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el Kiosco de Página/12

GANADO

Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona

UNO Un fantasma recorre Europa: Mal de las Vacas Locas. No sé qué de encefalopatía esponjimorme bovinaes, pero la cuestión es que se trata de vacas alimentadas con pienso animal (léase: vaca) y ahora –caníbales y zombies, rumiantes que piden brrrrrrrainssss... como en aquella película titulada Night of the Living Dead– son vacas muertas y vivientes. Si te las comés acabás mugiendo a la luna, dicen. Después te morís con el cerebro hecho esponja. Así que –cowboys trasnochados– entramos a McDonald’s o a Burger King como kamikazes arriesgándose a morder pez fughu mientras juegan a la ruleta rusa. Mientras tanto, la amenaza se expande: aumentan los casos, aparecen cementerios ilegales de vacunos contaminados, no preguntes por quién doblan los cencerros...

DOS ...y –otro fantasma recorre Europa– empiezan a morir de a uno en uno, como en un policial de Agatha Christie, los soldados súbitamente leucémicos. Soldados franceses, italianos y españoles que combatieron en el Golfo o en los Balcanes y, parece, fueron expuestos a algo con el interesante nombre de “uranio empobrecido” utilizado para la confección de armamento de precio millonario. Temor de que ya nadie se presente como voluntario para esas “misiones de paz”. Los respectivos Ministerios de Defensa dicen que no puede ser, que no es posible, que no dan las estadísticas, ponen cara de vaca mientras tanto un submarino nuclear británico –el infatigable “Tireless”– espera en Gibraltar, luego de haber sido rechazado en otras dos bases del Imperio, a que alguien lo arregle y se lo lleva rapidito antes de que sea demasiado tarde, ¿sí?

TRES Un fantasma más recorre Europa y se lo puede sintetizar en esos doce inmigrantes ecuatorianos –trabajando sin contrato, en condiciones lamentables y por un puñado de pesetas– que días atrás fueron atropellados por un tren cuando iban en una camioneta, apretados como vacas, a cosechar alguna de esas cosas que crecen en el campo. Trabajaban como bueyes para pagar la deuda a las mafias que les facilitaron el dinero para viajar al Nuevo Viejo Mundo y trabajaban para un empresario ya condenado varias veces por explotación de inmigrantes. Ha sido una muerte coral y simbólica –como la de aquellos que se ahogan al cruzar el Estrecho– porque se las arregla para narrar con trágica capacidad de síntesis todo lo que está inexplicablemente mal en una especie que por estos días se enorgullece de haber ingresado en el Tercer Milenio y blabla-blá y mu-mu-mú...

CUATRO Así están las cosas en el Primer Mundo, en este continente embrujado y expansivo que semanas atrás repartió premios y votos en la Cumbre de Niza como si se tratara de un partido de Risk o T.E.G. Todo va bien para los peces gordos mientras para las vacas flacas la cosa se pone más oscura y, bueno, se acentúa la sospecha de que un planeta molesto con sus parásitos tal vez esté ensayando métodos cada vez más sutiles y a la vez drásticos para sacárselos de encima. Alguien me explicaba el otro día que las especies con mayores riesgos de extinción no son aquellas de las que quedan unos pocos especímenes sino, por lo contrario, las que se reproducen desaforadamente y sin plan lógico. Tal vez las vacas locas seamos nosotros que –radiactivos y con mala leche– no sabemos hacer otra cosa que comernos entre nosotros y pelearnos por cualquier cosa.
Tal vez este ganado ya esté perdido.

REP

 

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