Por Eduardo Videla
Para algunos fueron apenas
diez minutos. Para otros, una eternidad. Con la fuerza de un tornado,
el viento, que sopló a más de 120 kilómetros por
hora, castigó con furia una franja del Gran Buenos Aires, ayer
a la madrugada, y se ensañó, otra vez, con los más
pobres. Arrancó árboles de cuajo, hizo volar techos, retorció
chapas hasta dejarlas colgadas como barriletes de los cables de la luz
y hasta derrumbó paredes de ladrillo. Mató a cinco personas,
entre ellas, tres chicos de cinco años, cuyos destinos quedaron
unidos por la tragedia: fueron aplastados por árboles que cayeron
sobre sus casas, cuando dormían (ver aparte). El tendal de árboles
caídos, de chapas arrugadas como papel y de más de dos mil
viviendas destruidas dan la idea de un poblado arrasado por un bombardeo.
El epicentro, otra vez, estuvo en Guernica: el hospital tuvo que ser completamente
evacuado después de que los pacientes internados en terapia intensiva
quedaran a la intemperie, tras la voladura de chapas y el derrumbe del
cielorraso. La destrucción de un criadero de serpientes venenosas
le agregó un toque apocalíptico a la tragedia: 60 yararás
y cascabel se fugaron, de las cuales pudieron ser atrapadas 52. Los evacuados
suman 1500, pero los autoevacuados alcanzan una cifra imposible de calcular.
El gobernador Carlos Ruckauf estuvo en la zona y prometió ayuda,
pero a la tarde, muchos vecinos no habían recibido la menor asistencia
y en barrios de Glew y Guernica los damnificados cortaron calles y rutas
para reclamar chapas, colchones y agua potable.
Todo comenzó alrededor de las 12.10, casi junto a un inmenso apagón.
El vendaval afectó más que nada a Glew, Guernica, Ezeiza
y González Catán, pero también La Plata y alrededores,
Almirante Brown, Canning, Florencio Varela y Marcos Paz. Guernica, que
llevó la peor parte, ya había sido golpeada por otro temporal
el 26 de diciembre.
¿Ustedes vienen para sacar fotos o también para ayudar?,
pregunta Mirta Palavecino, con la desesperación de quien se ha
quedado sin techo y teme una nueva embestida del viento y la lluvia. Vive
en la calle El Plata, de Villa París, a 12 cuadras de la estación
de Glew y a 50 metros de la escuela, una construcción casi flamante
cuyo techo está desperdigado por todo el barrio: hay chapas retorcidas
en los cables de alumbrado y en el fondo de las casas vecinas, cien metros
a la redonda.
La casa de Mónica Suárez (28) quedó reducida a un
inodoro, firme sobre un piso de cemento. Las paredes de madera se vinieron
abajo y los dos hijos mayores de Mónica salieron a golpear la puerta
de la vecina, María Ríos, que ya había perdido su
comedor: Lloraban porque adentro había quedado la hermanita,
de tres años, cuenta María, que acertó en cobijar
a los tres vecinitos y a sus tres hijos en el cuarto de adelante, que
quedó a salvo del derrumbe de un árbol, que aplastó
la piecita de atrás.
En la misma calle, Norma Gutiérrez llora frente a lo que era su
casa, ahora convertida en un montón de trastos aplastados por maderas.
Recuerda cómo hicieron, ella y su esposo, para salvar a sus cinco
hijos. Cuando se levantó el viento quise salir a levantar
la ropa, pero se me cayó encima un parante y enseguida se vino
abajo todo. Alcanzamos a sacar al bebé de la cuna. Nos quedamos
todos sobre la cama, cubiertos con el ropero, hasta que paró la
tormenta, recordó la mujer.
Los vecinos de Villa París se quejan porque toda la ayuda
fue para Guernica y a nosotros no nos vino a ver ni Defensa Civil.
¿Sabe si están anunciando otra tormenta?, pregunta
María Ríos, que no sabe si evacuar la casa. Ahí
andan los chorros, viendo quién se va para robarse todo. Y la policía
ni ha pasado por acá. Los saqueos de las casas destruidas,
dicen los vecinos, fueron el segundo vendaval que azotó la zona.
Decenas de árboles yacen al costado de la calle San Martín,
como si una gigantesca sierra hubiera hecho una tala masiva. Más
adelante, en la calle 120, los vecinos del barrio Los Pinos comienzan
a acumular chapas de cartón para armar una fogata. Es la forma
que tienen para que alguien lespreste atención: No tenemos
agua potable y necesitamos chapas. Si van para Guernica, díganle
a la televisión que venga para acá, clama desesperado
un vecino, en el piquete. A una cuadra de allí, Horacio Fernández
cuenta cómo sobrevivió al desastre: Estábamos
durmiendo cuando empezó el viento. Primero se voló el techo.
