Por
Esteban Pintos
Está
en otra cosa. Al menos por estos días, Fito Páez está
en otra cosa que no es la música. Mientras trata de pasar del calor
de enero en una casa de La Horqueta (sigo laburando, pero cada dos
horas me voy al agua, comenta), el artista argentino candidato a
un Grammy está embarcado en las tareas de pre-producción
de su inminente ópera prima cinematográfica Vidas privadas
(por ahora se llama así, pero puede cambiar, aclara).
El músico vive la vigilia del director primerizo a toda máquina:
hace casting, trabaja en el storyboard del film, se reúne con el
director de arte, con el asistente de dirección y también
retoca el libro, a medida que se producen los primeros ensayos. Toda esta
actividad conduce al 10 de marzo próximo, fecha prevista para el
comienzo del rodaje, que luego se extenderá hasta el mes de en
mayo.
En el medio del cine, algo de música: durante enero, brindará
cuatro shows y todos ellos serán gratuitos. El próximo viernes
en Mar del Plata, el domingo en Neuquén (dentro del ciclo Argentina
en Vivo), el 20 en Parque Sarmiento (como parte de una programación
organizada por la Secretaría de Cultura del gobierno de la ciudad,
y con la posibilidad de compartir escenario con Rubén Rada, Milton
Nascimento o Gilberto Gil) y el 27 en Viña del Mar. Es bueno
ir picoteando de ambos platos, resume sobre este 2001 que vivirá
dominado por cierta dualidad. Claro, el tema de la semana es otro. Su
candidatura al Grammy gringo de la primera edición de los
latinos, se llevó dos, en el curioso rubro mejor álbum
rock alternativo latino, compitiendo con los españoles Café
Quijano, los chilenos La Ley, los mexicanos El Tri y los venezolanos Los
Amigos Invisibles, despierta una primera reacción irónica
de... ¿Molestia?: Bien, gracias... En otro lugar del mundo
les interesa lo que hago. Acá, en Argentina, no parece interesar
tanto lo que hago. Me gusta, lo tomo como un piropo, señaló
en la entrevista con Página/12, dejando entrever cierto desencanto
con la respuesta de la crítica especializada a su reciente Rey
Sol.
¿Por qué dice esto?
Y... no interesa mucho. La prensa me trató bastante mal con
este disco. En realidad, me viene tratando mal hace bastantes años
con los discos. Algunos ni opinan, entonces me parece que bueno... Está
bien: es así acá, no me pasa en otros países. Y me
gusta que pase.
Sin embargo, durante muchos años usted fue casi un protegido
de la prensa especializada,...
Sí, hasta que vendí discos... (risas) Pero se ve que
es así en todos lados. Es así la vida. En un punto creo
que no hay que darle más vueltas a eso. Es así, cada uno
está en su lugar. Ojo, con definitivas excepciones, encuentro pocas
respuestas en la prensa... Hay periodistas que están atentos, a
quienes les interesa. A ver este pibe qué está haciendo...,
dicen. Pero no es así en general.
Entre esos cuestionamientos a Rey Sol, uno de ellos decía
que usted no tiene más para decir. ¿Un músico se
queda sin cosas por decir?
Es una idea demasiado pretensiosa pensar que alguien puede tener
algo para decir. De entrada: pensar que alguien tiene, en este momento,
algo para decir, y después deja de tenerlo. Creo que la vida es
en sí misma un gran misterio. Yo sería un poco más
humilde al respecto.
Sin embargo, en otro momento, también se le criticó
ser pretencioso por querer decir demasiadas cosas en sus canciones...
Fue
un momento de querer decirlas. Yo creo que siempre estoy diciendo cosas.
En algún momento, a unos les interesa y a otros no. Se me acusó
de pretencioso por hacer La casa desaparecida, pero ese fue
el tema que más impacto tuvo afuera de la Argentina. Es curioso.
Yo me lo pregunto y sería bueno que se lo pregunten del otro lado
también, ¿no? A veces miro a la Argentina como un lugar
muy ombliguista. La gente mirándose mucho el ombligo, la prensa
ni hablar... Pero también de ciertas épocas, después
las cosas solas se van acomodando. A lo mejor, es medio hinchapelotas
pasar a un tipo que está todo el tiempo haciendo discos, que hace
una película y que encima tiene una mujer y un niño, y se
siente feliz. A lo mejor, qué se yo, irrita un poco todo eso. ¿Será
eso?
De los grupos que compiten con usted por el Grammy, ¿tiene
conocimiento y/o afinidad con alguno de ellos?
El Tri son muy graciosos con ese (Alex) Lora... Los he visto varias
veces, toqué en Monterrey con ellos. Lora me parece un tipo muy
gracioso, con gran sentido del humor. Una figura pop muy importante en
México, muy querido y muy cuestionado también. Una especie
de loco místico del rock and roll... (risas). Y a los chicos de
La Ley me los he cruzado también en varios lugares, en Los Angeles,
en Puerto Rico, pero no tengo muy claro qué es lo que hacen musicalmente.
Volviendo a su enojo...
No, no es que esté enojado. ¿Cómo voy a estar
enojado? Si me siento muy feliz haciendo la música que hago. Sólo
miro y pienso: ¿Por qué me tienen tanta bronca?.
Eso digo.
¿Usted cree que es bronca y no juicio crítico?
No, juicio crítico no hay en absoluto. Porque eso merecería
más tiempo, más espacio, hablar de cosas específicas.
Un álbum es una suma de especificidades. Pero según parece,
es más fácil decir A ver éste... Me parece
que ahora está enamorado y es medio boludo. Y no tiene más
nada para decir. Punto. Detenerse un poquito más, sólo
eso es lo que estoy pidiendo. Pero acá en la Argentina no pasa.
Y tampoco hay que pedirle peras al olmo, porqueademás, después
sí me voy a España y allá me encuentro con Diego
Manrique, que me hace una crítica quirúrgica, detalle por
detalle. Entonces, qué bien que así sea.
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