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ALFREDO CASERO, ACTOR Y HUMORISTA
“Me matan y renazco cada 25 minutos”

Famoso por su humor corrosivo y delirante, por el frenesí de su personaje en �Vulnerables�, por sus respuestas imprevistas, Casero muestra también que todavía es el pibe de Moreno que se colaba en el tren. La pobreza, las negociaciones, los apoyos, los que �te prometen que te llaman y no te llaman�, los amores y la operación a la que se sometió para bajar de peso y �no morirme�.

Por Juan Castro

–¿Alguna vez te apretaron en la calle con el tema “dame plata, total a vos te va bien”?
–Sí, constantemente. Y ven el diablo porque me convierto en el diablo, me convierto en una cosa horrible.
–Te saca.
–Puedo llegar a ser durísimo. Y más o menos darle en dos palabras lo que a mí me costó llegar hasta acá. No estoy en un buen lugar porque soy actor y crecí delante de la gente y la gente sabe que crecí de una manera bastante particular. No soy una orquídea.
–¿Sentís que es una obligación responder a los “aprietes” en la calle?
–No me gusta que me apriete nadie. Ni pobre ni rico, ni el de abajo ni el de arriba, porque yo no aprieto a nadie. Vengo de abajo y no cagué anadie y no apreté a nadie. No tenía plata para viajar en tren y fraguaba los boletos con unos tipos que tenían una máquina de escribir vieja y mangaba los boletos de ida y vuelta que no habían picado. Un viaje de Moreno a Capital debe costar setenta centavos. Nunca me paré en un lugar a decir: “vieja, dame un peso para la birra”, me parece una indignidad eso.
–¿Crees que Dios es quien nos provee, nos cuida y nos da un destino?
–Dios provee, esa es la verdad. El destino es una cosa y el camino es otra y así se junta el Corán, el Tao... ¡¡¡todo!!! Y todo es lo mismo.
–¿Y en qué crees? En un Dios proveedor.
–No creo que sea proveedor de nada. Me ha pasado que cuando más busco menos encuentro. Lo único que hago es boxear bien y cada tanto viene un nocáut. Siempre sentí, y me pasó, que fui buscando las cosas y se fueron dando solas. Yo llegué hasta acá de una manera muy rara, rarísima diría.
–¿Cuándo fue la última vez que te noquearon?
–Constantemente. Este juego tiene que ver con noquear y con que nos equivoquemos y ser noqueados. De todos modos hay diferentes intensidades: hay pequeños y grandes nocáuts. Y los grandes generalmente se producen por errores que aparecen cuando no utilizas bien la energía mental, cuando no sos inteligente. Ya estoy grande para cometer desinteligencias aunque soy, a la vez, una máquina de cometer errores. Y me encanta, pero también me gusta saber administrar la inteligencia para que esos errores no vuelvan a pasar. Yo creo que Dios te da cuando sos generoso, cuando le enseñás a otro el camino para no romperse la boca. Le ayudás al otro a elevarse y vos también te elevás. Por eso a tanta gente que laburó conmigo le fue bien.
–¿Cuántas personas te dijeron el año pasado “¡¡Ah!! Casero, ahora sos un actor serio”?
–Mucha gente. Pero más bien fue: “¡Uy! ¡Qué sorpresa!”. Y yo les digo: no, no es una sorpresa porque para mí todo es lo mismo. Cuando terminé “Cha Cha Cha” dije: no es el momento de hacer esto. Es más: cuando traté de hacer un programa de humor, el año pasado, no me gustó lo que hice.
–¿Los especiales? (Los especiales de Casero por Canal 13.)
–No, no me gustó. No sé quién editó, quién lo musicalizó... no sé nada.
–¿Y cómo dejaste que alguien lo editara, lo musicalizara, si vos con eso sos bastante rompe pelotas?
–Porque de alguna manera hay que dejar que los que piensan que saben cómo hacer para que vos seas lo que ellos piensan que vas a ser (o sea “un éxito”) se peguen también la cabeza contra la pared. Me tengo que cuidar mucho de no cometer demasiado esos errores porque tengo muchísimo hecho que de a poco va a ser olvidado.
