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�El Clínicas tiene que mejorar su eficiencia; si no, desaparece�

El lapidario diagnóstico pertenece al interventor del hospital, Hermes Pérez. A cuatro meses de haber asumido la gestión, impulsa reformas en la financiación y en la atención de los pacientes.

Por Cecilia Sosa

Después de la crisis que arrastró la renuncia y las denuncias de (y contra) el ex director Juan Antonio Mazzei, y que terminó con la resolución de la UBA de intervenir el hospital, Hermes Pérez (63) impulsa una transformación del centro de salud “para que funcione como una empresa”. En una entrevista con Página/12, el especialista en administración hospitalaria admitió que hoy los recursos sólo alcanzan para cubrir el 50 por ciento de las necesidades reales. También aseguró que su proyecto “no tiene nada que ver con privatizar”. Y explicó: “Como no vemos ninguna chance de que los recursos públicos puedan aumentar a corto plazo, el camino es incrementar el financiamiento desde la gente, la seguridad social y otras instituciones. El hospital debe ajustar sus costos a lo que la gente necesita”.
–¿En qué estado encontró al Clínicas cuando asumió?
–Funcionando, pero con tremendos problemas de organización y financiamiento. Y con una deuda muy abultada de casi 8 millones de pesos. Se le debe a la universidad, al personal, a los proveedores. Eso genera trabas que nos impiden funcionar regularmente. Cuando llegamos no había ni películas radiográficas, ni guantes para operar, ni Pervinox, ni medicamentos en cantidad suficiente. Estábamos al borde de la parálisis y el colapso. Ahora prácticamente todo eso se está recuperando.
–¿Usted pretende que el Clínicas funcione con los criterios de una empresa?
–Un hospital es una empresa. Pero esto de ninguna manera le quita su carácter público y social. Decir que es una empresa no tiene nada que ver con decir que hay que privatizarlo. Una empresa es una organización de recursos humanos, tecnológicos y financieros para producir un servicio. Y ésta es una empresa especial, pública y de la UBA. El hospital es la empresa más compleja que existe. Si no entendemos al hospital como empresa, no entendemos nada. Es más: es un conjunto de empresas. Producir la atención de un paciente requiere coordinar un conjunto de mini empresas: lavadero, limpieza, médicos, laboratorios, y cada uno debe tener un nivel de alta calidad.
–¿Cuál es la situación presupuestaria actual?
–El presupuesto universitario es muy limitado. Sólo cubre el 25 por ciento de las necesidades. A veces, que el hospital sea gratuito para los pacientes hace pensar que la atención no cuesta nada. Y es muy cara: un paciente atendido durante siete días cuesta unos 3500 pesos. El paciente no paga nada o, en algunos servicios, un bono. Ahora, buscamos lograr un mayor aporte del cobro a las obras sociales, otras instituciones o los propios aportes de la gente. En este momento, esos aportes significan la otra mitad del presupuesto. Así llegamos casi a 60 millones. Y alcanzamos un 50 por ciento de las necesidades reales.
–¿Qué reformas impulsa para mejorar el financiamiento?
–Hay dos formas de financiar los servicios: por vía presupuestaria o financiando la prestación, es decir, financiando la demanda, para que la gente que necesita atención pueda ser atendida y haya quien pague por esa atención. En Argentina, los hospitales se financiaron tradicionalmente desde la oferta: que el hospital exista y tenga sus puertas abiertas. Esto es independiente de lo que la gente necesita y se pierde eficiencia en el uso de recursos. Ahora, en el Clínicas, la mitad se financia de una forma y el resto de otra. Como no vemos ninguna chance de que los recursos públicos puedan aumentar a corto plazo, el camino es aumentar el financiamiento desde la gente, desde la seguridad social y otras instituciones. El hospital debe ajustar mucho más sus costos a lo que la gente necesita.
–¿Qué implica esto?
–Significa que hay mucho dinero que se le debería cobrar a la seguridad social y no se le está cobrando. Hay mucha gente que se atiende en laguardia y, como nadie registra esa atención, no se cobra. Esa persona perfectamente puede tener una obra social o una prepaga. También hay pacientes que se internan y se los ubica como indigentes sin serlo, y tienen una cobertura. Esto sucede por una mala organización. Por eso hay que organizar un sistema que se financie desde la demanda y hacer un hospital distinto. Cambiar los mecanismos de admisión del paciente, los sistemas de registro estadístico, el sistema de facturación. Todo esto empieza con qué tipo de contratos se hacen con las instituciones de seguridad social, que son 250 y cada una tiene un contrato distinto. El Clínicas tiene que lograr un financiamiento adecuado y mejorar su eficiencia en el uso de recursos, si no, desaparece.
–¿Qué cambios pretende en la atención de los pacientes?
–El proyecto no es sólo económico. Es médico social. Defendemos el valor central de hospital público y abierto a toda la comunidad. El modelo prestador que queremos debe cubrir todos los niveles de atención, comenzando por la atención primaria. No buscamos atender sólo la enfermedad, sino la salud de la población. La medicina real empieza en la atención primaria y culmina en la de alta complejidad. Y no es simple armarlo. Tenemos muy recargados los consultorios de especialidades con gente que debería estar atendiéndose con su médico de cabecera y estaría mejor atendida. Además, la atención continua del paciente requiere cubrir aspectos sociales y psicológicos.

Intervenir sin plazos

El Hospital de Clínicas recibe un millón de consultas de pacientes al año. En sus instalaciones estudian casi 5 mil alumnos de Medicina y trabajan unos 400 médicos residentes. “Es el hospital más importante de América latina”, asegura Hermes Pérez, interventor desde principios de septiembre pasado. La intervención fue decidida por la UBA (de la que depende el Clínicas, al igual que otros tres hospitales universitarios) tras la renuncia de Juan Antonio Mazzei, el primer director concursado que tuvo el centro de salud.
–¿Hasta cuándo seguirá la intervención? –le preguntó este diario a Pérez.
–La intervención tiene objetivos y no plazos. Depende de qué tanto se puedan encaminar las cosas. Este es un hospital que entra cíclicamente en situaciones críticas. Por eso, el rector de la UBA nos pidió que encontremos la forma de que las crisis no sean una constante, que el hospital tenga la posibilidad de un crecimiento autosostenido. Esto implica revisar toda la organización, el financiamiento, el funcionamiento de los servicios. Esperamos que el tiempo no sea muy largo, pero evidentemente tampoco será muy corto. Estamos en el comienzo.

 

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