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EN GUERNICA DENUNCIAN MANIOBRAS Y COIMAS PARA OBTENER AYUDA
Tras el temporal, lluvia de críticas

Algunos vecinos dijeron que se cobra por los colchones y la ayuda no llega. Los camiones andan escoltados, por los robos.

La reconstrucción del hospital, de a poco: empezarán a rehacer salas que literalmente volaron.

Por Horacio Cecchi

Guernica, en blanco y negro, como lo pintó Picasso, pero después del tornado, con piqueteros que reclaman, camiones que reparten chapas y alimentos custodiados por la Guardia de Infantería de la Bonaerense, y otros que según los vecinos cobran 5 pesos para entregar un colchón por cabeza. “Mandaste a la policía, que son unos chorros”, se quejaba una vecina a Mabel Müller, diputada nacional del PJ y esposa de Oscar Rodríguez, intendente de Presidente Perón, más conocida como Guernica. No la de Picasso sino la del tornado. “Tienen razón en quejarse, si lo han perdido todo. Pero ya todos han recibido lo imprescindible para superar la emergencia”, aseguró Rodríguez a Página/12, mientras un vecino, en la mesa donde se recepcionaban los pedidos, se quejaba: “Vino un camión a repartir chapas en casas donde no pasó nada”. Por el momento, 200 personas continúan evacuadas; 30 en La Plata; 239 en La Matanza; 250 en Almirante Brown; 80 en Ezeiza; 129 en Marcos Paz y 25 en General Las Heras. Aunque el grueso ya regresó debajo de sus sintechos, por temor a los saqueos.
“Hace 37 años que vivo acá. Nunca cayeron piedras tan grandes. De 600 gramos. Así eran”, dice José y describe con sus manos el tamaño del granizo. José es cocinero de la Escuela 8 Sargento Cabral, sobre la calle 106, casi la vía, del barrio San Pablo. El patio de la escuela, desde el martes, por obra y gracia del temporal, ahora es a cielo abierto. Las chapas del techo están retorcidas y plegadas como un pañuelo a un costado. José desmiente los reclamos: “Ya todos recibieron, poco, pero recibieron”.
El mismo barrio San Pablo fue epicentro de las primeras protestas, cuando un grupo de vecinos, espontáneamente, cortó las vías del Ferrocarril Roca. “Manden lo que necesitamos y nos vamos a quedar tranquilos”, se exasperaba Susana Bustos, en comunicación radial con la diputada Müller. “Anoche nos dieron agua, nada más”, se quejaba ayer por la mañana, por Continental. “El camión ya está repartiendo en la zona”, le respondía Müller. “¿Adónde está el camión? Mandaste a la policía, que son unos chorros. Sos una mentirosa, querida.” “Qué chapas ni chapas. ¿Te parece, diputada, que estoy viviendo en el baño?”, agregó Jacinto Pérez, marido de Bustos, a su lado.
Por la tarde, un camión cargado de chapas hizo su ingreso al hospital Cecilia Grierson. Lo escoltaba un colectivo de la Guardia de Infantería con diez policías bien armados. “Las chapas son para el techo”, confirmó a este diario Marta Villalba, directora del Grierson. “Los policías son por los asaltos”, aseguró el camionero. “Venimos desde Avellaneda. Ayer se afanaron un camión con agua. Lo rodearon y se levantaron los bidones.”
–Los vecinos denuncian que hay camioneros que cobran 5 pesos por colchón –comentó Página/12 al intendente Rodríguez.
–Eso es imposible. Las donaciones son de todo el país, hay controles en todos lados –respondió Rodríguez–. Lo que siempre hay son los avivados, que roban y después revenden.
–Por la mañana le cortaron la vía...
–¿Otra vez? Pero si ya se repartió en todos lados. La gente tiene razón, si tiene la casa destruida no se va a conformar con cuatro chapas. Pero ésta es una salida de emergencia. El paso que sigue es la reconstrucción de Guernica.
Sobre la vereda de la Municipalidad, el ministro de Seguridad bonaerense, Ramón Verón, desmentía a este diario el robo de camiones descripto por Rodríguez. “A mí no me consta que hayan robado. Nadie presentó ninguna denuncia.”
–¿Y para qué tanta custodia?
–Los choferes son voluntarios y tienen miedo, entonces, mejor prevenir y darles tranquilidad –fue la respuesta.
La ayuda recibida por la Guernica del postornado llegó de varios puntos del país. Desde Santa Fe se enviaron grupos generadores que reactivaron las bombas de la proveedora de agua Azurix. En el hospital Grierson, un camión grúa enviado por el Gobierno porteño levantaba una ambulancia dadavuelta como un escarabajo. El Ejército instaló seis cocinas de campaña. Un diario coreano donó 3 mil kilos de chapas. En el frente de la Municipalidad, los vecinos formaban colas para inscribirse en una lista de damnificados. “¿A ustedes les repartieron?”, preguntó este diario a una parejita, ella con un brazo enyesado después de que el viento les sopló la casilla donde vivían. “Sí, todo bien”, aseguró él, soplando los problemas a otra parte. “Más o menos”, dijo ella con un gesto de sus manos. Después, callaron. En una de las mesas, un hombre exasperado denunciaba: “Es justo al lado del almacén. Hay un vecino, que es militante de ustedes, le están bajando chapas y a él no le pasó nada”.
Guernica, en blanco y negro, como la imaginó Picasso.

