Por Suzanne Goldenberg*
Desde Rafah, en Cisjordania
Tres disparos rompen la calma de la tarde, y tres palestinos corren buscando ponerse a cubierto. Desde la torre de seguridad de 25 metros de alto, un francotirador israelí mira cómo los hombres abajo se dispersan y zambullen en los huecos de la pared de cemento. Mientras el sargento Dan Jacobi aprieta del gatillo, un palestino tira un cajón de madera por encima de la pared hacia el lado de Gaza: uno más de las cargamentos letales que las tropas israelíes son incapaces de interceptar, otro envío de armas y municiones para la Intifada palestina.
Con una insurrección que comenzó en setiembre, a estas alturas Cisjordania y Gaza están inundadas de armas ilegales, suficientes como para que los milicianos del movimiento Fatah de Yasser Arafat combatan durante meses. El comercio clandestino oscurece un hecho humillante para los israelíes: los palestinos están consiguiendo la mayor parte de sus armas directamente de los arsenales de la Fuerza de Defensa de Israel. En esta guerra de guerrillas, crecientemente sanguinaria, las armas que apuntan a las tropas israelíes y los colonos judíos son de Israel. Se están acumulando pruebas de que las armas son robadas o vendidas desde los depósitos de armas del ejército israelí, y transportadas a través de una red ilícita hasta llegar a las milicias palestinas. Los traficantes de armas judíos y árabes-israelíes actúan como intermediarios. Este flujo constante de armamentos ayudó a transformar la Intifada de un levantamiento popular con jóvenes tirando piedras a una guerra de guerrillas de baja intensidad librada por las milicias Tanzim de Arafat.
Durante el levantamiento de 1987-1993, el arma favorita de los palestinos era la piedra. Hoy, mientras los milicianos palestinos acribillan los autos de los colonos judíos desde vehículos en movimiento, y comandos especiales israelíes abaten a los palestinos sospechosos de organizar la violencia, el arma preferida es el rifle de asalto M16 de fabricación norteamericana, que usa el ejército israelí. �Podría vender 1000 armas por día si quisiera �asegura un comerciante en armas que opera desde la ciudad de Nablus en Cisjordania�, especialmente piezas grandes como el M16.� Los funcionarios de inteligencia israelí afirman que las milicias Tanzim tienen 70.000 armas operacionales: en su mayoría M16 y otros rifles de asalto, pero también artillería pesada. �No van a sufrir escasez de armas o municiones�, admite un funcionario militar israelí.
Las armas que caracterizan esta Intifada llegan a través de distintas rutas. En el cruce de frontera de Rafah entre Egipto y Gaza, traficantes egipcios tiran las cajas de armas por encima de la cerca o las pasan a través de túneles cavados debajo del retén fronterizo. Algunas armas entran vía Jordania, llevadas en pequeños botes a través del Mar Muerto o por beduinos cruzando las dunas. Otras son traficadas por organizaciones criminales. Bastantes más viajan en los lujosos Mercedes y Audi con aire acondicionado de los funcionarios palestinos más privilegiados, los pocos que gozan del status VIP-1 que les da inmunidad en los controles de seguridad israelíes.
En efecto, funcionarios de ambos lados admiten que la mayoría de las armas ilegales provienen de los depósitos del ejército israelí. Una vez robadas, son llevadas a Cisjordania y, mediante una serie de sombrías transacciones, llegan a manos del Tanzim. Hace unas semanas, por ejemplo, palestinos armados irrumpieron en un depósito de tanques del ejército israelí cerca de la ciudad de Jericó en Cisjordania, tomaron cuatro ametralladoras pesadas y huyeron al desierto, según reconocieron los mismos militares israelíes. Pero éste fue un incidente inusualmente dramático y abierto: la mayoría de los robos ocurre por traición y en secreto. �Son trabajos hechos desde adentro�, dice Ali, quien se cuenta entre los principales proveedores de armas ilegales en Cisjordania. Una incursión en los depósitos israelíes aporta normalmente 30 armas para el Tanzim: M16 y otros rifles de asalto, y Uzis. Ali hace una mueca sobreestos últimos: las armas de fabricación israelí no son populares entre sus clientes. La desaparición de armas de los depósitos es arreglada con algún soldado u oficial corrupto israelí. Ali enfatiza que el tráfico depende de un militar renegado: �Se necesita un líder, alguien que esté al mando para hacer el trabajo�. Un oficial israelí de alto rango no puede negarlo. �Hemos tenido casos como eso. No lo puedo descartar�, confiesa.
