�Esta masacre fue una venganza. Mataron a toda la familia con un pico, de esos que se utilizan en la construcción, que estaba junto a los cadáveres. A primera vista no hay disparos: los mataron los golpes y cortes con esa herramienta. Los primeros datos indican que hacían ritos umbanda; que el jefe de la familia vivía de cultos esotéricos y de leer las manos. Los vecinos dicen que era un hombre de mal carácter, que solía amenazar y exigir dinero. Dicen que llevaban una vida extraña, aislados del resto. Todo el cuadro indica que no hubo robo y la principal hipótesis es una venganza�. Con este diagnóstico resumió el cuadro de situación uno de los máximos responsables de la investigación del escabroso hallazgo de ayer en Luján: en una casa de la esquina de Francia y Real, en el pozo ciego, aparecieron en avanzado estado de descomposición los cadáveres del matrimonio Zarnic y de sus dos hijos mayores, después de un mes de intensa búsqueda.
La primera señal de que algo no andaba bien en la casa de los Zarnic se produjo el 2 de diciembre pasado, cuando dos chicos encontraron abandonada a la bebita de la familia en el Puente de los Huesos, en la localidad de Open Door. La chiquita fue trasladada al Hospital Municipal, donde se determinó que se trataba de la tercera hija del matrimonio compuesto por Luis Zarnic y Viviana Reposi; la hermana menor de Esteban, de 9 años, y de Sebastián Jesús, de 8. Mientras tanto, no había rastros de la familia. Algunos vecinos arriesgaron un posible viaje a Uruguay. Pocos sabían con precisión a qué se dedicaba Luis, aunque se rumoreaba que la familia profesaba la religión umbanda y que en la casa se hacían ritos esotéricos. Muchos habían notado que la situación económica de los Zarnic había mejorado, de golpe, en los últimos dos años. Los signos de la bonanza eran un video, un horno microondas, un televisor y un equipo de música, además de un Ford Taunus azul.
Unos días después de que apareciera la beba en Open Door, se presentó en la comisaría 1ª de Luján la hermana de Viviana, Lorena Reposi. La mujer denunció que había visto a un hombre, de apellido Santillán, conduciendo el Taunus de su cuñado. Lo que Lorena calló en aquel momento es que Sergio Santillán fue concubino suyo, y que es el padre de su hijo, además de íntimo amigo de la familia Zarnic. Interrogado por la policía, el hombre indicó que Luis le había vendido el auto y que los electrodomésticos que tenía en su casa se los habían dejado �para que los cuidara�. La hermana de Viviana también dijo que un vecino le había contado que había intrusos viviendo en la casa; más precisamente, una mujer con dos chicos. La señora afirmó ser la madre de Santillán y le contó a la policía que su hijo le había dicho �que los ocupantes de la vivienda se habían ido y que la ocupara antes de que ingresaran intrusos�.
Ayer a las 9 de la mañana, nadie sabe cómo, una patrulla de la División Homicidios de la Policía Bonaerense llegó hasta la casa de los Zaric, en Real 275. Después de buscar durante tres horas, descubrieron los cuerpos enterrados en el pozo ciego: primero Viviana, después los chicos Sebastián y Esteban, y, al fondo del hueco, Luis. �Estaban tapados con una chapa y no tenían marcas de tierra�, contó a
Página/12 un cronista del diario El Civismo, de Luján. El pozo donde aparecieron los cadáveres no tiene más de un metro y medio de profundidad y tampoco es demasiado amplio. El cuerpo de Viviana estaba sucio de blanco, como si les hubieran tirado cal. Las primeras pericias determinaron que llevaban casi un mes de muertos. Los miembros de la División Homicidios tardaron casi seis horas en sacarlos, ayudados por los policías de la 1ª y por una dotación de bomberos que habitualmente cumplen sus funciones en el Museo de Luján. La hipótesis más fuerte de los investigadores, bajo el mando del fiscal de Mercedes Pablo Merola, se relaciona con los ritos umbanda que practicaba la familia. Las otras teorías señalan la posibilidad de un crimen pasional o de un ajuste de cuentas. Aunque el nombre de Santillán suena como principal sospechosoentre los policías, hasta ayer a la tarde no había signos de que fuera a ser detenido. Todavía se lo podía ver trabajando, en su gomería, a sólo 14 cuadras de la casa del horror.
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