–En ese momento cuando dejás que te editen, te produzcan y hagan cosas que vos hacías antes, no te habrá pesado demasiado eso de “a Alfredo Casero no le gusta que lo guionen, es repentista”.
–No es verdad eso. La mayoría de las cosas que estaban en “Cha cha cha” eran parte del acervo, de tu acervo. Acá en la computadora tengo dos obras de teatro y una película completa, entera, de pé a pá. Cuando llegó el momento que tuve que ir a hablar con un tipo que iba a poner una guita era un grasa absoluto, y dije: “no hago nada”. No quiero volver a pelear con esa gente. Era un grasa que se tocaba los huevos y bostezaba mientras le estaba hablando.
–¿Cómo te preparabas para una reunión con un gerente de programación de televisión que no sabía nada y que quería le explicaras qué iba a ver en “Cha cha cha”?
–Con la única persona con la que me llevé bien fue con Eurnekian. Me sentaba y hablaba porque a él lo que yo hacía le resultaba tan chiquito que era lo mismo que hablar con un jardinero. Entonces hablaba con el jardinero: “porque tal cosa y la otra, porque esto y lo otro”. Cuando vio que había demasiado quilombo en el jardín, me puso dos tipos (que hoyestarán trabajando en aeropuertos). No me olvido más de lo que me dijo uno de ellos: “vos nunca vas a trabajar en otro canal que no sea éste, vos trabajas acá porque Eurnekian quiere”.
–¿Aprendiste algo de esas charlas?
–Tengo que haber aprendido después de haber hablado con tantos giles, con tanto medio pelo. Reconozco que la mejor programación que tuvo Canal 2, la más coherente, fue cuando estuvo Liliana Parodi como gerente. Era una secretaria que después fue la productora del programa de Calabró. Venía como nosotros, que éramos absolutamente ignotos. Eramos gente de abajo. Yo no tenía ni zapatillas. Los primeros veinte pesos que me dieron, que recibí de la producción, me los dio de su bolsillo el hijo de Juan Carlos Mesa. Yo ganaba 600 pesos. Nunca gané plata con “Cha cha cha”. El único año que gané plata la puse toda en una empresa productora que armé para poder terminar el último ciclo y seguir con trabajo.
–Haces el último año de “Cha cha cha” con tu propia plata y después haces “La casa del chorizo”.
–Me llama por teléfono el pelado Lalín y me dice: “a mi hijo le encanta el programa que hacés. Es muy bueno. Yo sé que tengo que ayudarte a hacer esto, me parece que estás bárbaro”. Esas cosas de Lalín, ¡qué sé yo! Voy a verlo y resulta que es un tipo de Avellaneda, no me resulta tan extraño y no me resulta tan extraño tampoco lo que dice.
–Le dijo lo mismo a La Maga y lo mismo a Racing.
–Bueno, está bien, pero equivocado o no, podía haber hecho otros negocios, podía no haber puesto plata. Pero a alguien le compró La Maga, la plata la puso.
–¿Y qué pasó con la plata que hizo?
–¡Qué sé yo! No, el problema no fue Lalín. Por el contrario, a él le agradezco haber hecho lo que hizo. Fue como desangrarse.
–¿Por qué?
–Teníamos conversaciones con el hijo de Avila que nos decía “sigan para adelante, vamos para adelante”. Yo seguí para adelante y puse todo lo que tenía, o sea que perdí todo lo que tenía. Después se llevó los cassettes (se refiere a los cassettes del programa “La Casa Chorizo”). Al tiempo me entero que un pibe tenía los cassettes de los programas que no salían al aire. Viene y me dice “yo vi los cassettes de `La Casa Chorizo`”. ¿Dónde los viste? le pregunto. “En la casa de un editor.” ¿Cómo que en la casa de un editor? Ya estaban circulando entre los amigos de Avila mi trabajo y ni siquiera me contestaba el teléfono. Le pedí los cassettes. ¡Me dio la mano tres veces ese tipo! Eso es lo que a mí me duele. Entonces dije: bueno, está bien, es así, las leyes del juego son así. Pero no le doy la mano a nadie más a menos que tenga algún tipo de respaldo que no sea plata. ¿me entendés? Un tipo que te dice te llamo enseguida y no te llama, y después le decís me dijiste que me llamabas a tal hora y no me llamaste... que sos malcriado. Con eso le estoy diciendo: ¿se puede hacer un negocio con vos, sos confiable, quién te creés que sos?