Ali dice que la traición es motivada por dinero o por drogas. Una vez que el soldado decide robar, no tiene dificultad en encontrar compradores entre criminales israelíes, judíos y árabes. Los traficantes de armas israelíes cambian las armas robadas por dinero en efectivo o drogas con sus colegas palestinos, que a su vez las pasan a traficantes de armas de menor escala o directamente a las milicias. Se supone que el dinero detrás de todas estas transacciones viene del Fatah, el partido de Arafat, que luego le vende las armas al Tanzim, o, según algunos milicianos, las distribuye gratis.
Entrar las armas a Cisjordania se ha vuelto más difícil por el bloqueo económico israelí, con restricciones que prohíben el paso a automóviles que lleven sólo a palestinos hombres. Tales leyes han obligado a los traficantes israelíes a dejar sus cargamentos en las colinas rocosas de Cisjordania, o emplear a correos femeninos para pasar vía sus encantos los puestos de control. Hace una semana, los milicianos del campo de refugiados de Balata, entre los más duros, recibieron un regalo inesperado cuando un colono judío entró con un cargamento de 12.000 balas. �Juro por Dios que una persona judía pasó frente a los soldados israelíes con esto�, dice Majid al-Massri, el comandante de la milicia. �¿Saben cuánto dinero ganó? Trece mil shekels (unos 3096 dólares).� El arsenal que acumuló Massri ostenta una amplia gama de armas. Además de la pistola niquelada de fabricación iraquí que siempre lleva consigo, le tiene cariño a una reserva secreta de 52 M16 adornados con cipreses, el símbolo nacional del Líbano, robados al Ejército del Sur del Líbano, la milicia pro-israelí que se desbandó durante la retirada israelí en mayo. A Massri no le falta selección de armas o municiones: su único problema es el precio, aumentado por el bloqueo económico y el incremento en la demanda.
Una bala de M16 se vende ahora por hasta dos shekels, el doble del precio antes del levantamiento. Balas para Kalashnikov se venden a siete shekels cada una, lo que las deja fuera del alcance para las milicias. Los precios de las armas también subieron. En la calle, donde los precios se cifran siempre en dinares jordanos, el precio actual por un M16 subió a 3500 dinares (4829 dólares) de los 2000 dinares previos a la Intifada. Nadie espera que el tráfico ilegal de armas termine cuando termine el levantamiento. El contrabando de armas es un producto de paz, el resultado de la aligeración de los controles sobre los enclaves palestinos que surgieron con los acuerdos de Oslo. Los acuerdos de paz le dieron a los palestinos el derecho de reclutar fuerzas de policía en Cisjordania y Gaza, pero limitaron severamente su poder de fuego.
Los acuerdos de Oslo forzaban a la Autoridad Palestina de Arafat a rastrear y confiscar las armas de fuego ilegales en manos privadas. No lo hizo. En los últimos seis años, las armas se convirtieron en un símbolo del honor familiar. En algunos campos de refugiados de Cisjordania se los exhibe como diplomas de universidad. Israel acusa a los palestinos de romper su promesa de eliminar las armas ilegales, limitándose a confiscar una cantidad simbólica. �No hicieron ningún esfuerzo por confiscar las armas, y éstas quedaron en manos del Tanzim y Hamas�, se quejó un alto oficial militar israelí. Los palestinos dicen que esto es injusto. �Israel fabrica armas y controla todas las fronteras �dice el coronel Kamal alSheikh, el jefe de policía palestino en Ramalá�; nosotros no fabricamos armas y no controlamos todas las fronteras. Entonces, dígame, ¿quién es responsable del contrabando de armas?�
Los argumentos del coronel Sheikh y otros oficiales palestinos son interesantes. Declaran que, en realidad los servicios de seguridad deIsrael y las fuerzas armadas siguen atentamente el tráfico de armas hacia las milicias palestinas. Alientan este comercio en secreto, aun ahora, porque esperan provocar una guerra civil donde los palestinos vuelvan sus armas contra ellos mismos, una vez que la batalla con Israel haya terminado y se haya logrado un acuerdo de paz. Si Arafat firma un tratado de paz impopular se enfrentaría a opositores armados que se rehúsan a desbandarse. Esto haría prácticamente imposible que Arafat impusiera una eventual tregua y pudiera superar el ciclo de asesinatos y vendetta que consume a ambos pueblos. Aun si existiera un tratado, las armas seguirían reinando.
