Por primera vez desde la guerra de Malvinas, un piloto argentino pudo
aterrizar en el archipiélago a bordo de un avión registrado
en Argentina, con autorización del gobierno kelper. El protagonista
de la historia, Martín Rappalini, junto a sus hijas María
Elena y María Paula, arribó ayer el aeródromo de
Puerto Argentino en su avión particular, tras un viaje de tres
horas desde la ciudad chilena de Punta Arenas.
Se encuentra perfectamente bien y tiene muchos amigos en las islas,
señaló la hermana de Rappalini, Eloísa. Mi
hermano quería conocer las Malvinas y al viaje lo programó
durante meses, agregó la mujer. El Pipper Aerostar del argentino
se convirtió así en la primera aeronave privada de matrícula
nacional al que las autoridades isleñas le permiten llegar a las
Malvinas después de la guerra de 1982.
No obstante, el viaje de Rapallini implicó enredos diplomáticos;
como los vuelos de aviones particulares argentinos a las Malvinas no están
contemplados en los convenios con el Reino Unido, la Cancillería
de nuestro país inició gestiones con el Foreign Office para
poder incluirlos. Pero al momento de partir el piloto, la cartera que
encabeza Adalberto Rodríguez Giavarini todavía no había
llegado a un acuerdo con las autoridades británicas.
Ante las dilaciones diplomáticas, Rappalini viajó a Punta
Arenas, para realizar desde allí el viaje, puenteando
al Palacio San Martín. Por este motivo, la Cancillería argentina
aseguró en un comunicado que el vuelo del piloto no estuvo
autorizado y que alteró las normas nacionales vigentes.
Fuentes del ministerio también indicaron que Rappalini violó
el espacio aéreo argentino y además llegó a las Malvinas,
que son parte del territorio nacional, todo sin la autorización
correspondiente, y aparte afirmaron que el piloto quedó
expuesto a las sanciones que la Fuerza Aérea determine. Por
su parte, Eloísa Rappalini dijo que su hermano hizo todo
en forma legal.
La familia argentina tenía reserva hotelera sólo por anoche,
pero en las islas se especulaba con que la estadía de los Rappalini
podría prolongarse por hoy también. Según las autoridades
kelpers, los malvinenses sabían de la llegada de los turistas,
pero según sus palabras lo tomaron como algo normal.
La mayor parte de ayer, los visitantes se dedicaron a pasear por el centro
de la capital local.
Después de la guerra del Atlántico Sur, sólo habían
sido autorizados a descender en las islas los vuelos humanitarios
que trasladaban a familiares de los soldados argentinos caídos
en el conflicto. Sin embargo, más allá de esos viajes, hubo
un antecesor de Rappalini: en 1998, otro piloto argentino, Héctor
Barcella, logró aterrizar también en las Islas Malvinas,
aunque aquella vez sin autorización de los kelpers. En esa ocasión,
Barcella fue detenido y, luego de algunas gestiones diplomáticas
del gobierno de Carlos Menem, pudo regresar a Comodoro Rivadavia.
Informe: Alejandro Cánepa.
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