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IRON MAIDEN LLENARA HOY EL ESTADIO DE VELEZ DE PUBLICO HEAVY METAL
Un largo viaje rumbo al pasado de todo

La tercera visita a la Argentina de un grupo emblemático del período clásico de la música más dura de la cosmogonía rockera pone en marcha un mes de enero que se recalentará de espectáculo del género. Los organizadores calculan una asistencia de 30 mil espectadores.

Iron Maiden tiene sobre sus espaldas más de veinte años de trayectoria. También estará en Vélez Rob Halford, otro peso pesado del heavy metal.

Por Fernando D’Addario

En Iron Maiden, la única coordenada que resiste al presente (y se acomodará seguramente al futuro) está relacionada con la entrañable fidelidad que le profesa su gente: se espera que unos 30 mil fans renovarán esta noche en la cancha de Vélez su idilio con la banda británica. El resto de las variables remite inexorablemente al pasado, sin que este anacronismo militante se constituya en un blanco de crítica. Por el contrario, la iconografía de Maiden, su estética, su postura escénica se encolumnan en un orgulloso viaje regresivo, con un tiempo real (inamovible, el de su inserción en el heavy metal de fines de los 70) y otro mitológico (el de la épica medieval).
Iron Maiden ya era una banda vieja hace ocho años, cuando sacudió por primera vez al público porteño, en una accidentada noche (pocas veces se vio “cobrar” tanto a la seguridad en un recital de rock) en la cancha de Ferro. Y lo era aun antes, desde que la irrupción de Metallica en el primer lustro de los 80 barrió estilísticamente con todo lo que venía detrás. Pero la “doncella de hierro” (la traducción de un nombre que, más que a Margaret Thatcher, alude a un instrumento de tortura que se utilizaba en la Edad Media) se mantuvo impasible en su condición de “clásica”, en tanto a su lado fueron pasando, sucesivamente, y a ritmo cada vez más vertiginoso, las “movidas”, las “ondas” y las indescifrables ramificaciones devenidas del primitivo y glorioso heavy metal. Primero fue la dicotomía thrash vs. glam, terciaron el death y el black metal, después reinó el soft, llegaría luego el aluvión grunge, posteriormente se colarían el rap metal, el ñu metal... y nada de esto afectó la grandeza de Maiden, despojada ya de los favores materiales de su distinción (es decir, disminución en la venta de discos y tickets), pero reforzada en su reafirmación de los viejos valores perdidos.
Habrá que decir, entonces, que el reinado del grupo liderado por Steve Harris, aun cuando fue amasado glorificando gnomos, caballeros, espadachines y hechiceros, se verificó en esta tierra, en un período preciso, entre 1978 y 1985, lapso en el que entregó discos fundamentales como The number of the beast, Live after death, Powerslave. Fue el momento de gloria de la llamada “New Wave of British Heavy Metal” (NWBHM), una etiqueta que protegía bajo el mismo paraguas a grupos tan distintos como los fascistoides Saxon y los endurecidos Judas Priest. Esta camada de bandas forjó ni más ni menos que el estereotipo del metalero, también en la Argentina, donde el rockero-blusero Pappo importó esa estética (cuero negro, tachas, actitud desafiante) para fundar, a partir de Riff, el heavy metal nacional y popular. Rob Halford, ex líder de Judas, retornó de su autoexilio del género metálico y, desde su último disco, Resurrection (el título es gráfico al respecto) se muestra como un heavy hecho y derecho. Es decir, desanduvo un camino evolutivo para readecuarse a las expectativas de sus fans.
Es paradójico: la música dura del siglo XXI es doblemente virulenta y agresiva, pero (a excepción de Marilyn Manson) ya no escandaliza conciencias como antes. Y frente a grupos como Korn, Limp Bizkit y Deftones, el NWBHM parece hoy música country. Los incorruptibles fans de Maiden, muchos de ellos treintañeros largos, consideran inescuchables (y en el peor de los casos, “caretas e inescuchables”) a estas ruidosas bandas alternativas, con sus skates, gorritas, bermudas y “raros peinados nuevos”. Es que el heavy metal se popularizó al revés, hacia arriba en la escala social, cruzándose (sin rozarse siquiera) con el recorrido inverso que siguió el “rocanrol”. El fan argentino de Maiden, que en términos generales es el mismo de Judas Priest, no adhiere a la “futbolización” del rock, no llena los estadios con banderas alusivas al barrio de procedencia y le escapa al espíritu gregario que anima a los fieritas seguidores a La Renga. Es más bien solitario, reconcentrado y reivindica los tiempos en que la pasión metalera significaba algo así como el último bastión deresistencia de la clase trabajadora. No es extraño entonces que su referente nacional sea el grupo Almafuerte, liderado por Ricardo Iorio, un “decidor de verdades”.
Maiden cabalgó durante años sobre una meseta creativa, respaldado en sus años de gloria. Su gente le perdonó discos flojos, como No prayer for dying, entre otros, y la deserción de su cantante emblema, el catedrático Bruce Dickinson. Se bancó a su reemplazante, Blaze Bailey, aunque rezaban por la vuelta del –por entonces– errático solista Dickinson. El retorno del vocalista (que no es el original, porque en la era paleolítica del heavy metal, el cantante era Paul Di’Anno) volvió a cerrar el círculo de la épica nostálgica. El nuevo disco, Brave new world, es apenas un prolijo detalle burocrático. A excepción del propio grupo, y de la compañía discográfica, a pocos les importa. Todos querrán ver esta noche a Eddie, la ya entumecida mascota eternamente resucitada. Querrán ver los ridículos duelos acrobáticos entre los tres guitarristas de la banda, la apelación recurrente a guerras celestes y remotas, la imagen de un Dickinson crucificado, con un cisne gigante que lo ayuda a descender a la tierra. Un kitsch absoluto, cuya complicidad se reparte arriba y abajo del escenario. No siempre ha sido así. Antes la cosa iba “en serio”: en los 80, el disco The number of the beast inspiró al predicador electrónico Jimmy Swaggart para poner una cara de Steve Harris en la tapa de su libro sobre heavy metal y satanismo. Esto demuestra que, mientras Maiden se obstina en ofrecer al mundo metálico una imagen de inmovilismo sagrado, a su alrededor el género humano va evolucionando.

