Si hoy me hablan de una candidatura, digo terminantemente que no,
aseguró ayer Carlos Alvarez desde Neuquén. Necesitó
sólo una oración para desestimar las expectativas de dirigentes
radicales y frepasistas que en los últimos días impulsaron
su nombre para la candidatura a senador de la Alianza por la Capital Federal.
Sin disimular su disgusto por lo que consideró como una presión,
Alvarez calificó como un error garrafal que el tema
de las candidaturas y posicionamientos ya se haya instalado
en la sociedad. Y que lo haga gente vinculada a la Alianza me parece
peor, agregó. Mientras los principales referentes aliancistas
iniciaron la construcción de lo que será su estrategia electoral,
que incluye la propuesta de desdoblar los comicios, Alvarez se preguntó:
¿Por qué en cambio de hablar de candidaturas no tomamos
el toro por las astas con el ajuste de la política?.
Carlos Alvarez plegó con lentitud el último de los cuatro
diarios que con diferencia de horarios fueron llegando hasta el refugio
que eligió para su descanso en Villa La Angostura. Clavó
por un momento la mirada en el enorme ventanal que mira a las aguas azules
del lago, el horizonte de montañas, y comenzó a mascullar
su respuesta al repentino entusiasmo con el que radicales y frepasistas
lo impulsaron como candidato a senador porteño, sin consultarlo.
Y contestó con dureza:
No tengo la voluntad
política de asumir una candidatura.
Antes de hablar de candidaturas
o posicionamientos, creo que quienes quieren ser candidatos a senadores
tendrían que explicar a la gente qué Senado van a hacer,
sobre todo los que trabajaron en este Senado.
No están hablando
de la transformación institucional, ni de la adecuación
de la política, ni de las cosas que la propia dirigencia puede
hacer, por el contrario, ya están pensando en cómo se posicionan
para las candidaturas.
Aprovechando este mejor
momento económico que se avecina, se tienen que poner como prioridad
temas que son vitales para los argentinos, como analizar el manejo de
los organismos de regulación de las empresas públicas, la
revisión de los aumentos de tarifas para inversiones, o la adecuación
del sistema político a las condiciones reales de vida de nuestra
gente.
La candidatura de Alvarez al Senado de la Nación fue respaldada
públicamente en los últimos días por el jefe del
Gobierno de la Ciudad, el frepasista Aníbal Ibarra; su vicejefa,
la radical Cecilia Felgueras; el ministro del Interior, Federico Storani;
y por el presidente Fernando de la Rúa quien dijo que sería
un candidato descollante.
Las especulaciones habilitaron el juego del cruce de declaraciones. El
justicialista Antonio Cafiero abrió la partida: Después
de retirarse de una posición donde puso en peligro a su propio
gobierno, querer ahora entrar por una vía menor, o distinta (como
el Senado), es algo que el grueso de la gente no entiende mucho y sería
para él un retroceso.
La postulación de Chacho también fue aprobada por el presidente
de la Cámara de Diputados, el radical Rafael Pascual, quien de
todos modos, por si los mejores candidatos no son todos los que vayan
a estar, le dio ayer un nuevo empujón al proyecto que propone un
desdoblamiento de las elecciones legislativas, un escalonamiento
según él, con lo que la votación de diputados y senadores
provinciales, donde el peronismo que controla 14 provincias corre con
ventajas, no estén enganchadas con la de legisladores nacionales.
Graciela puede irse
Carlos Alvarez dijo ayer que puede ser que Graciela
Fernández Meijide no siga al frente de la política
social una vez que se modifique el Ministerio. El ex vicepresidente
volvió a pronunciarse a favor de una profunda reestructuración
de la cartera de Desarrollo Social la única que controla
el Frepaso para convertirla en una agencia de políticas
sociales. Cuando le preguntaron si Fernández Meijide
sería la encargada de conducir el nuevo organismo, respondió:
No, puede ser que no.
Hay que cambiar este ministerio, estoy convencido de que estamos
bailando con la más fea, señaló Alvarez
quien aseguró que en la Argentina seguimos con un nivel
grande de clientelismo y de uso de la política social para
intercambio de favores.
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