos de aire acondicionado, equipos split, ventiladores de techo, de pie, turboventiladores o cualquier objeto que tire aire fresco. �Se nos terminó todo. Te sacaban de las manos lo que sea�, dijo un empleado de Frávega de Corrientes y Esmeralda. �Ese es el único que nos quedó�, señaló hacia la vidriera, donde un moderno 1800 frigorías de 899 pesos esperaba solo. Luis, del Ventura de Florida y Corrientes, aseguró que el miércoles agotaron stock. Patricio, publicista, con 29 años y sin aire acondicionado, confesó su estrategia para soportar el calor. Comenzó poniéndose bolsitas con hielo en las muñecas y la nuca. Comprobó que daba resultado pero que no era suficiente, hasta que aguzando el ingenio y sometido por la necesidad, probó volcando la cubetera dentro del slip. �Descubrí que el hielo en ese sector te baja notablemente la temperatura corporal.� El sistema de Patricio se combina en simultáneo con la técnica de la ducha fría y sucesiva, y el rumiado de hielo. �Lo recomiendo.�
Además de los vendedores de artículos del hogar que tiren aire fresco, los kiosqueros hicieron su día con gaseosas bien frías.
�¿Cuánto es? �preguntó el sediento cronista por una latita helada.
�Un peso �respondió el kiosquero de Florida al 300.
�¿Cómo, no sale 75 centavos?
�Ese es el precio sugerido... para el invierno.
También fue un día caliente para los heladeros. El 0800 de Freddo no dio abasto y los pedidos estuvieron condicionados a dos horas de demora. En otro aspecto de las estrategias, estos días en que el sol rajó la tierra, �tuvimos 1230 personas�, confirmó Pablo Firenza, de Punta Carrasco. �El doble que los días comunes.� Sin costos, Daniel, de 17; Belén, de 15, y Jonhatan, de 8, se dieron un chapuzón en el piletón de Figueroa Alcorta, para volver después a su hogar: la calle.
De todos modos, y pese a lo sufrido de ser estival y porteño al mismo tiempo, el Servicio Meteorológico aclaró que la sensación térmica más alta del último medio siglo fue el 20 de diciembre del �49 y el 29 de enero del �57, con 55 grados. La segunda tuvo lugar el 12 de diciembre del �94, con 50 grados, y la tercera, el 19 y 20 de enero de ese año, con 49. Ayer, lo notable fue la amplitud entre la temperatura del termómetro y la de la calle. La explicación de Daniela Cabral, pronosticadora del SMN, a este diario fue la siguiente: �Un brusco incremento de la humedad relativa, que trepó de 50 a 65 por ciento, combinado con un aumento de la velocidad del viento que pasó a soplar a 10 kilómetros por hora, proveniente del sector norte�.
Temporal sobre la playa
Por Alejandra Dandan
Desde Mar del Plata
La partida se siguió como una definición por penales. De un lado los truenos rugiendo desde la tarde al lado del mar, del otro los turistas cayendo uno sobre otro al agua en busca de cualquier minúsculo espacio para pasar. Al final, ganaron los rayos. Mientras el termómetro bajaba de 37 a 34 grados entre las tres y las seis de la tarde, la ciudad terminó empapándose bajo la lluvia. De todos modos, esa pegajosa sensación de calor no cesó. A esa hora, Mar del Plata cumplía un día de desabastecimiento en ventiladores que los supermercados más grandes, hasta anoche, no lograban reponer.
La línea de la costa fue durante la tarde algo así como un viaje en subterráneo. No sólo faltó espacio fuera del agua sino entre las olas, donde no dejaban de caer uno sobre otro hasta los más avezados nadadores. �¿Señora es suyo ese chico?�, preguntó de pronto uno de los policías que corre entre la gente porque tanto calor hizo explotar hasta la tasa de niños perdidos en la arena. �No sólo hay mucha gente, hay descuido�, se quejaba mientras decía que faltaban unos quince minutos para que del cielo cayera el agua fría. No sólo llegó la lluvia: avanzada la tarde, una tormenta feroz golpeó con granizo las calles e inundó parte de Mar del Plata. Como el calor, también el alivio fue excesivo.
Se vienen las lluvias
El alivio a las altas temperaturas comenzará a sentirse hoy en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, si se concreta el alerta meteorológico con chaparrones y tormentas. Sin embargo, como la temperatura mínima continuará alta, alrededor de 26 grados �y la máxima en torno de los 32� recién se podrá respirar a partir de mañana, cuando se espera que continúen las lluvias y la máxima descienda a 28 y la mínima a 23. Pero no será la derrota del calor agobiante. �Este tipo de episodios, con varios días seguidos de temperaturas muy altas, se pueden repetir a lo largo del verano�, anunció a
Página/12 Alicia Tejerina Puch, del departamento de Climatología del Servicio Meteorológico Nacional.