 

Aún quedan entradas

En el “Vélez Festival” habrá actividad hoy desde la tarde temprano. La organización confirmó ayer que los grupos soportes argentinos tocarán aún de día: Mad comenzará a las 17.45 y Cabezones a las 18.30. Luego seguirán los platos fuertes: Queens of de stone age aparecerá a las 19.20, Rob Halford a las 20.30 e Iron Maiden atronará a partir de las 22 Frente a la ortodoxia metálica de Maiden y Halford (ex Judas Priest), la nota distintiva parecen ser los californianos de Queens of..., que mañana actuarán solos en Cemento y mostrarán su música etiquetada como “stoner rock”. Las entradas para la velada pueden conseguirse todavía hoy llamando a Ticketmaster (4321-9700), o en los locales de Dexter Shop, Tower Records, Estadio Obras, Teatro Sky Opera, Locuras y en el mismo estadio de Liniers. Los precios son: 20 pesos (platea alta), 25 (campo) y 40 (platea baja común y platea preferencial). Los que quieran comprar el abono Maiden-Red Hot Chili Peppers deberán pagar 50 pesos (campo), 30 (platea alta) y 70 (platea baja).

 

Un virtual "Rock in Baires"

El show de esta noche dará inicio a una suerte de informal Festival internacional Rock in Buenos Aires, con sedes en el estadio de Vélez y en el Campo Argentino de Polo. La cartelera completa de ese festival, en realidad la suma de dos, organizados por dos empresas enfrentadas entre sí, es la siguiente:
* Hoy: Iron Maiden, Rob Halford, Queens of The Stone Age (Vélez).
* Martes 16: Sting, Sheryl Crow, La Portuaria (Vélez).
* Martes 16: Laurent Garnier, Angel Molina, Daniel Melero, Leo García, Juana Molina, Diego Ro-k y otros (Campo de Polo).
* Miércoles 17: R.E.M., Beck, Divididos (Campo de Polo).
* Jueves 18: Oasis, Neil Young, Ratones Paranoicos (Campo de Polo).
* Miércoles 24: Red Hot Chili Peppers, Deftones, Catupecu Machu, Santos Inocentes (Vélez).
En el “Polo Festival”, que se llevará a cabo martes, miércoles y jueves de la semana que viene, habrá dos escenarios alternativos, donde actuarán artistas nacionales como Babasónicos, Carca, Sergio Pángaro, Jaime Sin Tierra, María Gabriela Epumer y Bristol, entre otros.

 

ROCK IN RIO ARRANCO AYER CON 250 MIL PERSONAS
Imagina un silencio multitudinario

El músico inglés Sting cerró durante la madrugada de hoy la primera fecha del festival Rock in Rio, que en su inauguración reunió a una multitud de un cuarto de millón de personas. Acompañado por su banda habitual (que incluye al argentino radicado en Londres, Dominic Miller), Sting sumó a las canciones de Brand New Day, su disco más reciente, sus grandes h its y un invitado de lujo, James Taylor, otra de las figuras de la primera jornada Que resultó una fiesta completa y estuvo plagada de escenas conmovedoras que el público internacional pudo seguir a través de la televisación.
El principio de la llamada “la mayor fiesta del rock”, en tanto, fue un gran embotellamiento y luego un gran silencio. Sólo después la música tomó el protagonismo. Las 250 mil personas reunidas en el lugar, 3200 radios, 400 canales de TV, los shoppings de Río de Janeiro –donde se instalaron pantallas para seguir el evento– y hasta los pasajeros del subteguardaron en el inicio tres minutos de silencio “por la paz y un mundo mejor”, antes de dar paso a la música. El silencio fue precedido por un video con imágenes de diferentes tipos de violencia, y anunciado por una niña que hizo sonar una gran campana construida con el metal de miles de armas incautadas en operaciones policiales. Inmediatamente, y mientras el público agitaba miles de banderas blancas, Milton Nascimento, Gilberto Gil, la Sinfónica Brasileña y el cuarteto vocal Communion entonaron “Imagine”, el himno de John Lennon, dando el puntapié inicial junto a un gigantesco coro popular.
La Cidade fue copada por una multitud que comenzó a llegar temprano, atestando todos los accesos y convirtiendo a la zona de Barra da Tijuca en un caos. La escena, de todos modos, resultó un buen ensayo para lo que vendrá: la oferta incluía a dos mitos vivos de la música local, como Nascimento y Gil, a Sting, Taylor y Daniela Mercury. La afluencia de público puede ser aún mayor ahora sobre todo en las jornadas protagonizadas por pesos pesadísimos como los retornados REM y Beck (hoy), Guns N’Roses y Oasis (mañana), o la fecha pop que protagonizarán Britney Spears, Five y N’Sync, el jueves. Ese día, la Ciudad del Rock será ocupada por miles y miles de “pulseras verdes”, un método de identificación de estado civil ideado por la organización: las rojas para personas casadas o comprometidas y las amarillas indican “indecisión” o “apertura”. Por las dudas, en el lugar se repartirá medio millón de preservativos.

 

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