Los chicos (de 2 y 4 años) lloraban a los gritos. Las paredes temblaban
y lo único que se me ocurrió fue esconderme detrás
de ese bañito, a la intemperie, dice, y señala lo
único que quedó en pie de la casa. Desde ahí
vi cómo el viento embolsaba la casilla y la levantaba en el aire,
agrega. La parte de adelante, de ladrillos, también se derrumbó.
Las casas, en el barrio Las Yayas, a quince cuadras del centro de Guernica,
parecen sacudidas por artillería. El paisaje es común a
todas: colchones y ropa sobre los escombros, algunas maderas cubriendo
los muebles que se salvaron, heladeras abolladas por los derrumbes.
José María Alí, que vive en el barrio desde hace
20 años, agregó otro drama a la falta de trabajo. Es albañil
y él mismo fue haciendo su casa, de la que no queda nada. Por la
mañana ayudó a su vecina a clavar unas chapas en una habitación,
donde pasará la noche su familia. Después fue a la Municipalidad,
igual que todos sus vecinos, donde lo anotaron en una lista y le prometieron
ayuda que aún no recibió. Ahora espera, convertido en custodio
de los pocos bienes que quedaron, para ponerlos a salvo de los saqueadores
Es increíble. A la madrugada me robaron todas las chapas,
se queja.
En Guernica, la avenida Eva Perón, el centro comercial de la ciudad,
parece el escenario de una batalla reciente: toldos y marquesinas retorcidas,
arboles caídos, cables cortados y vidrieras rotas. Donde termina
la avenida está el hospital Cecilia Grierson, construido hace apenas
tres años. A la hora de la tormenta, un paciente de terapia
decía que el cielorraso se movía. Nadie le creyó,
pero al rato, desde allí podía verse el cielo. Se cortó
la luz, se volaron las chapas del techo y se derrumbó el cielorraso,
relató a Página/12 el médico Walter Paz.
En el hospital había 60 pacientes internados, entre parturientas,
bebés recién nacidos e internados en terapia. Todos tuvieron
que ser evacuados. La fuerza del viento fue tal que derrumbó un
tanque de 1000 kilos de oxígeno comprimido que pudo haber
explotado y producir un incendio, agregó Diego Pipet, médico
de guardia. En la playa de estacionamiento, dos ambulancias fueron arrastradas
40 metros por el viento y quedaron aplastadas contra una pared.
Al atardecer, el viento soplaba fresco y amenazante sobre los barrios
desolados. Sin luz, sin agua, a la intemperie o bajo el techo solidario
de un vecinos, los sin casa se aprestaban a pasar la noche entre ruegos
al cielo y el reclamo a los gobernantes.
Las víctimas
del temporal
Fueron cinco las muertes que dejó el temporal a su paso
por el sur bonaerense. Pero en tres casos el drama fue idéntico
hasta en sus detalles, apenas cambió el lugar. Eran tres
chicos que dormían cuando un árbol derribó
una pared de sus casas y ésta se les desplomó encima.
Hasta tenían casi la misma edad: dos cinco años y
uno cuatro.
El primer caso tuvo lugar en la calle Mariano Acosta al 4400, de
González Catán: allí fue un varón, de
cuatro años, el que murió sepultado por una pared.
En Carlos Spegazzini se trató de una nena, la hija de Fortunato
Pacheco y Cecilia Publisi: su casa quedaba en Pringles entre Martín
García y Jujuy. El árbol estaba ubicado a diez metros
de la vivienda, pero cayó con una fuerza tal que desplomó
la pared como si fuera de papel. La nena murió en el acto.
El último caso tuvo por escenario una casa prefabricada,
en Leyes y Núñez, de Glew. El nene vivía en
Berazategui y pasaba allí unos días con sus tíos.
La cuarta víctima fue Héctor Raúl Frías,
de 40 años, que trabajaba en un establecimiento rural de
Carlos Tejedor. En medio de la tormenta, recibió la descarga
de un rayo. Y la quinta fue una mujer de 60 años que, aterrada
por la violencia de la tormenta que arrancó el techo de su
casa en Tristán Suárez, falleció de un paro
cardíaco. En Tucumán, una nena de diez años
murió al pisar un cable y un hombre de 25 cayó a un
canal en Tafí Viejo.
