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Plan piloto para clasificar la basura que generan los porteños

Desde marzo, los grandes generadores clasificarán los desperdicios que generen. En un año, el sistema se extenderá a toda la ciudad. El objetivo: generar combustible a partir de residuos.

Por Eduardo Videla

Las grandes cadenas de supermercados y de comidas rápidas, los edificios públicos y los consorcios de más de cien departamentos darán el puntapié inicial en la clasificación de los residuos que generen: a partir de marzo, separarán los desperdicios de vidrio y de metal del resto de la basura. Se trata de una prueba piloto que se extenderá a toda la ciudad a partir del año 2002, y que tiene dos objetivos: el reciclado de vidrios y metales, por un lado, y destinar parte de los residuos orgánicos a “la producción de un combustible alternativo que sirva para proveer de energía a las centrales térmicas de generación eléctrica que funcionan en la ciudad”, explicó a Página/12 el secretario de Obras Públicas de la ciudad, Abel Fatala.
Según adelantó el funcionario, la recolección diferenciada se llevará a cabo tomando en cuenta los contratos vigentes con las empresas concesionarias del servicio, que prevén el tratamiento de hasta un 10 por ciento de los residuos recolectados. “Por eso se pensó en los grandes generadores de residuos, lo que permite dar una respuesta rápida sin modificar hábitos en la población”, agregó.
En ese sentido, el Gobierno está cerrando acuerdos con las cadenas de fast food, los grandes supermercados, hoteles, edificios públicos, complejos gastronómicos como el de Puerto Madero y con el gremio de encargados de edificios, para llevar la experiencia a los consorcios de más de 100 departamentos.
El programa se llevará a cabo hasta febrero del año próximo, cuando finaliza la concesión de las cuatro empresas concesionarias de la recolección de residuos. En los pliegos de la futura concesión, adelantó Fatala, estará prevista la extensión progresiva de la experiencia a la recolección domiciliaria.
Mientras tanto, la ciudad comercializará el vidrio y los metales clasificados, que volverán al circuito productivo. El resto de la basura seguirá su actual itinerario hacia los rellenos sanitarios.
En forma paralela, y con vistas al año próximo, la ciudad prevé habilitar una planta de tratamiento, gestionada en conjunto con el Ceamse por la Dirección de Higiene Urbana. Allí se prevé trabajar en la generación de combustible, como el gas metano, que se obtiene a partir de la descomposición de la basura orgánica. Justamente, la separación del vidrio y del metal obedece a que estos elementos le restan poder energético a los residuos.
También para el año próximo, prosiguió Fatala, esta previsto que la ciudad sea parte de “un consorcio que produzca compost de muy buena calidad, para utilizar como abono, con residuos de origen frutihortícola, y provenientes del corte de pasto, el desramado y de la industria frigorífica”, asegura Fatala. El proyecto forma parte de un acuerdo con la provincia de Buenos Aires, el Ceamse y el Mercado Central. La misma experiencia ya se lleva a cabo en algunos municipios bonaerenses y del interior del país.
La ciudad genera anualmente cerca de dos millones de toneladas de basura, y paga por ese servicio unos 160 millones de pesos por año. La recolección de residuos está organizada en cinco zonas. Cuatro de ellas están en manos privadas, las empresas Cliba, Ecohábitat, Aeba y Solurban, mientras que la quinta región está a cargo de la comuna, a través de la Dirección de Higiene. La concesión es por cuatro años, a partir del 1º de febrero de 1998, y contempla una prórroga de dos años que, por ahora, el gobierno porteño no tiene previsto conceder.

Cuento del tío a domicilio
La clasificación domiciliaria de residuos, tantas veces prometida pero nunca realizada, ha dado pie para una versión más del “cuento del tío”. Supuestos vendedores, que dicen actuar en representación de las empresas recolectoras o del gobierno de la ciudad, van puerta por puerta, por distintos barrios, anunciando la inminente puesta en marcha de ese sistema en esa área.
Para que el vecino esté preparado para ese supuesto cambio, ofrecen bolsas de residuos de distintos colores –uno para cada tipo de basura–, que venden a precios varias veces superiores a los de las bolsas tradicionales.
El gobierno porteño aclaró que la recolección diferenciada de residuos domiciliarios no se hará en forma inmediata y ratificó que estos vendedores no actúan en representación suya.

 

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