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Una ayudita más para este pobre Tata enfermo

Pinochet sale del Hospital Militar de Santiago.

Por Pablo Rodríguez

Augusto Pinochet parece cada vez más cerca de quedar oficialmente procesado como autor intelectual de los crímenes de la Caravana de la Muerte. Quizás por eso Pinochet esté cada vez más lejos de ser procesado. Ocurre que, a medida que se hace visible el día en que el ex dictador deba sacarse una foto y poner sus huellas dactilares para un prontuario, crecen las presiones, las idas y venidas y las novedades que siempre le dan a Pinochet otro día de respiro. Esta vez fue la declaración indagatoria: a pedido de la defensa de Pinochet, el juez Juan Guzmán, el mismo que esta semana denunció presiones “incluso del gobierno” para terminar con el caso, postergó la declaración indagatoria para el martes 23, momento en el cual tendrá el resultado de los exámenes médicos. Estos exámenes, que terminaron ayer cuando deberían haber seguido hoy, son la última esperanza para Pinochet, si no fuera porque siempre tiene otra oportunidad.
Esta semana, Guzmán admitió ante el diario francés Le Monde que había admitido “presiones que provienen de diversos sectores, incluidos miembros del gobierno”, respecto de un pronto fin para el caso Pinochet. El diario electrónico Primera Página fue más concreto en la información: publicó que, “según fuentes cercanas a Tribunales”, Luis Horacio Rojas, jefe de gabinete del ministro de Justicia, José Antonio Gómez, fue quien se comunicó con Guzmán para este tipo de “gestiones”. Según otras fuentes citadas por el medio, puede ser lógico que la presión venga de un funcionario de segundo rango (o sea, menos expuesto), pero que reporta casi directamente al presidente de la nación. El mismo Rojas negó rotundamente la versión, tal como habían hecho otros funcionarios, entre ellos el ministro del Interior, José Miguel Insulza, en días anteriores.
En todo caso, lo que sí se puede observar es el extraño comportamiento que han tenido el juez Guzmán y la Corte Suprema en el último mes. Primero, el juez procesó a Pinochet a principios de diciembre sin atender a los exámenes médicos, ya que ninguna ley o código chileno prescribe que haya una relación entre ambos asuntos. La misma Corte Suprema ratificó este punto de vista. Pero luego, súbitamente, lo cambió, y le ordenó a Guzmán que siga el esquema de la defensa de Pinochet: exámenes médicos, y sólo después declaración indagatoria. Guzmán puso entonces un calendario donde ambas instancias estaban lo suficientemente pegadas como para no tener que esperar los resultados de los exámenes. Enterado de la intención de Guzmán, Pinochet no se presentó a los exámenes y el juez, en lugar de procesarlo, dio nuevas fechas, otra vez, muy pegadas. Pinochet aceptó someterse a los exámenes, pero amagaba con no presentarse a la declaración. Entonces Guzmán decidió ayer la postergación del interrogatorio.
La defensa de Pinochet espera que quede claro que su cliente no está capacitado para afrontar un juicio, a la luz de los resultados de los exámenes físicos, mentales y neurológicos a los que se sometió entre el miércoles y ayer. Pero la alternativa no es tan segura. Primero, porque en los exámenes estuvieron presentes peritos de la parte querellante, de los cuales es difícil suponer que redacten un informe que lo “salve” a Pinochet. Y segundo, porque Guzmán enfatizó que sólo declarándolo “loco” puede Pinochet zafar del juicio, cuando la intención de sus abogados es más bien apelar al “debido proceso” para demostrar que Pinochet no está loco, pero no puede comprender lo que ocurriría en un juicio en su contra.
Entretanto, continuaron ayer las diligencias ordenadas anteayer por el juez Héctor Carreño para encontrar los restos de seis militantes comunistas arrojados en diciembre de 1976 en una hondonada a mitad de camino entre Santiago y Valparaíso.

 

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