Por Julio Nudler
�Para crecer al 2,5 por ciento este año debe reducirse el costo total de financiamiento entre 300 y 375 puntos básicos respecto de los niveles previos al blindaje (el riesgo país ya bajó más de 250 puntos desde mediados de noviembre). La disminución de las tasas norteamericanas refuerza la probabilidad de crecer a estos porcentajes y permite descartar escenarios de catástrofe en el 2001.� Con este mensaje relativamente tranquilizador (crecer 2,5% es un objetivo muy modesto) abre Ecolatina, la consultora de Roberto Lavagna, el informe económico semanal que dio a conocer el viernes. Según Ieral (Fundación Mediterránea), �el recién nacido 2001 sigue siendo un año de difícil pronóstico para la Argentina. Las señales desde el exterior no pueden ser mejores a comienzos de enero. Pero los ruidos desde la política, en el interior del propio gobierno, especialmente alrededor de la reforma previsional, no colaboran para consolidar las expectativas. Si el conjunto de reformas propuestas no tiene una implementación correcta y sin contramarchas, en el mejor de los casos puede registrarse un descenso muy gradual del riesgo país, que debilitaría los efectos del blindaje.� Como se ve, los seguidores de Domingo Cavallo continúan desconfiando de la Alianza, y en particular de los respingos del Frepaso y algunos radicales contra las decisiones más conservadoras del Gobierno, en especial la nueva reforma previsional.
En una línea parecida, pese a la mala relación entre Cavallo y Martín Redrado, la Fundación Capital advierte que �para que el blindaje financiero con que cuenta el sector público comience a arrojar efectos positivos en el financiamiento del sector privado es imprescindible que el Estado empiece en forma inmediata a cumplir en tiempo y forma con las reformas estructurales pendientes�. Esto lo afirmaban precisamente cuando Fernando de la Rúa estaba firmando los decretos de necesidad y urgencia que responden a esa línea pro-mercado y pro-FMI.
Todos los análisis comparten la preocupación por la situación financiera del sector privado, muy golpeado después de dos años y medio de recesión. La FC indica que en este primer trimestre del 2001 empresas y bancos enfrentan vencimientos por 2385,9 millones de dólares en concepto de capital e intereses por Obligaciones Negociables emitidas. En el conjunto del año los compromisos trepan a 8042,0 millones, un 43,8 por ciento correspondiente a bancos. Al finalizar el 2000, las O.N. vigentes sumaban un saldo de 23.894 millones de dólares, según cálculos de la FC. Aunque el stock de Obligaciones logró crecer 4,7 por ciento el año pasado, y por tanto mucho más que en 1999, las condiciones de emisión siguieron empeorando, a punto tal que un 62 por ciento fueron colocadas a corto plazo (menos de un año).
La FC subraya que, a pesar de que el 2000 fue el primer año sin crisis financieras internacionales desde 1996, el acceso al financiamiento para las empresas se mantuvo complicado. Entre las razones destaca la baja rentabilidad de las compañías y su comprometido nivel de endeudamiento. Muchas, al encontrarse con tasas de interés prohibitivas, o con el acceso a los mercados de deuda totalmente bloqueado, optaron por recortar dividendos, reducir inversiones o utilizar su flujo de caja, además de otros instrumentos.
Según Ecolatina, el dificultoso panorama financiero del sector privado puede impedir una reacción inmediata, tanto de la oferta como de la demanda de préstamos. Desde la perspectiva de la banca, el deterioro se manifiesta en la peor calidad de su cartera de créditos y en el aumento de la prima de riesgo que se carga en la tasa activa, tomando en cuenta el estado financiero y las perspectivas económicas de las empresas deudoras. Entre diciembre de 1998 y septiembre del 2000 la cartera irregular de los bancos privados saltó del 6,8 al 8,5 por ciento del total.
Los mediterráneos observan con aflicción las últimas estimaciones del balance de pagos, referidas al tercer trimestre del año pasado, pese a que el déficit de cuenta corriente continuaba descendiendo y pudo haber cerrado el 2000 en un 3,6 por ciento del PBI, frente al 4,3 por ciento del año previo. Pero �los motivos no son todos alentadores�, apunta el Ieral. Este es el detalle de algunas de sus observaciones:
Las exportaciones de bienes crecieron a un ritmo anual del 13 por ciento, pero más de tres cuartas partes de ese incremento se explica por mayores precios (fundamentalmente del petróleo). El volumen creció muy escasamente. En las exportaciones de servicios hubo poco para festejar: subieron sólo 1,6 por ciento.
Las importaciones de bienes cayeron 4 por ciento en el trimestre y no mostraban variación en el acumulado, aunque con una merma del 12 por ciento en bienes de capital, inequívoco indicador de escasas inversiones. (Aunque en su conjunto la reducción de las importaciones refleja los efectos de la recesión, esa variable ajustó mucho menos que en recesiones anteriores, lo que añade un factor preocupante al sector externo.)
Las utilidades y dividendos pagados en el tercer trimestre crecieron un 20 por ciento anual, fundamentalmente por la suba del precio del crudo y el cambio de manos de YPF.
Como dato novedoso, en el tercer trimestre el déficit de cuenta corriente se financió principalmente con una caída de las reservas internacionales, mostrando un aspecto de la salida de capitales.
La entrada de capitales hacia el sector público no financiero descendió por el paulatino cierre de los mercados y los mayores vencimientos de deudas.
En los primeros nueve meses del 2000, la inversión extranjera directa (que implica ingreso de capitales) representó tan sólo el 19 por ciento del déficit de cuenta corriente, el menor guarismo de toda la década, que trasunta, concluyen los cavallistas, �escaso interés inversor en el país�.
El análisis de los activos externos del sector privado no financiero (es decir, con exclusión de los bancos) sigue confirmando la salida de capitales. A septiembre del 2000 la inversión directa y los depósitos en el exterior registraban subas anuales menores, en ambos casos del orden de los 500 millones, pero los activos con devengamiento de renta (acciones y bonos en el exterior) crecían 4461 millones. Así, el stock de activos externos trepó en un año de 88.760 millones de dólares a 94.223 millones.
Los mediterráneos recuerdan que esta serie de resultados se registró con un riesgo país promedio de 670 puntos básicos en el tercer trimestre, riesgo que se mantuvo largamente por encima de los 800 durante buena parte del último trimestre. �Los valores esperados para la estimación de balance de pagos del cuarto trimestre son desalentadores en términos de mayor fuga de capitales�, avisa el Ieral.
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