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REACCIONES EN CHILE AL INFORME DE LA MESA DE DIALOGO SOBRE DESAPARECIDOS
La sociedad de los informantes anónimos

Todo Chile respondió ayer al informe sobre desaparecidos, elaborado por las FF.AA. y las iglesias bajo garantía de anonimato, que presentó el presidente Lagos en la noche del domingo. Entretanto, a Pinochet se le abrió otra oportunidad para zafar del juicio.

Por Pablo Rodríguez

Chile nunca tuvo un juicio a las Juntas, como la Argentina. Tampoco votó una ley de Amnistía, como Uruguay. Lo que siguió a Pinochet no fue una continuación de la dictadura por otros medios, como Paraguay. Chile debió esperar a que una jugada del juez español Baltasar Garzón armara la trama. Y ayer se produjo lo más parecido al espejo del horror que vivió nuestro país en aquel 1985. Luego de juicios esporádicos que ofrecían una verdad en retazos, el domingo a última hora de la noche el presidente Ricardo Lagos mostró algo más que retazos: dio a conocer al país el informe del paradero de los detenidos desaparecidos durante la dictadura elaborado por las FF.AA. y diversas instituciones religiosas. Ayer, las reacciones fueron dispares: algunos familiares de las víctimas denunciaron la jugada como “una burla”, otros reconocieron el valor de la información y el gobierno dijo que “no era suficiente” (ver nota aparte). Pero quizás haya un personaje que aprovecha la ocasión para salir del cuadro: por sorpresa, cuando tenía todos los elementos para procesarlo, el juez Juan Guzmán decidió postergar la declaración indagatoria a Augusto Pinochet y ordenar nuevas fechas de los exámenes médicos a Pinochet este jueves y viernes.
“La información que he recibido es cruda y dolorosa, y habla de muerte, sepulturas clandestinas, cuerpos arrojados al mar, a los lagos y ríos de Chile.” Una verdad que muchos sospechaban, pero el gesto duro de angustia del presidente Ricardo Lagos cuando dijo estas palabras en cadena nacional dejó traslucir de qué momento en la historia de Chile se está hablando. Como resultado del acuerdo de la Mesa de Diálogo (conformada por militares, funcionarios del gobierno, abogados defensores de los derechos humanos y autoridades religiosas), las FF.AA. recopilaron durante seis meses y entregaron el sábado lo que nunca jamás pensaban entregar.
Lo que entregaron fue poco: datos concretos de poco más de 100 desaparecidos sobre los más de mil reconocidos oficialmente y los 3 mil que asumen otras versiones. Y no fue como un simple gesto heroico sino como un toma y daca en el cual el gobierno (así lo admitieron algunos militares) debía hacer su parte frenando los juicios a los militares que participaron de la represión ilegal. “Es una maniobra de inteligencia del ejército”, señaló la abogada Carmen Hertz, querellante en el caso Pinochet y viuda de un desaparecido. “Es una burla, porque las FF.AA. siempre han sabido qué ocurrió”, clamó la secretaria general del Partido Comunista Chileno, Gladys Marín, viuda del dirigente comunista desaparecido Víctor Muñoz.
En cambio, la vicepresidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), Mireya García, consideró “positivos” los informes de las FF.AA., al menos hasta donde llegan. La presidenta de la AFDD, Viviana Díaz –quien se enteró ayer que su padre, el dirigente Víctor Díaz, fue arrojado al mar en 1976–, aclaró que “lo que se entrega es insuficiente porque no nos basta con saber que fueron lanzados al mar. Aquí tiene que haber una investigación que determine quiénes son los responsables”.
Lagos admitió que “la gente que no entregó la información, no la entregó en estas condiciones, ni la va a entregar en otras condiciones. Habrá que buscarla de otra manera”. El presidente chileno fue muy enfático en su mensaje al país sobre “el coraje y la valentía de las FF.AA.”, que en realidad aportaron la información bajo garantía de anonimato. Y desmintió que haya un arreglo para frenar los juicios a los militares. “Sería muy lamentable pensar que alguien puede condicionar la información que conoce a determinados gestos. La información se entrega a partir de la conciencia moral de cada chileno.”
La potencia de la noticia en Chile está multiplicada por el caso Pinochet, quien ya parece en la recta final de su procesamiento, y el país se pone en carne viva. El jefe del ejército, Ricardo Izurieta, “no defiende a mi padre como debiera” porque “quiere quedar bien con Dios y con el diablo”, se enfureció Jacqueline Pinochet, hija favorita del ex dictador. “Ojalá Pinochet estuviera a la altura de su institución hoy día.Por una vez, Pinochet, respóndale a Chile”, pidió el senador oficialista democristiano Alejandro Foxley. Pero parece que el juez Guzmán le está dando a Pinochet una oportunidad para que siga sin responder. Sin asistir a los exámenes médicos de este domingo y lunes, sin visos de presentarse a la declaración indagatoria de hoy, Pinochet quedaba en posición de desacato y listo para ser procesado. Pero Guzmán decidió sorpresivamente armar un nuevo calendario en el cual los exámenes médicos podrían terminar en una oportuna declaración de “demencia” para Pinochet y luego en el fin de su juicio. Si es así, demostraría que, al igual que los datos de los detenidos desaparecidos, Chile parece condenado a conocer la verdad a medias. Antes de la excursión de Pinochet a Londres, estaba condenado a no conocer ninguna.