 


 

LLEVAN RESIDUOS NUCLEARES Y SON ARTILLADOS
Se vienen otros dos barcos

Habrá que prepararse para seguir recibiendo visitas no gratas: en las próximas semanas zarparán del puerto francés de Cherburgo dos buques cargados con óxido de plutonio (MOX) hacia Japón, que utilizarían la ruta del Cabo de Hornos. La noticia llega después de la polémica abierta por el paso del buque Pacific Swan por aguas jurisdiccionales argentinas, con un cargamento de 80 toneladas nucleares y motivó una tibia objeción por parte del Gobierno nacional. Según denunció la organización Greenpeace, estos barcos navegarían fuertemente armados “porque el plutonio transportado puede usarse como armamento nuclear y esto plantea problemas de seguridad militar”.
El embarque de plutonio será realizado por los barcos Pacific Pintail y Pacific Teal, de la misma empresa que el mentado Pacific Swan. Pero, a diferencia de este último, las dos naves que emprenderán su camino con destino a Japón traen una carga aún más peligrosa que su predecesor: “El plutonio de estos embarques –explicó a Página/12 Juan Carlos Villalonga, coordinador de la campaña de Energía de Greenpeace– es un combustible de uso directo en armamento nuclear. Por esta razón, este tipo de cargamento es altamente riesgoso, ya que de ser robado podría utilizarse como elemento para la construcción de armas nucleares. De ahí que los barcos estén equipados con un poderoso armamento”.
El plutonio es uno de los materiales más radiotóxicos que se conocen, “y el combustible de los 28 contenedores que cargarán los buques no está vitrificado”, aclaró Villalonga, y agregó que “un accidente sería altamente tóxico para el medio ambiente, por el alto nivel de radiactividad y por la extensa vida media de este compuesto”.
Con respecto al Pacific Swan, ayer dejó las aguas argentinas, donde fue seguido discretamente por la Armada; Greenpeace, en cambio, no pudo sobrevolarlo con una avioneta por las condiciones meteorológicas. Entró luego en aguas chilenas y el gobierno de ese país entregó un escrito a los embajadores de Japón, Francia e Inglaterra en el que expresó su “molestia” por el paso del buque. Según informó el diario El Mercurio, de Santiago, las autoridades chilenas consideraron, a diferencia de las argentinas, que las leyes internacionales en las que se amparan las empresas de transporte de residuos nucleares “no ofrecen las garantías de no contaminación del medio marino ni establecen planes de emergencias en caso de accidentes ni mecanismos efectivos de responsabilidad que incluyan eventuales compensaciones”.

 

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