–¿Y qué tal era “La Casa Chorizo”?
–Era excelente. Pero se quebró todo por todos lados. Demasiada gente espera que vos caigas, ¿viste? No tendría que haber hecho eso. Tendría que haber cerrado todo, guardado todo y en ese momento haberme ido del país porque tenía la posibilidad de irme. Pero siempre me da la impresión que no puedo irme. Pertenezco a la cultura de la gente, pertenezco al acervo, no me puedo ir. Esta es mi patria, nací acá, peleo acá, y les hablo a los pibes que toman vino en cajita: “pibe vos sos un boludo, dejá de tomar en cajita”.
–¿Y qué te dicen?
–Me escuchan porque les hablo desde el lugar que ocupaba cuando venía de La Reja en tren. Ellos saben. La gente sabe, no es boluda, no se come cualquier mierda. Por eso los que piensan que les hacen comer cualquiermierda a los pibes de hoy están colgados. Las generaciones nuevas ya ni se drogan. Los pendejos de 14 y 15 años ni fuman, ven a los padres y dicen “éste es un pelotudo”.
–¿Pero qué pibes no se drogan?
–Muchísimos pibes no se drogan.
–Ese pibe que toma tetra está a milímetros de darse con pegamento.
–Hay una cuestión de dignidad. Yo he sido terriblemente pobre, mis hijos comían té con pan, y el hecho de “no hay” es duro. Pero bueno, tiene que haber otro lugar. No puedo hacer nada con el pibe que se mata con pegamento porque es el Estado el que debe hacer algo.
–¿Por qué decidiste darle la mano a Suar?
–Porque lo que me ofreció fue un trabajo muy digno. Es muy digno lo que él hizo con “Vulnerables”. Yo sé de las internas que hubieron para poder mantener “Vulnerables” en el aire y fue tedioso.
–¿Por qué?
–Porque siempre había que tener como cierta cosa de: no, que no seguimos el año que viene, no, que... ¿viste? Si me hubiera ofrecido algo malo le hubiera dicho que no. Pero se portaron muy bien. Suar fue respetuoso conmigo y se lo tengo que agradecer. No soy dueño de nada de lo que hago, soy un elemento que vino con un software y ese software tiene un montón de aplicaciones y un montón de cosas que se van acomodando y a la larga se van dando cuenta que ya no quiero entrar en un montón de cosas. Soy un artista.
–¿Le agarraste fobia a la negociación?
–No soy un excelente negociador. Yo laburo claro y hago mis negocios claros y me manejo clarito igual que en cualquier cosa. En el amor digo “yo te quiero y no me hinches las pelotas, no empecés con pelotudeces”. Sino es histeria.
–¿Tenés un problema general con la gente que es poco clara, con el te llamo-no te llamo?
–Ese juego ya no existe para mí. Cuando amo, amo y amo y lo digo y ya está. El poder lo tiene el otro y si juega con mi amor no lo tiene más de un día para el otro, de un minuto para el otro, de un segundo para el otro. Si soy generoso con la gente que no conozco, imaginate con alguien que amo. Como dice mi amigo Carlitos: “vos no tenés eso”.
–No me quiero meter en el franeleo “Dr. Freud”, pero ¿cómo aprendiste a querer así después de la historia con tus viejos?
–No... eh...
–¿Cómo pudiste dejar de lado el dolor que se siente cuando no se es querido de pendejo?
–Creo que me mataron y renací. Me matan y renazco cada 25 minutos.
–¿Pero te jodió en algún momento no haber tenido la familia Ingalls en tu vida?
