Por
Suzanne Goldenberg *
Desde Jerusalén
Decenas
de miles de manifestantes israelíes de derecha se desplegaron anoche
a lo largo de los macizos muros de piedra de la Ciudad Vieja de Jerusalén,
afirmando el derecho eterno de Israel a este lugar. Es el corazón
del pueblo judío. No se puede sacar el corazón, el paciente
morirá, dijo Rachel Himmelstein, una británica que
vive ahora en la ciudad central de Beit Shemesh, mientras los altoparlantes
tronaban con himnos patrióticos. Al mismo tiempo, los funcionarios
palestinos reclamaban con el mismo estruendo a Jerusalén como su
capital de un futuro estado y criticaban los planes del presidente norteamericano
Bill Clinton de compartir la ciudad.
Clinton reveló los parámetros de sus propuestas de paz en
el discurso que siguió a un banquete en Nueva York el domingo a
la noche (ver recuadro). Insinuó que esperaba poder formar las
bases para futuras negociaciones. Según Clinton, las propuestas,
que habían sido el centro de las muy reservadas conversaciones
de la semana pasada en Washington, han sido ampliamente aceptadas por
el primer ministro de Israel, Ehud Barak, y el líder palestino,
Yasser Arafat. Pero mientras los opositores judíos al compromiso
convergían hacia los muros de la vieja ciudad, los funcionarios
palestinos se estaban poniendo en fila para dispararle uno por uno al
presidente de Estados Unidos. Clinton no tuvo en cuenta las reservas
de Arafat y estas ideas no ofrecen a nuestro pueblo sus legítimos
derechos, dijo Ahmed Qrei, o Abu Alá, nombre por el que es
más conocido, uno de los segundos de Arafat. Otro negociador, Yasser
Abd Rabbo, dijo que tomar las amplias propuestas de Clinton como una declaración
conjunta de principios dejaría a los palestinos abandonados a una
serie de negociaciones con finales abiertos. El aspecto más
peligroso con respecto a estas propuestas es el hecho de que siguen siendo
principios generales sin garantía para su implementación,
agregó. También dijo que estaban muy lejos de alcanzar los
reclamos palestinos, en todas las esferas.
Sin embargo, Israel reafirmó la aceptación de Barak de las
propuestas. Consideramos sus ideas como una base para la continuación
de las negociaciones, dijo el secretario de Defensa, Ephraim Sneh.
Pero para los miles que convergieron hacia la Puerta de Jaffa la
entrada a la Ciudad Vieja favorecida por los judíos de Jerusalén
occidental, esta idea es una herejía. La manifestación
de anoche fue una demostración de fuerza de la derecha israelí
con generoso apoyo financiero que llegaba del exterior y participantes
que desembarcaban de vuelos desde Estados Unidos y Europa. Los líderes
que hablaron en el acto central rechazaron cualquier transferencia de
territorio a los palestinos, aun el Este Arabe de Jerusalén, que
fue ocupado después de 1967 y que pocos israelíes han visitado.
La manifestación estaba destinada a apoyar los reclamos de Israel
al Monte del Templo, reverenciado por los judíos como el lugar
de su destruido templo de la era bíblica, y por los musulmanes
como el Haram al-Sharif, que marca el lugar donde el profeta Mahoma ascendió
a los cielos. También prometía darles impulso a las perspectivas
electorales del líder de la línea dura, Ariel Sharon, que
se opone a cualquier compromiso sobre Jerusalén.
Las autoridades palestinas religiosas condenaron la manifestación
como una provocación y el jefe eclesiástico, el mufti de
Jerusalén, emitió un edicto religioso prohibiendo la transferencia
de cualquier porción del lugar sagrado al control de no mahometanos.
Pero a pesar de la insistencia de los manifestantes sobre Jerusalén
como capital eterna e indivisa de Israel, anoche la ciudad
fue efectivamente dividida según las líneas de 1967. Temiendo
la violencia, la policía selló la ciudad frente a la Puerta
de Damasco, prohibiéndoles a los palestinos cruzar la vieja línea
verde. También ayer, el comandante del ejército israelí
de la ciudad de Hebrónen Cisjordania confirmó que tropas
habían disparado en la pierna a un palestino esposado, afirmando
que había tratado de escapar de su custodia.
*
De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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