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Y encima, las serpientes
Como el Egipto azotado por las plagas bíblicas, Guernica
sufrió ayer un castigo múltiple. A la destrucción
que sembró el tornado se sumó la fuga de 60 serpientes
venenosas de un criadero ubicado en el barrio Panamericano. Se trata
del serpentario perteneciente a la Fundación de Estudios
Biológicos, que se derrumbó y dejó en libertad
a los reptiles. Las serpientes yararás y cascabel
están destinadas a la obtención de veneno que, según
los responsables de la Fundación, se utiliza para experimentos
científicos, pero que de acuerdo con versiones que circulan
en el Hospital de Guernica, constituye la materia prima para la
elaboración de crotoxina, el célebre invento del médico
Edgardo Vidal. Jorge Gould, responsable del criadero, tuvo que abandonar
sus vacaciones cuando se enteró de la emergencia. Personal
de Bromatología de la Municipalidad y del Museo de Ciencias
Naturales de La Plata acudió para capturar a las víboras
fugadas, todas venenosas. Ocho de ellas no aparecieron. Capturamos
51 y encontramos una muerta. Las otras, seguramente, están
aplastadas bajo los escombros, dijo Gould a este diario. Por
lo pronto, el hospital tuvo que equiparse con suero antiofídico,
enviado por el Ministerio de Salud de la provincia y por la empresa
Hazmat. Y todo el vecindario fue puesto en alerta.
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OPINION
Por Leonardo Moledo
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¿Quiénes hicieron
Guernica?
El nombre de Guernica arrastra consigo una carga trágica
y simbólica, un aura de destrucción: en 1937, durante
la Guerra Civil española, la Luftwafe (aviación alemana)
bombardeó hasta destruir por completo la ciudad vasca de
Guernica de la cual no quedó prácticamente nada
como parte de la ayuda que abiertamente prestaban las dos potencias
fascistas (Alemania e Italia) a la insurrección franquista
contra la República española. Al sur del Conurbano,
la Guernica local, recibió no un bombardeo sino el azote
de un temporal que abatió casas e incluso arrancó
cimientos, como efecto de un tornado que se abatió con ráfagas
de hasta 120 kilómetros por hora, que provocó por
lo menos doscientos heridos, derribó árboles y postes
de luz, y puso fuera de servicio al hospital central Cecilia Grierson
y cientos de evacuados que difícilmente podrán reconstruir
sus hogares. Lo cierto es que este tipo de catástrofes aunque
en este caso hubo daños aun en countries de la zona
suelen, como es obvio, afectar a quienes sufren condiciones de vida
más endebles, viven en casas más precarias y no suelen
tener seguros que les repare los daños. Es cierto que no
hay manera de preparar la defensa contra los picos de catástrofe,
pero también es verdad que un huracán o un tornado
no produce los mismos desastres en Haití que en Miami, donde
los desastres naturales están salvo excepciones muy
extremas bajo el control de un sistema eficiente de previsión.
Con respecto a la Guernica española, hay una interesante
leyenda. Cuentan que mientras Picasso vivía en París
bajo la ocupación alemana durante la cual, dicho sea
de paso, no fue muy especialmente molestado recibió
la visita de la Gestapo, que lo incriminó por haber pintado
su célebre Guernica. Usted hizo esto,
lo acusaron. No es verdad contestó el gran pintor,
esto lo hicieron ustedes. El nombre de la Luftwafe que bombardeó
Guernica significa arma del aire. En Guernica,
ayer, el aire funcionó como un arma. Pero, dadas las viviendas
precarias que no lo resistieron, de la situación social de
quienes lo sufrieron... ¿quiénes lo hicieron, en realidad?
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Los
climatólogos anticipan que en el futuro será peor
A algunos les pareció
estar viendo nuevamente Twister. Pero no era una película: el desastre
se vivió en vivo y en directo. Los vientos de 120 kilómetros
por hora arrasaron con todo lo que se les ponía por delante: techos,
ventanas, árboles y postes de luz. ¿Fue o no un tornado?
Los meteorólogos que intentaban ayer explicar lo que sucedió
no terminaban de definirlo. El climatólogo del Servicio Meteorológico
Nacional, Hugo Hordij, arriesgó a dar una respuesta a Página/12
: Diría que fue un tornado, sin animarse a confirmarlo
totalmente porque como el fenómeno ocurrió durante
la noche no se vio la forma en que se produjeron los daños, por
lo que es imposible determinarlo con exactitud. Para Osvaldo Canziani,
doctor en Meteorología, fueron líneas de inestabilidad.
Y anticipa un futuro negro: el cambio climático promete la repetición
de estos eventos con mayor frecuencia y mayor intensidad.