Muchos de los combatientes que ahora apuntan sus armas a los asentamientos judíos creen firmemente que actúan con la aprobación tácita de Israel. �Pueden evitar que una mosca llegue a Belén, de manera que no sé cómo no pueden controlar las municiones que entran�, dice un comandante de la milicia mientras dirige el fuego contra el asentamiento de Gilo desde la ciudad palestina de Beit Jalla. El comandante, que sólo dio su primer nombre, Mike, añadió: �No se pueden meter 20, 30, o 40.000 balas en el bolsillo y entrar. Alguien debe permitirlo�.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
Claves
Gilad Sher, negociador israelí en Washington, dijo ayer que �el tiempo para negociar con los palestinos se ha terminado�.
Del lado palestino, los principales líderes afirmaron que esperan trabajar con la administración Bush (que asume el 20 de enero) y que no habrá avances antes de las elecciones israelíes del 6 de febrero.
Esta situación representa el fin de los esfuerzos terminales de paz de dos líderes próximos a abandonar el poder: el presidente norteamericano Bill Clinton y el primer ministro israelí Ehud Barak.
Lo que terminó de sepultar los esfuerzos fue la negativa palestina a comprometer el �derecho al retorno� de los 3,7 millones de refugiados a Israel.
Tanto Israel como EE.UU. giran a la derecha, anticipando un cuadro de máxima polarización y conflicto. |
LOS PALESTINOS APUESTAN A LA ADMINISTRACION BUSH
Final de juego para el diálogo
�El tiempo para alcanzar un acuerdo de paz con los palestinos se ha terminado�. La declaración ayer del enviado israelí a Washington, Gilad Sher, sólo expresaba abiertamente lo que todos sabían desde hace tiempo. Luego de su reunión con el presidente Bill Clinton, Sher estimó que �lo máximo que podemos esperar es una declaración presidencial con las líneas generales para futuras negociaciones�. Del lado palestino, distintos funcionarios enfatizaron que tal declaración era insuficiente. Uno llegó a acusar a la administración norteamericana de conspirar para beneficiar al premier israelí Ehud Barak en las elecciones que se celebrarán el 6 de febrero. Con eso en mente, el negociador en jefe palestino, Saeb Erekat, subrayó plácidamente ayer que �no espero que se alcance ningún acuerdo antes de las elecciones israelíes del 6 de febrero�.
En realidad, los palestinos ya no intentan disimular su anticipación ante la toma de mando del republicano George W. Bush como presidente el 20 de enero. El mismísimo Yasser Arafat confió en que �si no llegamos a un acuerdo con Clinton, continuaremos con el presidente Bush�. La dirigencia palestina espera que Bush, al ser muy cercano a los intereses petroleros norteamericanos y poco permeable al lobby judío-americano, los favorezca más en las negociaciones. Ciertamente han abandonado todo intento de ocultar su descontento con la manera en la que la administración Clinton está manejando las negociaciones. El ministro de Información Yasser Abed Rabbo denunció ayer que �Dennis Ross (el enviado especial norteamericano para Medio Oriente) está jugando uno de sus juegos sucios en coordinación con Israel para permitir a Barak ganar más ventajas políticas al reducir las demandas palestinas y ofrecer a Israel más logros estratégicos�.
En los hechos, el único �logro estratégico� al que el gobierno israelí parecía aspirar ayer era el de la declaración de Clinton sobre un acuerdo futuro. Gilad Sher había viajado a Washington para darle al presidente norteamericano la respuesta formal de Israel a la propuesta de paz que presentó antes de la Navidad. Era similar a la palestina: se lo aceptaba en principio, pero con reservas. Durante su reunión de media hora con Clinton, se informó que Sher propuso que la disputa sobre la Explanada de las Mezquitas se resuelva adjudicando la soberanía del lugar a una �tercera parte�. Esta no muy factible idea recibió ayer su tiro de gracia cuando el ministro palestino Faisal Huseini declaró de plano que �no es aceptable�. Y el proyecto de que Clinton emita una declaración de �líneas generales� fue descartada por el encargado de Seguridad Preventiva de la Autoridad Palestina, Mohammed Dahlan. �No queremos una declaración de principios sino un acuerdo detallado que resuelva todas las cuestiones pendientes�, subrayó. Como gesto adicional de su determinación, Dahlan se rehusó a asistir a una cumbre que se celebrará hoy en El Cairo entre expertos de seguridad israelíes y palestinos con el jefe de la CIA, George Tenet, hasta que se levante el bloqueo israelí de la Franja de Gaza. Ayer la urgencia para esta cumbre había disminuido superficialmente al no registrarse muertos en los territorios palestinos. Pero todo indica que abundará el tiempo para que se produzcan más.
debate
Por Faisal Bodi *.
Israel no debería existir
Por Claudio Uriarte.
Israel existe
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