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LA JUSTICIA ORDENO PROHIBIR EL INGRESO DEL “PACIFIC SWAN”
La expulsión del buque nuclear

Condición: Ostuni dijo que López Murphy “está analizando” el contenido del fallo y consideró que el Gobierno “lo acatará si no se contradicen los acuerdos internacionales”.

El �Pacific Swan� (a la derecha) y un buque de la Armada que controla su trayectoria.

Por Carlos Rodríguez

Con llamativa tibieza, sin dar signos de alerta, el Gobierno reaccionó frente a una decisión de la Justicia que le ordenó prohibir el ingreso a la zona de exclusión económica de 200 millas del barco británico “Pacific Swan”, que transporta por el Atlántico Sur 80 toneladas de material radiactivo. Ante el fallo de la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal pidiendo la intervención de los “órganos competentes” para “prevenir contingencias que tengan aptitud de producir un daño ecológico irreversible en el hábitat de nuestro mar territorial y zona económica exclusiva”, el vocero presidencial Ricardo Ostuni se limitó a decir que el Ministerio de Defensa “está analizando” la forma de cumplir la medida “sin contradecir acuerdos internacionales”. Mientras distintas fuentes confirmaron que el barco navega dentro de las 200 millas, los partes oficiales aseguraron lo contrario. Un inesperado percance (ver aparte) frustró la acción de Greenpeace que iba a ser la única protesta activa contra la presencia del “Pacific Swan”.
Un cable de la agencia DyN fechado en Ushuaia consignó que el jefe del Area Naval Austral, contraalmirante Alejandro Kenny, admitió que el barco extranjero había sido detectado el martes, a la altura de Rawson, Chubut, navegando “en la milla 190”. En igual sentido se manifestó el comandante de Operaciones Navales, vicealmirante Carlos Carbone, según informó a Página/12 el fiscal general de la Cámara Federal de Bahía Blanca Hugo Omar Cañón. “Si bien las aguas territoriales argentinas son las que están dentro de las 12 millas, nuestra presentación apuntó a pedir medidas preventivas concretas para preservar los recursos naturales y el medio marino dentro de las 200 millas”, sostuvo Cañón en diálogo con este diario y en coincidencia con lo resuelto, en otro recurso judicial, por la Cámara en lo Contencioso Administrativo de la Capital Federal.
Consultado por este diario sobre las declaraciones que se le atribuyeron, Kenny estimó que habían sido “sacadas de contexto” y se limitó a decir que el “Pacific Swan” viene “como jugando sobre el límite” mismo de las 200 millas. Concretamente ni confirmó ni desmintió la afirmación puesta en boca suya. Sin embargo, fue taxativa la confirmación en un escrito firmado por Cañón, donde se dice textualmente: “Ha quedado documentado que el buque ‘Pacific Swan’, a las 17.35 del día de ayer (por el martes), fue localizado por la Armada Argentina en posición Latitud 43 grados 41’ Sur y Longitud 59 grados 49’ Oeste, a 22 millas dentro de la Zona Económica Exclusiva, con rumbo general sur y velocidad de 12 nudos”, según lo informado a Cañón por el vicealmirante Carbone.
La Cancillería insistió en que la nave fue avistada “en los límites de la zona económica exclusiva” y desde ese momento “se está monitoreando y controlando su navegación”. Como respuesta a las críticas formuladas por Greenpeace y por la Justicia, el Ministerio de Relaciones Exteriores recordó que en acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar), el “Pacific Swan” tiene “el derecho de efectuar la navegación programada por la ruta elegida atravesando aguas internacionales y aún pasando por la Zona Económica Exclusiva argentina”.
La sala de feria de la Cámara en lo Contencioso Administrativo, integrada por Roberto Mordeglia, Luis Otero y Carlos Grecco, en ningún momento cuestionó ese derecho internacional, pero reclamó la intervención preventiva de los “órganos competentes”, entre ellos la Cancillería y los ministerios del Interior y de Defensa, para actuar preventivamente. “No se trata aquí de que el tribunal pase a constituirse en autoridad de aplicación de frontera” sino de “lograr mediante el mandato judicial el amparo inmediato del bien protegido”, dijeron los jueces.
La resolución –que coincide en general con la postura planteada, en otro recurso, por el fiscal Cañón– respondió a un pedido de amparo interpuesto por el defensor del Pueblo, Eduardo Mondino, y modificó la postura inicial de la jueza de primera instancia María Cristina Carrión. Por toda respuesta, el vocero Ricardo Ostuni hizo saber que el ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, “está analizando” el contenido del fallo judicial y consideró que el Gobierno “lo acatará si no se contradicen los acuerdos internacionales” en la materia”.
Los cuestionamientos al Gobierno tuvieron como objeto requerirle “una actitud activa y preventiva, para evitar que ocurra un problema que podría ser irremediable y no para actuar recién cuando se haya producido el desastre”, explicó el fiscal Cañón. Los reclamos se basaron todos en el artículo 41 de la Constitución nacional, que prohíbe el ingreso de residuos radiactivos al territorio argentino.