¿Cuál fue la razón de la ola de calor? La combinación de varios factores, detalló la especialista. Por un lado, las masas de aire frío están ubicadas en el extremo sur del continente, entre Tierra del Fuego y Santa Cruz, cuando habitualmente suelen estar algo más al norte, y no llegan a refrescar por estas latitudes. Por otro lado, la existencia de un efecto de desarrollo de nubes en la zona amazónica. �En esa región del Brasil a medida que el aire asciende, se enfría, se condensa y forma nubes. Esa masa de aire sale y se vuelca sobre el norte del país, formando una zona de alta presión en niveles altos y medios de la atmósfera. Al descender en el territorio argentino, el aire se calienta y se seca y no permite que se formen nubes. Esta situación a su vez se potencia con la llegada de masas de aire cálido que vienen del sur de Brasil�, explicó Tejerina Puch. |
ALTAS TEMPERATURAS, DEL MITO A LA REALIDAD
2001, odisea estival porteña
Por Leonardo Moledo
y Martín De Ambrosio
�Lo que mata es la humedad�, dice el lugar común sobre la, por estos días, infernal Buenos Aires. Sin embargo, el verano y el termómetro indican que lo que torna insoportable a esta metrópolis son los calores que hacen de la capital una sucursal del infierno. Tal vez como en la Macondo de García Márquez, en la que los pájaros entraban a morir a las habitaciones porque no soportaban el calor del realismo mágico, Buenos Aires es apta para escasas formas de vida, preferentemente aquellas que dispongan de aire acondicionado. La sensación térmica �que según parece es un invento argentino, como la birome, el dulce de leche y la picana� de ayer alcanzó los 319 grados Kelvin, mientras que la temperatura bordeó los 309,3 grados Kelvin (es más impresionante darla en grados Kelvin, que miden la temperatura a partir del cero absoluto (-273 grados), que es la más baja que puede existir). En nuestra cotidiana escala Celsius, las cifras fueron 46 (sensación térmica) y 36,3 (temperatura). También impresionante, por cierto.
�Antes no pasaba�, murmuran las viejas, �nunca ocurrió algo así�. �Deben ser las bombas atómicas�, dicen algunos. Más interesante, sin duda, es pensar �como le hubiera encantado a Borges� en un avance de la literatura sobre la realidad: Max Frisch �en su excepcional Homo Faber� pinta pasajeros arrastrándose bajo el sol maya de Guatemala. �Aquí �dice uno de ellos� no se puede hacer nada, absolutamente nada. Lo único que se puede hacer es tener calor.�
La verdad �como siempre� es mucho más prosaica y lo cierto es que, además del efecto térmico y meteorológico real, lo que falla es la memoria: cosas así ocurren, más o menos todos los años. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los datos suministrados por el Servicio Meteorológico Nacional son recogidos en la estación de Villa Ortúzar, cerca de la Facultad de Ciencias Agronómicas, lugar que es el indicado para tomar estas muestras: posee una buena dosis de aire libre y no hay grandes construcciones que eleven la temperatura. Por eso, a pesar de que el SMN no dispone de un cálculo exacto para medir el calor en las zonas con más asfalto y edificios, la licenciada en Meteorología Alicia Tejerina Puch afirma que habría que sumar entre tres y cinco grados más a la temperatura �oficial�, si se quiere saber cuánto se sufre, por ejemplo, en el microcentro porteño.
Ante la sospecha de un gran calentamiento global y el apocalipsis de una humanidad muriendo abrasada, Tejerina sostiene que éste es un hecho común en los veranos. Afirma que �no hay datos suficientes para vincular este calor con tal fenómeno�, por otro lado un tema que ni siquiera logra unanimidad entre los especialistas. Habrá que estar preparados porque el calor seguirá por un buen rato. De modo que el 2001 (al menos el verano, al menos en la tórrida Buenos Aires) no será una odisea espacial, sino la particular odisea estival.
EMERGENCIA EN UN HOSPITAL POR UN CORTE DE LUZ
Ibarra amenazó con �castigos�
Un corte de luz provocado en forma simultánea por una falla en el suministro de la empresa Edenor y en el grupo electrógeno de emergencia puso al borde de la evacuación al Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, que quedó a oscuras durante casi dos horas. El episodio, que finalmente fue controlado por un operativo conjunto de bomberos, Defensa Civil y el SAME, desató la ira del jefe de Gobierno porteño. Aníbal Ibarra anunció que no sólo aplicará �fuertes multas� sino también �castigos mayores� a la distribuidora de electricidad y a la empresa de mantenimiento hospitalario, responsables de los inconvenientes sufridos en el hospital, ubicado en Palermo. Incluso, Ibarra no descartó realizar alguna denuncia ante el Ente Regulador de Electricidad (ENRE).
El jefe de Gobierno convocó ayer de urgencia a autoridades de las distribuidoras de energía. En la reunión, en la que participó también la vicejefa, Cecilia Felgueras, y el director de Defensa Civil, Víctor Capilouto, Ibarra les planteó a Edenor y Edesur que se comprometan a montar un circuito de �doble alimentación� en los hospitales. Esto es, si se produce un corte, aunque esté en funcionamiento el grupo electrógeno provisto por la empresa de mantenimiento, deben colocar otra unidad de respaldo hasta el restablecimiento del servicio. Ibarra les pidió, además, que amplíen sus esfuerzos para reducir los apagones que vienen afectando en los últimos días a distintos barrios porteños.
El apagón �que siguió a otros que habían afectado a la Capital el jueves� comenzó a las 22.46 y dejó sin luz a unos 200 usuarios del barrio de Palermo. El suministro recién se repuso a las 0.21. El problema en el hospital se agravó porque el grupo electrógeno, que se puso en marcha automáticamente al inicio del corte, falló media hora después y dejó al Gutiérrez a oscuras. En terapia pediátrica había 12 chicos y en neonatología otros 15, muchos asistidos por respiradores artificiales que quedaron desconectados. �Linterna en mano, los equipos de guardia se encargaron de asistir a los menores con bolseo, un sistema manual de respiración artificial�, describió a
Página/12 Edgardo Sarquis, jefe de departamento técnico del Gutiérrez. Aunque se pensó en evacuar los sectores críticos del hospital, finalmente la medida no se llevó adelante, gracias al operativo montado por el SAME, Defensa Civil y Bomberos, que proveyeron equipos de electricidad.
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