Por E.M.A.*
Desde Jerusalén
Ariel Sharon, el ex ministro de Defensa de Israel vilipendiado por los árabes y la izquierda por su responsabilidad en las masacres del Líbano hace casi 20 años, se dirige a la victoria en la elección israelí para primer ministro según las encuestas publicadas ayer. La impresión ampliamente difundida en la izquierda israelí es que la victoria de Sharon, un halcón, el 6 de febrero, significará el fin del ya tambaleante proceso de paz. Las encuestas publicadas en dos diarios israelíes, el Maariv y el Yediot Ahronot, le daban a Sharon el 50 por ciento del voto. La encuesta del Yediot Ahronot le daba al primer ministro Ehud Barak un 32 por ciento y la del Maariv sólo un 22 por ciento, reflejando la desilusión de los israelíes por el manejo de las negociaciones de paz y por la reanudación de la violencia.
El aumento del apoyo a la derecha en las encuestas coincidió con una serie de protestas de los colonos judíos en Cisjordania. Los colonos están dispuestos a unirse a otros militantes de la línea dura el lunes, en una enorme protesta frente a los muros de la Ciudad Vieja en Jerusalén. Una declaración emitida por los organizadores ayer predijo que �cientos de miles� asistirán en una muestra de solidaridad contra las concesiones ofrecidas por Barak a los palestinos. Según la declaración, vuelos especiales traerán a Israel a partidarios de la línea dura desde Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Rusia.
Barak se ha convertido en una figura tan odiada para la derecha que esta semana uno de sus colegas tuvo que hacer un llamado público para detener las amenazas de muerte lanzadas contra él por otros judíos. Mientras tanto, Hagai Ben-Artzi, el activista de derecha y cuñado del ex primer ministro Benjamin Netanyahu, acusó a Barak de traicionar a Israel, durante una manifestación de los colonos a la puerta de la residencia del primer ministro.
Los colonos de Cisjordania, puestos en estado de alerta por el disparo fatal que recibiera Binyamin Kahane, el líder de un grupo extremista de derecha en la víspera de Año Nuevo, establecieron sus propios puestos ilegales de observación y clausuraron el acceso a los pueblos palestinos. Los colonos armados afirman que estas acciones eran necesarias para su propia protección. En Ofra, un asentamiento judío cerca del lugar donde Kahane y su mujer fueron emboscados por palestinos armados, los colonos se han apoderado de la cima de la colina que mira hacia el camino principal y hacia el pueblo palestino de Ein Yabrud.
Si se aceptaran las propuestas hechas por el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, muchos de los asentamientos judíos de Cisjordania, como Ofra, deberían ser abandonados, y el control pasaría a la Autoridad Palestina. Una gran bandera israelí fue izada desafiantemente sobre el puesto de Ofra, que ya atrajo a un continuo caudal de visitantes de Israel que llegan para mostrar su apoyo. Los colonos también usaron una excavadora para poner pilones de tierra en los caminos de acceso a Ein Yabrud, bloqueando a los palestinos adentro.
Sharon, menos cómodo frente a las cámaras de televisión que Barak, hizo una campaña de bajo perfil, otorgando pocas entrevistas. Publicó sus planes para un acuerdo de paz esta semana en el Jerusalén Post, prometiendo acceder a las demandas de los colonos y de los derechistas: Jerusalén no será dividida y los colonos no se verán obligados a desarraigarse de Cisjordania. Como ministro de Defensa en 1982, Sharon inició la invasión israelí al Líbano. Se vio obligado a renunciar después de que una comisión investigadora lo encontró directamente responsable de las masacres de refugiados palestinos a manos de las milicias cristianas en los campos de Sabra y Shatilla, cerca de Beirut.
El equipo de campaña de Barak fue obligado a disculparse ante Sharon ayer por colocar un aviso en la prensa árabe mostrando escenas de lasmasacres y preguntando: �¿Quién conoce (la historia de Sharon) mejor que usted?�
*De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: C. Doyhambéhère.
NADIE CREE QUE HAYA PAZ ANTES DE QUE ASUMA BUSH
Una negociación de autómatas
El proceso de paz en Medio Oriente continuaba casi mecánicamente ayer, con un pesimismo cada vez más marcado desde sus protagonistas. El enviado especial israelí a Washington, Gilad Sher, deberá responder a la propuesta de paz realizada por el presidente Bill Clinton. Se consideraba indudable que Israel (como los palestinos) aceptaría el documento en �términos generales�, pero el mismo Sher se ocupó de despejar cualquier optimismo que esto pudiera despertar: �Las posibilidades de un acuerdo o de progreso son pocas�. El premier israelí Ehud Barak ya considera en privado, según versiones de prensa, que un acuerdo es imposible antes de la toma de mando de George W. Bush en Estados Unidos el 20 de enero. Los palestinos ya lo dan públicamente por sentado. El encargado de Relaciones Exteriores de la OLP confió que �no será problemático seguir con la nueva administración norteamericana�. Los choques ayer en Cisjordania y Gaza dejaron dos palestinos muertos (una mujer y un hombre) y más de 20 heridos.
La única débil señal de optimismo venía ayer desde el canciller israelí Shlomo Ben Ami en una entrevista al diario alemán Die Welt. Aseguró que �si se firma un acuerdo escrito, los palestinos tendrán una capital en Jerusalén Oriental�. Interrogado sobre si eso sería aceptable para la opinión pública israelí, Ben Ami admitió que �será un terremoto como nunca antes ocurrió, porque existe un Jerusalén Oriental judío: 11 barrios con 200.000 personas�. Al margen, ayer había versiones de que Sher propondrá en Washington que la soberanía sobre la Explanada de las Mezquitas (que contiene al Muro de los Lamentos) sea confiada a �una tercera parte�. En cualquier caso, Ben Ami consideró que el tratado final será ratificado en Israel mediante un referéndum popular. Y estimó con optimismo que el Parlamento (Knesset, donde el gobierno es minoría) no pondría obstáculos a un referéndum antes de las elecciones del 6 de febrero.
Todas estas palabras podrían ser nada más que un testamento de las buenas intenciones del gobierno de Barak antes de que sucumba ante Ariel Sharon en los comicios del 6 de febrero (ver nota aparte). Ciertamente el gobierno israelí desechó de plano ceder a las reivindicaciones de Yasser Arafat para un acuerdo de paz, especialmente el �derecho de retorno� a Israel de los 3,7 millones de refugiados palestinos. El mismísimo Barak subrayó por TV que �no habrá derecho de retorno, y punto�. Con esto en mente, Barak confesó ser �pesimista� sobre la posibilidad de lograr un acuerdo a menos que los palestinos �muestren más flexibilidad� en el tema de refugiados.
Los aludidos no tardaron en contraatacar. �Barak se deshizo de sus compromisos y recurrió a artimañas y engaños en sus negociaciones, por eso, a pesar de la flexibilidad mostrada por los palestinos, los israelíes no reaccionaron favorablemente�, disparó el jefe de Relaciones Exteriores palestino, Faruk Kadumi. �Israel tergiversa desde hace siete años la aplicación de los compromisos que tomó y de los acuerdos que firmó. No es fácil así que las negociaciones avancen, durante la última fase de la presidencia de Clinton, tras el estancamiento actual.� Y sobre la advertencia de Barak de que el colapso del proceso de paz significaría la guerra regional, Kadumi se mofó de que �las amenazas de guerra proferidas por Barak son una prueba formal de su fracaso para alcanzar la paz y de su voluntad de ser reelecto�. |
|