Por Diego Fischerman
Desde Punta del Este
En su primera visita a Buenos Aires, Jack De Johnette dio una clínica para bateristas. Uno de los temas fue, obviamente, la independencia de miembros. La polirritmia. Se habló, como no podía ser de otra manera, de Elvin Jones, el integrante del mítico cuarteto de John Coltrane a partir del �63. Pero De Johnette dijo: �Hubo alguien antes que nosotros, antes también que Elvin; el más grande se llamó, y se llama, Roy Haynes�. En la segunda noche del Festival Internacional de Jazz de Punta del Este se demostró que tenía razón.
Con un trío excepcional, junto al notable pianista panameño Danilo Pérez y el deslumbrante contrabajista Christian McBride, Haynes puso en juego un concepto rico no sólo acerca del ritmo sino del trío entendido como fórmula para disparar un tema en direcciones múltiples. El contrabajo pizzicato o con arco, el piano tocado de la manera tradicional o sobre el encordado, la batería pensada mucho más como una combinación de instrumentos �una combinación imprevisible� que como un instrumento con sus características fijadas de antemano. La variedad tímbrica �dentro de los estrechos límites que propone el trío conformado por piano, contrabajo y batería� fue infinita, pero, más allá, lo interesante estuvo en la imaginación de cada uno de los integrantes para subdividir rítmicamente siempre de la manera menos pensada y para incorporar armonías y motivos temáticos siempre sorpresivos. El trío de Roy Haynes fue, sin duda, uno de los puntos más altos de un festival en el que, hasta ahora, los puntos altos abundaron.
La sesión del viernes había empezado con una propuesta sumamente original de un músico que acostumbra ofrecer propuestas originales. Dave Samuels, uno de los vibrafonistas más importantes �y versátiles� del jazz, ha desarrollado a lo largo de su carrera estéticas tan distintas como la de Yellowjackets, la del genial trío con Art Lande y Paul McCandless, la de sus grabaciones primerizas con Gerry Mulligan �junto a otro debutante, John Scofield� o la del dúo de placas con David Friedman. En ese grupo llamado Double Image (que contaba con la base de Harvie Schvartz en contrabajo y Michael Di Pasqua en percusión) aparecía la semilla de lo que Samuels mostró en el tambo El Sosiego junto al grupo montevideano de percusión Perceum. Este conjunto especializado en la interpretación de obras contemporáneas (estrenó en Uruguay composiciones de Xenakis, Stockhausen, Graciela Paraskevaidis y Mariano Etkin, entre otros) amplió el modelo Double Image a una suerte de gamelán jazzístico, basado en las posibilidades de homegeneidad y contraste entre instrumentos de placas (vibráfonos y marimbas).
La consigna de la segunda noche de la sexta edición de este festival de jazz era homenajear a Gershwin y en el final el recordatorio se hizo explícito. El grupo de Paquito D�Rivera �en el que revistan dos argentinos, el trompetista Diego Urcola y el pianista Darío Eskenazy� subió a escena junto al flautista Dave Valentin y la soprano Brena Feliciano. �Summertime� abrió una suite de Porgy & Bess y para el segundo número, �Ain�t Necessarily You�, se sumó el cantante Midón. Este cantante ciego, nacido en Nueva México y radicado en Miami, hijo de padre argentino (es sobrino del director teatral Hugo Midón) deslumbró con una voz excepcional y una flexibilidad increíble para saltar del scat al fraseo más delicado o a la imitación de una trompeta. �Bess, You�re My Woman� fue uno de los momentos destacados. Valentin, virtuoso pero más cercano a los fuegos artificiales, el niño Alex Han �una versión de 12 años de Charlie Parker, con todo lo que eso pueda tener de bueno o de malo� y nuevamente Dave Samuels se agregaron al homenaje. �Lady Be Good�, �I�ve Got Rhythm� y un nuevo �Summertime� más virado hacia el terreno de la jam session fueron el cierre. Paquito D�Rivera, director artístico del festival, anunció a sus músicos (Urcola, Eskenazy, Stagnaro) y fue, en su despedida, más que escueto. Las palabras alcanzaron: �Hasta mañana�.
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