–Jamás. Porque es lo mismo que le pasa al tipo que nace ciego cuando le preguntan “¿te jode no ver el azul?”, y te contesta “pero yo oigo los rulos de la concha de la mujer amada”. Agarré padres, hermanos y familia putativa por todos lados. Tuve que separarme de mi familia y después no fue tan doloroso. Pero hay que ser pulenta y eso surge cuando uno puede entregarse a otra persona; cuando puede ayudar a uno solo a salir: eso es ser pulenta. Porque si estás mal y te pones a tomar Valium, es lo mismo que estés metido en un pozo y te tires de los pelos para ver si salís. ¿Me entendés?
–No te gustan las pastillas...
–Nunca tomé pastillas. Cuando estuve alguna vez muy dolorido, porque había tenido un accidente, tomé Doltec. (Se ríe.) Ah, y una vez me dieron morfina cuando me operé.
–Te embroma la idea.
–No, sólo que soy absolutamente reticente a tomarlas.
–La pregunta “Lucho Avilés” del reportaje: en algún momento del año se dijo que te habías puesto un aro en el estómago.
–Sí, sí. Y no salí a gritarlo por ahí a los cuatro vientos porque tengo el recato de saber lo que sufre un gordo. Es la persona más brutalmente discriminada en este país. Terrible. No puedo salir a decir: “me operé, miren esto” y que sé yo, y hacer un arreglo con el cirujano, viste para que... no existe. No soy un muestrario de un elemento biomecánico. Tuve que bajar esos 30 kilos de peso porque sino me iba a morir. Mi médico es muy serio. Lucho Avilés habló de mí mientras me estaban operando y sé que la gente que se lo dijo lo hizo porque no transé con otro médico. Era noticia que yo me hiciera esa operación. Pagué mucha plata en un lugar para que nadie supiera nada. Todo el mundo se ríe de los gordos mientras que a los gordos no les dan trabajo. Es una enfermedad discapacitante, no es joda.
–Cuando los autores de “Vulnerables” se metieron en la relación de Marrale con su hijo (que tenía problemas de alimentación), ¿te consultaron algo?
–No, nunca. Yo creo que hablé dos veces con los guionistas.
–¿Qué te falta?
–Tengo algunos sueños que creo que están buenos. Me da vergüenza decir que trabajo en una película porque todo el mundo es director de cine. Agarrás a uno que hizo un video en el año ’94 y otro en el ’96 y te dice “yo soy director de cine, yo estuve en...”. Yo digo “no sé nada”. Me di cuenta que debo haber editado cerca de doscientos y pico de programas, con una edición que fue muy especial. La gente ante la duda en vez de ser amigo es enemigo porque sí. ¿Vos nunca trabajaste en una farmacia y te peleaste con el farmacéutico?
–No, ¿por qué?
–Yo una vez sí. Y le cambiaba todo de lugar (risas). Me tenía trabajando ahí abajo y le hacía un daño del cual él no podía quejarse, porque, en realidad, no era un daño ¿entendés? Era una manera de mostrar que el enemigo es enemigo y el amigo es amigo. Pero estoy hinchado de las pelotas, ya no quiero tener ni enemigos ni amigos. Es como una cerca con demasiado voltaje, el que la toca se queda pegado y el que no la toca pasa y deja.
–¿Cuál te parece la solución para un país castigado y desintegrado como éste?
–Tiene salir de cada una de las personas con individualidades constructivas. Cuando veo que la gente en los barrios vuelve otra vez a juntarse con amigos o con la familia siento que otra vez va pasar algo. Acabo de venir de un lugar donde arreglan motos. Conocí un tipo que en la parte de arriba de su taller se trajo a la madre y la hija y se arman... porque ante el miedo te aglutinás con los tuyos para ser más. Se arman nuevas células. Hay que volver un poco a eso porque toda esta modernidad norteamericanosa es la bestia contra la que hay que pelear cada vez más inteligentemente. Las cabezas tienen que estar puestas en lugares claves. Si tenés la posibilidad de hacerle una bajada a la gente que esa bajada le haga bien al alma, no al bolsillo ni al interés de nadie. Por eso ya casi no doy notas. No me interesa, ¿me entendés?
–Gracias por la nota (risotadas).

 

 

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