Por Cristian Alarcón
Desde Pinamar
La dama que se expone a los rayos del sol de las once de la mañana en un extremo norte de La Frontera �el balneario más despojado de estas costas� sonríe ante la proximidad del curioso y saluda. Es de las mujeres que tiene por entero la piel tostada y, si estuviera en un sitio que lo permitiese, se quitaría también la bikini. Hace siete años que hace topless y dice que no puede creer el revuelo que los pechos lucidos esta semana en uno de los paradores pinamarenses de moda provocaron al salir en colores en un diario nacional. �Me encantan los nuevos trucos publicitarios�, larga como al pasar, tras la mención de la playas internacionales donde ha desnudado sus partes tantas veces. Unos kilómetros hacia el sur esta temporada se ha encendido brevemente con las lolas de mentas. Después de un comienzo tímido a mitad de semana, y en consonancia con la aún desierta playa nudista de Mar del Plata, el topless surgió como la tremenda novedad del verano en una Pinamar que se vio hasta visitada especialmente por medios nacionales para registrar esa imagen codiciada de la novedad del marketing.
Mike Cameroni, el hombre que imaginó la estrategia de las chicas sin corpiños, se pasea como ansioso, con un celular siempre en la oreja, por la terraza al mar del parador Philips. La marca electrónica invirtió en estas playas con un despliegue que incluye las ya clásicas PC navegadoras y gratuitas, fiestas en el atardecer con DJ sobre la arena, gym por las mañanas, se puso al tope de la repercusión al innovar en materia de cuerpos femeninos, el clásico de los clásicos desde que la temporada existe. Mike Cameroni es también el hombre tras el boliche Ku, propiedad de su familia, como una decena de discos más en el país, amén de un restaurante en Ibiza. Mike, elegante aun en la peor hora, controla, desde una distancia prudente, la producción para fotógrafos y cámaras de TV que ha armado después del éxito de su iniciativa, que incluye la promoción del bronceador Hawaian Tropic.
Un grupo de chicas sale de la playa donde estuvo zambulléndose entre el combate del calor insoportable y el deber de ser bellas y mostrarlo, tal la ocupación por la que las rentan. Tienen entre 18 y 21 años, vinieron de Buenos Aires y las hay, como siguiendo el ejemplo de las Spice Girls, una de cada tonalidad y estilo. Aunque todas lleven la misma bikini con el logo del auspiciante en sus angelicales pubis. Son las promotoras contratadas por todo el mes. Su tarea es estar allí, espléndidas, desde el mediodía y hasta la tarde. Cada tanto un nuevo medio necesita más fotos y entonces, no todas, acceden al topless. Ivana Alvarez, 21 años, de Belgrano y con dos temporadas como moza del Pachá de Ibiza en su haber, es de las que han puesto la cara en cada producción con los pechos al aire. Al fin y al cabo ella lo hace �como todas las europeas�. No es lo mismo para Mariana Díaz, de 18, un rubiecita aniñada que no quiso quitarse el soutien. �No es que nos paguen más por hacerlo, sólo que no nos molesta. No podemos creer el revuelo que se armó cada vez que hicimos una foto.� Eso sí, sin dar montos, todas dicen que cobran bien.
Las promotoras de Philips vienen destilando agua salada y se sacuden el pelo con las manos. Juntas deben ser unas seis, se mojan bajo las duchas públicas que están a un costado bañándose para el evento que viene. Los fotógrafos se van acumulando en el parador y este cronista libera una mesa en la que ellas posarán también como mirando el horizonte. Se peinan y se dan unas profesionales miradas en un espejo que pasa de mano en mano. Una asistente invita al chico más rubio, el de los ojos más verdes de la pequeña platea masculina, a sumarse al grupo de damiselas. El, Federico, 24, no es modelo, como podría pensarse. �Soy ingeniero en informática, dela UB�, dice, durito, timidón. Tras el mostrador del bar sirve jugo de frutillas una auténtica y verdadera camarera en topless. Elisa Zalacaín vino a sus 20 años de Tandil para trabajar la temporada. De noche es moza en la barra del Ku, de día comenzó el miércoles en esta terraza. �Dijeron que había que ir a la playa porque se iban a hacer fotos y me pidieron que me quedara sin nada. No lo pensé, pero lo hice y ahora ya está.�
Los que no saben aún que ya está son sus padres, empleados de comercio, y sus hermanos, y sus vecinos. �Se van a querer morir�, piensa ella después de haber aparecido en tanto lugar. Es viernes y Eliza ya tomó posesión del bar topless, aunque su sueldo es tanto más magro que el de las promotoras y a ella todavía no se le haya ocurrido un plus por mostrar sus bondades blanquecinas. Mike Cameroni no encuentra aún a las dos mozas que restan. �Es difícil�, reconoce. �Pero es el momento justo para hacer que el mundo cambie y es hora de darle a la gente la oportunidad de sentirse mejor.� Lo cierto es que su plan de marketing fue un éxito; aun cuando algunos llegan al parador esperanzados en lo que se vendió y no ven tal profusión de mujeres desnudas.
�Yo no sé si empiezan dentro de un rato, porque hasta ahora fuimos hasta la orilla y nada�, se queja un chico a su amigo, los dos con ese corte de pelo de surfer, tan decontracté, lleno de mechones rubios y menores de 17 por lo menos. Por las dudas se quedan, en un rincón, a la espera. Son del tipo de los que el segundo día de show, cuando a la primera nota se montaron todos los medios restantes, al ver a las promotoras se fueron avalanzando hacia la terraza. Fue cuando las chicas de las lolas se sintieron un poco como Pamela Anderson. No tanto por su parecido físico con la Baywatch como por aquella dramática experiencia en Punta del Este cuando ante sus voluptuosidades una horda de adolescentes desaforados la persiguió por la arena intentado quitársela a sus guardaespaldas al sutil grito de �¡Pamela, vení con los muchachos!�. En este caso los muchachos argentinos no llegaron a tanto. �¡Estoy recaliente, me voy al mar!�, se le oyó a uno. Mientras una de ellas preguntaba sonriendo y abrazando su humanidad preciada: �¿Para qué medio es?�. Ivana, la chica de Ibiza, contaba las reacciones así: �No es que te digan algo, sino que te miran, aplauden, sacan fotos, aparecen los padres de familia con sus camaritas y nos filman. Es divertido ver cómo se ponen ante algo tan normal�.
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