Por Rocío
Ayuso
desde Los Angeles
Marlene Dietrich y Greta Garbo
no fueron sólo dos de los grandes símbolos sexuales de la
historia del cine: tuvieron en secreto una relación de amor, que
viene a subrayar su condición de heterosexuales en una era en que,
aparentemente, todo estaba prohibido. La tesis de la relación entre
Dietrich y Ayuso es parte central del libro The Girls que acaba de aparecer
en Estados Unidos, en que la escritora Diana McLellan hace una historia
del lesbianismo latente en la industria cinematográfica desde principio
de siglo.
McLellan tiene claro que para la historia oficial ambas divas demostraron
en pantalla fechacientemente de qué madera están hechas
las estrellas, rompiendo los corazones de todos sus admiradores, tanto
hombres como mujeres. Dietrich, alemana, contó con Gary Cooper,
Maurice Chevalier y Jean Gabin entre sus amantes. Además, claro,
de su factótum, el realizador Josef Von Stenberg, con quien mantuvo
una relación artística y sentimental desde los años
de ambos en Europa. Garbo, tras su máscara de hielo, rompió
incontables corazones desde la primera relación con su descubridor,
el director Mauritz Stiller, quien le dio un nombre que en castellano
implica estilo y en sueco es sinónimo de ninfa. Sin embargo, y
ya fuera de la historia oficial, ambas estrellas formaron parte de lo
que McLellan detalla como uno de los mayores círculos de lesbianismo
de Hollywood.
Para la sueca Garbo, sus avatares lésbicos eran sus secretos
más excitantes mientras que Dietrich se refería a
su grupo de amigas como el círculo de alta costura
. En ese círculo, del que era reina, Dietrich tejía un entramado
sexual en que valían tanto la homosexualidad como la bisexualidad.
Las tendencias sexuales de Dietrich quien consideraba a sus amantes
masculinos como su asociación de alumnos, fiel a su
papel de comedora de hombres en El ángel azul fueron siempre
en Hollywood un secreto a voces. Los gustos sexuales de la diva sueca,
dada su seguridad casi masculina o su voz profunda y algo viril, fueron,
en cambio, controversiales. Luego del rodaje de Gran Hotel,
Joan Crawford contó que cuando la Garbo la conoció y le
sujetó la cara alabándole la belleza, sintió un estremecimiento
sexual. En ese momento, yo estaba preparada para convertirme en
lesbiana, testimonió.
El mayor aporte de The Girls es la teoría de McLellan de que ambas
actrices estuvieron unidas por una relación lésbica, a pesar
de que las negaban conocerse. Según las pruebas que aporta McLellan
en su libro, editado por St. Martin Press, las estrellas no sólo
se conocieron sino que trabajaron juntas en una película muda,
The Joyless Street, rodada en Berlín en 1925. En ella, Garbo interpreta
un importante papel secundario, que la lanzaría hacia Estados Unidos,
mientras que Dietrich no pasaba de un papel sin importancia. Garbo, de
19 años, y Dietrich, de 23 entonces, se vincularon en una relación
de la que la enigmática belleza sueca salió tan dolida que
claramente dejó la huella de su obsesión por la intimidad,
indica la autora.
Los detalles de esta relación, así como de su ruptura, han
quedado en el silencio pero la autora ofrece en The Girls
una posible razón que hizo callar a Dietrich, conocida por sus
escandalosas declaraciones en materia sexual. En opinión de McLellan
la razón se llamaba Otto Katz, uno de los primeros maridos de Dietrich,
comunista y contrario al régimen de Hitler. El conocimiento público
de alguien que la escritora describe como el heroico Victor Laszlo de
Casablanca hubiera puesto en peligro la carrera de la actriz, detalle
que, según McLellan, Garbo conocía y con el que pudo chantajear
a Dietrich.
Lo que The Girls deja bien documentado es el ambiente de libertad sexual
de la época dorada del cine y la amplia presencia de intérpretes
lesbianas sin que ello disminuyera su magnetismo para con los hombresdesde
la pantalla. Josef von Sternberg siempre aseguró que los devaneos
lésbicos de Dietrich contribuían a su magnetismo andrógino.
La existencia del círculo de costura no detuvo, por otra parte,
el amor hacia la estrella de su marido, Cedric Gibons, o la fascinación
que por ella sentía Orson Welles.
Annaud abre Berlín
2001
La película más cara de la historia del cine europeo,
Duell-Enemy at the gates (Duelo, enemigo ante
las puertas), del realizador francés Jean-Jacques Annaud,
inaugurará el 7 de febrero la edición número
51 del Festival de Cine de Berlín. Con la elección
del film de Annaud, que narra un episodio durante la batalla de
Stalingrado, la Berlinale quiere demostrar que el cine europeo tiene
capacidad para realizar grandes producciones, subrayaron los organizadores.
El film contó con un presupuesto de 90 millones de dólares
y relata el duelo a muerte entre un emboscado ruso y un tirador
de precisión alemán durante la legendaria batalla
de 1942, cuando los nazis pretendían conquistar la Unión
Soviética. La película contó con el guión
de Alain Godard, que adaptó El nombre de la rosa,
de Umberto Eco, para una de las películas más conocidas
de Annaud, realizador, además, de La guerra del fuego
y El oso. Duelo... fue protagonizada por
Ed Harris, Joseph Fiennes y Jude Law. Annaud y su equipo demuestran
que desde las grandes escenas de masas hasta el más
pequeño detalle, que Alemania y por tanto Europa están
en condiciones de llevar a escena proyectos que durante mucho tiempo
se consideraron monopolio estadounidense, afirmó el
director del festival, Moritz de Hadeln. El film fue rodado en el
estado germano-oriental de Brandeburgo, donde se construyó
una reproducción de Stalingrado. Por primera vez en los últimos
13 años contará en concurso con una película
argentina, La Ciénaga, ópera prima de
la realizadora Lucrecia Martel.
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