Derechos
Por Antonio Dal Masetto
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Estado de extrema
confusión en el bar, nadie entiende nada, nadie sabe dónde
está parado, todos deambulamos como zombis entre las mesas con
un vaso en la mano preguntándonos mutuamente ¿quién
era yo? ¿cómo me llamaba? ¿qué estoy haciendo
acá? ¿por qué me pasa lo que me pasa? Será
la resaca de las fiestas, serán los decretos de necesidad y urgencia
que dejan en pelota a los futuros jubilados, serán los 37 grados
y la baja presión, serán las próximas bodas de ex
presidente y aspirante a otro turno, será el leal y querido hígado
que se rebeló y no quiere más lola, será el regalo
de fin de año con el que galantemente Su Señoría
agasajó a los senadores sospechados. ¿Qué será?
La cuestión que seguimos deambulando por el bar, abombados y hablando
solos y preguntando: ¿habrá algún reglamento que
ordene las cosas para que uno pueda entender? ¿este lugar es mío
o estoy de paso? ¿qué papel estoy haciendo? ¿tengo
algún derecho al pataleo? ¿quién soy? Yo quiero irme
con mi mamá y mi papá. Yo quiero que mi mami me cuente un
cuento antes de dormirme y me traiga un vasito de leche tibia con miel.
Un desastre total.
Hay un parroquiano que por primera vez visita el boliche y está
observando la escena con fastidio. Bajo el brazo lleva un tubo de plástico
de esos donde se guardan los diplomas.
Chicos, déjense de pendejadas, ya son grandes y ninguna madre
de verdad va a aceptar de vuelta a un hijo bobo de la edad de ustedes.
Abre el tubo, despliega una lámina sobre el mostrador y sujeta
las puntas con cuatro vasos. En la parte superior hay dos lindas figuras
alegóricas, una alada y la otra que sostiene una cadena partida.
Entre las dos figuras, una inscripción: Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano, 1789. Y un gorro frigio en la punta
de una pica. En el resto de la lámina, el dibujo de dos planchas
pétreas del formato con que se suele representar las Tablas de
la Ley que Moisés bajó de la montaña. En este caso
con 17 artículos. Tambaleantes, nos acercamos todos.
Esto lo pensaron y lo escribieron los muchachos de la Revolución
Francesa dice el desconocido. Acá está todo
lo que uno necesita saber sobre los derechos y deberes del hombre y del
ciudadano. Desde el preámbulo plantea las cosas bien clarito: ...considerando
que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los Derechos del Hombre
son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción
de los gobiernos, han resuelto exponer en una Declaración solemne
los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre; a fin de que
esta Declaración, siempre presente para todos los miembros del
cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y deberes; a fin de
que los actos del Poder Legislativo y los del Ejecutivo puedan ser comparados
a cada instante con el objeto de toda institución política
y sean más respetados; y a fin de que las reclamaciones de los
ciudadanos, fundadas desde ahora en principios sencillos e indiscutibles,
tiendan siempre al mantenimiento de la Constitución y a la felicidad
de todos.
¿Dice algo de los partidos políticos?
Artículo 2: El fin de toda asociación política
es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles
del hombre. Estos derechos son: la libertad, la propiedad, la seguridad
y la resistencia a la opresión.
¿Dice algo de los impuestos?
En el artículo 14: Los ciudadanos tienen el derecho
de comprobar por sí mismos o por medio de sus representantes, la
necesidad de la contribución pública, de consentirla libremente,
seguir su aplicación y determinar la cualidad, la cuota, el sistema
de cobro y la duración de ella.
¿Dice algo de los funcionarios públicos y la guita
de todos?
En el 15: La sociedad tiene el derecho de pedir cuenta de
su administración a todo funcionario público.
¿Y sobre esta milonga de que el Ejecutivo dicte leyes, dice
algo?
Artículo 16: Toda sociedad en la cual la garantía
de los derechos no esté asegurada, ni determinada la separación
de los poderes, carece de Constitución.
Pero maestro, entonces está todo escrito desde hace más
de doscientos años.
Así es. Vean el artículo primero: Los hombres
nacen y viven libres e iguales en derecho. Las distinciones sociales sólo
pueden estar fundadas en la utilidad común. ¿Qué
tal? ¿Todavía quieren volver con sus mamis?
No dicen varias voces, estoy recuperando la memoria,
ya me acuerdo quién soy y a qué lugar pertenezco, yo soy
de acá.
Caballero dice el Gallego, si me permite voy a mandar
a hacer fotocopias al kiosco de al lado.
Cada uno de los parroquianos se anota con varias copias.
Yo quiero dos, una para la cocina y otra para el hall de entrada.
Yo quiero tres.
Yo quiero cuatro.
Hay algo en que todos coincidimos: vamos a poner una sobre la cabecera
de la cama de nuestros hijos para que a los pibes no les agarre la amnesia
y el abombamiento que nos dio a nosotros en este día.
REP
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