Por Manuel Délano*
Desde
Santiago
El ex dictador Augusto Pinochet
se sometió ayer, en la segunda jornada de exámenes en el
Hospital Militar, a pruebas y entrevistas psiquiátricas y psicológicas
ordenadas por el juez Juan Guzmán para determinar la condición
mental del imputado, mientras sus abogados plantearon la posibilidad de
que el general no se presente el lunes al interrogatorio si los resultados
de las pericias médicas no están listos. Entretanto, el
juez Héctor Carreño, uno de los dos magistrados nombrados
por la Corte Suprema para buscar cuerpos de detenidos desaparecidos en
fosas clandestinas de las que ha informado el Ejército, inició
con apoyo de detectives el trabajo en la Cuesta Barriga, 65 kilómetros
al oeste de Santiago, con la presencia de familiares de las víctimas.
Las pruebas psiquiátricas y psicológicas estuvieron destinadas
a determinar la capacidad de discernimiento del ex dictador, su entendimiento
de la situación judicial por la que atraviesa, su uso del lenguaje,
habilidad reflexiva, memoria y ánimo actuales. Pinochet, que tiene
85 años, llegó a las 8.35 horas al Hospital Militar, rodeado
por escoltas, e ingresó al recinto en silla de ruedas. En el exterior,
una veintena de pinochetistas gritaba consignas de apoyo al ex dictador.
La diligencia ha sido muy dura para él (Pinochet), en cuanto
al esfuerzo físico que ha tenido que desplegar (...) el senador
terminó muy cansado, dijo el coordinador de su defensa, general
retirado Guillermo Garín.
La defensa del ex dictador intensificó su presión sobre
Guzmán al advertir de la posibilidad que su cliente no se presente
al interrogatorio del lunes si los resultados de los exámenes no
están listos. Garín pidió que prime la lógica
de que, si se están realizando las pruebas médicas, para
establecer el estado de salud de Pinochet, por supuesto que hay
que esperar los resultados y el juez los debe tener en la
mano antes de iniciar el interrogatorio. Sus asesores jurídicos
esperan que los exámenes determinen que Pinochet no está
en condiciones de enfrentar un interrogatorio y menos un debido proceso.
El diario El Mercurio reveló ayer un incidente que ocurrió
el 1º de diciembre, cuando Guzmán procesó al ex dictador,
que refleja el malestar del ejército con la conducta de algunos
militares pinochetistas.
Temiendo que Pinochet fuera a ser detenido ese día, su guardia
personal, que integran comandos de elite del ejército, activó
un dispositivo de seguridad que incluyó aprestar su armamento pesado
para resistir, lo que incluso fue observado por la prensa. La reacción
de la institución fue rápida. Ese mismo mes fueron reemplazados
los tres oficiales que tenían el mando de la compañía
de comandos de la escolta. A lo anterior se suma la recomendación
que le formularon a Pinochet el comandante en jefe del ejército,
general Ricardo Izurieta, y el jefe del Estado Mayor, general Emilio Cheyre,
de que cesara su rebeldía ante el juez porque ponía en una
situación difícil a la institución. El gobierno admitió
ayer no tener conocimiento del incidente con la guardia y negó
que dentro del ejército existan militares rebeldes.
Entretanto, el juez Carreño deslindó el terreno de la quebrada
en la Cuesta Barriga donde se realizarán a partir de hoy las excavaciones
en busca de los restos de seis detenidos desaparecidos, todos militantes
del Partido Comunista, que se encuentran allí sepultados en una
fosa clandestina según el informe que entregaron los militares
al gobierno. Vamos a organizar el trabajo, dijo Carreño.
Parientes de las víctimas observaban el ajetreo.
Uno de ellos, Antonia Zepeda, hija de Horacio Zepeda, contó que
su padre salió de su hogar el 15 de diciembre de 1976 y nunca más
fue visto. Relató que, con asombro, los detectives encontraron
que en el lugar había señas indicativas de donde estarían
sepultados los restos. Vino gente a señalar el lugar. Los
criminales vuelven al lugar de los hechos dijo. Encontrar
a mi papá es un avance, pero hoy día es necesario abrir
una investigación ya que están a la vista los hechos que
siempre fueron negados, agregó.
Ante las contradicciones que muestra parte de la información entregada
por los militares sobre las víctimas, con la que habían
logrado obtener los organismos de derechos humanos y la Iglesia Católica
desde los inicios de la dictadura, el presidente Ricardo Lagos sostuvo
ayer que serán los tribunales quienes deberán aclarar los
hechos. El Poder Judicial va a ratificar, rectificar, clarificar
los antecedentes que hay. Lo que yo he hecho, en aras de la transparencia,
es recibir y entregar la información, afirmó.
A través de una declaración pública, el Comité
Permanente del Episcopado planteó ayer su rechazo a los métodos
inhumanos utilizados por algunos uniformados y civiles para encarar a
sus opositores (en la dictadura). Nada autoriza a recurrir a esos medios
totalmente reñidos con la moral. Es inhumano también haber
ocultado la información que hoy conocemos, prolongando la angustia
y el sufrimiento de sus familiares durante tantos años. Junto
con reconocer la actitud positiva de las fuerzas armadas al
entregar información, pidió también a quienes tengan
nuevos antecedentes sobre los detenidos desaparecidos que los proporcionen
a la Iglesia Católica.
* De El País de Madrid, especial para Página/12.
Claves
Los abogados de Pinochet
siguen buscando la absolución de su cliente en base a los
resultados que pueden arrojar los exámenes médicos,
que terminarán este sábado.
Por eso, el general retirado
Guillermo Garín, portavoz del ex dictador, advirtió
ayer que Pinochet podría no presentarse el lunes a prestar
declaración indagatoria ante el juez Juan Guzmán,
ya que no se habría cumplido un plazo razonable para realizar
el análisis de los exámenes médicos.
Mientras tanto, se erosiona
la relación entre Pinochet y el ejército del cual
es Capitán Benemérito: anteayer se supo que el ex
dictador decidió presentarse a los exámenes médicos
después de que el ejército le advirtiera que estaba
poniéndolo en posición insostenible, y ahora se sabe
que la guardia personal de Pinochet debió ser reemplazada
luego de que amagara usar armamento pesado el 1º de diciembre,
cuando parecía que el militar iba a ser arrestado.
|
|