La letra chica del informe
El Informe Rettig (el Nunca Más chileno) reconoce casi 1200 desaparecidos durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, de los cuales, al momento actual, resta identificar a 985. Extraoficialmente, serían 3000. Lo que dio a conocer Ricardo Lagos (foto) a última hora del domingo fueron apenas datos sobre 200 personas, de las cuales se especifica que 151 personas fueron lanzadas al mar, ríos, lagos o volcanes; 20 fueron enterrados en fosas comunes y otros 29 sepultados ilegalmente. Ninguna de las fuerzas armadas se hizo cargo de la información que debería proporcionar la DINA (ex policía secreta de la primera etapa de la dictadura), a la que corresponde un tercio de los desaparecidos. Hay casos muy polémicos, como el que contó Nelson Donato, pariente de un desaparecido. La investigación del juez Juan Guzmán determinó que su padre fue cremado en un cementerio santiaguino, mientras el informe de los militares dice que fue lanzado al mar. Lo que queda claro es el resultado final: según la Mesa de Diálogo, el 97,6 por ciento de los casi 1200 desaparecidos caen dentro del período 1973-1978, donde tiene vigencia la Ley de Amnistía. Si los datos permiten identificar los cuerpos o sustentar que están realmente muertos e inhallables, cesa en su efecto la interpretación de la Corte Suprema de que el delito de secuestro calificado continúa. Y todos amnistiados.

ENTREVISTA AL SOCIOLOGO CHILENO TOMAS MOULIAN
“Entre decepción y sospecha”

Por P. R.

