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POCA GENTE Y UN CONSUMO MODESTO MARCAN EL VERANO EN LA COSTA
Una temporada que aún no despega

En Mar del Plata las cifras muestran un descenso en relación con el año pasado, que ya fue malo. Allí los turistas gastan 34 pesos por día para alojarse, comer y pasear. En Pinamar dicen que la cantidad de visitantes no es el problema, sino el consumo: son demasiado gasoleros. De la playa a la casa.
En Mar del Plata ya se afianzó el turismo de fin de semana; ahora,
además, empiezan a notar que alguna gente llega por sólo un día.

Por Alejandra Dandan
Desde Mar del Plata

El hombre relojea por el retrovisor. Al volante, dice: “La gente come a la noche galletitas y coca. Yo así prefiero ni salir de vacaciones”. Pero al taxista nadie le obedece. La gente llegó a la costa dispuesta a gastar por día 34,06 pesos. El dato fue arrojado por la primera encuesta del Ente de Turismo, sobre enero. Con esa plata, los turistas alquilan, viajan, comen, pagan sombrillas y recreación. El malabarismo, de todos modos, es mejor al del año pasado cuando los que llegaban gastaban dos pesos menos que ahora. Lo que no mejoró fueron las visitas. A pesar del empeño puesto aquí para atrapar turistas con promociones, Mar del Plata tiene menos gente que el año pasado. “Hubo una baja, estamos peor”, aseguró a este diario una fuente del Entur. El dato, ausente en el informe, preocupa: Mar del Plata barajó números bajísimos la temporada pasada.
La ciudad tuvo 130.190 personas alojadas en forma estable, entre el 2 y el 5 de enero. El fin de semana, esos datos crecieron: fueron 212.370 quienes pasaron por aquí decididos a apoyar la tendencia del turismo de fin de semana. Aunque aún los datos no han aparecido, esa permanencia comienza incluso a reducirse. “En porcentajes todavía ínfimos estamos notando que la gente comienza a llegar sólo a pasar el día”, dijo a este diario Carlos Piglia, vicepresidente del Entur. El motivo, de acuerdo con Piglia, es uno de esos puntos fuertes sobre las que busca promocionarse la ciudad: la cercanía. Aquellos que viven a cuatro o cinco horas de estas costas, aceleran excursiones por un día produciendo un impacto también favorable en el nivel de gasto. Al parecer menores estadías, en general, aumentan el gasto diario.
“Esta es la ciudad de las tres p –vuelve a decir el taxista–: pobre, pizza y pregunta.”Acaso este año todavía más. Los capacidad ocupada de hoteles de una y dos estrellas rondó entre el 25 por ciento. El año pasado, durante el mes de enero esos alojamientos funcionaron con una ocupación promedio del 60 y 64 por ciento. Pero además los hoteles más caros, habitualmente completos a lo largo de enero, este año fueron ocupados en un 55,6 por ciento. Excepto el fin de semana de reyes, donde la ocupación subió al 81.
Estos parámetros coinciden con la tendencia observada por quienes aquí diseñan el mapa turístico. La ciudad se sostiene, cada vez más, con el turismo cinco estrellas. Aquel que, todavía alejado de la crisis, opta por llegar en auto, sobre todo los fines de semana para alojarse en los hoteles más costosos. Aunque aún no hay números detallados, los datos que en este sentido tomó el Entur indican que aquellos alojados en hoteles -de todas las categorías– estuvieron en promedio cuatro noches, mientras que las casas de alquiler fueron ocupadas por cinco noches.
Hay otro frente cada vez más consolidado aquí: los lugares de procedencia. Casi la mitad de la gente, 42,5, llega de la urbe porteña y un 30,2 lo hace desde el Gran Buenos Aires. Esto muestra una seducción más alta que la del año pasado para, por ejemplo, los porteños que, aunque constituían el grupo mayor, eran el 32,2 por ciento. Existe otra porción que ha comenzado a crecer: los extranjeros que aquí, al parecer y según la encuesta, ahora son el 2,4 por ciento.
Entre los 296 consultados en los distintos puntos de salida de la ciudad, un 22 por ciento eligió bañarse en los mares del sur, donde Mar del Plata se vuelve tierra exclusiva detrás del Faro. Apenas un dos por ciento más optó por los bloques de arena transitadísima de Punta Mogotes y del centro.
Los números parecen resumidos en un dato: menos gente que poco, aunque algo más que el año pasado. Esto es así por aquel aumento del consumo per cápita y por la baja registrada entre los turistas que llegaron a laciudad. Aunque los números comparados –por error de parámetros usados en la encuesta– no lo demuestren.

