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Alan García ruega por un milagro
para ser presidente una vez más

Aunque está desprestigiado, el ex presidente peruano es el único que agita banderas socialdemócratas entre 17 candidatos.

Antialanismo: si hace un año Toledo se vio favorecido por el voto antifujimorista, esta vez podría serlo por el sentimiento antialanista.

Alan García, poco antes de exiliarse en Colombia, en 1992.
Ahora dice que la hiperinflación nació de errores juveniles.

Por Carlos Noriega
Desde Lima

La avalancha de ambiciones políticas y sueños presidencialistas terminó en nada menos que 17 candidaturas a la presidencia del Perú. Un record histórico. Pero si los candidatos son muchos, los protagonistas del proceso electoral pueden ser pocos. Una sorpresa de último momento ha alterado el escenario. Pocos minutos antes que se cierre la inscripción de los candidatos presidenciales, los dirigentes de la socialdemócrata Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) registraron ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) la postulación de su líder, el ex presidente Alan García (1985-90), asilado en Colombia desde 1992 y denunciado en el Perú por enriquecimiento ilícito.
García podría sacarle provecho a un discurso alternativo al continuismo económico neoliberal que, palabras más palabras menos, repiten los otros candidatos. Hiperinflación, un creciente terrorismo y graves denuncias de corrupción marcaron la gestión de García, quien llegó a la presidencia a los 35 años. Sobre la hiperinflación, García se defiende señalando que fue producto de “errores de juventud por querer hacer muchas cosas”, y para responder a los juicios de corrupción regresará al Perú con un video bajo el brazo en el cual el empresario Alfredo Zanatti, quien lo acusara de estar involucrado en negocios ilícitos, se arrepiente de lo que antes dijo y asegura que acusó a García bajo las amenazas del gobierno de Fujimori. Hasta los más duros enemigos de García le reconocen una gran capacidad como orador y un talento poco común para encender y convencer a las masas. Las últimas encuestas ubican a Alejandro Toledo como amplio favorito para ganar. El líder de Perú Posible alcanza un 34 por ciento de apoyo, mientras que en un lejano segundo lugar se ubica la candidata de la derechista Unidad Nacional, Lourdes Flores, con un 12 por ciento. Más retrasados vienen el economista Hernando de Soto, con 7 por ciento y el congresista Fernando Olivera, con 6 por ciento. El ex ministro de Economía, Carlos Boloña, quien encabeza lo que queda del devastado fujimorismo, no llega al 4 por ciento de apoyo. Cifra similar respalda la candidatura del ex defensor del pueblo, Jorge Santistevan. Y el ex candidato presidencial Luis Castañeda apenas alcanza el 3 por ciento. Más atrás corre el pelotón de desconocidos.
En el terreno de las plazas, el único que parece capaz de hacerle competencia a García es Alejandro Toledo, curtido en la manifestación callejera durante los meses de resistencia al fujimorismo y con una demostrada capacidad para comunicarse con los sectores populares. Si el verbo encendido de García logra hacer despegar su candidatura, el proceso electoral podría polarizarse entre el ex presidente y Toledo. De pasar ambos a una eventual segunda vuelta, todas las apuestas ante un posible debate entre ambos corren en favor de García. Pero esas mismas apuestas indican que el antialanismo, todavía muy fuerte, aglutinaría el voto del resto de candidatos en torno a Toledo. Así, si hace un año Toledo se vio favorecido por el voto antifujimorista, esta vez podría serlo por el sentimiento antialanista.
Toledo, por su parte, se ha autodefinido como un partidario de la Tercera Vía y en la práctica defiende lo fundamental del modelo neoliberal, agregándole una dosis de política social para hacerlo más digerible. En el extremo derecho del panorama político se ubica la candidata de Unidad Nacional, Lourdes Flores, dirigente del socialcristiano Partido Popular Cristiano, la agrupación tradicional de los empresarios, que para estas elecciones se ha aliado con el ultraconservador Movimiento Avancemos, ligado al Opus Dei. Lascandidaturas del congresista Fernando Olivera, quien espera cosechar votos como premio por haber sido quien reveló el video en el que Montesinos aparece sobornando al parlamentario Alberto Kouri, y del ex defensor del pueblo, Jorge Santistevan, se diferencian muy poco de las propuestas de Flores. Los tres estuvieron negociando por largo tiempo una alianza, pero al final pesó más la ambición de cada uno de ellos y el acuerdo fue imposible.
El economista Hernando de Soto pretende presentar la propuesta más orgánica en defensa del neoliberalismo. Exhibe como su mejor capital el prestigio ganado internacionalmente como economista. De Soto es reconocido en los medios intelectuales, pero su figura está alejada de los sectores populares. Algo que tendrá que revertir rápidamente si pretende algún éxito. Y aunque el fujimorismo está en desbande, uno de sus representantes ha decidido tentar el retorno al poder. Se trata del ex ministro de Economía, Carlos Boloña, quien impuso de manera radical la política neoliberal a comienzos de los ‘90.

 


 

EL EJERCITO MEXICANO CERRO UNA BASE EN CHIAPAS
Corre la cuenta regresiva del Sub

Para el presidente mexicano, Vicente Fox, ya se ha dado un gran paso; para el Subcomandante Marcos importan sobre todo los que faltan dar. Ante diplomáticos extranjeros acreditados en México y con la presencia del canciller Jorge Castañeda, ayer fue cerrada una base militar en Chiapas. Localizada en el municipio de Ocosingo, Cuxuljá es la tercera base militar cerrada de las siete que el gobierno de Fox deberá retirar. Si es que quiere cumplir las condiciones de los zapatistas para el reinicio del diálogo de paz, suspendido desde 1996.
“El Estado y la sociedad mexicanos tenemos una deuda histórica con los pueblos indígenas, por ello el presidente Fox ha hecho suyo el compromiso de construir puentes para una nueva relación con todos ustedes”, dijo el comisionado para la Paz del gobierno de México, Luis Alvarez Alvarez, dirigiéndose a cientos de indígenas prozapatistas presentes en el acto. Los zapatistas le gritaban consignas exigiendo el retiro de otras cuatro bases que aún quedan en la zona de conflicto.
Las comunidades indígenas exigieron a Alvarez “la reparación del daño que se ha causado”. Un agrupamiento de 120 soldados salió de la base militar con sus mochilas y equipo militar, mientras que los zapatistas les gritaban “¡Chiapas no es cuartel, fuera ejército de él!”.
El liderazgo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) exige el desmantelamiento de siete cuarteles (faltan cuatro) en Chiapas, la liberación de todos los presos zapatistas y la aprobación por el Congreso de una ley sobre derechos y cultura indígenas, que dejó en suspenso el anterior gobierno.

 

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