“La información dada por los militares provoca un poco de decepción y otro poco de sospecha. Pero hay que admitir que las fuerzas armadas reconocieron responsabilidad en lo ocurrido”. Tanto desde su militancia política como de esa extraña virtud de “ver el cuadro” de una situación a pesar de estar dentro de él, el conocido sociólogo chileno Tomas Moulián, autor de Chile actual, anatomía de un mito, analizó con Página/12 los vericuetos de los informes de las fuerzas armadas sobre los desaparecidos.
–¿Cuál es su opinión sobre la información aportada por las fuerzas armadas y autoridades religiosas sobre el paradero de los detenidos desaparecidos durante la dictadura?
–Creo que todavía es temprano para pronunciarse de modo definitivo y concluyente. Muchos defensores de los derechos humanos hemos sentido una mezcla de decepción y sospecha sobre algunos de los datos entregados. En las 120 desapariciones sobre las que hay datos concretos, hay algunos casos emblemáticos, como el del padre de Viviana Díaz (presidenta de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos) o el del esposo de Gladys Marín (secretaria general del Partido Comunista chileno). Y estos son procesos judiciales que de este modo se cierran, porque con la identificación o presunción de identificación de los cuerpos vuelve a entrar en vigencia la Ley de Amnistía de 1978. Pero, por otro lado, al menos por el relato de lo ocurrido, resulta un reconocimiento explícito de responsabilidades de las fuerzas armadas. Esto es una verdad irrefutable. Ahora seguramente comenzará una discusión sobre la calidad y cantidad de los datos. Es muy fuerte la declaración de Carmen Hertz, una de las abogadas querellantes en el caso Pinochet, cuando habla de una conspiración de inteligencia para terminar con los juicios a los militares responsables de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Desde este punto de vista, las fuerzas armadas hacen este gesto para que el gobierno responda con una suerte de ley de punto final. Y, efectivamente, hubo una parte del discurso del presidente Lagos, llena de elogios a los militares, en el que parecen prepararse las condiciones psicosociales para un punto final.
–Teniendo en cuenta la situación particular de un Chile donde las fuerzas armadas son más omnipresentes en el debate político que, por ejemplo, en países vecinos como Argentina, Brasil o Uruguay, ¿este gesto no es todo lo que se podía esperar de los militares? Es poco probable que en Chile aparezca un Martín Balza.
–Para ser claros: si antes de la detención de Pinochet alguien me hubiera dicho que iba a pasar esto, lo hubiera tildado de delirante. Lo que iniciaron el juez Garzón y Gran Bretaña es lo que define la situación actual. Es como un hombre que viene de un largo ayuno, y al primer día le dan pan: al día siguiente ya está pidiendo un suculento bistec. Pero esto, obviamente, no implica que no haya que buscar justicia. Sólo que este buscar justicia seguirá encontrando límites en lo que es posible hoy en Chile.
–¿Qué sigue de aquí en más: más juicios, más informaciones o todo dependerá de cómo termine el caso Pinochet?
–Digamos que el caso Pinochet ya está terminando: va a ser procesado pero después encontrarán la forma de eximirlo del juicio. En este punto, tenemos que anotar lo terrible que fue la defensa de Pinochet. Aun cuando no quisieran hablar sobre las pruebas contra él, al menos Pinochet podría haber salido con una barrabasada del tipo de defender la obra de la dictadura, de decir “bueno, si llegaron a la democracia no esperen que haya sido limpiamente”, o ese estilo de aberraciones políticas que dice la derecha. En lugar de eso, Pinochet quedará en la historia como un cobarde y como un monigote. En cuanto a los juicios, no van a seguir muchos más. Creo que se abre un panorama en el que el presidente Lagos deberá demostrar un coraje realista, un coraje negativo, para terminar con losjuicios y cargarse de críticas para quedar bien de miras a la historia. En la política cínica en la que se juega esto, Lagos tendría mucho que perder pero mucho que ganar de alguna forma de punto final. Pero no sé, lo veo muy suave, muy invertebrado para hacer este tipo de actos. Por otra parte, el Partido Socialista se le vendría encima. Y en cuanto a la información, creo que las fuerzas armadas ya no darán ninguna más, así sea que alguna instancia lo salve a Pinochet del juicio.
–¿Puede hablarse de un cambio de mentalidad de las fuerzas armadas a partir de la decisión de dar información?
–Bueno, se dice que el general Izurieta (jefe del Ejército) está muy acongojado por no cumplir el rol que se le atribuía: el de modernizar la rama y el de desembarazarse de Pinochet. La huella del ex dictador destruyó sus planes. Ahora quedará esta tarea para la próxima generación.

 

 

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