 

Ojo si viaja a Brasil

En las vacaciones brasileñas no todo es playa, sol y caipirinha: a raíz de una ola de asaltos y robos a turistas argentinos que veranean en la isla de Florianópolis, la Cancillería argentina recomendó a quienes visiten esa zona que “extremen las precauciones y las medidas de seguridad”, aunque el cónsul argentino en esa ciudad, Guillermo Camarotta, advirtió que la intención oficial “no es alarmar sino prevenir”.
La Cancillería difundió un comunicado en el que dio una serie de recomendaciones y aconsejó “no viajar por las rutas en la noche ni muy temprano en la madrugada”, debido a que en esos horarios se produjo la mayoría de los asaltos denunciados. También se destacó la importancia de tomar recaudos en las viviendas que se alquilan: “Trabar puertas y ventanas, no dejar objetos de valor y resguardar la documentación, en particular la tarjeta de migraciones brasileña para regresar a la Argentina”, y recomendó la necesidad de “contratar un seguro de viaje que cubra asistencia médica y jurídica y la repatriación en caso de accidente o fallecimiento”.
El informe oficial se produjo a partir de una serie de denuncias recibidas en el Consulado argentino en Florianópolis efectuadas por turistas que en los últimos días sufrieron el robo de sus pertenencias y asaltos en sus viviendas o en tránsito por rutas. En la mayoría de los robos fueron víctimas familias cuyas pertenencias fueron desvalijadas de casas alquiladas. Al menos diez casas ocupadas por turistas argentinos fueron saqueadas.
Por su parte, el cónsul argentino en Porto Alegre, Adolfo Rossellini, confirmó que el sábado último el argentino Mario Galván resultó herido de bala tras un intento de robo en las afueras de la ciudad, y dos mujeres, una santafesina y una cordobesa, fueron asaltadas por hombres armados en las rutas del estado de Rio Grande do Sul.
Los veraneantes argentinos en el sur de Brasil que tengan inquietudes pueden comunicarse con el Consulado en Florianópolis a los teléfonos 005548-216 8903 o 48-224 6441, entre las 10 y las 16.

 

EN PINAMAR DICEN QUE EL CONSUMO BAJO UN 30%
Casa, playa y supermercado

Por Cristian Alarcón

En las espléndidas crónicas de Enrique Raab sobre el veraneo de los años setenta hay una especie de indicador social y cultural: la simple descripción de los alimentos nac and pop que se lucían en las vidrieras de los restaurantes. Pinamar en el 2001 puede medir este comienzo de temporada con una vara similar a la del cronista del gusto y la economía que era Raab. “Gente vino y bastante pero eso no define la temporada porque esa gente gasta mucho menos. Por eso lo que se ve tremendamente y con un gran disgusto es que se ha acrecentado el consumo del supermercado. Eso marca que la gente hace casa, playa y supermercado. Es una cosa evidente y ya instalada”, le dice a Página/12 Beba del Cueto, de la Cámara de Comercio local. Según los datos del gobierno pinamarense, no es la cantidad de personas que llegaron lo que preocupa en estas playas. Lo que verdaderamente desvela es el descenso de entre el 20 y el 30 por ciento en el consumo hasta quienes van en sus camionetas importadas a comprar unas milanesas a la napolitana con fritas preparadas en el súper.
El enemigo local de los minoristas tiene pasillos amplios y un martes no parece desbordado. Pero es cuestión de intentar hacerse del almuerzo para ver el caudal de clientes. Con el número 98 en la mano y enterándose de que recién van por el 86, María Delia Yacopino discute con su hija adolescente por el queso que eligió la nena. En el changuito sólo hay una bolsa de pan que cuesta 1,10 y en la mano la chica sostiene otros 1,2 de cortado a máquina. Esperan para pedir un pollo sin guarnición y el más chico arrima una coca de litro y medio. “Nos estamos quedando tres días más de la cuenta y eso nos hace ahorrar más. Es imposible que nos metamos en un restaurante a comer los cinco que somos”, explica María Delia, una odontóloga de San Miguel que sólo el año pasado no pasó sus religiosos 15 días en Pinamar.
Lo cierto es que el precio promedio de un almuerzo bien servido en un parador de moda no baja de los 20 pesos. Y los restaurantes no han podido ofrecer las rebajas que otros rubros han puesto en marcha para enfrentar las mermas. Así como hace tres temporadas los tenedores libre de la avenida Bunge eran un hormiguero, ahora los lugares vacíos de las mesas en días de semana son comunes. Eso no significa que no haya gente, dicen en la Secretaría de Turismo pinamarense. Juan José Rodríguez, el funcionario que dirige el área, le dijo ayer a este diario que el último fin de semana, según la encuesta de ingreso de vehículos, entraron a Pinamar entre 100 mil y 110 mil personas. “Teníamos prudencia para ver cómo se desarrolla la temporada pero ha sido una afluencia mejor de lo que pensábamos. Como ocurre siempre, se produce una baja después de las fiestas y repuntó bien. Ahora hay entre 70 y 80 mil personas y puede que el 12 esté todo completo –aseguró Rodríguez–. Pero la característica fundamental es que el consumo está muy restringido.”
Así como algunas inmobiliarias trataron esta temporada de ofrecer una semana más en compensación al que alquilara un mes, algunos balnearios ofrecieron bonificaciones para ser elegidos. No obstante aún hay mucho por alquilar. El de los arrendamientos de casas y departamentos es el “área económica más resentida”, según el secretario de Turismo. Algunos administradores bajaron hasta un 20 por ciento el valor mensual de sus propiedades y todavía quedan ofertas en plaza. Con el regateo como la nueva modalidad del verano del blindaje, la clase media alta también mide sus gastos de vacaciones. “Con esta crisis terrible es la que más afectada se ha visto –opina Beba del Cueto–. Bajan de las cuatro x cuatro y se fijan al pagar cualquier producto en los cinco centavos. Es una distorsión total la del mercado.”

 

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