Para Hordij los destrozos provocados por la tormenta del martes por la
noche fueron consecuencia de ráfagas descendentes muy fuertes,
de hasta 120 kilómetros por hora, que en algunos casos generaron
torbellinos que se asemejan a tornados. En los niveles altos el viento
alcanzó los 150 kilómetros por hora y toda esa masa de aire
que se mueve a gran velocidad desciende y choca contra el suelo, provocando
fuertes ráfagas, algunas de hasta 120 kilómetros por hora
que ocasionaron los graves destrozos. Para hacer más clara
su explicación graficó: Es como un chorro de agua
que choca contra el suelo y se desparrama horizontalmente.
La posibilidad mayor de tormentas fuertes aisladas ya había
sido anticipada por los pronósticos, dijo el especialista
del SMN, aunque no con tanta intensidad, aclaró. De
todas maneras, Hordij destacó que es un hecho fuera de lo
normal y lo adjudicó a la gran diferencia térmica
que se produce entre el Pacífico Sur, que está más
frío, y el Subtropical, más caliente. El choque de temperaturas
provoca vientos más fuertes, concluyó.
Para los expertos de The Weather Channel, nos encontramos dentro
del comportamiento normal del tiempo, aunque se observa un incremento
de la humedad con respecto a veinte años atrás, y no es
posible aventurar una razón para este dato. La explicación
la dio Canziani: Más lluvia a causa del calentamiento global.
El científico, copresidente del Panel Intergubernamental para el
Cambio Climático, consideró previsible que este tipo
de eventos extremos se repitan con mayor frecuencia y mayor intensidad,
debido al aumento de la temperatura de la tierra y del mar, que produce
un cambio atmosférico. Agregó que si bien es
muy difícil predecir un fenómeno como el del martes pasado
sería importante implementar un sistema de radares e información
satelital para mejorar los sistemas de prevención. Para el
caso dio el ejemplo de Estados Unidos, que cuando se produce un tornado
lo que sucede con cierta frecuencia, tienen un sistema
organizado y recursos tecnológicos para recuperar lo perdido. El
cambio ambiental es global y frente al momento crítico habría
que activar la investigación de los problemas locales y garantizar
la prevención y la reparación de los posibles daños
que sufra la gente.
EN
ALGUNAS ZONAS HABRA CORTES HASTA EL VIERNES
Un millón de personas sin luz
Casi un millón
de personas de Capital y el Gran Buenos Aires se quedaron sin luz, como
consecuencia del apagón que se produjo ayer a la madrugada, junto
con el violento temporal que afectó el sur del Gran Buenos Aires.
A pesar de los operativos de emergencia dispuestos por las concesionarias,
32.000 usuarios de Edesur y otros 49.000 de Edenor seguían a oscuras,
ayer al atardecer. Las localidades más afectadas fueron las del
sur bonaerense, con Guernica, Ezeiza y Monte Grande a la cabeza. También
hubo cortes en Las Heras, González Catán, Laferrere y Moreno.
En Córdoba, otros 10.000 usuarios se sumaron a la larga oscuridad,
cuando la tormenta afectó las instalaciones de la Empresa Provincial
de Energía (EPEC).
Los primeros cortes se produjeron en la medianoche del martes, cuando
se desató la lluvia y el viento arrancó de cuajo cables
y postes. La peor parte se la llevó Edesur: la tormenta sacó
de servicio varias líneas de alta tensión pertenecientes
al Sistema Argentino de Interconexión (SADI), y 750.000 clientes
de la empresa, en Capital Federal y Gran Buenos Aires, se quedaron sin
luz. En el trascurso de la madrugada, la situación empeoró,
cuando la lluvia inutilizó 200 kilómetros de la red eléctrica
de baja y media tensión y el viento derribó 500 postes.
Daniel Martini, vocero de Edesur, señaló a Página/12
que los partidos más afectados son los de San Vicente y Presidente
Perón y consideró que la normalización
del servicio en esas zonas se demorará por lo menos hasta el viernes,
ya que prácticamente hay que reconstruir el tramo de la red que
resultó afectado. Al mismo tiempo, la empresa puso 98 grupos
electrógenos a disposición de los centros asistenciales
de las localidades más afectadas.
Tanto Edesur como Edenor priorizaron la seguridad para los transeúntes,
removiendo los postes y los cables derribados por el temporal. Según
informó Mario Yaniskowsky, vocero de Edenor, a pedido de
Defensa Civil, se debió interrumpir el suministro a 6000 clientes
de las zonas de González Catán e Ingeniero Maschwitz
por el peligro que representaban los cables caídos y las cámaras
inundadas.
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