 


 

LA MISION ECOLOGISTA, FRENADA POR PRESION CHILENA
Greenpeace no pudo zarpar

Por Horacio Cecchi
Desde Ushuauaia

Un remolcador diminuto, cinco audaces de Greenpeace, tres periodistas dementes entre los que se cuenta el enviado de Página/12 concentraron ayer las miradas de todo el planeta desde la ciudad más austral del mundo. La empresa en cuestión no era sencilla: internarse en las peligrosas aguas del Cabo de Hornos, para denunciar, entorpecer y poner en evidencia el paso del gigante “Pacific Swan”, cargado de 80 toneladas de desechos nucleares a través del mentado cabo y en aguas jurisdiccionales argentinas. La partida fue postergada y luego abortada con la intervención del mismo gobierno chileno, que sospechosamente recomendó que el cascarón de nuez no zarpara.
La partida había sido anunciada por Juan Carlos Villalonga, coordinador de la Campaña Energía de la organización ecologista, al mediodía de ayer, en un reducido espacio montado en el remolcador para una conferencia de prensa. “El secreto en el que pretenden desarrollar el recorrido del ‘Pacific Swan’ es una falta de respeto a los países de la región”, denunció Villalonga. “Si se permite el paso de este buque, lo seguirán otros cientos. Los últimos tres transportes se realizaron por el Canal de Panamá, pero los países centroamericanos se negaron a habilitar el ‘Pacific Swan’ y decidieron tomar la ruta del Cabo de Hornos. Si los gobiernos de Argentina y Chile no se ponen duros, ésta se va a transformar en la ruta habitual de estos Chernobyles flotantes.”
Terminada la conferencia, la actividad del cronista de Página/12 –el único medio gráfico que participaría en la persecución– se concentró en reunir la mayor cantidad de comprimidos de Dramamine –una suerte de cura mágica contra los mareos–. La preocupación no era vana. “Las olas más bajas tienen 7 metros de altura”, describió el simpático cocinero de a bordo, Demecio, de 61 años y 22 de navegación. Aclaración: el remolcador charteado por Greenpeace apenas tiene 9 metros de altura, desde el punto más bajo de su quilla hasta el punto más alto de su mástil. No fue suficiente que el capitán, hosco y silencioso como un lobo de mar, invitara a la tranquilidad con sus 44 años de experiencia. Las olas de la imaginación se hacían demasiado grandes.
Las especulaciones sobre cómo se desarrollaría la estrategia de Greenpeace tampoco alentaban demasiado: se decía que el remolcador se arrimaría al gigante “Swan” o que se enviaría un gomón para interceptarlo y hacerle fotos. Nada de esto ocurrió. Ni siquiera fue necesaria la pastilla mágica. La anunciada partida para las cuatro de la tarde se postergó hasta las 21 y después una sugerencia del gobierno chileno a la empresa dueña del barco –también de origen chilena– terminaría por abortarla. A última hora de anoche, la decisión final aún no había sido tomada. Mientras Greenpeace intentaba torcer el brazo de la empresa y sondeaba otras soluciones, este cronista continuaba reuniendo Dramamine.

 

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